jueves, octubre 05, 2006

Sabemos quién grita, pero ¿sabemos quién escucha?

Es fácil recurrir al "felipismo" como es fácil recurrir a la "traición al Estado", lo que no hace sino dejar clara la convicción de todo político, del partido que sea: "El Estado es el Partido, el Partido soy yo". Luis XIV pasado por los años 30 del siglo pasado.

Es fácil recurrir a las cifras -"Acebes es el ministro con más muertos a sus espaldas", dice Blanco, como si los muertos fueran suyos, como si él hubiera colocado las bombas, como si sus votantes hubieran aplaudido a las puertas de El Pozo, Atocha, Entrevías...-, es fácil recurrir a la demagogia -"En mi programa nunca se ha hablado del corpiño de Pedrojota en su famoso vídeo", dice Gabilondo, obviando que Rafael Vera ha sido condenado en firme por su participación en dicho vídeo-.

Es fácil decidir de antemano qué es delito, qué es prevaricación, quién mató y por qué. Es fácil hallar en cada hecho una prueba a favor o una conspiración en contra.

Yo me perdí hace demasiado tiempo y sólo oigo los gritos. Tengo la sensación de que cuando la gente se grita tanto es que hay demasiado interés en tener razón y me pregunto: "razón, ¿para qué?, ¿dónde quedan las víctimas?". Habría que hacer un esfuerzo ciudadano para recuperar el 11-M, porque el 11-M fuimos nosotros y no ellos. No fue Garzón, ni Telesforo, ni Pedrojota, ni su corpiño, ni Luis del Pino, fuimos los que lloramos y los que corrimos a donar sangre a cualquier lugar aún sin saber si habría más bombas o no o quién las había puesto.

Porque nos daba igual, entiéndanlo, era nuestra sangre y nuestros muertos. Los de todos. Tenemos bien claro quién grita, lo mejor que se puede hacer es no escuchar. Hay dos posibilidades casi igual de ruines: el PP ocultó desde el Gobierno la autoría de Al Qaeda para ganar unas elecciones generales -tesis que se derrumba por sí sola: si sabíamos a la hora de votar que Al Qaeda era la autora de los atentados fue precisamente porque nos lo contó Acebes en rueda de prensa el día anterior-. La otra dice que no fue Al Qaeda, que fueron unos moros ayudados por el PSOE y el CNI para dar un golpe de Estado. Esta tesis es inderrumbable pero insostenible a la vez. Nadie puede creer eso, lo siento.

Hay que tener mucho cuidado con lo que se dice, pero mucho más con lo que se escucha. Intentemos que el sufrimiento vuelva a ser nuestro sufrimiento y el orgullo nuestro orgullo y la razón, si es que tiene sentido hablar de razón en estos casos, sea nuestra razón y la de las víctimas.

Recuperemos lo que nos han robado. Entre todos.