lunes, noviembre 30, 2009

Cartas esféricas en Factual


Hace unos meses -considero prudente no decir cuántos- el insuperable José María Albert de Paco se puso en contacto conmigo para proponerme una aventura algo enloquecida y difusa. Sus únicas armas para convencerme de empezar viaje juntos eran:

- El nombre de un tipo al que los dos admirábamos (Arcadi Espada)
- Su fe ciega en mí, de manera que aunque no sabía qué demonios podía aportar al periódico, sabía que yo tenía que estar ahí.
- Hacerse el carnet de socio del Barcelona (cosa que el muy estafador no ha hecho).

El caso es que desde entonces el proyecto ha ido avanzando lejos, pero avanzando. Lejos en la geografía y lejos en la comunicación. Hasta hace apenas unos días, el pobre José María, al borde del infarto, no pudo concretarme exactamente cuál iba a ser mi cometido en Factual ni cuánto me iban a pagar ni con qué periodicidad tendría que publicar. La buena noticia era que haría justo lo que yo quería hacer: escribir sobre fútbol.

Siempre he sido un tipo que presume de no saber de nada, salvo cuando llegamos a los deportes. Ah, amigo, ahí soy un experto. Uno no dedica su vida y su cerebro a algo para que luego ese algo le traicione.

En fin, que la apuesta era arriesgada: empezábamos con el Barcelona-Real Madrid. Nada de crónicas ni largos análisis. No. Algo más de charla con sentido: Pepe me enviaba una carta abierta a mí y yo se la contestaba. Así lo hicimos, claro. Su carta me abrumó por todos lados y yo hice lo posible por estar a su altura. Al parecer, resultó. Las ideas de Pepe, su lenguaje, su imaginación, su sintaxis abruman a cualquiera, así que opté por el esperpento: defender a Pellegrini.

El que lea este blog sabe que no es la primera vez que lo hago.

Hoy, a las nueve, ha nacido Factual, un periódico de pago llamado a la excelencia. Puede que la consiga y puede que no, pero el caso es que aspira a un periodismo de altas miras y ha decidido incluirme en esa generación de inconformistas talentosos. Creo que nadie ha apostado tanto por mí en la vida y solo puedo agradecer a José María, Arcadi y Cristina por esta oportunidad.

La sección se llama "Cartas esféricas" y me temo que es de pago. Igual es que hay que pagar por las cosas que merecen la pena, como sucede con los relojes de oro y los donuts de chocolate. Si no lo hacen, lo entenderé; si se animan -no ya por mí sino por todo el colosal proyecto del que pueden formar parte, tanto si es un éxito como si es un naufragio "Yo estuve en el Titanic"-o simplemente quieren echar un vistazo a los contenidos abiertos, les dejo el enlace a mi primera pieza.

Me siento tan orgulloso que no tengo palabras, así que este post se acaba

aquí.

domingo, noviembre 29, 2009

El Madrid pierde sin piernas y sin fe


Hay algo que agradecer a Pellegrini en este partido y es que su equipo saliera valiente. No diría exactamente que al ataque y desde luego no a tener el balón, pero su planteamiento fue perfecto, como si llevara meses preparando este partido. Los jugadores también mostraron un nivel de compromiso extenuante y durante demasiados minutos el Barcelona pareció no estar sobre el campo: sí, la posesión era suya pero en toda la primera parte no consiguieron hilar ni una sola jugada de peligro.

La presión asfixiante del Madrid en todo el campo, dificultando la salida del balón y sometiendo a los jugadores del Barcelona a un continuo dos contra uno se tradujo en numerosas recuperaciones de balón, espacios tras la defensa -discreto partido de Piqué, formidable de Puyol- y un par de ocasiones realmente claras: a Cristiano Ronaldo, como en Roma, se le volvió a aparecer Valdés y a Marcelo se le apareció Puyol justo en el último momento.

No fue una primera parte brillante, pero eso es mérito del Madrid, que tampoco dio ni una patada de más: se limitó a superar físicamente al Barcelona en cada una de las jugadas y usar su clásica verticalidad con el balón. Posesiones fugaces pero llenas de peligro.

Por supuesto, eso se veía venir desde hace tiempo y extraña que Pep Guardiola no tuviera más recurso que colocar a Henry de delantero centro. El francés ni presionó ni colaboró en la creación ni llegó al remate en ninguna ocasión. Su estado de forma es realmente preocupante y uno se pregunta si quizás Pedro no hubiera creado más peligro en este momento. El caso es que el Barcelona se estancó de manera escandalosa, un prodigio de impotencia ante un Madrid omnipresente y muy bien plantado.

El problema le vino al Madrid cuando tuvo que ganar el partido. No se lo creyó en ningún momento y cuando las piernas flaquean sólo queda el corazón. Sin corazón, no queda nada. La entrada de Ibrahimovic dejó en evidencia a Henry: en pocos minutos, el Barcelona empezó a encontrar huecos, tirar paredes, llegar al área rival y marcó un gol al borde del fuera de juego. No sólo eso: por primera vez en el partido dio la sensación de que el Barça dominaba de verdad. No sólo que tuviera la posesión sino también el peligro.

Dos acciones cambiaron por completo el planteamiento, pero ninguna favoreció al Madrid. Cómodo en su papel de outsider, el equipo no supo cambiar el chip cuando Sergio Busquets cometió un error impropio y dejó a los azulgranas con diez al meter la mano para cortar un pase completamente intrascendente. La reacción de Pellegrini fue quitar a Ronaldo. No pareció lo más acertado, aunque queda la duda de si el portugués estaba en condiciones o no de afrontar noventa minutos de un partido así. Con los huecos que iban a quedar, sacrificar a Cristiano pareció una osadía. Una osadía con interrogante, insisto, y dejémoslo así, que para sacrificar al chileno ya estará mañana el Marca.

Sin Ronaldo y con la urgencia del empate, el Madrid empequeñeció. Su superioridad física desapareció por completo y con ella el orden y el peligro. Dispuso de varias llegadas deslabazadas, a trompicones, casi todas resueltas con rechaces y corners. Benzema pudo empatar a la salida de uno de ellos, pero lo de este chico parece no tener arreglo. Tampoco Higuaín tuvo incidencia alguna en el partido y desde luego más fácil que hoy no lo van a tener: campo abierto, un jugador menos en el contrario y Kaká y Xabi Alonso controlando.

Benzema e Higuaín se borraron de la presión y pronto lo hizo Kaká, claramente cansado. Lass Diarra siguió con su exhibición de carreras inútiles y se demostró que incluso cuando el Madrid necesita el balón sigue huyendo de él. Las posesiones seguían teniendo nombre barcelonista: Xavi, Iniesta, Messi, Ibrahimovic... incluso Abidal tuvo el 2-0 y Messi, pocos minutos después, a pase de Dani Alves.

El lateral derecho de un equipo con diez atacando en el último minuto de partido.

Al Madrid le faltó esa fe y desde luego le faltaron piernas para mantener su apuesta. Ahogó al Barcelona en la primera parte pero mostró un respeto excesivo. En la segunda, directamente mostró todas sus carencias. No fue en ningún momento un partido brillante aunque sí lo fue tenso y agónico. Otra manera de ganar. 250 millones de euros después, el Madrid pudo dar un golpe de mano a la autoridad blaugrana y simplemente se borró.

La patada de Lass Diarra que le valió la roja lo dice todo. Pocas veces se ha sobrevalorado más a un jugador.

En definitiva, ahora es el Barcelona el que mira por el retrovisor al Real Madrid. En principio era esperable. Tal y como se desarrolló el encuentro, más de un seguidor blanco se estará tirando de los pelos. Si algo ha tenido este equipo durante años es competitividad y orgullo. Hoy tuvo todo eso en la primera parte pero el miedo le pudo en la segunda. Demasiado miedo. Demasiada portada diciendo "No tenemos miedo".

Cuando no tienes miedo, de verdad, no te hace falta repetirlo para que todos te oigan.

Entrevista con Elvira Navarro


Por su interés, copio aquí la entrevista publicada en la revista Almiar que le hice a la escritora Elvira Navarro, como todo el mundo sabe, una de mis debilidades.


Elvira Navarro (Huelva, 1978) forma parte de ese nuevo grupo de escritores jóvenes que tienen la inmensa suerte de no formar parte de ninguna generación. Autores no adscritos a ningún movimiento que se limitan a narrar con gusto y emoción, placer por la literatura y recuperación de estilos con aspecto más clásico para adaptarlo a temáticas contemporáneas que no necesariamente incluyan pantallazos de Google.
Después de sorprender a la crítica con su formidable primer libro, “La ciudad en invierno”, donde ya se ponían las bases y algunos de los personajes de su universo particular como escritora, Navarro publica ahora “La ciudad feliz”, premio Jaén de Novela, bajo la siempre prestigiosa ala de la editorial Random House Mondadori.
La novela narra la historia de dos  pre-adolescentes en una ciudad de provincias apresados por el tedio y las expectativas: Chi-Huei, traído por su familia desde China en lo que se supone es un acto de amor pero en realidad esconde codicia y planificación, y Sara, una púber que busca liberarse de las rutinas familiares. 
¿Qué tiene de feliz tu “ciudad feliz”?
El título es irónico. Coincide con el del restaurante donde se desarrolla la acción de la primera parte pero el trabajo en ese restaurante es algo atroz, igual que el resto de la vida de Chi-Huei con su familia. En cuanto a Sara, en esa ciudad es donde se produce el encuentro con un vagabundo que provoca una gran crisis en su vida. 
¿Crecer es siempre darse cuenta de algo terrible?
Crecer es tomar conciencia de nuestra situación. En el caso del niño chino, supone la revisión de la infancia en su país con una mujer que le cuidaba por dinero. Se niega a que la madre reduzca toda su relación con esa cuidadora a una cuestión económica, porque en realidad son la madre y el abuelo los que le están tratando casi como un producto más. Para Sara y para él, crecer es un intento de construir frente a lo que el entorno les impone. 
Todo narrador suele mantener una distancia, pero tanto en tu primer libro como en este segundo, esa distancia con respecto al mundo que le rodea parece abismal. Nadie (o casi nadie) les entiende.
No tengo ni idea de dónde viene eso. Me pongo a escribir y me sale así. Me gusta practicar una escritura consciente y la consciencia implica distancia. Si te involucras mucho en las cosas, pierdes cierta capacidad para nombrarlas. 
El libro está prácticamente partido en dos historias con un ligero nexo de unión entre ellas, ¿se concibieron como obras separadas?
Primero escribí la segunda parte, llamada “La orilla”, pero el personaje de Sara se acabó convirtiendo en Clara y el proyecto germinó en “La ciudad en invierno”, mi primer libro. Luego, al retomar la historia, me empezó a interesar su compañero de juegos, el chico chino, así que decidí ahondar por ahí, contar más de ese personaje y menos de su historia en común. Tuve que eliminar muchas hojas pero creo que así está mejor.

¿Qué tienen en común Sara y Chi-Huei?
Son personajes con una crisis de identidad potente: su familia es lo más ajeno y no se identifican con sus valores. Chi Huei no sabe ni dónde está, todo le es extraño; Sara vive con unos parámetros de comportamiento que le han dado sus padres pero en cuanto se cruza el vagabundo en su vida, todo eso se tambalea. 
¿Y qué tienen en común Sara y Clara, la protagonista de tu primer libro, aparte de un nombre muy similar, clases de dibujo y una pasmosa facilidad para salir del tedio y meterse en problemas?
 Al principio eran la misma protagonista: Clara sale de Sara pero el personaje de Clara me parece que está más definido. Sara es más juguetona, Clara es más realista. Sara es más fantástica, más niña, está jugando todo el rato. Clara es más dura en ese sentido. 
                 Y  hablando del tedio, ¿crees que llega un momento en la vida en el que efectivamente lo aceptamos sin más, sin rebeldía adolescente?
Creo que sí. No es que lo aceptemos, es que al final no lo vemos. Es un tedio cómodo, tampoco estás mal. En el caso de la familia china, sí puede ser algo pesado, trabajoso… cuando escribía esa parte me imaginaba un sonido como de fragua, con los golpes constantes de los martillos y lo intentaba llevar al texto a base de repeticiones. Pero el tedio de la familia de Sara es un tedio de sofá y televisión, no está tan mal. 
Hablando de tu carrera, ¿cómo recibiste la catarata de elogios que sucedió a tu primer libro, “La ciudad en invierno”?
Que te elogien siempre es un gusto. El ego se me hinchó y supongo que me convertí en una imbécil, pero luego relativizas porque si ves las fajas de todos los libros resulta que todos son obras maestras. Lo que más ilusión me hizo fue el comentario tan entusiasmado de Vila-Matas en “El País” y en su libro “Dietario voluble”, pero como soy más bien negativa pronto se me olvida todo eso. 
¿Y cómo llevas ahora que tu segundo libro esté hasta en los quioscos de las estaciones de tren?
Hombre, pero no está en las estaciones de tren…
(Sí está, el fin de semana aparecía junto a Dan Brown en el Relay de la Estación de Chamartín, le comento, ella se queda con un gesto abrumado en la cara)
… Vaya. Bueno, todo esto es muy cansado, pero por otro lado no ha pasado suficiente tiempo para hacer balance porque las críticas aún no han salido. Me gusta ser una autora que está al alcance de todo el mundo, claro, pero me falta ahora mismo el “feedback”, que es lo que me importa: las lecturas que se hagan del libro. 
¿Por qué esa manía de publicistas y críticas de crear “generaciones” cada vez que salen dos o tres autores más o menos jóvenes y tienen éxito?
Supongo que es más cómodo. Parece que se genera un efecto de revolución, pero por ejemplo, en la “Generación Nocilla”, se ve a dos figuras pero el resto queda enterrado. Es muy contraproducente. Por suerte, yo me he quedado fuera de todo eso. 
¿Hasta qué punto el escritor novel debe contar algo nuevo o simplemente contar lo que sea pero contarlo bien?
Tengo una posición ambigua con ese tema. Entiendo que digan que todo está hecho: en temas y en formas. Como lectora, me encanta la novela del XIX y me canso ante determinadas formas actuales. Creo que la ficción está de capa caída. Es bueno innovar pero también se puede recurrir a formas antiguas y reciclarlas. 
¿Alguna vez te has sentido sobrepasada por las expectativas?
Sí, ahora un poco, pero es que yo siempre he vivido sobrepasada porque tengo unas expectativas exageradas, me pasa como a Chi Huei con su familia que le ahoga o a Sara, tanto con el vagabundo al que teme defraudar como con sus padres. 
Sus padres también están sobrepasados, probablemente más, incluso…
Sí, bueno, sus padres representan una generación con problemas para la autoridad y que no sabe muy bien qué hacer en situaciones que se salen de lo normal. Yo, ya te digo, siempre he vivido con esas expectativas encima, a veces me las ponen y a veces me las pongo yo misma.

sábado, noviembre 28, 2009

El cónsul de Sodoma -la decadencia de Jaime Gil de Biedma


La vida del poeta barcelonés Jaime Gil de Biedma da para artículos, libros y películas. Es complicado aunar en un solo personaje tanta decadencia: la familia catalana venida a menos dentro de un siglo que ya no les pertenece, los negocios de la Tabacalera -en la película se dice continuamente "Tabacos", pero por lo que recuerdo el propio poeta en su diario llamaba a la empresa con nombre y apellidos- en una antigua colonia llena de adolescentes que venden su cuerpo por dinero a los ricachones de ultramar.

La decadencia de la homosexualidad, también, por qué no decirlo. La decadencia del homosexual de discoteca de madrugada, señores con traje y efebos gitanos, el dinero como medida de todas las mamadas. La vergüenza. Una homosexualidad estética, en ocasiones, la de Jaime Gil de Biedma. Una sexualidad, en definitiva, que tapa la enésima decadencia: la decadencia del cuerpo, la ausencia de juventud, el miedo a la muerte...

Entre tantas decadencias, la película "El cónsul de Sodoma" consigue captar solo retazos. De entrada, la puesta en escena es muy discutible, con demasiados personajes y un manierismo excesivo a la hora de elegir planos y diálogos. Gil de Biedma está tan estupendo todo el rato, tan irónico, tan brillante es tan maravilloso que llega a resultar increíble. Se abusa del sexo, por supuesto. Eso puede parecer consecuente, porque si Biedma abusaba del sexo en vida, ¿por qué no reflejar ese abuso en sus consiguientes biografías?

El problema del sexo como la comida es que al espectador se le hace repetitivo. Al sexto pene y cuarta vagina uno empieza a mirar el reloj. Hacer una biografía de William Burroughs tiene que ser algo más que ver al escritor sirviéndose un vaso de whisky tras otro y llevándoselos a la boca. Por supuesto, Gil de Biedma follaba. Follaba mucho. También recitaba maravillosamente. Hacer una película en la que Jordi Mollá se pasa más de tres cuartos follando o recitando resulta tedioso.

Puede que haya un gusto por el escándalo, pero vivimos en la época del porno gonzo y la Taquilla XY. Nos escandalizamos con mucha dificultad, pero nos aburrimos muy pronto.

Las claves internas despistan. Se supone que junto al retrato de Gil de Biedma hay un retrato de la "gauche divine" barcelonesa de los 60. Los personajes se llaman "Manolo" o "Carlos" o "Joan" y tenemos que saber demasiadas cosas para reconocerlos. Mucho abarcar y apretar poco. Uno de los aciertos de la película, eso sí, es constatar su gusto estético por el comunismo, más allá de las convicciones ideológicas. Ser comunista era ser diferente. Era divino. Hasta que descubre que "comunismo" y "homosexualidad" no son compatibles para el propio partido. A veces enfrentamos fantasmas y resulta que son los vivos los que están destrozando la casa.

Por último, hay cosas que se cuentan mal y eso es intolerable. Cualquiera que haya leído "Retrato del artista en 1956" sabe que sus prácticas sexuales en Filipinas eran a los ojos de hoy muy discutibles. Digamos que acostarse con chicos de 13 años a cambio de dinero no es algo que se pueda decir hoy muy alto, así que el director decide no decirlo. Hombre, hombre. Si uno es un adicto al sexo y es un putero pues se cuenta y punto.

Hay algo de hagiografía molesta en "El cónsul de Sodoma", como sucede con todas las hagiografías. Lo realmente interesante de la vida de Gil de Biedma era precisamente ese frenesí estético, autodestructivo, terriblemente demodé: pañuelo y reloj de oro. Caprichos de niño rico. Insatisfacción constante. La película muestra algunas de esas cosas y oculta otras. Saca personajes de la chistera todo el rato para crear tramas que corta inmediatamente. El montaje es muy discutible y los actores están recortados. Una frase y a otro plano, así es imposible.

Jordi Mollá lo intenta, pero parece contenidamente sobreactuado. Que aparezca en todos y cada uno de los planos de la película y su personaje sea linealmente encantador no ayuda.

viernes, noviembre 27, 2009

Tiger Woods, grave después de un accidente


Rápido, como un Twitter, porque me voy: el Marca anuncia como noticia de última hora que Tiger Woods ha tenido un accidente y está grave. En CNN reconocen el accidente y dicen que está en el hospital. No dicen nada de su gravedad o no. Estaré fuera un rato, si alguien se entera de algo de este tema que lo deje en los comentarios. Tiger Woods es probablemente mi deportista favorito tras Roger Federer y Michael Phelps (y no, no me afeito con Gillette).

P.D. Vale, quito las interrogaciones del titular. Efectivamente, segun el Orlando Sentinel su estado es "serious", es decir, "grave". Pero el accidente fue... ¡a las 8 de la mañana hora española! ¿Cómo no han dicho nada hasta ahora? ¿Es eso bueno o malo? Esperemos que bueno. Vamos viendo, me voy a un concierto.

Expiación

Yo estaba mirando el plano de la línea 5 y pensando en cómo hacer para ir luego a casa de mis abuelos. Algo así de trivial. Estaba mirando planos y de repente llegó la estación y me bajé, como siempre con los cascos puestos, "Lo más disco 1990", Guru Josh y Ice MC, con pensamientos aleatorios del tipo "¿Por qué determinada música siempre irá asociada a imágenes del Último Guerrero?" o "¿Por qué se me quedó tan marcado aquel programa de Telemadrid en el que repasaban el Top 20 de Reino Unido y el número uno era Sinead O´Connor llorando y diciendo "I can put my arms around every boy I see... they only remind me of you".

Entonces, ocurrió. Delante de mí, a unos metros. Es decir, no exactamente delante de mí sino con gente en medio: una pareja parece jugar a "te meto, te saco del andén".

Las parejas a veces son terribles en sus demostraciones públicas de jugueteo, si no que le pregunten a Indhira de Gran Hermano.

Solo que no están jugando. Él la está empujando fuera y la lanza contra la pared y ahí la empieza a gritar -no escucho lo que dice: suena Suzanne Vega en versión de DNA- y ella se revuelve y le empuja y él la vuelve a empujar a ella y a intentar meterla en el vagón y ese es el momento en el que yo sí que paso justo delante, haciendo como los demás, es decir, sin hacer nada, otro tipo de unos 25 años mirándome fijamente, como vigilando, como diciendo: "No te metas en esto, te conviene no meterte en esto" y detrás de mí suena el silbato y la chica acaba entrando y el chico con la chica y las puertas se cierran y entonces paso justo al lado del conductor y miro al conductor y el conductor está mirando. ¡Está mirando! Ha visto todo lo que ha pasado pero aun así, continúen procedimiento: silbato y puertas cerradas y para adelante hacia El Carmen y yo pienso en explicárselo a los de seguridad, pero ¿explicarles qué?

Decirles: "Un chico estaba vejando a una chica de unos 20 años en el vagón, gritándole y amenazándola y empujándola, con la complicidad de al menos otro chico. Van camino de El Carmen, paren ese tren y hagan que se bajen". Vale, pero ¿puedo reconocer al chico o a la chica? ¿Qué puede reconocer un cobarde? Un cobarde no reconoce nada. Un cobarde pasa de largo y mira al suelo, eso es lo que hace. Y además puede que ya hayan pasado El Carmen, puede que ya estén en la calle. Realmente, ¿qué puedo pedir? ¿Puedo pedir que bajen un tren de manera preventiva y saquen a todos los ocupantes para ver quién estaba acosando a quién?

Así que no hago nada y me siento tremendamente culpable el resto del día -no tanto, espero, como el conductor, porque él sí podía cerrar las puertas, avisar a Seguridad y hacer bajar a la pareja; él sí podría reconocerlos, pienso- y escribo esto para que ustedes no hagan lo mismo. No digo que se jueguen el pescuezo parando una pelea entre un tipo completamente ido y otro chico o chica. Digo que hagan algo, lo mejor que sepan. Algo mejor que pasar de largo y seguir a la siguiente sesión de shiatsu.

Entre héroe y nada tiene que haber términos medios.

jueves, noviembre 26, 2009

La crisis de Rafa Nadal


Dice Andy Murray que le gustaría tener la crisis de Rafa Nadal. Hagamos un repaso: en 2005 acabó como número dos del mundo pese a una lesión bastante larga y peligrosa. Lo mismo sucedió en 2006 y 2007. En 2008 no sólo ganó Wimbledon sino que consiguió el número uno, puesto que mantuvo sin demasiados apuros hasta que volvió a lesionarse a mediados de 2009. Volvió de la lesión y ha acabado como número dos este año con posibilidades hasta el final de liderar el ranking.

No parece un desastre: cinco años consecutivos sin bajarse de los dos primeros puestos, unos 50 torneos ATP ganados, 6 Grand Slams, 14 Masters Series, 2 Copa Davis y 1 Oro olímpico. Con 23 años, recuerden.

Lo que es cierto es que el nivel de Nadal ha bajado. Como su confianza. También ha bajado Federer y en realidad han subido todos los demás. Djokovic, Davydenko, Murray, Del Potro... amigo, esos tipos no se dejan ganar así como así. Pero que el nivel de Nadal baje, que pueda pasar cinco-seis meses llegando solo a semifinales y no ganándolo todo no quiere decir que haya empezado su declive.

El problema de Nadal ha estado siempre en las expectativas. No en las suyas propias sino en las de los demás. El famoso entorno. Veían a Federer ahí año tras año y les parecía lo más normal. Además, Nadal solía ganar al suizo, ¿no? Entonces, ¿por qué no iba a batir todos sus records? Venga, pongámonos a imaginar: 17 Grand Slams, 300 semanas de número uno, 5 Masters... lo que quieran, hombre.

Pues no. Ya saben que a mí no me gusta cómo juega Nadal. Le tengo simpatía a él, eso sí, pero como jugador no me interesa nada. Que no me interese no quiere decir que no reconozca que es muy bueno en lo suyo. Miren todo lo que ha ganado. Un "pasabolas" no gana todo eso. Ni en sueños. Ahora bien, siempre he pensado que no tiene el talento de Federer y que la consistencia aguanta un tiempo, es decir, uno puede ser terriblemente consistente cinco años y de repente relajarse cuatro meses. Todo el mundo lo hace.

Y esos cuatro meses pasas del uno al cinco y no te das cuenta.

Que a Federer no le haya pasado nunca no quiere decir que no le vaya a pasar en el futuro. O que no le vaya a pasar a Nadal después de Australia, que tiene toda la pinta.

Tampoco quiere decir que sea grave. Nadal ganará al menos un par de Roland Garros más, probablemente uno o dos Grand Slams y se retirará como uno de los seis o siete mejores jugadores del mundo. Pasamos las prisas de Pellegrini a Nadal, como si todo fuera lo mismo, pero no, no lo es. Lo siento por el periodismo de masas (ver entrada anterior).

Periodismo de investigación


Cada vez que leo una noticia como esta, es decir, del tipo "descubrimos cómo, cuándo, dónde y bajo qué circunstancias los servicios de seguridad de un país/presidente pueden fallar" me tiro de los pelos. Creo que ya lo he comentado con anterioridad pero me parece un acto de irresponsabilidad absoluto, especialmente si ese país es el mío.

O si no lo es. Por ejemplo, Estados Unidos y todos esos reportajes de "cómo conseguimos meter una navaja dentro de un avión sin que nadie nos pillara". Son manuales para terroristas. Literalmente. Los terroristas editan vídeos para sus células en las que les enseñan cómo colar navajas en los aviones. Al menos, no les hagamos nosotros el trabajo.

Ese llamado periodismo de investigación que consiste básicamente en cometer un delito y luego decir "mira, yo he cometido este delito y no me ha pasado nada, tú también puedes conseguirlo" me repatea. Por supuesto, el Pedro J. Ramírez de turno dirá que así la prensa ejerce su labor de control y si se quiere "confirmación" de que todo va bien. Estupendo, cuelen a un periodista con una mochila bomba en un tren que vaya a Alcalá de Henares -a ser posible no en el que cojo yo todos los días- y luego van y se lo cuentan a las autoridades y lo dan como noticia, pero no cuenten cómo lo han hecho, es ridículo.

Si hacemos caso a Ortega -y no solo a Ortega- y aceptamos que ahora mismo la masa lo es todo, que el "hombre-masa" no solo ocupa todos los lugares de la ciudad sino que además lo hace con una arrogancia despótica, está claro por qué el "periodismo-masa" sigue los mismos patrones: todo nos es permitido.

¿Y quién se atreve a decirle que no?

martes, noviembre 24, 2009

Entendiendo a Michael Jackson


Ayer me sedaron. Algo sencillo y sin complicaciones pero que vino acompañado de unos días de angustia brutal, claro. La sedación es lo más hermoso que se le puede hacer a un ser humano. Si yo fuera el Rey del Pop -o incluso mucho menos que eso- pagaría lo que fuera por que un médico me aplicara mi dosis nocturna de descanso total.

Exagero, vale.

El caso es que me sedaron y fue mi primera sedación y yo intentaba imaginar cómo sería aquello: el black-out, el apagón completo de la mente imaginado como en las películas: borroso, borroso, borroso... fundido en negro. No, es mucho más divertido que eso, en serio. Las pulsaciones te van bajando poco a poco, empiezas a cerrar los ojos sin darte cuenta, te pones a hablar de si Jericó está en Palestina o en Jordania o si directamente no existe y le han cambiado el nombre, te ponen una máscara de oxígeno y cuando un chico te dice "No te duermas, ¿eh?", tú, completamente sereno dices: "No, claro, si me tienen que operar todavía" y él te dice "Hace diez minutos que te operaron".

De hecho, puede que con el oxígeno me valiera y no necesitara tanta aparatosidad para dormir de verdad.

Así que no sé lo que pasa en medio porque no lo sé, y me refiero a en medio de que el chico me dijera la primera vez que no me durmiera y me lo dijera por segunda vez, en medio de que el doctor me explicara sus conclusiones y Kiss FM empezara a sonar y en medio de todo eso y que yo saliera a la sala de espera como si no hubiera llegado a entrar nunca. No sé lo que pasa, literalmente, es decir, yo creo que no pasó nada, pero tampoco podría asegurarlo porque no está en mi memoria.

En mi memoria está todo lo que no es sedación sino su contrario: están los nervios de antes y está la responsabilidad de después: entrevistas a We Are Standard, Emite Poqito y Elvira Navarro más reseña del disco de The Editors. Planificación de las clases que me quedan esta semana en Torrejón después de mi obligada ausencia de dos días: ayer, operación; hoy, revisión del médico.

La memoria es un asco, cada vez lo tengo más claro.

Y yo necesito descansar, eso también.

domingo, noviembre 22, 2009

Bochorno en San Sebastián



San Sebastián es ridiculous, absolutamente ridiculous de bonita. No se puede hacer mejor, ni en verano ni en otoño, pero especialmente en otoño, que el atardecer empieza a eso de las 4 y algo, el mar brillando al lado de La Concha, todos los edificios con esa especie de luz irreal, blanquecina, el viento del sur soplando, 20 grados a 21 de noviembre y la gente con sus jerseys atados al cuello, como los pijos madrileños pero en versión del norte.

Colas en la biblioteca. Los yonquis de siempre junto al McDonald´s. La excitación de las adolescentes en fiesta.

Me dejé algunas cosas curiosas en el post de ayer: el libro de Elvira Navarro en el kiosko de la estación, junto a Dan Brown y otros. Resulta llamativo conocer a alguien cuyos libros están en el kiosko de una estación. Un orgullo algo estúpido, supongo, pero orgullo. Exageré el viaje otoñal porque ya he dicho que de otoño nada, más bien verano. Verdadero bochorno con lluvia incluida. Humedad pegajosa.

¿Qué hice? Vi tres partidos de dos deportes distintos en tres lugares diferentes. Pasé por el Gure Txoko pero cerraban, me dijo la mujer. Todos los sitios estaban donde yo los dejé hace dos meses, me pareció muy curioso. En el viaje de vuelta los de adelante llevaban a una bebé entrañable y el tipo que llevaba al lado apestaba a alcohol y de hecho consiguió dormir durante las cinco horas y pico del trayecto. Encomiable.

Una pareja hacía el amor furiosamente en la Pensión Añorga al amanecer. Cómo culparles. Yo he hecho el amor furiosamente en la Pensión Añorga en el pasado. Nunca al amanecer, eso no. Al amanecer lo pillábamos siempre ya empezado.

A partir de ahora la decisión está clara: o volver el mismo día y perder una ciudad o volver al día siguiente, ganar un respiro y perder comodidad en el tren. Todo el mundo quiere ir a los mismos sitios al mismo tiempo.

sábado, noviembre 21, 2009

Pagafantas rumbo a San Sebastián



Me parece divertido que en el tren a San Sebastián pongan "Pagafantas". Vinculo a Borja Cobeaga con San Sebastián por una asociación de ideas que a lo mejor es ridícula. Como si todos los vascos tuvieran que ser de San Sebastián. Para empezar, la película está rodada en Bilbao.

Niebla. Mucha niebla. Ahora llega la escena en la que se burlan del camarero porque se parece a El Puma. Es raro hacer todo este camino con sensación de frío porque este viaje siempre ha sido eminentemente veraniego.

Y esto no quiere decir que el invierno haya llegado, ojo, en eso estábamos de acuerdo el taxista y yo esta mañana, ayer por la noche para alguno de ustedes.

La clase de ayer iba de cultura estadounidense. Un breve repaso a algo obviamente inabarcable. Ana Boyero hizo un comentario irónico al respecto. Luego lo explicó, como si se sintiera culpable. Culpable de ser irónica. Soy muy fan de Ana Boyero: cuando me gusta una chica me pongo muy pesado y eso todo el mundo lo sabe, pero cuando admiro a una chica resulto directamente insoportable y si no que se lo pregunten a Lara Moreno.

Pero eso fue en el concierto de Dani Flaco, tiempo después.

Antes vino la clase. Las dos clases. Tengo dos cursos de primero y repito cosas. No todas. El tema era Thanksgiving y hablamos de los viajes de Nueva York a Seattle y fiestas de la Independencia. Pabellones de la NBA, barras y estrellas. Temas de viernes en la Escuela Oficial de Idiomas en Torrejón.

Vimos un capítulo de "Friends". No era ningún capricho, es decir, tenía sentido. Ese capítulo en el que repasan varias cenas de Acción de Gracias y Mónica le corta un dedo del pie a Chandler por haberle llamado gorda. Calibro la importancia de "Friends" en la vida de nuestra generación. Más que "Gran Hermano", posiblemente. Puede que "Perdidos" o "Los Soprano" sean mejores series, puede incluso que Seinfeld sea más divertida, pero en rigor nadie quiere estrellarse contra una isla desierta, nadie quiere asesinar por encargo y poca gente aspira realmente a vivir en Nueva York rodeado de psicópatas sociales y actuando en clubes nocturnos.

Ahora es el momento en el que Óscar Ladoire le explica a Kiti Manver que vivimos demasiado deprisa y que es mejor pararse en medio de una carretera, todo para darle espacio a Gorka Otxoa, que va en moto con un pibón llamado Sabrina algo.

Sin embargo, todos queremos ser graciosos como Chandler, inocentes como Joey, perdedores como Ross -es decir esa clase de perdedor que se casa con Jennifer Aniston- y desde luego nos encantaría compartir aunque fuera una mirada de perfil con Monica o Rachel. Lo de Phoebe no lo tengo claro. Supongo que sería una gran amiga de alguien, pero no sé de quién.

Todos queremos tener nuestro grupo de amigos guapos, divertidos y ocurrentes. Sentirnos queridos y juguetear con el sexo y el amor. Yo no niego que ser anestesista tenga su encanto -de hecho ayer se demostró que mi habilidad para dormir chicas en sitios públicos se mantiene intacta- pero el sentimiento de pertenencia es algo demasiado serio.

Y ahora Sabrina le dice a Gorka Otxoa: "Chemita, creo que eres mi mejor amigo".

viernes, noviembre 20, 2009

Noticias del Mundo y El Mundo Today



Hace unos dos meses, José María Albert de Paco publicaba un post sobre "Noticias del Mundo", aquel maravilloso periódico-fanzine que nos mostraba con total verosimilitud las andanzas del niño murciélago -noviazgos incluidos-, la mujer con tres cerebros o la batalla entre Dios y Satán en los cielos de Israel y un largo etcétera y yo le remitía a "The Onion", el periódico estadounidense que da noticias chorra como si fueran verdaderas y que cuenta incluso con un canal de televisión por Internet.

No me hacía falta irme tan lejos. Aquí en España había unos chiquitos -a los que igual conozco, igual no, estas cosas pasan- que hacían algo parecido y con el mismo talento o más: El Mundo Today.

Estoy aún en proceso de aprendizaje: sólo me he leído la de "Un marinero del Alakrana regresa a casa y no dan nada bueno en la tele", la de "Un multimillonario arroja electrodomésticos al tercer mundo" y la de "Un OVNI aterriza en una zona de carga y descarga", pero la cosa promete, diría yo.

Concierto de Emite Poqito en la Sala Clamores


Este domingo

a la hora del fútbol

emite poqito + Brandauer en concierto

19.00, sala Clamores

C/ Alburquerque 14
Mº Bilbao
¡Empezamos puntuales!

jueves, noviembre 19, 2009

En el ruso

Entran y Rodrigo Rato está sentado en una de las mesas, con perilla, cenando algo que parece rico junto a alguien que parece su mujer. Al principio, él no le ve, pero ella sí. El sitio tiene estética rusa y los camareros son argentinos.

Le habla de él, es decir, le habla de su adolescencia, que es todo lo que es él: "Doolittle" y "Black Hole Sun" rodeado de pinos enormes en medio del verano. Hey, been trying to meet you. Hey, must be a devil between us.

Or whores in my bed, whores at my door, whores in my head.

Hablan de ridículos pre y post-adolescentes. Son buenos haciendo el ridículo. Él es bueno haciendo el ridículo y ella es buena detectando el ridículo. Son chicos estéticos. Son francotiradores, también. Un francotirador reconoce a otro en cuanto lo ve, es lógico. Se toman un pollo asado y molestan a Rodrigo Rato con sus miradas perdidas. Así son ellos.

Él mira su perfil continuamente. El perfil de ella. Ella es una chica que da el perfil y él no sabe si eso también es estética, pero intuye que da igual.

Recuerdan una canción y a los dos les gusta. Esta canción:



Si escuchan el estribillo tiene toda la lógica. Algunos no solo apuntan, además disparan. De repente, él piensa que está viviendo dentro de su novela y le hace gracia. Probablemente ella piense algo parecido, sólo que ella no escribe novelas.

Él fantasea con la idea de entrevistarla, sabiendo que eso la obligaría a ella a entrevistarse a sí misma cinco o seis meses después. No dice nada. Un gato cambia velocidades mientras gira la esquina. Esto puede parecer una frase lírica sin sentido, pero eso es porque no han visto a un gato de noche a distintas velocidades, resulta de lo más inquietante.

Luego se separan y mantienen un amago de conversación mientras ella cruza un paso de cebra. A él le encanta mantener amagos de conversación con chicas mientras cruzan pasos de cebra.

Lo ha visto en alguna película.

No sabe en cuál.

martes, noviembre 17, 2009

Entrevista a Rodrigo Fresán



Bien, bien, bien, queridos amigos. Como siempre, el link original es este, pero transcribo por su interés la entrevista que le hice a Rodrigo Fresán hace como tres semanas o por ahí. Menudo tipo, Fresán. Vaya pedazo de escritor.


Hay pocos escritores con la personalidad arrolladora de Rodrigo Fresán: libros llenos de contundencia estilística y un universo propio de canciones pop, películas de los 60 y 70 e incluso series de televisión en blanco y negro. Ahora, el autor argentino se atreve con la ciencia ficción en “El fondo del cielo”. “No es una novela de ciencia ficción” sino “una novela con ciencia ficción” matiza el escritor en el propio libro. “Me propuse escribir una historia de amor por una vez”, nos cuenta satisfecho del resultado, “y hay gente que me ha dicho que ha llegado a llorar, así que se ve que lo he conseguido”.

Notodo: ¿Tú también leías bajo las mantas con una linterna, como Isaac, uno de los tres protagonistas de tu libro?

Rodrigo Fresán: No hizo falta. Yo nací en una familia de la intelligentsia de Buenos Aires. Mis padres nunca me limitaron, al contrario. Mi padre era diseñador gráfico y se encargaba entre otras cosas de las portadas de algunos escritores muy importantes, además tenía la influencia de Paco Porrúa y otros personajes que iban pasando por casa cuando era pequeño.

NTD: ¿Tanto personaje famoso difuso en la infancia tiene que ver con tu adoración a la portada de “Sargent Pepper´s…” de los Beatles?

RF: Puede ser. Lo cierto es que estaban ahí pero no supe de la importancia de muchos hasta que no pasaron los años.

NTD: La infancia parece un planeta más en esas extrañas combinaciones espacio-temporales de “El fondo del cielo”, ¿de dónde sale todo ese peterpanismo, nunca mejor dicho, dada tu admiración por James Barrie?

RF: La infancia es un entrenamiento astronáutico. La infaNASA (risas). Todo sucede en la infancia, incluso la vocación literaria. No sé, de pequeño yo ya tenía claro que iba a ser escritor, era nulo en todo lo demás. Cuando me explicaron los decimales en clase de matemáticas, me di por vencido. Lo había intentado con las multiplicaciones de dos cifras, pero eso de los decimales era demasiado para mí. Además, luego, la vida, por suerte o por desgracia, se acabó aliando porque se perdió mi certificado escolar, así que sólo me quedó la opción de la literatura, que en Argentina no tiene el punto local, estilo Macondo, del resto de la literatura sudamericana. Es una literatura de lectores, de biblioteca; más aventurera, si se quiere.

NTD: ¿Por qué se empeña en cargarse a los padres de sus protagonistas?

RF: No me gusta leer mis obras en clave freudiana. Nunca me había fijado especialmente en ese detalle.

NTD: Bueno, varios de los desaparecidos de “Historia argentina” dejan a sus hijos huérfanos, la familia de Martín Mantra es como mínimo disfuncional y los padres del protagonista de “Jardines de Kensington” mueren en un crucero… Aquí, sin querer desvelar demasiado, también hay algo de eso…

RF: Puede ser un reflejo puntual de la lectura de David Copperfield y Martin Eden, dos personajes que me encantaron, pero no es exactamente algo buscado, que pretenda querer decir algo.

La soledad siempre ha sido una virtud admirable socialmente hasta nuestros días


NTD: En la novela se hace referencia a las etiquetas, de manera que, para que no los mezclen con otros autores de ciencia ficción, los protagonistas se hacen llamar Los Lejanos…

RF: Sí, las etiquetas son simplificaciones de editores y críticos que sirven para ordenar. No me interesan las generaciones. Hay que tener cuidado con eso y evitar hacer proselitismo de tu generación sin saber si perteneces siquiera. Ahí me gusta la figura de Bob Dylan, que le han intentado hacer líder de mil causas y ahí sigue, en su mundo, sin vincularse a un grupo concreto. Uno escribe porque le gusta leer y le gusta leer a solas. La soledad siempre ha sido una virtud admirable socialmente hasta nuestros días. Ahora parece que si estás solo es porque tienes un problema.

NTD: Se te compara a menudo con Borges, ¿dónde ves el parecido?

RF: No lo sé, aunque me encanta, claro. Lo leí entre los 11 y 13 años y fue una lectura muy grata. Yo leía a Borges con el mismo entusiasmo casi infantil con el que él leía a Chesterton y Stevenson. No podía dejar de leerlo. Aparte de eso, como decía el propio Borges en su ensayo de 1932: “Ser argentino es un malentendido. El patrimonio del escritor argentino es el universo”.

NTD: Dese el gustazo, ¿con quién le gustaría que le comparasen pero no lo hacen nunca?

RF: Pues esa es una buena pregunta. Ahora mismo no se me ocurre nadie. He tenido la suerte de que me hayan comparado con casi todos los escritores a los que admiro. No me puedo quejar para nada… No sé… Me despertaré esta noche a las tres de la mañana con la respuesta y os odiaré profundamente (risas). Sí os puedo decir el libro que me hubiera gustado escribir desde cero: “Cumbres borrascosas”, de Emily Brontë.

NTD: ¿Hasta qué punto “Tokio ya no nos quiere”, de Ray Loriga, otra novela con ciencia ficción pero constante repaso del pasado ha sido una referencia?

RF: Me encanta Ray Loriga. Le he metido como personaje en el libro: es un taxista neoyorquino. El otro día se lo comenté y le pareció muy divertido. Ray es uno de esos escritores que se ha visto perjudicado por la asociación generacional, aunque ya se va librando de eso. Supongo que son dos libros escritos por dos apasionados de la ciencia ficción que mantienen una pequeña relación de amor-odio con el género.

NTD: ¿Y cuánto hay de Philip K. Dick y su elogio de la esquizofrenia?

RF: Me gusta que cuando lees el libro está todo en presente, pero en realidad todo es una reconstrucción de una mujer en la nada del fin del mundo. Todo transcurre en un mismo tiempo, de hecho hay un par de erratas temporales, pero las he dejado ahí porque al fin y al cabo todo está sucediendo a la vez.

NTD: ¿Hasta qué punto sobrevuela “Dimensión desconocida” todo el texto?


RF: Esa serie es el mejor taller literario posible, como narración y estructura. Yo quería ser escritor pero también quería ser Rod Serling, que aparecía al principio de cada capítulo. Ya no se hacen series así. Dicen que es la edad de oro de la televisión, pero yo creo que es más la edad de oro del DVD, de “la colección” por encima de “el capítulo” semanal.

El fin del mundo será algo a cámara lenta


NTD: ¿Has pensado en pasarte a lo audiovisual?

RF: Me lo han propuesto, pero no. Sólo con pensar en tener que lidiar con el productor, los actores… como mucho, me gustaría hacer los eslogans de los carteles de las pelis (risas).

NTD: ¿Ser escritor es algo tan solitario como parece, por lo que se ve a sus narradores?

RF: Bueno, aquí es que ella está realmente sola, en el fin del mundo. Es como en “Mantra”. De hecho, la chica es María-Marie, o podría serlo. Yo tengo una vida muy alegre y feliz, con muchos amigos. Supongo que les dejo la soledad a los narradores de mis libros, odio la figura del escritor agonista.

NTD: Dice que en “Historia argentina”, su primer libro, ya se anunciaba toda su obra. ¿En “El fondo del cielo”, se recoge?

RF: Bueno, “Historia argentina” y en especial el relato “La vocación literaria” eran muy autobiográficos. No es que aquí se recoja, porque esto lo considero un paso, no un punto y final. Es más bien como ir encendiendo luces por las habitaciones de una casa muy extraña, como la de los Beatles en “Yellow Submarine”. Hay referencias a otros libros míos, pero porque eso también me gusta como lector en las obras de otros. Reconocer las pistas.

NTD: Tus agradecimientos son desesperantes para los periodistas porque no nos dejas casi nada que preguntarte… Mencionas que llegaste a escribir “Evasión”, la novela dentro de la novela, ¿para cuándo una versión con extras, estilo DVD, que nos permita leerla?

RF: No, “Evasión” ya está borrada. El libro tenía un primer borrador pero con el idioma incorrecto. No quería desviar la atención de la historia de amor: los sentimientos se tienen que imponer, no ser sepultados por un afán enciclopédico. John Irving, por ejemplo, mezcla las dos cosas perfectamente.

NTD: Por último, cuando el fin del mundo llegue, a ti te pillará preparado, suponemos…

RF: Lo del fin del mundo con efectos especiales es infantil. El fin del mundo será algo a cámara lenta. En “El fondo del cielo” está la idea de la profunda desilusión de que no vamos a ser salvados ni destruidos por una civilización extraterrestre, ya nos encargamos nosotros mismos.

Pilar Rubio y Cristina Urgell se van de "Sé lo que hicisteis"


"Sé lo que hicisteis" es un programa que me causa emociones encontradas. Será porque empecé a verlo allá por 2006, cuando no lo veía nadie más, era semanal y mucho más gracioso. Creo que Patricia Conde cumple su labor a la perfección y Ángel Martín es un talento cómico descomunal. Si a eso le añadimos la reconversión de Miki Nadal a algo menos casposo y más irónico y el fichaje hace un año y pico de Dani Mateo, otra estrella de la factoría Paramount, es imposible que el programa sea malo. O casi imposible.

Luego están las reporteras. No me gustan las reporteras. Es un rollo demasiado Telecinco. Yo no digo que hagan mal su trabajo, al revés, lo hacen tan bien que las ficha Jorge Javier Vázquez. El problema es el trabajo que hacen: una mezcla entre CQC y Aquí hay Tomate con mayor o menor sutileza. A mí no me gustaba ver a gente persiguiendo a famosos y aprendiéndose un guión con preguntas. Ni siquiera me gustaba el rollo "mira lo buena que estoy". Me parecía avasallador. Me incitaba al zapping.

De hecho, la evolución de los personajes ha dejado que desear: Berta Collado entró como una eficiente periodista que se dedicaba más o menos a eventos deportivos y acabó también en esa dinámica de minifaldas, maquillaje y peluquería. Quizás yo soy demasiado puntilloso, pero veo un punto machista en todo eso. Un punto Lazarov. Un punto Berlusconi.

Ahora, Pilar Rubio se va por una millonada a Telecinco, donde sin duda encontrarán un buen lugar para ella, al menos para que deje de molestarles. Cristina Urgell parece que también se va. Es una pena: soy fan de Cristina Urgell mucho más allá de sus piernas. Desde que presentaba en la MTV. Me gusta cómo interpreta y al menos no me intimida, aunque tenga todos los motivos para hacerlo. En ese sentido, me recuerda a la propia Patricia Conde.

No creo que el programa vaya a notar las bajas. Notaría las bajas de los guionistas porque guionistas buenos no hay muchos, pero pibones hay a patadas. Pondrán otras. O no pondrán a nadie, rebajarán todo ese tono desagradable de "Mermelada" y tal, el insulto contra el insulto, el rollo este de patio de colegio en el que se han metido, la pretensión de estar por encima mientras te metes en el fango, etc.

Quizá vuelvan a hacer algo divertido y menos estresante, con más espacio para el talento de los presentadores y menos distracciones. Más estilo, también. No creo que esté diciendo nada de lo que los demás no se hayan dado cuenta. Cuando te empeñas en hablar de Belén Esteban y Jorge Javier Vázquez con su mismo lenguaje y su misma catadura moral te acabas convirtiendo en algo parecido a Belén Esteban y Jorge Javier Vázquez.

Es una lástima, porque ellos dos no tienen otra opción, pero Patricia, Ángel, Dani, Miki, Berta... sí.

lunes, noviembre 16, 2009

Enhorabuena, eres el visitante 300.000


No voy a negar que cuando llegas a los 200.000 visitantes, pensar en 300.000 no es tan descabellado. Es decir, no me voy a hacer el sorprendido por esto. Sí me sorprende más haber marcado ambos hitos con apenas nueve meses de diferencia. No acabo de entender el éxito de un blog que no habla de nada en concreto: no es un blog dedicado a política, ni a deporte, ni a literatura, ni a cine. Es un blog sobre mí y yo, en rigor, no soy nadie.

Y si nos ponemos ni siquiera es un blog sobre mí, porque al menos el cotilleo podría funcionar, pero aquí está mi mundo como representación y no como voluntad y lo más que pueden encontrar es una visión distinta de las cosas que ya conocen.

A veces, ni tan siquiera distinta.

Pero, en fin, si nos quejamos de las cosas malas, ¿por qué nos vamos a quejar de las buenas? Como dijo Billy Wilder -si es que fue Billy Wilder y no Woody Allen o alguien similar- puede que no me merezca tener 300.000 visitas a mi blog en tres años y medio pero tampoco me merezco una estenosis de uretra ni una medicación diaria contra la ansiedad y sin embargo ahí están. Así que solo faltaba.

En fin, muchos agradecimientos por estar ahí. Créanme que es un verdadero placer y que nunca consideraré esto "perder el tiempo".

sábado, noviembre 14, 2009

El Festival Eñe



Obviamente la duda es si uno quiere escribir o ser escritor y eso vale para todo: ¿Hacer música o ser músico?, ¿hacer películas o ser director?, ¿dejarte el talento y la piel en cursos y castings o limitarse a repetir "soy actriz"? Esa es la duda que sobrevuela el Festival Eñe, un monumental esfuerzo de La Fábrica y su revista de literatura, que ha reunido en el Círculo de Bellas Artes a todo lo que merece la pena del mundo de la escritura: editores conocidísimos y editores desconocidos; escritores consagrados y aspirantes en el camino; críticos y colaboradores, filósofos, lingüistas...

Aquello recordaba un poco a las reuniones de la Unión de Actores: un montón de caras conocidas y una gran inmensidad de aspirantes, todos con nuestras colaboraciones, nuestros manuscritos, nuestros "yo he publicado aquí", "yo he publicado allá". Grandes cantidades de entusiasmo y grandes cantidades de ansiedad. Sobreexcitación-frustración, que diría Vicente Villanueva.

Hay algo excesivo en el mundo de la literatura. Hay algo excesivo en cualquier mundo, supongo. Uno entra en una convención de literatura fantástica porque le ha gustado un libro de Philip K. Dick y sale sin ganas de volver a leer un libro de ciencia-ficción en la vida. El exceso está en la explicación del truco. La constante explicación del truco y el análisis de ese truco y la disección de cadáveres en la que se convierte el impulso primigenio: tengo algo que contar, me siento y lo escribo. La misma disección que acaba con el placer recibido: me apetece que me cuenten algo, abro un libro y disfruto.

El Festival Eñe, con Camino Brasa, a la cabeza puso todos los mimbres para que la gente disfrutara y desde luego muchos disfrutamos, pero las dudas estaban ahí: nadie hablaba de bien que lo pasaba escribiendo o leyendo. Ventas, ediciones, próximos lanzamientos, proyectos rechazados o aceptados, estética, mucha estética; ese punto acelerado que hace que la gente quiera estar sin saber muy bien dónde está o por qué está. La manía de entrar en las conferencias o en las entregas de premio cuando la ceremonia o la explicación ya ha empezado.

Imagínense: entro con un colega, hablando, "¿Dónde nos sentamos? Mira ahí hay sitio. Perdona, ¿me dejas un momento?" y el ruido de los pasos y las sillas y el pobre hombre o mujer en cuestión intentando mantener la conversación de la charla y nosotros intentando seguir escuchando a alguien completamente desconcentrado. Había veces que daban ganas de cantar aquello de "Pero qué público más tonto tengo".

Hay una ligereza en la música que resulta molesta. Que me resulta molesta, al menos. Me refiero a todo ese afán lúdico de "money for nothing and chicks for free". Pero eso es algo. Dionisíaco, si se quiere. La rigidez apolínea de la escritura, de la industria de la escritura a veces me supera. Tanto que uno duda muchísimo que quiera estar ahí: el empeño en pasar a la Historia. El empeño en justificarse. El empeño en demostrar. ¿Y si todo se redujera a "mira, me divierto, no sé hacer otra cosa. Espero que lo que cuente le interese a alguien"? Eso cuesta reconocerlo. Apariencias. Estética, de nuevo. La estética nos mata.

Bajemos a lo concreto. Al recuento de lo concreto: al viernes tarde con Hache. Ni personal assistant ni hostias, Hache. Mi amiga Hache. Reunión de editores de discurso entusiasta y cara de agotamiento. Ser escritor rechazado es un coñazo, pero ser editor y tener que rechazar 300 manuscritos al año, todo para publicar 10 por los que tienes que matarte día y noche no me parece nada deseable. Yo a los editores les admiro. No les peloteo porque eso me parece muy feo, pero les admiro.

Discusión de Lorenzo Silva e Ignacio del Valle sobre Stieg Larsson. Magnífica cuando se ciñe a Larsson; muy aburrida cuando se limita a un elogio constante del otro contertulio y a reflexiones políticas cogidas por los pelos. Conferencia express de Agustín Fernández-Mallo y la constatación de los peligros que rodean a Fernández-Mallo, que es la ejemplificación de toda la esquizofrenia que les intentaba contar al principio. Un tipo de 40 años tiene ganas de contar una cosa. A su manera. Escribe un libro muy mal editado y se convierte en un éxito. Luego escribe otro y el éxito es mayor. Debido a su éxito se le etiqueta como líder de una generación y se inscribe a todos sus coetáneos (tomando como edad la fecha de publicación, no la de nacimiento) en la llamada Generación Nocilla.

¿Por qué? Porque son nuevos, porque son revolucionarios, porque están creando un nuevo paradigma... Historias. Fernández-Mallo escribe buenos libros, interesantes, divertidos. Punto. Más que suficiente, pero punto. No ha inventado nada. ¡No hay por qué inventar nada! Inventar es deseable pero no es obligatorio. Y desde luego Fernández-Mallo no lo hace. Tampoco en la conferencia, donde es ingenioso y divertido, que es lo que tiene que ser.

Y punto.

Luego viene la entrega de premios Cosecha Eñe, con una cosa muy fea que casi prefiero no mencionar, discúlpenme. Concierto de Josele Santiago. Sueño infinito. Vuelta en sábado a las 11: Chema Madoz y Juan Bonilla. Las fotos de Chema Madoz son de lo mejor que he visto en mi vida, un prodigio. Intento hacer fotos, porque, ya digo, yo aquí vengo de turista, no para quedarme. Que igual luego me quedo, pero de momento, ya digo, de paso. Intento hacer fotos pero se conoce que fotografiar a un fotógrafo es imposible. Como lo de los vampiros en los espejos. O eso o que no sé cómo funciona mi cámara.

Fernando Savater y Emilio Sánchez Miguel deparan un duelo de titanes en la quinta planta. Ninguno de los dos, los más brillantes hasta el momento, hablan de sí mismos. Luego llegan Fresán, Loriga e Ignacio Echeverría, crítico y albacea literario de Roberto Bolaño. Es imposible reunir más talento en lengua hispana en un sitio tan pequeño. Repasan trayectorias y expectativas. Es un momento enorme. Enorme para mí. Podría escribir un libro entero solo sobre la importancia de Loriga y Fresán en mi vida. Incluso la de Bolaño. Pero si escribiera libros sobre los libros de otros me convertiría en alguien que ustedes conocen y que yo no voy a mencionar tampoco.

Sí, estoy de lo más misterioso.

En fin, que todo acaba en familia, con la gran Lara Moreno y tres jóvenes valores de la literatura española. Tienen que hablar de lo nuevo. Es una putada hablar de "lo nuevo". "Lo nuevo" no existe. "Lo nuevo" siempre lo ha pensado alguien antes. ¿Qué es lo nuevo? ¿Meter un pantallazo de Google en una página? Menuda revolución. Vaya paradigma de mierda. Lo nuevo no es necesario. Estamos en lo de antes: puede ser deseable pero no exigible. Lo nuevo, además, no justifica nada. Uno de los chicos, no recuerdo cuál, explica cómo publicó por primera vez. Luego da un consejo muy sabio de cómo se debería intentar publicar por primera vez.

Alguien dice algo así como "intenté contar algo nuevo, para que tuviera sentido que me publicaran". No, lo nuevo no justifica la publicación, insisto. La gente quiere historias. Siempre querrá historias y nunca serán las mismas. ¿Tienes una buena historia? Muy bien, adelante, cuéntala. Vívela con pasión y cuéntala. Olvida por un momento estructuras, referencias, esqueletos y vísceras. Disfruta. Puede que a alguien le cambies la vida.

En definitiva, escribe.

viernes, noviembre 13, 2009

La Rubia de Pinos Puentes


Mi admiración por Vicente Villanueva es total. Desde “El futuro está en el porno” que creo que fue lo primero que vi suyo pasando por “Mariquita con perro”, “Heterosexuales y casados” y la obra maestra que es “La rubia de Pinos Puentes”. Señores, eso es dirigir actores y darles libertad dentro de un guión desternillante. Por supuesto, mantiene esa estética casi de “Callejeros”, con un narrador en off que va dando paso a situaciones confusas y con un montaje frenético.

Un mago del absurdo.

Lo de Carmen Ruiz, la actriz protagonista es insuperable. Es difícil ver una actuación parecida en un corto de comedia. Quizás Marta Belenguer, también con Vicente.

En general, la gala de este jueves de “Cortogenia” fue de un nivel superlativo. No siempre es así. Empezó algo floja con “La parada”, un corto bienintencionado pero con demasiadas limitaciones, tanto técnicas, como de historia y actuación. Alejandro Andrade, el director, es un buen tipo, sin duda, y la que nos pillamos en Medina con Álex Montoya fue apoteósica, pero en comparación su corto se quedó un poco en nada.

“El sobrino” es una demostración de medios bien utilizados. Una comedia con puntos casi chanantes bien interpretada e intensa. Ambiciosa, muy ambiciosa, y creo que la ambición es algo bueno. Todo lo contrario sucedía con “Pichis”: menos medios, todo trabajo de actores –se nota que la guionista es Natalia Mateo y la directora, Marta Aledo-, pero sin ninguna pega que ponerla: simple, pero efectiva. Buenos diálogos, excelente interpretación –con Raúl Arévalo, Luis Callejo y la propia Natalia no se podía esperar otra cosa- y gran sensibilidad. Amigos que se reencuentran. ¿Cómo no verse reflejados?

La joya extranjera de este pase fue “Love you more”, un corto que ya se pasó en Almería el año pasado y que fue comentado aquí. Su parecido con “Cómo conocí a tu padre”, de Álex Montoya es innegable, aunque el propio Álex, después del pase, lo admitía muy a regañadientes, con cara de “eso no es del todo así”. En cualquier caso, un año después, sigue siendo un corto de una sensibilidad magnífica y muestra el prodigio que supone contar una historia tremendamente sutil mediante un erotismo realmente explícito.

Yo soñaría con hacer cualquiera de los cuatro cortos mencionados. De momento, me conformo con el que he hecho. Da gusto ver a Guadalupe Lancho y saber que, de alguna manera, tú también estarás ahí pronto y por méritos propios. Sólo diré que el montaje de “Do not disturb” tiene una pinta excelente. Una pinta de Cortogenia en sus mejores días.

Mamut- Amanece en Pekín

Ojo a la cantante de este grupo, su grado de pibonismo y su asombroso parecido con Emite Poqito...


jueves, noviembre 12, 2009

Noviembre



Noviembre, casi siempre... Aunque no sé desde cuándo, porque la canción de U2 decía literalmente "October, and the trees are stripped bare of all they wear... what do I care? October, and Kingdoms rise, and Kingdoms fall, but you go on, and on". Era la fase mística de U2 y no han hecho canciones mucho mejores que esa. Yo oía sus discos en casa de A. Vinilos. Casa de la madre de A., quiero decir, y era terriblemente adolescente. Sé que abuso de mis crónicas de adolescencia, pero es que sin eso no se van a enterar de nada del resto.

En fin, que la canción decía "October" y yo cantaba "November" -ventajas del inglés- desde el momento en que se cruzó la Chica Langosta y luego me divorcié en noviembre, también, e incluso mi primer relato tenía ese título y empezaba con un efectista "Noviembre es un mes en el que cualquier cosa es posible y...", porque todos mis relatos eran así: una frase efectista y una conjunción copulativa. Mariam se dio cuenta de eso, yo ni siquiera era consciente. El caso es que "Noviembre" fue el primero y nos íbamos a Aluche a entregarlo a concursos. L. y yo.

Mi tendencia a convertir mi vida en un alfabeto.

Sigamos: noviembre fue el mes de mi primer divorcio. Mi único divorcio, de hecho. Un divorcio entre comillas, si se piensa, porque no hubo matrimonio y supongo que uno no aprecia del todo la palabra "divorcio" sin haber pasado antes por la euforia del traje de novio, la despedida de soltero, las abuelas emocionadas y la sonrisa obligatoria de la fiesta nocturna. Razones por las que nunca me casaré: no podría soportar una responsabilidad tan grande.

Me enamoré de dos chicas que nacieron en noviembre. Falso. Me enamoré de muchas chicas nacidas en noviembre, por mi tendencia escorpio, pero dos, además, se enamoraron de mí y no encuentro motivos para no creerlas. En general, creo que la gran mayoría de mis mejores amigos han nacido en ese mes. Algo bueno tendrá el agua cuando la bendicen.

Sin embargo, señores, reconozcamos que noviembre es un mes de mierda. No sólo un mes de divorcios -a ver si ahora va a ser el mes el que tenía la culpa- sino un mes de angustias, intentos de suicidio, mudanzas, desapariciones... Un mes en el que te levantas a las 7, sales de casa a las 8 y vuelves a las 10 de la noche. Como dice Fer Cabezas, si quisiéramos que la vida fuera fácil nos haríamos del Madrid. Un mes en el que por las mañanas eres cualquier cosa: un parado, un currito, un enfermo, un hombre agujereado y por la tarde eres Sidney Poitier.

No creo que haya un profesor que no quiera ser Sidney Poitier. Incluso Michelle Pfeiffer. Arreglado, pero informal. Sonriente, pero eficaz. Los alumnos te escuchan y te adoran. También ese chico tan complicado cuya familia... en fin, ya saben. Lo que pasa es que eso se puede hacer con una clase, con 24 clases ya es más difícil. Es imposible, vamos. Sigo intentándolo, pero parece imposible. A la sexta escuela y el alumno quinientos parece imposible.

Esta noche soy cortometrajista, de 10 a 1 de la madrugada. Mañana y pasado seré escritor, a ratos, supongo. En cualquier caso, invitado. No está mal estar invitado, creo que tengo una enorme suerte de estar invitado a tantos lados y desde luego una inmensa suerte de tener tales compañeros de viaje, pero en algún momento me gustaría sentirme en casa. Parar y sentirme en casa. Quizás yo también necesite un rapto místico. Y un anticipo.

El Periodismo se compra

No sé si esto es lo que yo creo que es (ya ves, lo que es no es). Si es, puede ser el principio de una aventura muy interesante en la que, según tengo entendido, tendrán noticias mías.

También puede ser asqueroso spam sin más, esta mañana, junto a los clásicos Viagra y Cialis me han empezado a llegar emails ofreciéndome Tamiflu, sin duda el nombre de moda.

miércoles, noviembre 11, 2009

Real Madrid 1-Alcorcón 0


Para no aburrir a Juan Diego Martín y como no vi el partido de ayer porque no tengo tiempo ni para ver fútbol -lo cual me llena de tal tristeza que no se pueden imaginar- reduciré este post a tres preguntas:

1. ¿Cuántos presidentes han tenido Barcelona y Real Madrid en los últimos cuatro años?

Barcelona: Uno, y muy divertido (Joan Laporta)

Real Madrid: Seis (Florentino Pérez, Fernando Martín, Luis Gómez-Montejano, Ramón Calderón, José Luis Boluda y Florentino Pérez de nuevo).

2. ¿Cuántos entrenadores han tenido Barcelona y Real Madrid en los últimos seis años?


Barcelona: Dos, y los dos jugaban 4-3-3 con interiores cambiados de banda, etc., es decir, igual que Cruyff (Rijkaard y Guardiola)

Real Madrid: Diez (Del Bosque, Queiroz, Camacho, García Remón, Luxemburgo, López Caro, Capello, Schuster, Juande Ramos y Pellegrini)

3. ¿Cuántos jugadores de la plantilla estaban ya jugando en el club (primer equipo o filial) hace apenas cuatro años?

Barcelona: Doce (Víctor Valdés, Puyol, Piqué, Márquez, Busquets, Xavi, Iniesta, Pedro, Messi, Jeffrén, Bojan)

Real Madrid: Cinco (Casillas, Sergio Ramos, Guti, Granero, Raúl)

A partir de aquí podemos insistir en que lo que hay que hacer es echar a otro entrenador, cambiar otros diez jugadores y pelearse cada semana sobre si Guti sí o Guti no, o hacer un proyecto que vaya más allá de la millonada anual. Porque un proyecto no te asegura títulos, por supuesto, pero ayuda. Y sobre todo relaja muchísimo.

lunes, noviembre 09, 2009

Interino en Torrejón de Ardoz


Si ustedes están cansados de leer este tipo de posts imagínense cómo puedo estar yo de vivirlos. De dormir cuatro horas después de celebrar una Nochevieja poco prometedora, levantarme ni siquiera resacoso, coger un tren para Alcalá de Henares, todo el mundo durmiendo menos yo, leer un poco a Andrés Neuman, con sensaciones algo encontradas, volver, arreglar el mundo como uno puede, salir pitando a Torrejón, llegar tarde al metro, llegar tarde al tren, llegar tarde a la Escuela, recibir reproches como bienvenida. "Llegas tarde", me dicen, como si yo fuera el metro, el tren y las calles que se desvían en el último momento.

Dar cuatro horas de Básico 1. La sexta escuela en trece meses. El enésimo nivel. Paso de Avanzado en Rivas a Básico en Torrejón. Esquizofrenia. Melancolía. Los alumnos de Básico 1 son encantadores. Siempre lo son. Trabajan y le ponen un entusiasmo encomiable. Preguntan por todo y además normalmente son preguntas que te sabes. Hay buen rollo. Buen rollo y apagones de luz. Cada diez minutos o así se va todo al garete: imposible poner un CD, imposible poner un vídeo. Todo pizarra, como en los viejos tiempos. Y fotocopias.

Cansado de andar de vuelta por el Paseo de las Fronteras, que da al Paseo de la Constitución -hace ocho años yo trabajaba ahí, dando clases de informática, inglés y filosofía, todo junto, en una academia improbable. Lucía me esperaba al otro lado de la vía- y de correr para coger el tren, que aun así vuelve a retrasarse, igual que el metro y vuelvo a tardar una hora y pico en llegar a casa, post-producir un corto, arreglar una página web, convertir PDFs.

Mi personal assistant dijo el otro día que el objetivo de mi vida era morir de un infarto a los 35 años. Si hacemos caso al Facebook, será con 38 recién cumplidos.

domingo, noviembre 08, 2009

Vetusta Morla en la Joy Eslava


Así que queda Álida a mi derecha y a la derecha de Álida queda una chica que se retuerce, que entorna los ojos, que se lleva las manos a la cara, que parece que llora pero sin estridencias. Que sugiere. No una enloquecida que lleve los puños al aire o señale con el dedo el techo de la discoteca o se ponga a gritar. No. Otra cosa. Una chica de Woodstock en medio de la paz y la armonía. El sueño de Ang Lee.

La chica se estremece, ella sola. Está completamente sola. Nosotros somos cinco y al menos tres la miramos continuamente. No sabemos si ella sabe. Puede que sepa. Tiene que saber, sí, si no, todo este espectáculo sería para nada, y ya digo que no es un espectáculo que merezca la atención de todo el mundo y la intervención de los miembros de seguridad. Es más bien un espectáculo para minorías. Algo que puede ser una pasión orgásmica por la calidad del grupo o simplemente un exceso de droga.

Pero a las 9... una chica que parece tan limpia.

Así que, cuando acaba el concierto, decidimos seguirla. De una manera totalmente irracional, por supuesto, porque es una persecución sin propósito. Una finalidad sin fin. Todo estética. Álida y yo la dejamos en la cola de los abrigos y salimos por otra puerta, hablamos por teléfono y esperamos.

La esperamos.

Al rato, sale, aún sonriente, pero sin tambaleos. No va drogada. No tiene sentido que vaya drogada porque en ese caso ahora no estaría tan tranquila andando por la calle Arenal, metida en su abrigo, pasos rectos hacia algo que podría ser el metro de Ópera, móvil en la mano, nadie contesta, de nuevo al bolsillo. Hacia adelante, siempre. "Supongo que sabes que esto podría ser considerado un acto delictivo", le digo a Álida y Álida me sigue y yo sigo a la chica y de repente, no me pidan que les explique por qué, se nos cruza un McDonald´s y se acabó la poesía.

La chica sigue y nosotros nos quedamos. ¿Para qué? No seríamos capaces de decirle nada. Puede que hayamos visto muchas películas francesas pero nos queda el paso definitivo de la contemplación al abordaje.

En la cola del McDonald´s -grupo de post-adolescentes delante, un elevado índice de pibonismo en la calle Escalinata en las noches de sábado-, Álida y yo reconocemos que no queríamos ir al concierto. No es que no quisiéramos ir, sino que la alternativa "casa-calor-partidos de fútbol/películas de Cuatro" era casi tan deseable o más. Sin embargo, son demasiado buenos. Vetusta Morla, digo. Ya, esta era una crónica sobre Vetusta Morla y hasta ahora el nombre no había salido. Cosas que pasan. Lean los encabezamientos.

Vetusta Morla son tan buenos que aunque te falte el entusiasmo te queda la admiración. Realmente son admirables: cinco conciertos seguidos en Madrid, cinco llenos absolutos; Caracol, La Palma, El Sol, La Riviera, Joy Eslava. Es, por tanto, el quinto día y la garganta de Pucho no da para más. Apenas si puede hablar entre canción y canción y pide por favor que la gente no fume.

No le hacen caso.

Pucho en medio de una bruma molesta y junto a Pucho los otros cinco y junto a los otros cinco Yuri Mendez, de Pájaro Sunrise, los chicos de Lori Meyers, Jairo Zabala, Manuel Colmenero... cada concierto tiene sus invitados. Fantaseamos con una conexión en directo con el concierto de Love of Lesbian para una interpretación a dúo. Es lo que les falta para ser U2.

Pucho empezando con "Autocrítica", como siempre, y acabando con "La cuadratura del círculo", dos horas y pico después. La dirección de Joy tirándose de los pelos: esta noche el pase de la discoteca será más corto. Cinco conciertos en la garganta y aun así dos horas. Y aun así todo perfecto. Y aun así no dan la sensación de estar cansados y aburridos -aunque todos sabemos que tienen que estar aburridos y muy cansados- sino que intentan transmitir entusiasmo y Pucho gira y salta y grita a lo Thom Yorke y al final, al final del todo, las luces van y vienen y la chica se lleva las manos a la cara, se acaricia las mejillas, ojos entornados, mirada perdida, y los tres guitarristas se ponen delante y el bidón rueda entre el público y saber que no os puedo aniquilar, no es suficiente para firmar la paz.

Imposible ser racional con Vetusta Morla. Uno lo intenta pero no puede. Uno intenta poner cara distante y mirar resultados del Barcelona y el Real Madrid en el móvil, pero no puede. Se acaba entregando. Sin espectáculos ni contorsiones, pero se entrega. A lo viejo y a lo nuevo, incluso a lo muy viejo, que de viejo parece nuevo. A todo eso. Lo que venga. Empezaron aquí, hace un año y nueve meses, presentando el primer disco de un grupo semidesconocido y Álida y yo ya cantábamos entonces "lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo" y "lalalalalalalalalalala". Ahora, se canta menos y se escucha más. Hay que escuchar muy bien porque se oye poco. Porque Pucho amaga casi con el desmayo sobre escena, roto de sensaciones y adrenalina. Un hilo de voz, su cabeza apoyada sobre el micrófono.

El fin. Es el fin. Con vivos muertos. El fin del principio. La chica de camisa con redondeles, no exactamente estilo flamenco sino claramente indie parece que se despierta de un sueño feliz. Camina hacia la salida y solo podemos seguirla. Es nuestra única alternativa.

El monopolio del Barça y el Madrid


Empatar un partido se ha convertido en una crisis. Empatar dos es una hecatombe. Perder uno, en Alcorcón, es motivo para acabar con todo un proyecto a los dos meses de empezarlo. ¿A qué viene este nivel de histeria? El Barcelona y el Real Madrid se han acostumbrado hasta tal punto a ganar siempre que ya no se entiende lo contrario. Después de 10 jornadas y 20 partidos entre ambos, suman 16 victorias, 3 empates y 1 derrota. 51 de 60 puntos posibles. Obviamente, es un record.

En ambos casos, la crítica roza la esquizofrenia. Es cierto que el Barcelona no jugó bien en Kazan. Sí lo hizo en Pamplona, donde mereció ganar sobradamente, pero en Rusia se atascó ante un equipo que es campeón de liga y que va a volver a serlo. Una liga donde están dos de los tres últimos campeones de la UEFA. Una liga donde hay dinero para aburrir. La liga de un país que fue semifinalista de la Eurocopa.

Pero en cualquier caso el Barça no fue excelente y con menos de la excelencia no le valió. Empate a cero, segundo consecutivo. Tercer puesto en la liguilla. Nervios. Falta Messi. Falta Iniesta. Ibrahimovic es muy malo y las falla todas. Piqué está lento. Xavi, cansado. Henry debería retirarse. En fin, el apocalipsis. Cuatro días después, incluso ganando 4-2 al Mallorca, equipo en puestos UEFA, un crítico de elmundo.es acusa a Guardiola de "sacrificar el estilo por el resultado". Todo porque sentó a Xavi, Iniesta y Messi y solo les sacó en la segunda parte.

A lo que se ve, determinados jugadores deberían jugar los 90 minutos de los 55 partidos oficiales.

Las críticas al Madrid solo tienen un punto de justificación: la debacle de la Copa del Rey. Y aun así, ese punto puede venirse abajo en tres días si remontan la eliminatoria. Con un equipo completamente nuevo, una plaga de lesiones y una presión mediática realmente exagerada, resulta que sólo lleva un punto menos que el Barça: ha ganado ocho de diez partidos, sólo ha perdido con el Sevilla y en Sevilla y en Champions parece claro que al menos se clasificará. Probablemente, segundo, pero se clasificará.

Queda lo del Alcorcón por solventar, pero eso puede solventarse aún.

Este sábado tenía toda la pinta de que iba a tener un partido complicado ante el Atleti. Es cierto que acabó asfixiado y con Casillas de estrella. También es cierto que a los 63 minutos de juego ya iban 0-3 y con la sensación de que aquello iba para goleada. Mantener la distancia es muy importante a solo dos jornadas del clásico del Camp Nou. No es lo mismo llegar a un punto y poder salir incluso líder que llegar a cuatro y temer por que la distancia se vaya a siete.

Algunos insisten en que la Liga española tiene el mejor nivel de Europa. Bien, yo lo que veo es que hay dos equipos insultantemente superiores a los demás. Y que luego esos dos equipos las pasan canutas en la Champions. La tercera vía del Sevilla es lo más presentable que tenemos después. El Atleti está ya eliminado, y en la antigua UEFA, Valencia, Athletic y Villarreal se las están viendo en chino para clasificarse ¡a los dieciseisavos de final!

Esa no es una gran señal, me parece.

viernes, noviembre 06, 2009

Cómico bueno, cómico muerto


Se supone que el principal objetivo del monologuista es ser irónico, ingenioso y divertido. Humor inteligente. Sin embargo, bastaba con ver "El club de la comedia" para darse cuenta de que eso no era siempre posible: en España ha habido Gila y ha habido Tip y Coll, pero la larga y pesada tradición de Morancos y Calatravas sigue ahí, pendiendo sobre todos nosotros.

Resulta difícil calcular a importancia del canal Paramount Comedy en la irrupción de un nuevo concepto: no se trataba de que cómicos famosos interpretaran los guiones de otros, sino que cómicos desconocidos demostraran su talento. Así empezaron a surgir los Agustín Jiménez, Eva Hache, Ángel Martín, Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla, Dani Mateo, Ignatius Farray, Don Mauro...

Lo destacable de esta generación, aparte de su rapidez prodigiosa, es su gran formación. Jóvenes aunque sobradamente preparados. Por supuesto, hay excepciones, pero en sus monólogos casi siempre hay referencias que van más allá del chiste popular y que consiguen llegar a otro público más "entendido", sea eso lo que sea. Si sirve de algo poner algún referente, podríamos apelar a Woody Allen más que a Chiquito de la Calzada. Supongo que mencionar la influencia de Jerry Seinfeld y Larry David también es inevitable.

Ricardo Castella y Juan Diego Martín son dos de los mejores "productos" de la "Factoría Paramount". Castella ha tenido sus momentos de gloria en la televisión nacional, con su sección de política en "Noche Hache" y sus colaboraciones en Antena 3. El espectáculo "Cómico bueno, cómico muerto" juega con eso, de hecho: un cómico más o menos conocido y un debutante coinciden en un espectáculo y aprovechan cada abrazo para clavar una puñalada en la espalda de su compañero.

A partir de ahí, da gusto ver a Castella y Martín interactuar. La química entre ambos es indiscutible, y no sólo se limitan al chiste y el monólogo irónico: se atreven a cantar, a tocar instrumentos, a hacer teatro del bueno... Hay una idea detrás de todo esto y la idea es buena: descargar tensión de los monólogos, que no dejan de ser el plato fuerte. Entre actuación y actuación los dos cómicos se tantean, se felicitan y se enfrentan. Se engañan y se dejan engañar. Caen en el absurdo y no les importa.

Si la cosa se limitara a cinco buenos monólogos y punto, quedaría algo soso. El espectáculo gana visto desde dentro del espectáculo y las subtramas sirven para reforzar lo básico: alces, judíos, japoneses, juegos olímpicos y orgías. Sacar el monólogo de los bares y meterlo en teatros me parece un gran acierto. Un cómico, de toda la vida, no es un borracho ingenioso sino un actor. Castella y Martín actúan a un excelente nivel y el texto es en ocasiones genial. El que los conozca, ya se lo imaginará. El que no los conozca, debería empezar a pensárselo.

Teatro Alfil. Calle Pez, 10. Más información y vídeo-entrevista en el blog de Ana Boyero.

Celda 211

Como es habitual, cuelgo aquí el enlace al original en Notodo.com, pero les permito disfrutar de mi reseña de "Celda 211" aquí, en casa:


Si algo se suele reprochar al cine español es su facilidad para el tópico. En las películas de ambiente carcelario, los presos son buena gente traicionada por una sociedad hostil, los carceleros son malvados sedientos de injusticia y la corrupción campa a sus anchas. No es el caso de Celda 211, la nueva película de Daniel Monzón. A ninguno nos gustaría ver a esos tipos en las calles, no hay ningún tipo de inocencia en ellos e incluso en ocasiones se abusa del jolgorio destructivo y la ovación ruidosa al estilo Gladiator. La masa iracunda.

Hay carceleros malvados, por supuesto, pero no es la norma. Hay corrupción, claro, pero no masiva, y sobre todo, no caprichosa. Es decir, hay realidad, pero no hay tópico. Es una película que sabe entretener y mantener en vilo al espectador y eso se agradece. Sin moralinas. Directa. Es cierto que para ello, a veces, hay que aceptar determinadas concesiones de guión que resultan algo increíbles y forzadas, todo para que la trama avance. Un esfuerzo que a veces cuesta y que se exige desde el principio, con unas escenas algo dudosas, pero un esfuerzo que acaba valiendo la pena. Y vale la pena porque los actores están sobresalientes.

Decir que Luis Tosar está fabuloso va a ser lo más repetido de la próxima semana, pero es que es verdad, no se puede decir otra cosa: Luis Tosar está fabuloso. No siempre sucede, pero aquí lo borda. El peligro es que la gran actuación de Tosar eclipse a sus excelentes compañeros de reparto. Es difícil encontrar tanto talento junto: Manuel Solo, sobrio y magnífico como siempre; Carlos Bardem, prodigioso en su papel de interno confidente; Vicente Romero, sabiendo ser comedido; y Antonio Resines, sabiendo ser equilibradamente cruel.

Alberto Ammann –“Calzones”, el co-protagonista de la película- deja algunas dudas, combinando grandes momentos con otros francamente sobreactuados. El personaje de Marta Etura, su mujer, parece desaprovechado. Cuando tienes a Marta Etura en tu película hay que aprovecharlo al máximo y no parece que Monzón lo haga. Como resumen, nos quedamos con la sensación de angustia y nerviosismo propios de un thriller de acción al estilo americano en el mejor sentido de la expresión. Sin las explosiones, pero con el ritmo. Ritmo y buenas actuaciones. Sin tópicos. Un plan perfecto para un público nuevo que el cine español necesita.