domingo, noviembre 30, 2014

El fútbol no tiene nada que ver con el fútbol


Salen los presidentes del Atlético de Madrid y el Deportivo de la Coruña a dar una rueda de prensa y asegurar que la muerte de un aficionado no tiene nada que ver con el fútbol. Por ellos pueden seguir currándose todo lo que les apetezca, no les compete. Lo dicen, supongo, porque la pelea no se ha producido dentro del estadio y por lo tanto no es responsabilidad directa de ninguno de los clubes. A mí me parece como si salieran los dueños de unos casinos a decir que la ludopatía no tiene nada que ver con el juego y ahí se quedaría la cosa si no hubiera tanta connivencia de por medio.

El Barcelona y el Real Madrid son dos clubes que pueden dar muy pocos ejemplos de ética, pero han querido y sabido enfrentarse a determinados problemas de violencia organizada. No sin pagar un precio: Laporta estuvo amenazado de muerte por los Boixos Nois durante años y lo de los Ultras Sur contra Florentino Pérez es una inquina que a veces no respeta ni a los muertos. Con Lorenzo Sanz, desde luego, se vivía mucho mejor. Otros clubes no han hecho la misma limpia: el Atlético de Madrid está entre ellos, desde luego, y también lo está el Deportivo de la Coruña.

Abonos más baratos, viajes financiados, trasteros para guardar parafernalia a menudo fascista... Los clubes sienten que necesitan a sus aficionados más agresivos para imponer respeto dentro del estadio y fuera del mismo, es decir, para usarlos de escudo protector en caso de turbulencia en el puesto de mando. Eso es el fútbol y lo lleva siendo unos 40 años. Lo hemos visto mil veces. Esa pose de Cerezo y Fernández de infinita distancia, de "el infierno son los otros" es perversa. Como la de los periodistas deportivos que se hacen fotos con grupos ultra para ver si así hacen caja en la siguiente televisión... o la propia televisión que les paga por hacer ese papel. Todo fútbol, al fin y al cabo.

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Noche de recuerdos en la calle Espíritu Santo. Séptimo aniversario o así de nuestro pequeño taller de La Buena, donde nos encontramos tantos miércoles por la noche. Muchas ganas de reencontrarme con Bea, de charlar con Bea, de disfrutar de su sentido común. Muchas ganas, también, de quedarme, incluso a una hora de la madrugada a la que suelo estar hecho polvo. Eso es una buena señal que contradice la que parece opinión generalizada sobre mí: a Aroa, aunque sé que lo dice con cariño, le he parecido siempre "negativillo". Marina, directamente, me llama "agrio" y "aguafiestas" porque no me gustan las pandillas.

No es algo nuevo. Cuando nació el Niño Bonito y pasé por Tipos Infames para contarle a Curro lo mucho que lloraba el pequeño, no se le ocurrió otra cosa que decir: "Vaya, como el padre". Así que, bueno, no todo el mundo puede estar equivocado y sin duda la imagen que transmito es esa. Rebeca, con su cortesía habitual, la matiza: "es nostalgia, más bien". Sí, es nostalgia, yo creo que es eso y que a menudo se malentiende, porque en realidad yo no dejo de repetir lo feliz que fui hace tres años y si siempre fui feliz hace tres años cumpla los que cumpla, el resultado es que he sido feliz siempre, hay que saber leer entre líneas.

Otra cosa es que, si yo no soy quién para decirle a la gente cuándo abandonar su adolescencia, me parezca bien que vengan a reprocharme que yo ya no quiera estar en el instituto ni creo que, necesariamente, eso me convierta en un viejo gruñón.

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Son tiempos de francotiradores por las avenidas. Disparen contra todo lo que se mueva. Masas enfurecidas. Podemos se ha movido muy bien hasta ahora precisamente porque habían sabido encontrar su lugar tras las ventanas y señalar con el dedo. Lo comentaba hace poco: su éxito estaba precisamente en la indefinición, a diferencia de las prisas que tuvo el 15-M por consensuar medida a medida cómo iba a cambiar el mundo.

Sin embargo, las prisas parecen haber llegado y con las prisas, las balas. Es de agradecer que un partido perfile y exponga sus ideas antes de presentarse a unas elecciones, pero en términos electorales tiene pinta de que va a ser un error. Sobreexposición. Demasiados paseos sin chaleco antibalas. De repente, el objetivo eres tú y tú tienes que demostrar que tienes razón. Como decía Mac Mac en "The Newsroom": primero te suben al árbol y luego te tiran piedras para que bajes.

El problema es, además, que se han empeñado en demostrar que tienen razón y que no son ninguna broma. Lo que no acaba de quedar claro es si la tienen, y de esa manera están a un paso de no dejar contentos a nadie. Es lo que tiene este mundo post-crisis, se maneja en la insatisfacción como nunca antes en la historia. Y la insatisfacción, lo digo por los optimistas, no tiene nada que ver con lo material ni entiende, necesariamente, de cantidades.

sábado, noviembre 29, 2014

Slight return



Mi barrio es la Prospe. Sé que hablo mucho de Malasaña porque viví ahí cuatro años y cuando me mudé con la Chica Diploma me preocupé de dejar al menos una academia de inglés en la que dar clases un par de veces a la semana; ahora bien, nací, me crié y fui adolescente en la Prospe y eso no es cualquier cosa. No voy a decir que me siento orgulloso porque no concibo que uno pueda sentir orgullo del lugar donde le tocó nacer, pero lo cierto es que tengo un enorme cariño al barrio donde, probablemente, si todo va bien, volvamos muy pronto.

Cuando lo hablo con mi mujer relacionamos el afecto en general con mi abuela en concreto. Sí, el barrio es en buena medida mi abuela, su casa de Ramos Carrión e incluso su residencia de Santa Hortensia, pero sobre todo el barrio es su muerte, cómo tuve que salir corriendo de mi casa cuando ella murió y el alquiler resultó imposible de renovar. No es que yo no quisiera salir de ahí, es que no quería salir tan pronto, aún en estado de shock. También es probable que, de no hacerlo en ese momento, no lo hubiera hecho nunca, y, ya digo, esa solución era poco viable.

Volver al barrio es volver a casa y volver a casa es algo que todos necesitamos de alguna manera. Clara del Rey bajo la lluvia y su sorprendente tranquilidad de sábado por la mañana. Al fondo, Corazón de María. No puedo ocultar que la idea de que mi hijo se críe ahí, que pueda enseñar a la Chica Diploma cada rincón que escudriñé durante 30 años, que quede con sus amigos en el VIPS donde yo quedaba con la Chica Langosta a espiar a Benedetti, que se tome sus coca-colas en Las Nieves o que juegue al baloncesto en las canchas de IBM, hasta cierto punto me emociona.

Papá Noel y los Reyes Magos en un atasco de López de Hoyos. El disfraz de Halloween, comprado en Tucusitos.


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Intenso fin de semana cuadrándolo todo para intentar escribir el libro en un mes. Demasiados datos en la cabeza y conciencia de que lo único que hay que hacer es interpretarlos. "Lo único", digo, así como si nada. Atrás quedan las charlas: Juan Martínez Arroyo, Pablo Martínez, Gonzalo Martínez, Juan Aísa, Pedro Rodríguez, Pedro Robles, Mariano de Pablos, Santi Escribano, Nacho Azofra, Miguel Ángel Martín, José Miguel Antúnez, Vicente Ramos, Jou Llorente, Juan Corbalán, Alfonso Reyes, Joe Arlauckas, Charly López Rodríguez y Rafa Vecina. Puede que me deje a alguien.

Lo que toca ahora es contar algo interesante, es decir, no repetir como un loro los años en los que el Madrid ganó la Copa de Europa ni cuántos extranjeros pasaron por el Estudiantes la temporada 93/94 -siete: Harstad, Cvjeticanin, Schlegel, Sanders, Ouspenski, Outlaw y Kotnik-, intentar que sea baloncesto, intentar que sea rivalidad pero que a la vez haya un relato y no sea el relato oficial: ni el Madrid como origen de todos los males del mundo ni Estudiantes como "un equipo más, nada especial". El problema es que, salga lo que salga, sigo sin saber si habrá suficientes compradores de un libro que no pretende ser una biblia.

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Escribe Andrés Barba para invitarme a su presentación del próximo jueves. Hace tiempo que no sé de Andrés así que me alegra su correo. La última vez fue en una fiesta de la Feria del Libro, la de Contexto: hablamos de paternidades y de orfandades y discutimos sobre el concepto de astucia. Barba es uno de esos autores tan buenos que te compras sus libros de tres en tres no te vayas a perder algo en el camino.

Por supuesto, yo ya era consciente de la presentación y ya había reservado hueco en nuestra agenda familiar para estar ahí. Así se lo hago saber y menciono de pasada que mi reseña para Sigueleyendo aparece mencionada en la contraportada del libro que presenta. Andrés contesta que fue él quien pidió que la pusieran ahí; quien, conscientemente o no, unió mis nombres a los de Vargas Llosa y compañía. Por un momento, me siento tremendamente afortunado, sin saber muy bien por qué, como cuando algo sale bien de manera imprevista y no tienes claro que sea mérito tuyo.

viernes, noviembre 28, 2014

El ejército



Últimamente las mañanas empiezan con Boza, para confusión de la Chica Diploma que cree que estoy escuchando a Zahara. A mí, la verdad, me recuerda más a María Blanco, ahora conocida como Mäbu. Son aires de familia de unos años locos, los últimos de la década de los 2000, cantautoras que se intentaban salir de los estereotipos y ya no querían ser Joan Báez ni Mercedes Sosa. La primera vez que vi a Boza fue en un concierto de Jorge Marazu en el Búho Real. Casi todo lo bueno que ha salido en este país en los últimos años ha actuado en alguna ocasión en el Búho y ahí nos congregábamos todos para poder soltar el clásico "yo los vi primero".

Darío decía que era su "mejor cantante desde Bebe". Darío tenía cierta tendencia a hacer suyas las cosas y así se ganó muchos enemigos, pero basta con ver dónde estaba el Búho Real antes de que él se fuera a Alemania y cómo ha estado en los últimos tres años para darse cuenta de que sabía lo que hacía. Mi primera impresión personal de Boza fue mala, así que se convirtió en la última. Musicalmente, sin embargo, me cautivó desde el principio. Tardes en la calle Churruca repitiendo "El ejército" o "El pequeño vals sin título" en el Bandcamp al que había subido su maqueta.

La Chica Diploma es una enamorada de los exteriores y las luces pero a menudo yo echo de menos esa luz mortecina a todas horas en aquel amago de estudio. La melancolía en su día a día malasañero. La voz de Carmen, una voz cálida, no exagerada, repitiendo aquello de "tú y yo solo supimos brillar" cuando aún éramos tan jóvenes que podíamos creérnoslo.

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De Malasaña recuerdo también que era un sitio solitario. No lo digo en el mal sentido. Era un barrio donde se acogía de maravilla a los chicos solitarios; de ahí, probablemente el exceso de bares. Incluso en los fines de semana había un punto agradable de impersonalidad y masificación que hacía precisamente mucho más enternecedor el momento en el que te cruzabas con alguien a quien realmente conocías. Hay quien hace vida de barrio en Malasaña porque es una de sus múltiples posibilidades pero la mayoría nos limitábamos a "dejarnos caer". Dejarnos caer por Tipos Infames, dejarnos caer por el José Alfredo, dejarnos caer por el propio Búho Real...

Los domingos por la noche, por ejemplo, si no había plan alguno, podía bajarme a la calle Regueros, tomarme una copa en la barra de Antonio y escuchar a Patricio o a Pol o a quien tocara ese día. Hay mucha gente que cree que actuar un lunes es lo peor en términos de público pero en realidad un domingo es mucho peor porque todos tenemos ahí ese punto de angustia que nos acaba atando a la repetición de los mejores momentos del Almería-Getafe.

La primera cita que tuvimos mi esposa y yo, que no fue una cita pero se pareció mucho, fue un viernes. Una cita de viernes no tiene mucho mérito. Cuando realmente me di cuenta de que la cosa podía ir adelante fue cuando quedamos un domingo por la tarde en el café Madrid. Las razones no eran agradables pero alguien con quien puedes compartir un domingo en Malasaña es alguien con quien puedes compartir el resto de tu vida en cualquier lugar del mundo.

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A mí lo que me falta para ser un columnista aceptado es una excelente memoria o una agenda llena de citas. Mientras no lo tenga, tendré que seguir escribiendo lo que yo pienso sin recurrir a un chascarrillo de otro cada dos líneas. Si en el instituto me costaba hacer pandilla -lo intenté, eso sí, pero qué pereza- imagínense con casi 40 años. Otra cosa es que una pandilla, en este negocio, venga bien. Quien la tenga, que la cuide mucho y reparta bien la farlopa.

jueves, noviembre 27, 2014

Will McAvoy


Cuanto más se aleja de la figura de Will McAvoy, más irrelevante se convierte The Newsroom. Diré más: cuanto más plano se dibuja el personaje, más aburrida es la serie, convertida en un montón de diálogos ingeniosos pronunciados a toda velocidad. Personajes perdidos que recitan sus teorías de la ética periodística cuando antes teníamos a Will, el fiscal reconvertido, como ejemplo de lo que se podía hacer y lo que no. Muestra, no expliques. A nadie le importa con quién se acuesta Sloan ni quién va a comprar la empresa.

La tercera temporada ha transcurrido durante dos capítulos con McAvoy en un marcado segundo plano. El tercer capítulo, y esto es un spoiler, parece que le va a devolver a donde debe: el protagonismo. La última frase del martes fue: "Quizá no soy una estrella tan grande de la televisión como pensaba" y esa es una frase que debe repetirse todo el mundo cuando le entran ataques de autocompasión. Quizá, después de todo, tenemos lo que merecemos y no lo que creemos merecer. Igual que un ludópata lo que más odia en el mundo es ganar porque eso prolonga su agonía, a un aspirante lo que más le fastidia es que le hagan un poco de caso porque cree que todas las puertas se van a abrir al momento y eso no suele pasar.

Mucho mejor el dinero perdido y el rechazo constante. Al menos en términos de salud. Así uno ya no tiene excusa para no rendirse y, con suerte, empezar cualquier otra cosa en cualquier otro sitio.

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Las medidas de Mariano Rajoy contra la corrupción llegan el día después de que no fuera capaz de echar a Ana Mato de su gabinete. En ese sentido, pierden toda credibilidad. Por supuesto, podríamos retrotraernos a muchos casos anteriores en los que Rajoy se ha puesto de perfil ante flagrantes irregularidades del partido que preside, pero nunca el ejemplo ha sido tan inmediato: ayer mismo, nada más saberse el auto del juez Ruz, que, en sí mismo, no es más que la gota que colma un vaso ya a punto de desbordarse desde hace meses, Rajoy podría haber anunciado el cese inmediato de Ana Mato. Esperó, en cambio, a que las presiones bajo mesa provocaran su dimisión.

Eso no es arbitrario ni casual. Eso es política. Un hombre que se va a presentar al día siguiente como adalid de la regeneración -en Madrid lo es Aguirre, recuerden- debería haber llegado al Congreso dando un golpe de autoridad: "Esto es lo que hago yo cuando en mi gobierno hay gente vinculada con la corrupción". No hacen falta leyes ni consensos: se anuncia el cese y punto. Sin embargo, Rajoy, como Bartleby, prefirió no hacerlo y mandó ese mensaje inquietante de que una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace. Pedro Sánchez, que se perdía constantemente en el discurso, le reprochó que su actuación estaba completamente fuera de la realidad y tenía razón. Todo llega tarde y suena a viejo, a mínimos que ya deberían haberse aprobado hace mucho tiempo.

El problema de Pedro Sánchez es que él mismo huele a viejo, igual que Podemos, igual que Díez, igual que Lara. Alguien que se escandaliza públicamente por lo que votó con la cabeza gacha y el dedo presto a cumplir las órdenes que fueran hace solo tres años es alguien que no merece confianza. Un regeneracionista "de palo". Yo, insisto, le pediría a la política española algo de alegría. Hace poco en Facebook me decía alguien que no me había enterado de nada del 15-M aunque hubiera estado en el 15-M. Es posible. A lo que se ve fue un movimiento indignado, agrio, profundamente de izquierdas y conscientemente antisistema, lleno de caceroladas y pancartas.

A mí me pareció otra cosa completamente distinta: algo nuevo y divertido. Lo dicho, estaría en otro mundo.

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Quizás el libro sobre Estudiantes y Real Madrid debería tener más páginas en torno a la figura de Ignacio Pinedo. Mi generación lo conoció ya pasados los 60, muriéndose en el banquillo del Real Madrid después de toda la bronca de la plantilla con Brabender. Pinedo, en la investigación, resulta fascinante: compañero de Saporta en el Liceo Francés, jugador del Real Madrid de los portorriqueños, ganador desde el banquillo de la dos primeras ligas nacionales y ocho años entrenador del Estudiantes desde 1964 a 1972, con dos subcampeonatos de liga incluidos. Después, un extraño despido, unos años en la selección junior, por la que pasaron casi todas las estrellas de los 80, una etapa en el Inmobanco, por entonces filial del Madrid, y, por último, tras su paso por el Caja de Ronda, las dos semanas en las que clasifica al Madrid para la final de la Korac y acaba sufriendo un infarto en directo en el partido de ida.

Muere cuatro meses después sin llegar a salir del coma. ¿Tiene una historia o no?

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A las 8 de la mañana llevo ya casi una hora despierto, consultando la hemeroteca de El País. El Niño Bonito acaba de despertarse y está algo agitado, peleándose con su ranita y su tortuga, sus pasatiempos habituales. Acabamos los dos viendo Baby TV, ese universo de tranquilidad donde Draco nunca se entera de nada y a Henry siempre le toca buscar la comida porque en el restaurante no quedan ingredientes. Todo el mundo es feliz y quiero pensar que mi hijo también porque se calla y mira atentamente.

También puede ser que todo el mundo sea idiota y mi hijo también, pero si ese es el precio a pagar, igual compensa.

miércoles, noviembre 26, 2014

La ludopatía como una de las bellas artes


Bajando la calle Atocha me cruzo con, como mínimo, diez casas de apuestas y juegos recreativos. Junto a los bares, con sus maquinitas, es de lejos el negocio más próspero de un barrio que convive a menudo con la miseria y los clubes de alterne. Una zona extraña esta de Antón Martín, donde los mendigos se tumban a dormir en los bancos mientras los turistas entran en hoteles de cuatro estrellas. Al final del camino, alrededor del Reina Sofía, hordas de solidarios intentan que te afilies a la ONG de turno y llevarse así su comisión.

Precisamente al lado de uno de estos hoteles está el último casino callejero. Se llama "Rey Midas". Me pregunto cómo debe ser pasear por esta calle, por casi todas las calles de Madrid, aguantando la pulsión de entrar con 50, 100, 200 euros y jugártelo todo a un gol de Cristiano Ronaldo, a un rojo o negro en la ruleta, a una buena carta en el Black Jack. ¿Cuánto dinero se pierde en la desesperación y cuánto se gana aprovechándose de ella? Piénsenlo bien: un mal día, un billete en el bolsillo y el rey Midas que te promete convertirlo en oro.

Yo soy un ludópata. Si no juego es precisamente por eso, porque soy peligroso. Puede que la ludopatía esté generando tanto dinero ahora mismo como la drogodependencia en los 80 y los 90. La diferencia es que en vez de campañas de concienciación, las autoridades prefieren proponer Eurovegas. Hay algo terrible en ser pobre pero mucho más terrible ser pobre y enfermo. Nadie abriría un Sportium si no supiera que va a ganar dinero. Nadie abriría un Sportium si le importara lo más mínimo que va a ser a costa de la miseria de los otros. Y con todo, la tentación, ahí, ¿por qué no entrar y probar una vez?

Porque nunca es solo una vez, claro; así Dostoievsky, así la vida.

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Un premio que, pase lo que pase durante el año, gane quien gane eurocopas, mundiales, copas de América... siempre va para los mismos dos jugadores es un premio que tiene la importancia que tiene y es ridículo darle más.

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Hay algo desconcertante en la encuesta de El Mundo para la alcaldía de Madrid. La resumo, para empezar: el PP ganaría con 20-21 escaños, seguido de Podemos con 15-16, PSOE con 12-13, UPyD con 4-5 e IU con 4. Aunque Ciudadanos roza el 5% no conseguiría asiento alguno en el ayuntamiento. Lo que no me cuadra tiene que ver con el sondeo que la misma compañía y el mismo periódico publicaron hace cuatro días y que daba a Podemos como primera fuerza política del país cara a unas posibles generales con un 28% de los votos.

¿Un 28% a nivel nacional y un 24% en Madrid, su principal granero? Algo no cuadra en esos números.

Lo que tampoco cuadra pero no tiene que ver con la demoscopia sino con la decencia es el empeño del periódico en encumbrar a Esperanza Aguirre como candidata a la alcaldía. Aguirre es presidenta del PP en Madrid desde 2003 y lo fue de la Comunidad hasta septiembre de 2012. En ese intervalo, son incontables los casos de corrupción que han ocurrido delante de sus narices: alcaldes, consejeros, vicepresidentes... hasta Francisco Nicolás ha estado medrando por todo Madrid sin que la presidenta del principal partido se diera cuenta de nada.

¿Qué más tendría que hacer Esperanza Aguirre para que El Mundo dejara de darle todo su apoyo? ¿Aparcar en medio de la Gran Vía, fugarse y difamar públicamente al cuerpo de policía de movilidad?  El empeño ha llegado hasta tal punto que en la portada de la web ya no se puede encontrar información del sondeo sino valoraciones de lo bien que le vendría Aguirre al PP. La misma web que abre a todo trapo con la sospechas del juez Ruz en torno a Ana Mato, cuyo ex marido, imputado en la Gürtel, escondía coches de lujo en el garaje mientras presidía el ayuntamiento de Pozuelo en los tiempos de Esperanza.

martes, noviembre 25, 2014

Católicos y cristianos


A eso de las 9,30 un grupo espera a la puerta de la iglesia que queda en Delicias justo a la entrada del Museo del Ferrocarril. No hace falta ser el tío más clasista del mundo para darse cuenta de que son pobres, probablemente sin hogar, y están esperando la primera comida del día en la parroquia. Alguien que salga y reparta algo de fruta, quizá. A esa misma hora, los periódicos y las televisiones se llenan de lógica indignación por los casos de pederastia protagonizados por un grupo de curas, sentenciados al final por el propio papa Francisco.

Yo no fui bautizado. Estamos hablando de finales de los 70, cuando no era lo habitual. En el colegio no daba religión y la cosa era tan extraña que no tenían preparadas ni las correspondientes clases de ética: simplemente, cuando había clase, nos sacaban con unas sillas al pasillo, como si estuviéramos castigados, o nos metían en otro aula, con otro grupo, a hacer los deberes que tuviéramos pendientes. Con los años, conseguimos permiso para irnos a tomar una Coca-Cola al McDonald´s de enfrente.

Desde esa distancia, la iglesia se ve como un monstruo de demasiadas cabezas. Como si el catolicismo estuviera permanentemente luchando con el cristianismo. El orden, la jerarquía, la ostentación, la apariencia, el perverso sentido de "familia" que oculta todo frente a los originarios valores de austeridad, sacrificio, humanidad, compasión, caridad... Por ejemplo, de nuevo, el papa Francisco, que va a la Unión Europea y acaba aplaudido por Pablo Iglesias para escándalo de propios y ajenos. El papa Francisco, un personaje atípico: sin renunciar a lo mejor del catolicismo pregona lo mejor del cristianismo. En ese sentido, es un filón.

A menudo se ha dicho que el marxismo aspiraba en el fondo a convertirse en una religión, en su particular opio del pueblo, aunque fuera a la fuerza. En España no creo que haya habido pugna alguna en ese sentido: los marxistas, la izquierda en el sentido más radical de la palabra, ha sido casi siempre una prolongación, voluntaria o no, del cristianismo.

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Yolanda me escribe contenta porque su hijo Lucas está intentando cumplir sus sueños en Idaho. No nos conocemos mucho, pero acaba su email con un esperanzador "Todos deberíamos intentar cumplir nuestros sueños, ¿no?". Yo, desde luego, le pongo todo el empeño, pero para eso, antes, necesito muchas cosas: que me contesten los emails, que la respuesta sea afirmativa y que la afirmación conlleve un encargo más o menos bien pagado. Sin euros no hay paraíso. Mientras tanto, paseos y paseos por el barrio de Prosperidad y aledaños negociando con propietarios e inmobiliarias un piso que siempre que nos acercamos demasiado acaba volando al momento.

Mi sueño de momento empieza así: una casa nueva, mi hijo por fin con su cuarto y su espacio, mi mujer sin tener que hablar con diez propietarios al día y yo esquivando los ataques de ansiedad, de rabia y de llanto que me entran de vez en cuando. Esta parte pasará, luego queda la más complicada, la fase REM de esta historia: pagar el piso con un sueldo holgado. En esa parte es en la que confío que Yolanda me ayude.

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Por cierto, Idaho. Estuve allí hace cinco años y en su momento me pareció un error pero ahora veo que tuvo sentido: no mucha gente puede decir que pasó una noche en Boise y otra en Blackfoot, que pisó el monumento nacional de los cráteres de la luna, esa especie de Lanzarote en miniatura, o que acabó comiendo en una taberna vasca después de ver "Inglorious Bastards" en un multicine al lado del ayuntamiento.

De aquel viaje enloquecido entre Nueva York y Seattle, con el Ford Festiva amarillo del 90 que conducía todo el día Inés, quedó constancia escrita en su momento por mi penoso afán de llevar las cuentas de cada minuto. Hacer historia. Complejo de Julio César en las Galias. La verdad es que fue la hostia. Estados Unidos, con todo lo que quieran, es la hostia. Los bosques de Minnesota y Pennsylvania, el río Missisipi, los vaqueros que pasean por Wyoming aún en sus caballos, los bisontes de Yellowstone, los enormes montes que rodean al lago de Grand Teton, los desiertos de Badlands y por supuesto la decadencia de los moteles a las afueras de Portland o Seattle.

El Monte Rushmore. La Montaña del Diablo. 

Viajar por Estados Unidos de esa manera tan suicida, tan "born to be wild", es algo que probablemente solo se pueda hacer una vez en la vida porque es una película sin secuela, pero mereció la pena contra todo pronóstico: estaba enfermo y agotado y cuando llegué a Nueva York la idea de pisar Ohio me daba pánico. "Al final todo irá bien y si no va bien no es el final", me dijo Amy y a mí me pareció la frase más genial del mundo. Años después, la escuché en una película, tal cual, en inglés, y el efecto en el protagonista fue más o menos el mismo.

lunes, noviembre 24, 2014

Rosa Díez en el Frente Popular de Judea



Rosa Díez utiliza su cuenta personal en Facebook para acusar a Ciudadanos de nutrirse en Aragón de "tránsfugas y disidentes de UPyD". La parte de los disidentes me encanta. Rosa Díez, que ha tenido que lidiar durante los últimos siete años precisamente con ese adjetivo, coge y se lo suelta ahora a los demás. Es increíble lo rápido que envejecemos. UPyD nació en 2007 con la intención de proponer una regeneración no solo moral sino intelectual, con Savater y Pombo a la cabeza; cuando vio que la cosa iba bien empezó a lanzarse contra el bipartidismo y enumerar todos los males de PP y PSOE, luego se dio cuenta de que la crisis del bipartidismo en realidad beneficiaba a Pablo Iglesias y desató toda su ira contra Podemos... hasta que. bajando, bajando, ha acabado en una guerra contra Ciudadanos que, por lo que veo, lidera la propia cabeza de partido.

A mí me parece una pena porque yo les he votado mucho y nunca me he avergonzado de decirlo aquí y donde fuera, pero la deriva es completamente enloquecida. Es probable que todo partido lejos del poder acabe irremediablemente en una especie de Frente Popular de Judea, pero votar a alguien que se empeña en convertirse en un sketch de Monty Python me va a resultar complicado. El problema es la alternativa, esto es, la falta de alternativa, así que quedan unos cuantos meses para pensar si mejor votar nulo o en blanco. A día de hoy, me decantaría por lo primero.

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La encuesta de El Mundo da por fin a Podemos como primera fuerza política del país. Es un fenómeno para estudiar, en eso estaremos de acuerdo, aunque sin distribución de escaños es complicado hacer cálculos fiables al respecto. Yo tiendo a no creerme que Pablo Iglesias vaya a conseguir un 28% de los votos y los cinco millones de papeletas que eso implica, igual que no me parece probable que PP y PSOE se queden en un 46% conjunto por mucho que en las europeas estuvieran ya en esas cifras. Otra cosa es hasta qué punto pueden equivocarse las encuestas: sí, hay un voto oculto del PP y hay un voto excesivamente voceado de Podemos, pero si te dan un 28% es complicado que te quedes en un 15% y con una expectativa del 26% tener una mayoría suficiente es una quimera.

En cualquier caso, las generales quedan lejos y dependen de muchos factores. Otra cosa son las municipales y las autonómicas, donde aún no sabemos si Podemos se presentará o se limitará a apoyar candidaturas afines. Puede que mucha gente se piense dos veces que Monedero sea vicepresidente del gobierno pero no le importe tanto que el equivalente en cuestión sea alcalde de su ciudad, aunque sea por echar al que lleva 20 años ahí. Las proyecciones de El Periódico le dan a Podemos, que supongo que se aliará con Guanyem, unos resultados espectaculares en Cataluña, demostrando que hay muchos votantes muy hasta las narices de algunos debates y no solo de la corrupción.

En Madrid, la cosa puede ser realmente espectacular. Nunca pensé que el PP podría perder unas elecciones en la capital, pero empiezo a contemplar la posibilidad. No solo que Podemos adelante al PSOE de Carmona sino que se atreva con la todopoderosa maquinaria dirigida por Aguirre. Lo mismo pasará en otras capitales y puede que en alguna autonomía. Queda un año para las generales y preveo un cierto cansancio en el electorado potencial de Pablo Iglesias pero las municipales, insisto, están a la vuelta de la primavera, coincidiendo casi con el 15-M. Será una buena piedra de toque en un país donde el poder local es tremendo.

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De empezar una biografía sobre Federer, muchos elegirían su primer Wimbledon o el último o incluso la Copa Davis que acaba de ganar en Francia. Yo comenzaría el libro por la final del US Open de 2004. Por supuesto, ya le conocía de antes y ya le admiraba, a una cierta distancia. Aquella final la jugó contra Lleyton Hewitt, que había acabado 2001 y 2002 como número uno del mundo y llegaba al último partido del torneo sin ceder un solo set y jugando solo un "tie-break". Muy sobrado, vaya.

Lo de aquel día fue algo más que una exhibición. Llevaba viendo tenis desde los siete u ocho años, cuando mi tío Pancho ponía en casa partidos de Lendl contra McEnroe o el Sergio Casal de turno destacaba en la Copa Davis, pero nunca, jamás, había visto a nadie jugar así. Era algo más que dominio, era belleza. Hewitt se comió dos roscos y Roger ganó en tres sets. Aquel fue su cuarto trofeo de Grand Slam y luego vendrían otros trece, casi cuatro años seguidos como número uno del mundo y exhibiciones del estilo.

A Pablo Martínez Arroyo le gusta mucho discutir sobre quién es el mejor jugador de la historia y trae siempre a colación el cara a cara tan negativo que tiene Federer con Nadal. Tiene su punto de razón: podemos no estar de acuerdo en quién es el mejor jugador de tenis de todos los tiempos pero no hay duda en que Nadal es de largo el mejor de la historia sobre tierra batida. Eso. lógicamente, te fastidia cualquier registro personal. Lo que yo intento explicarle es que hay algo más allá de las 302 semanas como número uno, los 17 Grand Slams, los 6 Masters, el oro olímpico en dobles y la plata en individuales. La Copa Davis a los 33 años y con cuatro hijos a cuestas. Hay algo que se llama convencimiento y no puede apoyarse en cifras: yo nunca disfruté tanto viendo jugar a un deportista. Si a eso le sumamos la longevidad y los títulos, el debate para mí no tiene más vuelta de hoja que la que le quiera dar Rod Laver.                                                                                                                                                                

domingo, noviembre 23, 2014

Festival Eñe 2014. II. Manuel Jabois y Manuel Rivas



Uno de los mejores momentos de cada festival Eñe, desde su primera edición en 2009, es cuando aparecen Pedro y Sonia y me dejan un asiento a su lado para ver la charla o conferencia que corresponda. El turno este año es para Manuel Jabois y Manuel Rivas, que conversan con la familiaridad que da la tierra compartida, igual que sucedía ayer con Pron y Fresán. Es más que nada un recuento de vivencias personales y profesionales con Galicia de fondo. Recuerdos de secciones de local.

El titular de la charla para Sonia lo da Manuel Rivas: "Nos pasamos la vida buscando un epitafio". Yo no estoy muy de acuerdo con la frase así que me quedo con una reflexión en apariencia inocente de Jabois: cuando estaba en Pontevedra, dice él, con su punto de exageración habitual, tenía 14 lectores y los conocía a todos. Ahora que está en Madrid no sabe quién es lector y quién no. La frase me recuerda a lo que escribió en su día Arcadi Espada sobre los columnistas que están demasiado preocupados por los comentarios al pie de internet o las redes sociales. No saber quién te lee es una bendición en demasiadas ocasiones, te da mucha más libertad. Cuando tienes a alguien dispuesto a gritarte o abrazarte en cuanto acabas la última frase empiezas a tener un verdadero problema.

En cualquier caso, lo que queda es un intenso dolor de cabeza producto de la falta de sueño y cierta sensación de hambre. Nos sentamos con Ana y el pequeño Manu, completamente cambiado en el último año, y Jabois me invita a una botella de agua para tragar el paracetamol. Rivas está encantador, más aún cuando saco Malpica de Bergantiños a colación . "Tuve una novia que era de allí" le explico, recordando cómo T. tenía el "¿Qué me queres, amor?", en gallego como libro de cabecera. "Era un pueblo precioso", insisto, "pero como me dejó ella no he vuelto a pisarlo, por no molestar". Rivas me mira con cara de ternura, ojos claros y sonrisa siempre en la boca. Don de gentes. Intento regalarle un libro pero los del puesto de Lapsus se han ido a comer. Ana, Manuel y Manu se vuelven a casa, supongo que a ver el fútbol. Yo vagabundeo por Huertas hasta que me doy cuenta de que lo mejor es volver a casa y echarme una siesta.

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Debió de ser hace cinco años, puede que seis. Irene y yo habíamos quedado para tomar algo y paseábamos por la plaza de España. Tiempos de Trovadicta y Libertad y Búho Real y lo que cayera. Caminando, caminando nos encontramos con Marwan. Yo estaba agobiado por algo, vayan ustedes a saber el qué y Maru me pilló por banda y me estuvo explicando que esto era muy largo, que teníamos que currárnoslo nosotros todo, que no había que darse por vencido y que lo único que valía era trabajar.

Cuando nos encontramos en el festival, ya en 2014, me acerco para recordarle la anécdota y resulta que se acuerda perfectamente. "Te metí una charla de cojones", dice, y me pregunta si sirvió para algo. "Me acuerdo seis años después así que supongo que sí". A Marwan le sirvió, desde luego: no solo ha ido creciendo como músico sino que como poeta acaba de vender 17.000 ejemplares de su primer libro. Para los que no sepan de lo que hablo, es una puta barbaridad.

La editorial que ha montado al efecto incluye libros de Luis Ramiro y Rafa Pons. Los dos están también por ahí, Luis más reservado, como siempre; Rafa, más efusivo. Acaba de tener él también un niño, cinco días más pequeño que el mío. Es curioso porque Rafa y yo cumplimos años con dos días de diferencia así que sí, puede que haya algo de esotérico en todo aquello. Ya he dicho alguna vez que los conciertos de Luis eran magníficos pero los de Rafa tenían un punto especial. Nunca me he divertido tanto viendo a alguien. Saber que todos seguimos ahí y que nos va bien me da una cierta sensación de tranquilidad.

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También anda por el Círculo, Javier Gutiérrez, autor de "Un buen chico" entre otras novelas. Hablamos de la paternidad y de lo imprescindible que es tener hijos con la persona correcta. "Sé que parece una obviedad, pero no te haces una idea de hasta qué punto es importante", le insisto yo mientras espero que Elena Medel me confirme que han llegado Borja Casani y Jorge Diezma y podemos empezar la conferencia sobre el auge de las revistas impresas. De Elena me asombra su tranquilidad: como redactora jefe de la revista Eñe está encargada de casi todo, lo poco que no tiene que hacer Camino Brasa. Sin embargo, lo lleva con una serenidad pasmosa y sin ninguna prisa. Justo a las 8, cuando estamos, nos conduce al pequeño estrado en la sala chill-out y nos va presentando.

Hay bastante gente pero no se oye nada. Nosotros no oímos nada, aunque los espectadores sí. Peor sería al revés, pero cuesta mucho concentrarse. Borja lo menciona desde el principio y la verdad es que cuando coges el micrófono tienes esa sensación de estar hablando en mitad de una plaza llena. Muy difícil concentrarse. La charla, pese a todo, avanza. Yo menciono lo de Jabois de la mañana para reafirmar la necesidad de jerarquía en una publicación y que esa jerarquía empiece por el editor y no por el lector, por impopular que eso parezca; Borja explica el largo proceso hacia la creación de El Estado Mental y Jorge -en una intervención le llamo Javier pero no dice nada por educación; minutos antes había llamado Rodrigo a Patricio Pron- nos habla del fanzine "El burro".

Es un poco complicado tener una conversación en el sentido estricto porque solo hay dos micrófonos para los cuatro y el ruido dificulta incluso oír a los contertulios pero queda una cosa moderadamente chula. Entre los asistentes, aparte de mis padres y mi mujer y el entrañable Toño Angulo, están Sofía y Ana. Las dos se han perdido en un principio y solo una de ellas ha sabido encontrar el sitio después de un rato. Para compensar, Ana se viene a tomar una cerveza con nosotros. De repente, en medio de un bar de la plaza de Sevilla me doy cuenta de que va a hacer 30 años que nos conocemos. 30 años y sigue ahí. ¿No les parece formidable?

viernes, noviembre 21, 2014

Festival Eñe 2014. I. Rodrigo Fresán y Patricio Pron


Se me hace raro charlar con Rodrigo Fresán. A él también se le hace raro y por eso, supongo, evita el contacto visual y da vueltas a mi alrededor mientras me habla de Stephen King y de traumas infantiles. Fresán como icono de una época muy concreta. La época de LC y la época de Hache, cada una a su manera. Ella me llamaba Guille Kai y yo la llamaba Laura-Laure. Éramos hermosamente pedantes.

Una vez, cuando Fresán publicó "El fondo del cielo", conseguí una entrevista bastante larga y me llevé a Hache de fotógrafa igual que me la había llevado tres años cuando entrevisté a Nacho Vegas. Fue una entrevista divertida, un hombre de una conversación prodigiosa y una inteligencia envidiable. Hache parecía muy ilusionada, tanto que no abrió la boca en toda la mañana, su manera de demostrar que así todo estaba bien. Yo creo que, si se hace recuento, no fui tan cabrón como ella cree, más bien al contrario, pero hacer recuento de una amistad perdida es una cosa penosísima.

Por lo demás, poca actividad en el Festival Eñe. Los chicos de Lapsus Calami en su rincón de editores, la zona Chill-Out con mejor acústica, mis tres libros a la venta y una chica de la radio del Círculo que se me acerca y me pide que le responda a unas preguntas. Cuando estoy en medio de la segunda me doy cuenta de que no sé ni lo que estoy diciendo y que voy a caerme rendido de sueño ahí mismo, en la planta segunda.

Dice Jorge que está tomando una medicación que hace que su cerebro funcione a la mitad de velocidad. A mí me bastó con tener un hijo.

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Por cierto, Fresán está ahí para charlar con Patricio Pron sobre la figura del escritor como tema de narrativa. Es una charla prodigiosa porque son dos hábiles conversadores, y saben mezclar ironía con erudición sin mayor problema. Citan varios ejemplos de novelas sobre escritores y a mí se me vienen dos a la cabeza que no aparecen en su lista: las dos escritas por autores "malditos" y con el lumpen de fondo, pero con intenciones muy distintas: Henry Miller y Roberto Bolaño.

Una de las agonías de "Trópico de Cáncer" era precisamente el empeño del protagonista en convertirse en escritor y la diferenciación que hacía entre su vida y su vocación. Estar en la fiesta pensando en que tendrías que escribir el libro y estar escribiendo el libro bloqueado porque querrías estar en el tranvía ovárico. La dicotomía narrador-personaje que me obsesionó durante años, el grito que Miller repetía cada diez páginas: "Soy escritor, soy escritor, soy escritor"...

Bolaño, que no se tomaba las cosas menos en serio y ahí está su biografía, mostró mucho más sentido del humor en "Los detectives salvajes". Si en Miller, ser escritor era apartarse de los focos, renunciar a la vida, en Bolaño teníamos lo contrario: el poeta García Madero y toda su panda de pirados realvisceralistas que solo entienden el hecho de ser escritor como una manera de ser protagonista. Estética. Narrativa de uno mismo.

Me choca tanto su ausencia que me decido a comentárselo en las preguntas al final de la charla pero, mientras formulo mentalmente lo que voy a decir porque se me acaba de ocurrir y tampoco quiero parecer pueril, la conferencia se acaba y nadie ofrece un micrófono al público.

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Noche magnífica en Madrid. Por fin un otoño digno de ese nombre, con la gente en la calle y los museos iluminados, dos agentes de seguridad bromeando a la entrada del Thyssen.

Un lugar fascinante, el Thyssen. Una vez fui de noche con la Chica Langosta. Era 2001 y estaba de moda. Había una exhibición de Canaletto y ella devoraba Venecia con su tradicional apetito. Fue una velada preciosa, casi madrugada, los dos juntos paseando por el jardín, tomando una copa en la terraza, paseando nuestra juventud por el Paseo del Prado, las luces del Ritz y el Palace a lo lejos. Yo ya lo había dejado con T. y ella había vuelto ese verano de Iowa City.

Tan bonito fue aquello que cuando llegué a casa le escribí un email de dos folios explicándole por qué la quería y por qué la había querido siempre. No lo mandé. Mi hermano me dijo que me dejara de historias y a mí también me pareció lo más sensato. Probablemente no la quisiera y desde luego no la había querido siempre. Eso sí, no he vuelto a la Thyssen, por si acaso.

jueves, noviembre 20, 2014

La alegría ya viene



A mitad de concierto, Lichis comienza una versión de "Lo mejor de nuestra vida" que la Joy Eslava recibe con cierto escepticismo. Muchos piensan que es una canción nueva y a otros les suena de algo sin saber muy bien de qué. Yo, que pasé media adolescencia tarareando esa canción, incluyendo aquel "superamistad" que Antonio Vega coló con todo el morro del mundo. disfruto como un enano; en parte, porque la versión es buena y me gusta; en parte, ya digo, porque siento que soy de los pocos que comparten la sensibilidad de Lichis para elegir esa canción y no cualquier otra más obvia.

En general, el concierto es bueno, correcto. Algo corto y frío, pero es algo que me pasa siempre con la Joy, así que igual es un problema de la sala o igual es un problema mío, que cuando dormía por las noches disfrutaba más de los eventos sociales. "Modo avión" va desgranándose canción a canción incluyendo las excelentes "Tinky Winky", "Tal vez, buenos aires" y, como no, "Horas de vuelo". En medio, alguna concesión a la nostalgia en forma de "Felicidad", "Antihéroe", "Carne de canción" o "Valientes". Si el público de Zahara tiene que acostumbrarse a que su ídolo vaya a más revoluciones de las que les gustaría, el de Lichis tendrá que hacerse a la idea de que se acabaron los conciertos gamberros de peroratas alcoholizadas.

Querer a la gente como es o no quererla en absoluto. El debate de siempre. Algunos lo llevamos mejor que otros.

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Hablando de "Valientes", Lichis la elige como última canción y la presenta como un alegato de resistencia a los tiempos que corren. Quizás hace falta algo así: que en vez de Lluis Llach y "l´Estaca", los revolucionarios salgan con un "volveremos a ser valientes" a todo trapo por megafonía. Menos abracitos y puños en alto y más comerse el mundo o al menos intentarlo. Ganaremos un ratito hasta que bailen los de siempre. Alegría, no melancolía. Siglo XXI, no lucha contra el franquismo.

La idea me recuerda a esa maravillosa película-documental sobre el referéndum de Pinochet llamada "No". Me cuesta creer que la gente de Podemos no tenga esa campaña en mente y sigan sintiéndose obligados a acabar sus mítines como si estuviéramos en una reunión clandestina de la facultad rodeada por los grises. Los partidarios del "no" a la reelección de Pinochet tenían un señor papelón entre manos: ilusionar a la gente para votar algo negativo. Decir "sí" siempre es más motivador que decir "no". La cosa la solucionó un publicista. Dos publicistas, en realidad, aunque el documental se salte pasos. El eslogan tenía que ser alegre, la música divertida, la imagen juvenil, y había que incluir risas, esperanzas de futuro... Los abusos y el horror aparecían, por supuesto: Allende y el estadio nacional y los desaparecidos, pero lo importante era ganar y para ganar tenías que enganchar más allá de la rabia.

No sé yo si la melancolía mueve muchos votos. Alguno moverá, no lo niego, pero Lluis Llach a mí me da la sensación de "más de lo mismo" y estas campañas de "compañeros y compañeras" me suenan a rancias. Otra cosa sería una canción con su guitarreo y su mensaje optimista de "vamos a demostrarles a esta panda que lo podemos hacer mejor". Eso, en este momento, movería masas. Lo otro se acerca una vez más a la religión. Y si Podemos no quiere hacerlo, pues que lo hagan otros.

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A mí siempre me gustó rendirme a la belleza hasta que directamente entregué las armas hace tres años. Una de las frases más contundentes que he encontrado a ese respecto es el "You´re filthy cute and baby you know it" de Prince en "Cream", su época de follarín compulsivo. "Eres asquerosamente guapa y lo sabes", traduciría, pero incluso "asquerosamente" se me queda corto. Creo que la belleza habría que tratarla con mayor naturalidad, sin que presuponga un ataque o una agresión. Lichis lo hace varias veces, por ejemplo, con esos "eres tan bonita que no te lo van a perdonar" o el "eres preciosa, ¿quién te juzgaría suya?" que yo luego repetí tantas veces entre veinteañeras que lo merecían.

En la vida real, el arrebato más sincero que he escuchado nunca fue en una fiesta allá por 2000 o 2001. Una de las chicas de comunicación audiovisual -en realidad era de periodismo, pero para qué andar con matices a estas alturas- bailaba sensual en medio de la pista cuando alguien se le acercó y le dijo, totalmente derrotado, sin esperanza alguna, ni siquiera con la intención de ofender: "Qué buena estás, hija de puta", suficientemente alto como para que lo oyera, suficientemente bajo como para que no resultara violento. Luego se fue, borracho y melancólico, como el que se pone a buscar la belleza en una bolsa de plástico volando frente a la cámara de un adolescente perdido.

La chica siguió bailando. Trece años después, y no pasa nada por reconocerlo, seguía siendo igual de espectacular.

miércoles, noviembre 19, 2014

Tal vez Buenos Aires



Dice el tópico que en política no te matan los enemigos, te matan los amigos. No estoy del todo seguro de que el tópico sea cierto pero supongo que hay casos que lo prueban. Podemos lleva tanto tiempo peleándose con Inda, Marhuenda y Aguirre que quizás ha infravalorado el poder de su verdadero rival, esto es, el PSOE. Con el PP instalado en las encuestas entre el 25 y el 30%, nadie puede pensar que los socialistas van a dejar pasar esta oportunidad en aras de una beatífica refundación de la izquierda. Nadie hace eso y ellos no serán los primeros.

En ese sentido, la línea editorial del periódico socialdemócrata de cabecera, El País, siempre ha sido clara y crítica con el partido de Pablo Iglesias, pero las dos piezas de hoy en portada de la edición digital -recuerden, mil veces más leída que la de papel- dejan claro que esto es la guerra. Un artículo que parece pertenecer a un blog rescata las loas de Monedero a Chávez. Son ridículas pero eso no es lo que me preocupa porque la relación de amor de Iglesias y Monedero con Chávez no es algo nuevo y nada de lo que vayan a arrepentirse.

Lo que me preocupa es que es una venganza. En el artículo se dice claramente: "A ti no te gustan nuestros editoriales, nosotros sacamos tus elegías de cuando creías que no eras nadie". La otra noticia en cuestión es la de la beca de Íñigo Errejón, que ha sido ampliamente celebrada en redes sociales. Al parecer, Errejón está becado y no está claro que vaya a cumplir con sus compromisos universitarios. Chico malo. Estoy dispuesto a aceptar que, en unos estándares alemanes de cumplimiento moral de las responsabilidades, Errejón tuviera que apartarse de la política en el caso de que, efectivamente, esa beca no acabe en el trabajo deseado. El problema es que el plazo aún no ha terminado y no veo en Errejón ningún privilegio: te becan para una investigación, te dan un plazo, si no cumples con lo acordado, te piden el dinero de vuelta. No hay nada escandaloso de momento, si acaso la presunción ajena de que ni piensa acabar la investigación ni querrá devolver el dinero.

Creo que he dejado claro muchas veces que a mí no me gusta Podemos. No pasa nada, tampoco me gustan muchos otros partidos políticos. Eso no quiere decir que esté de acuerdo con este linchamiento a Errejón que pasa incluso por sacar a su padre a paseo. Si yo tuviera que presentar la biografía de mi padre antes de tener una vida pública igual me iba retirando ya a una cueva. Sin embargo, el mensaje cala y cala precisamente porque no lo dicen Inda, Marhuenda ni Aguirre sino El País y Ana Pastor. Solo falta Jordi Évole para que Pedro Sánchez roce la mayoría absoluta.

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Una de mis exageraciones favoritas es nombrar a Roger Federer y Lichis como los dos únicos genios que conozco. Me gusta decirlo mucho porque confío en que Miguel lo oiga alguna vez y se sienta bien, más que nada porque supongo que Roger lo tiene más presente. A Lichis le conocí en 2005, en su casa de Terrassa, con su primera mujer, Sonia. Acababa de publicar "Hotel Lichis", uno de los mejores discos en castellano que se han publicado en lo que va de siglo y que acabó en algo parecido al olvido.

Lichis lo llevó mal y eso, junto a otra serie de circunstancias, le trajo a Madrid a replantearse qué era eso de La Cabra Mecánica, qué sentido tenía y qué camino debía seguir. Ha tardado demasiado tiempo en contestarse a esas preguntas, demasiado al menos para sus fans, pero ya está de vuelta: esta noche, en la Joy, presentando "Modo avión". No sé cómo le irán las cosas pero supongo que mal, como a todo el mundo. Anoche, Alberto Olmos mencionaba una entrevista con Pedro Maestre en la que explicaba cómo era pasar de vender 80.000 libros a que nadie quiera ni siquiera publicarte.

Lichis vendió 80.000 discos y si no los vendió, desde luego pareció que los vendía. Hoy todo es distinto y lo que queda es el prestigio y el respeto. Que Leiva acepte ser el batería de tu banda y te ceda todos los focos. Yo sigo pensando que es un genio y que hay algo en sus canciones que no está en nadie más, ni siquiera en el manido Joaquín Sabina. En lo que no tengo confianza alguna es en que haya ahora mismo 80.000 personas dispuestas a reconocérselo, ojalá me equivoque.

Una noche le dijo "bonita" a Laura Cuello y otra aguantó que una fan de Fito le llamara "Richie" durante horas hasta que acabó llorando a la salida de una discoteca de la calle Barquillo. A Lichis le quiero tanto, le admiro tanto que cuando me llama tardo cinco tonos en cogerle el teléfono, desmontando una de las canciones de su último disco. También es cierto que ya no me llama a menudo, quiero pensar que eso es porque es feliz.

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No sé cómo reaccionaría si mi madre se estuviera muriendo y un montón de periodistas se agolparan a mi alrededor buscando un primer plano de mis lágrimas. Supongo que mal pero también puede ser lo contrario, puede que la miseria del momento, la sensación de irrealidad que produce el hecho de que toda esa gente sepa que se está muriendo tu madre y aun así quieran exprimir la última gota del morbo a tu costa te aleje por un momento de la habitación de hospital, las noticias del médico, la respiración forzosa y las despedidas.

La Duquesa de Alba morirá pronto o eso parecen estar deseando todos los medios de comunicación. Para mí es un personaje fascinante. Cualquiera que se case con un filósofo es fascinante, si lo piensan. Luego si quieren podemos entrar en la lucha de clases y en los nobles oprimiendo al pueblo con la ostentación de su riqueza y todo el rollo, pero el título iba a estar ahí independientemente de la persona y la persona, al menos, se ha esforzado en conseguir ese punto de respeto que en España no regalan.

Una mujer consciente de su herencia y su legado. A ver si a Isabel la Católica le vamos a dedicar una serie de tres temporadas y a Cayetana Fitz-James Stuart, del linaje de los Estuardo, vamos a despacharla con un "mueran los ricos". En "Mis almuerzos con gente inquietante", Montalbán entrevistaba a Jesús Aguirre y de nuevo erraba el tiro. La fascinante era su mujer. Puede que el periodista no lo supiera o pensara que las cosas no podían ser tan obvias: rica, famosa y además inquietante, eso es mucho para una sola persona. Su marido, en cambio, parecía convencido.

martes, noviembre 18, 2014

Peter Pan



A mí el tema Ana Pastor me interesa mucho más que el tema Pablo Iglesias. Me interesa porque Iglesias está por demostrar y Pastor tiene un aire demostrado que en ocasiones me irrita. Desmontar a Ana Pastor es un reto mucho mayor que desmontar a alguien que aún no tiene programa o no sabe explicarlo, aunque también puede tener algo de injusto: hay pocas periodistas con el potencial de Ana Pastor, en eso estamos de acuerdo, y es más, periodistas como Ana Pastor son necesarias dentro de la abulia general de la profesión. Eso no quiere decir que sea oro todo lo que reluce, como ya expliqué en su momento incluso cuando viajaba a Teherán para entrevistar a Ahmedineyad y se enredaba en su propio discurso.

Con Ana Pastor el problema es el "hype", todo ese rollo de lo minuciosa que es en la entrevista. Lo es, pero sus charlas no avanzan nunca precisamente porque esa minuciosidad de entrada no tiene continuidad: esos constantes "no me ha contestado a la pregunta", que vienen a decir "no me ha contestado lo que yo quería" o, más a menudo, "yo ya había decidido de antemano que usted no me iba a contestar esta pregunta y diga lo que diga, yo suelto que no me ha contestado y me gano el aplauso".

A Pablo Iglesias, a estas alturas, es absurdo andar preguntándole "cómo, cómo, cómo...". En serio, es absurdo. Él mismo no lo sabe y cualquiera perspicaz se ha dado cuenta de que no lo sabe. Matizo: que él no lo sepa no quiere decir que no se pueda hacer, quiere decir que hay mucho trabajo por delante. Lo que sí sería "derribar un discurso" sería preguntarle por el qué: "qué es para usted la gente", "qué es para usted el pueblo", "qué es para usted la ciudadanía" porque igual que el discurso del sistema se basa en la "legalidad" y "la constitución" como tótems, el de Iglesias se basa en abstracciones que requieren de definición. ¿Ni una pregunta por ese lado? En ese sentido, resultó decepcionante.

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¿Qué fue del peterpanismo? En serio lo digo. Todos esos chicos nacidos en los 60 y en los 70 que decidieron negarse a crecer en los 90. El peterpanismo era autocompasivo y en ocasiones aburridísimo, eso puedo concederlo, pero tenía un punto humano. Ahora todo el mundo quiere ser cínico, cada columna es un cotilleo o el elogio de una resaca. Un "qué bien la pasemos" que a veces acaba con un brindis, una canción y una llorera a lo Manquiña en "Airbag".

Por supuesto que a mí me gustaría ser un maldito y además tener la prosa de Pla o de Camba, pero que todo el mundo intente serlo me llega a resultar agotador. Y quien no quiere ser Pla quiere ser Arcadi Espada, cosa peligrosísima salvo que se sea Arcadi Espada y sigamos en 2004. Hay un exceso de seriedad y un exceso de frivolidad y muy poco término medio. Cualquier tema como excusa adornada de juegos florales. Incluso yo he cambiado el tono de este blog para darle más "entidad".

Puedo entenderlo en los que, por mucho que nos resistiéramos, hemos acabado creciendo, pero los veinteañeros... ¿por qué demonios aceptar sin más lo que ordena el Capitán Garfio?

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Unas mesas delante de mí, a la izquierda, hay un hombre que se parece a Miguel Cereceda, mi profesor de Estética en tercero y cuarto de carrera. Puede que no sea él pero hay muchas cosas que cuadran: el rostro quince años envejecido, el gesto autosuficiente y el contexto, es decir, la biblioteca del Reina Sofía, adonde él nos mandaba para documentar nuestros trabajos sobre Marcel Duchamp o John Cage. Cereceda era un buen profesor, exigente, pero algo desencantado. Una vez dijo en clase que la utopía había muerto con el fracaso del socialismo real y que el mundo ya solo iba a ir a peor.

Como opinión puede estar bien. La melancolía es gratis. Otra cosa es que la diga un profesor universitario en su clase. En ese caso, requiere al menos de fundamento, es todo lo que pido. Discutimos un rato, incluso acabamos continuando la charla en su despacho y lo más que conseguí como respuesta fue un contundente: "Yo de este burro no me bajo". Hay que tener en cuenta que yo era un impresionable e idealista estudiante de filosofía de apenas 20 años para entender que la frase se me haya quedado marcada como ejemplo de mediocridad.

Una tesis, una plaza universitaria, años de docencia para que la justificación filosófica de una opinión sea la propia de un taxista. Poco me parece.

lunes, noviembre 17, 2014

Ana Pastor y Pablo Iglesias ; Manuel Jabois y la revista Unfollow


La entrevista de Ana Pastor a Pablo Iglesias: muchos la consideran devastadora para el politólogo y reveladora de sus carencias. Puede ser, ya saben que a mí Iglesias me parece un tipo del que uno puede esperar muy pocas sorpresas. Efectivamente, la videoteca le pone en apuros y aún más la realidad, o más que la realidad, el futuro. Podemos es un proyecto de presente y su gran esperanza es que el presente se prolongue el mayor tiempo posible. Como dije hace un par de semanas, su principal diferencia con el 15-M es que no se vuelven locos anunciando propuestas detalladas de cada cosa sino que se mueven en el "vamos a intentarlo con todas nuestras fuerzas", "escucharemos a la ciudadanía" y ese largo y calculado etcétera.

Por otro lado, esa entrevista la podría haber hecho cualquiera. Es más, se la ha hecho mucha gente antes y a esa gente se le ha mirado de soslayo, como si hubiera un sobre pendiendo de su cabeza. Otra cosa es Ana Pastor, claro, la mítica Ana Pastor. En esto yo no soy sospechoso: no me gusta cómo entrevista Ana Pastor y lo decía incluso cuando estaba en TVE. Me parece tramposa, tergiversadora y con poca voluntad de que la entrevista avance sin que se le acaben dando la razón. En muchas de las respuestas de Iglesias se daba por aludida como si la cosa fuera con ella y no faltó el tono auto-exculpatorio en demasiadas ocasiones. 

Todo esto no estaría tan mal si el programa no se llamara "El objetivo".

Mucho más serio me parece el tiro en el pie de esta mañana en la SER con Pepa Bueno. Ese "trataré de sacar a España de la OTAN". Iglesias ha criticado numerosas veces que determinada izquierda intente devolver el país a 1936 y de repente va y lo lleva a 1985. Si por algo ha destacado "la casta" en estos últimos años es por avivar debates que la ciudadanía consideraba superados. Al parecer, para Iglesias esto de la OTAN nos sigue atormentando. Es curioso teniendo en cuenta que es prácticamente la única decisión política que se ha sometido a voto popular directo.

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Manuel Jabois me cita hoy en su columna sobre Roger Federer. Reconozco que me hace ilusión, claro, aunque casi habría sido un agravio escribir sobre Federer y no citarme con la guerra que doy aquí, en Twitter y donde me dejen. Quizá lo haya hecho precisamente para que me vaya callando. Lo bonito del asunto es que el artículo que cita lo publiqué hace casi dos años en la revista que fundamos Ana Boyero y yo: Unfollow Magazine. Ahora hablando en serio, yo creo que Manuel sabía que me haría especial ilusión esa cita y no cualquier otra -lo primero que hago cuando me contrata un medio es obligarles por escrito a que me publiquen algo sobre Federer- por lo importante que fue para mí la revista y la desilusión que supuso el adiós al proyecto.

De hecho, y esto no lo sabe nadie porque no tenía sentido ir fardando, Jabois fue uno de nuestros mayores mecenas. Convencidos de que un proyecto como Unfollow tenía sentido y que la gente se daría cuenta en seguida pusimos una cuenta de PayPal a disposición de los lectores. Si no me equivoco, mi madre puso algo, mi compañera del colegio Susana también nos pasó algo de dinero y Jabois de repente metió 50 euros de un tirón, para nosotros una fortuna.

Con ese dinero y el nuestro, que fue la mayor parte, conseguimos una revista donde escribían Miguel Noguera y Castelo, Hughes y Albert de Paco, Xavi Puig y Bárbara Alpuente... Una revista con excelentes reportajes de Carlos Camino o Jacobo Rivero o Aída Prados o Elena Sansigre. Súmenle a eso relatos inéditos de Andrés Barba, Lara Moreno y Pablo Gutiérrez y una buena batería de cortos de Oriol Puig y Nacho Sánchez-Quevedo. Todos cobrando. ¿Por qué no salió bien la cosa? Porque para que las cosas salgan bien hacen falta mucho tiempo o mucho dinero y Ana y yo no teníamos nada de eso.

domingo, noviembre 16, 2014

The Newsroom S03 E01


En medio del concierto de Zahara, Burque se fija en que estoy mirando demasiado el móvil y empieza a mirarlo él también. No el suyo, el mío. "¿Estás trabajando?", me pregunta, sin parecer molesto aunque probablemente lo esté y con razón, un concierto no es lugar para andar incordiando con la lucecita de las narices. No le confieso que soy un adicto a Internet, un adicto en estado muy avanzado, sino que voy a lo específico, que también es verdad: "Estoy viendo como va Federer". A Burque la explicación le vale porque no sabe que en realidad Federer va ganando 6-0 y 5-0 así que lo mismo podía dejar de actualizar la página y disfrutar tranquilo. Me pregunta: "¿Te gusta mucho Federer, no?" y yo le digo que sí, que me gusta todo, que es el único deportista al que realmente admiro.

Ayer, por ejemplo, en las semifinales de las World Tour Finals, el Masters de toda la vida, cuando vi acechar la derrota hice acopio de tranquilidad, apagué la televisión, me puse a leer mi libro de Corbalán y cada minuto actualizaba LiveScore en busca de un milagro que no esperaba que llegara. Mi esposa no entendía nada. "Puedes ver el partido si quieres", decía, cuando lo que estaba claro es que ver el partido era lo último que quería hacer. El caso es que al final el milagro llegó tras cuatro match points en contra y Federer se clasificó para su undécima final del año, duodécima si contamos la Copa Davis. No la jugó, pero esa es otra historia. Cualquiera que haya leído las primeras páginas de la autobiografía de Agassi conocerá los riesgos de jugar una final con 33 años y la espalda destrozada.

Es una lástima. Los fans de Federer llevamos un par de años buscando un imposible: que Roger vuelva a ganar un torneo del Grand Slam o que vuelva a ser número uno del mundo. Estando Djokovic de por medio, doce finales te dan como mucho para ser número dos. Y está por ver que en 2015 se repitan. Otra cosa es que vayamos a dejar de soñar a estas alturas.

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Comentario de la Chica Diploma sobre el dolor de espalda de Federer, hace diez minutos: "Con cuatro hijos, no me extraña".

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Visto el primer capítulo de la tercera temporada de "The Newsroom". Como siempre, cuesta adaptarse al ritmo. Vengo de ver "El fin de la comedia", con su ritmo pausado, de humor que se toma su tiempo, y de repente quince pantallas encendidas en la redacción y diez personas hablando a la vez sobre cosas que no sabes si son verdad o ficción. Y encima tener que ubicarte y recordar toda la historia de Boston de hace año y pico...

Con todo, una idea brillante: las redes sociales están bien pero hasta cierto punto. Una idea muy Arcadi Espada, si se piensa: odio eterno al ciudadano-periodista, al linchamiento de toda la vida. Ellos lo cuentan dos veces, por si te lo pierdes: una muy clara, usando más o menos estas palabras, y otra recurriendo a Eurípides.

Que los personajes sepan que son unos pedantes y lo asuman no quiere decir que dejen de serlo. Yo eso también lo hago en mis novelas, por ejemplo: cuando un personaje se pone estupendo o dramático o cuenta un chiste sin ninguna gracia, alguien se lo recrimina desde dentro del libro, pero, amigo, el chiste o el drama ahí quedan.

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En La Otra Crónica de El Mundo, hasta donde yo sé el lugar que más en serio se está tomando el asunto de Francisco Nicolás, García-Legaz desmiente haber tenido relaciones con el chico y amenaza con una querella criminal a quien diga lo contrario. Bonita manera de sacar uno mismo un tema que casi nadie había tratado. En general toda la entrevista es brillante porque el periodista, en vez de afirmar, se limita a dejar que el secretario de estado niegue incluso lo que no se le pregunta. No solo eso sino que el titular parece indicar un delito -tráfico de influencias- que luego queda muy matizado en el texto. En realidad, más que periodismo es funambulismo pero eso es algo y algo, ya saben, es mucho mejor que la tristeza.

sábado, noviembre 15, 2014

Air Balloon



Buscando a Lily Allen acabo encontrando a M.I.A., una extraña versión aún más rapera e infantil del "Paper planes". Si a Lily Allen la admiro por una trayectoria, a M.I.A. la venero por una canción, que no es poco. Una canción que sonaba al final de mi estética del francotirador y que fue el timbre de mi móvil durante un par de años antes de convertirse en un zumbido insistente. La razón por la que la canción de Allen se parece tan evidentemente a la de la cantante hindú la desconozco pero me sorprende: a nadie le podía pasar desapercibido y, ocho años después, igual no hacía tanta falta.

Toda esta historia me remite al visionado de "Slumdog millionaire" en un cine que a lo mejor era el Ideal pero también podría ser el Acteón, junto a la Chica Portada. Nuestros mejores años. Cuando era muy joven no podía dejar pasar la película sin llenarla de comentarios, gestos o aprobaciones sonoras. Con el tiempo, aprendí a calmarme y así estábamos los dos, codo con codo, callados, hasta que no pude evitar decirle: "Oye, esta película es muy buena, ¿no?", a lo que ella asintió, mientras devoraba palomitas.

Quizá por respeto a esa primera impresión o por respeto a la propia Chica Portada -hay recuerdos que conviene guardar en una cajita cerrada- no he vuelto a verla en la tele.

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Pablo Segóbriga me escribe mandándome besos y abrazos para mí y la Chica Diploma. En el fondo, Pablo es otro regalo de la Chica Portada porque ella me recomendó su local de magia, por entonces en Prosperidad, y si después le he ido a ver tres o cuatro veces es sin duda culpa suya. Sinceramente, no creo que Pablo me recuerde más allá de una búsqueda rápida por Internet. La primera vez que fui a verle, con la Camarera Morena, acabamos los dos tan alucinados que decidimos darnos unos besos en el Nueva Visión. La segunda fue con mi ahora esposa, acabábamos de empezar a salir y él me repetía: "Nada de mirar atrás, nada de mirar atrás", como si yo fuera un funambulista.

La tercera fue la más impactante, quizás, ya en el Café Molière de Francisco Silvela. La Chica Diploma y yo aún no nos habíamos casado y él la felicitó por el embarazo. Al final del espectáculo hizo lo de siempre: repartir cartas a ciegas entre el público e ir adivinando una por una. Junto al naipe, una pequeña predicción del futuro. Cuando llegó a mí, falló. No le había visto fallar nunca. Mi padre se estaba muriendo por entonces y me dio la sensación de que no le apetecía contármelo, que probablemente yo ya me habría enterado a esas alturas.

Cuando me acerqué a él y le dije: "Pablo, no me puedo creer que hayas fallado solo conmigo", me dijo, sin más: "A veces, pasa", y eso terminó de convencerme.

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Por cierto, la Chica Diploma ha comprado un disco de versiones de Nirvana para bebés con su pianito y su ritmo de canción de cuna. Hay algo raro en enseñarle a un niño de cinco meses todas las canciones depresivas que iluminaron a su padre y llevaron al suicidio a su autor. Algo perverso. Post-humor. Las versiones, por otro lado, están bien. Curiosamente, la única que no reconozco es "Smells like teen spirit".

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GQ me ha encargado un artículo sobre Patrick Bateman para la revista. Algo breve, conciso, lo llaman GQPedia. Repasando el libro por encima, incluso en la versión traducida que pierde tantísimo, me acuerdo de lo maravilloso que me pareció en su momento, lo muchísimo que disfruté y cómo, durante todos esos años, deseé con todas mis fuerzas ser Bret Easton Ellis y enmascarar de esa manera la complejidad. Espejos y apariencias. Hay una frase, que he incluido entre las citas del artículo, que me parece la definición exacta no ya de Bateman sino de la literatura de Ellis: "Hay un Patrick Bateman como idea, una especie de abstracción, pero no hay un yo real, solo una entidad, algo ilusorio".

Lo que no puedo contar en el artículo porque no viene al caso es aquella hora larga de entrevista en el Villa Magna, cuando yo trabajaba para Neo2 y él promocionaba "Imperial Bedrooms", un libro francamente malo, y todo el trabajo de seducción que empleó en alguien tan prescindible como yo. La narración de la narración. Hacerte sentir especial como estrategia. Mentirte sin que sepas si te está mintiendo o resulta que le ha dado por decir la verdad. La ambigüedad, en definitiva, y junto a la ambigüedad un catarro de aúpa, contagiado, según él, de un periodista francés. "Siempre me están preguntando de política", protestaba ante su público complaciente, formado por la jefa de prensa de Mondadori, una traductora rubia que no abrió la boca porque toda la entrevista fue en inglés y un escritor de la revista Quimera.

Yo no, yo le pregunté por la belleza y por canciones de Hole  que no conocía y el mundo se le vino encima. Fingió que el mundo se le vino encima, vaya. "Me siento como un estudiante que llega al examen y no se sabe ni la primera pregunta", dijo, con toda la teatralidad del mundo, y a partir de ahí se dedicó descaradamente a coquetear, creo que para que yo tuviera algo que contar cuatro años después.

viernes, noviembre 14, 2014

Soy Zahara y se acabaron las chorradas



Durante dos años di clases de inglés a Zahara en su casa. Fueron los mejores de mi carrera como profesor: Zahara se esforzaba, me escuchaba, utilizaba cada frase aprendida el día anterior y te regalaba dosis de sinceridad que quizás en español habrían sido más complicadas. La sensación que tenías cada martes a las 10 era de que te iba a sorprender con algo nuevo, algo por lo que merecía la pena el madrugón y el paseo. En pocas palabras, Zahara era una esponja, una chica a la que solo hacía falta repetirle las cosas dos veces y ya funcionaba como si las hubiera sabido toda la vida.

Su concierto de ayer en la Joy Eslava fue una muestra de que como música es exactamente igual.

El salto que ha dado desde aquellos tiempos de chicas pop y chicos fabulosos es tan grande que ahora mismo pocas artistas dan esa sensación de que todo se le queda corto y de que el único límite es quizá la nostalgia de los viejos tiempos. Seamos claros: sus viejas canciones eran buenas, pero sus nuevas canciones son sublimes y a veces no se llevan del todo bien. No hay nadie en España capaz de hacer lo que hicieron ella y su banda, encabezada por un gran Martí Perarnau, con el último bis, el "Camino a L.A." que se prolongó durante minutos en un brillante ejercicio de composición, intensidad y puesta en escena.

Zahara tiene puntos de Sonic Youth que no encajan demasiado en la "imagen Zahara" que tienen muchos de sus fans. Eso puede ser un problema. Zahara ya no es una chica frágil de gominolas y algodón dulce y hay que hacerse a la idea. Zahara es mucho más, muchísimo más, de lo más grande que ha sucedido en los últimos años en la música española. Una tía que te hace el mejor pop a lo Nena Daconte y luego te lo mezcla con música garaje rozando el punk-rock, saca a Quique González al escenario y al final se saca de la manga una canción nueva que a mí, no sé por qué, me recuerda al Rock-Ola de los primeros ochenta, antes de todo lo sucio.

La primera vez que vi a We Are Standard en directo, Benicassim 2009. tocaban justo después de Oasis. La primera frase que dijo Deu fue "Hola, somos We Are Standard y se acabaron las chorradas". A partir de ahí, con las cartas sobre la mesa se marcaron un conciertazo que dejó a los Gallagher en ridículo. Zahara un día empezará una de sus actuaciones con esa frase y será el mejor concierto que dé en su vida. Un concierto descomunal. Mientras llega ese día, los demás tendremos que ir preparándonos para estar a la altura.

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En el mismo concierto, planta de arriba de la Joy Eslava, me encuentro con Manuel Burque. Me gusta encontrarme con Burque porque siempre tiene ese aire de chico que se pierde en los eventos públicos que tanto me recuerda a mí. Dice estar un poco descentrado pero tiene motivos: mucho trabajo, muchísimo trabajo. Como guionista, como actor y como cómico. Burque es de los tipos con más talento de este país y es bueno que le vaya bien porque si a él le va mal, ¿qué podemos esperar el resto?

Leticia Dolera ha confiado en él como uno de los protagonistas de su primera película y él parece satisfecho de su actuación -"no se me da mal", dice, con esa característica y entrañable humildad gallega-. Le duele la espalda y a mí las piernas, después de patearme media Gran Vía buscando mis libros en distintos centros comerciales y, afortunadamente, encontrándolos. Delante de nosotros están mi tío Pancho y Julián López. "Es más joven que tú y yo juntos", dice Burque señalando a Pancho. Tiene razón. Nunca se es tan viejo como a los 39 años ni tan joven como a los 31 y nosotros andamos más o menos por el medio.

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Estar en el Festival Eñe está muy bien. Estar a la misma hora que Jordi Carrión y García Alix y media hora después -solapándonos quizá- de Miguel Noguera ya no está tan bien. Salvo que sus salas se llenen tanto que la gente, penando, acabe en el "chill-out" de la planta segunda y ahí nos encuentren. Consulten aquí el programa.


jueves, noviembre 13, 2014

Noches de bourbon y fresas



Al llegar a casa, dejo la mochila en el sillón y me siento al escritorio para trabajar un rato en el ordenador. A un lado de la mesa está el último libro de Andrés Barba. Lo compré hace una semana o algo así, parte del regalo de aniversario de la Chica Diploma, y ahí se quedó. No hay tiempo ni para colocarlo en la estantería. Medio agotado y mientras Windows se inicia, que ya saben que puede ser un proceso muy corto o muy largo, los ojos se me van al libro y leo "Guillermo Ortiz". Me quedo un poco extrañado porque a qué se iba a hablar de Guillermo Ortiz en un libro de Andrés Barba así que leo con más atención y, sí, pone Guillermo Ortiz.

Es un entrecomillado de la reseña de "Ha dejado de llover" que hice para Sigueleyendo. No dice gran cosa, lo típico, que Barba es muy bueno y tal. No es la primera vez que me pasa, pero sí es la primera vez que me siento realmente orgulloso de estar ahí, quizá por lo inesperado y por lo mucho que admiro a Barba. Las otras referencias de la contraportada son Pozuelo Yvancos, Mario Vargas Llosa y Rafael Chirbes, ahí queda eso. Es una tontería porque lo suyo sería escribir un libro y que apareciera Andrés Barba hablando maravillas de mí, pero me hace ilusión, qué le vamos a hacer.

Me gustaba hacer críticas literarias y a lo que se ve la gente las leía. Y alguien en Anagrama o, quién sabe, el propio Andrés, han decidido que mi nombre tenía que estar ahí como referencia para vender el libro. Teniendo en cuenta que nadie me conoce solo lo puedo entender como un gesto de tremenda amabilidad. Y como tal, lo agradezco.

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La otra buena noticia literaria del día -y fueron varias, hay miércoles muy locos- fue la confirmación de que estaré en el Festival Eñe 2014 hablando de periodismo digital y periodismo de papel en una mesa redonda con otros periodistas-escritores. Nos han dado un buen horario, además: el sábado a las 8 de la tarde, aunque aún no sé con quién coincidiremos. Los "festivales" literarios no son mucho más que una hoguera de vanidades, pero, ojo, a vanidad poca gente me gana. Estuve en Eñe desde el primer año, aunque solo fuera porque yo entré a colaborar para La Fábrica ya en 2003 y mi directora de entonces es ahora la directora del festival.

En 2011 me encargaron el blog del evento y creo que hice un trabajo de la leche. De los mejores trabajos que he hecho nunca. La gente todavía se acuerda de aquel chico que iba con su portátil de lado a lado y que tecleaba mientras la luz le iluminaba la cara en una sala de exposiciones oscura. Elogio de la hiperactividad. Cuando te invitan a algo así te dan una alegría enorme, por lo que he dicho del ego y porque, bueno, siempre piensas que tienes cosas que contar y que te den un público es el complemento perfecto.

De todos modos, lo realmente bueno de que te inviten es evitar la frustración de que no te inviten. Esa horrible sensación del Festival Acróbatas de 2009 o de otros Festivales Eñe anteriores. Claro que, entonces, quiero pensar, no había publicado tantos libros ni había colaborado en tantos medios ni, supongo, tenía la paciencia de los 37 años.

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Como voy últimamente con "El cuaderno gris" de un lado a otro sin demasiado éxito lector, me acuerdo mucho de Patricio Barandiarán, que incluyó un trozo de la entrevista de Pla con Joaquín Soler Serrano como pista extra de uno de sus discos. ¿Qué habrá sido de Patricio? Supo concentrar admiradores y detractores enconados y sus conciertos eran francamente divertidos, apoyados en su propia personalidad errática, ese querer ser Julio Iglesias pero en decadente, en aún más decadente. Un Julio Iglesias que, en vez de vivir en Miami viviera en el Toni 2.

Su otro ídolo era Serge Gainsbourg, incluso llegó a escribir una canción que se llamaba "Tú me quieres, yo tampoco..." pero la hizo tan distinta que casi nadie advirtió el guiño. A mí Patricio me gustaba, como me gusta casi todo, cuando se le veían las costuras, es decir, cuando se caía un poco la pose, como en aquel "no me olvido de ti y creo que es injusto... y lo peor, mi amor, es que al amarte traicioné mis gustos" o cuando la exageraba en la ironía de chica caramelo tumbada en la bañera y soñando con un mundo glamouroso en el que no hubiera más poder que el poder de su belleza, que cantaba Courtney Love.

Algo fue mal y no sé el qué. Quizá lo único que pasó fue que todos imaginábamos que le iba a ir de maravilla y las expectativas se lo comieron. No sé lo que pensaba él. Patricio era un tío que por mucho que compartieras con él cafés y borracheras nunca tenías claro exactamente qué le pasaba por la mente. Eso no quiere decir que no fuera entrañable y que no le eche de menos. Una madrugada de hace varios años me llamó para invitarme a una orgía y yo fui corriendo, dejando a una chica maravillosa bien acompañada en una discoteca de Malasaña. Me encontré a un montón de pirados y cuatro chicas con cara de aburrimiento pensando en dónde se habían metido. Entonces entendí que la decadencia es algo que, para encontrarla, antes hay que buscarla con mucho ahínco.

Algún día volverá, fondón y millonario, empresario o agente comercial o algo así que dé mucho dinero. Una especie de Jorge Mendes. Ese día, espero, dará un concierto en el Búho Real y nos invitará a putas de lujo con champán y fresas. Yo, como siempre, le diré que no, que agua, y él no entenderá nada.

miércoles, noviembre 12, 2014

School



Las "pellas". Ni siquiera sé cómo escribirlo. ¿Son "pellas" o "peyas"? Yo me quedo con lo primero. La enorme satisfacción de las pellas, ese limbo. La relajación de no tener nada que hacer más que disfrutar y saber a la vez que has conseguido huir de algo. En el parque que junta Tomás Bretón con la entrada al Museo del Ferrocarril hay tres adolescentes sentados en un banco, con sus mochilas. Son casi las diez de la mañana y obviamente no deberían estar ahí.

De repente, ven un coche de policía que se para en un centro de salud cercano y se ponen nerviosos. "Somos subnormales, tú", dice la chica, y poco a poco, sin hacer ruido, recogen todo y se van de ahí no vaya a ser que algún agente les mande directamente al instituto, cosa que sinceramente desconozco si se puede hacer.

En el Ramiro no había policía que temer porque las pellas se hacían dentro del propio colegio, bajando al patio a comer pipas o a jugar al baloncesto. En la cantina, con Geni, tomando un par de donuts. Charlando con chicas en alguna escalera. Éramos tantos y los profesores faltaban tan a menudo que era imposible saber si te habías escapado o estabas aprovechando el hueco de la clase libre. Lo peor que podía pasar era que te pillara el jefe de estudios y te echara una bronca, pero el jefe de estudios era Chema, joder, el de Historia, con su pinta de licenciado Brubaker y su carnet del PSOE.

Mientras no salieras del recinto, y eso se les puso entre ceja y ceja ya en 1994, estabas a salvo. Era una sensación fascinante.

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Estoy algo abrumado con mi libro sobre Real Madrid y Estudiantes. Algo atascado y en un punto peligroso: sé demasiadas cosas como para hacer un libro liviano y demasiadas pocas como para hacer una especie de enciclopedia de la rivalidad. Peor aún: conforme avanza la investigación, más fascinante me parece la historia del Real Madrid, sus finales de Copa de Europa, Bob Morse luchando contra Walter Sczerbiak. El Estudiantes, mientras, encerrado en el día de la marmota: los valores, la cantera, formar personas y no jugadores... no sé si eso me va a dar para tantas páginas sin un triste título que llevarse a la boca.

Todo invita a pensar que el libro empezará con Herreros. El empeño de Ferrándiz y las presiones incluso de Pedro Antonio Martín Marín, fanático madridista que fue nombrado Secretario de Estado para el Deporte cuando las negociaciones del traspaso. La sensación de que sí, era lógico que Alberto se fuera a ganar más dinero y más títulos pero que de alguna manera nos estaban avasallando. La historia de sesenta años de pez grande comiéndose al chico, incluso la desdramatización del asunto... siempre que la merienda tuviera un mínimo de estilo.

Y a partir de ahí, de ese "In media res" que tanto me gusta", pues lo típico: Antonio Díaz Miguel y los 50, José Ramón Ramos y los 60, Vicente Ramos y los 70, Fernando Martín y los 80 y ya, cuando la competición de verdad, Antúnez, Herreros, Orenga, los hermanos Reyes e incluso la dos perlas de 2004: Sergio Rodríguez y Carlos Suárez. Hay material, lo que no sé es si habrá tiempo ni talento.

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Rosa Díez en Espejo Público. Probablemente sea la única que en rigor lleva razón en lo que dice. Razón legal y democrática. Y, sin embargo, llevar razón legal y democrática en ese entorno la hace parecer una loca. "Extrema derecha", que diría Abadillo. Estoy convencido de que ella sabe que camina por un callejón sin salida pero mejor eso que caminar por una avenida luminosa que dirige a un abismo.

martes, noviembre 11, 2014

Last night a DJ saved my life



Escribo en Twitter: "Si me contestarais a los emails, mi vida sería mucho más fácil". Hay algo de verdad en la frase y ya he comentado aquí varias veces que lo de no contestar está muy feo pero, pensándolo mejor, a la salida de la biblioteca, agotado bajo la lluvia de noviembre en Atocha, me doy cuenta de que el verdadero problema no es que la gente no conteste a mis emails sino que yo no deje de enviarlos compulsivamente, siempre a la búsqueda de algo, no vaya a ser que me lo pierda. ¿Se acuerdan de aquello de que hay que querer las cosas que uno hace y no hacer las cosas que uno quiere? A veces las dos cosas se mezclan. Por ejemplo, en mi vida sentimental, eso, a los 35 años acabó sucediendo. En lo profesional, ahí estamos, para qué voy a engañarles.

En cualquier caso, la prisa, la necesidad de envío y respuesta, envío y respuesta, puede tener que ver con una aceleración impensable de mi propia vida: en julio de 2012 a mi padre le diagnosticaron un cáncer, en octubre de 2012 me fui a vivir en pareja por primera vez a un barrio que no conocía de nada, en noviembre de ese año fundé una revista cultural que tuve que abandonar en abril de 2013, justo después de la muerte de mi padre. Pasé unos meses organizando una boda que se celebró en septiembre y cuando volvimos del viaje de luna de miel, en octubre, descubrimos que mi mujer se había quedado embarazada.

En los nueve meses previos a la llegada de Álvaro colaboré en tres medios distintos y publiqué tres libros que no tenían nada que ver entre sí, con promoción, Feria del Libro y unas presentaciones preciosas. Luego llegó el Niño Bonito y ahora que parece que se estabiliza, que nos hemos colocado los tres en nuestros papeles familiares y vitales, llega la necesidad de una nueva mudanza. Yo sé que a todo el mundo le pasan cosas todo el rato, pero tantas en tan poco tiempo abruman. Y, claro, el ritmo de vida, el ritmo de exigencia, se dispara.

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Publican los periódicos que han encontrado huellas de una de las niñas en el piso del pederasta de Ciudad Lineal. La noticia aclara que aún falta analizar el ADN pero que la policía está convencida de que la prueba es definitiva. En realidad lo que me llama la atención es que hace un mes que nadie habla de esto y dos meses, casi, desde la detención, con rueda de prensa del ministro, el jefe de la policía y la delegada del Gobierno incluida más el tradicional tremendismo de todos los medios de comunicación, que nos contaron hasta qué marca de tabaco fumaba el tipo.

A mí, por entonces, me repateaba mucho la desaparición del adjetivo "presunto". Sé que es un adjetivo que ayuda poco cuando de todas maneras tu cara está en todas las portadas pero lo consideraba un mínimo deontológico. De hecho, el adjetivo volvió para quedarse a las dos semanas o así de la detención, cuando de repente no había tantas pruebas que echarse a la boca.

Yo estoy convencido de que el detenido es el pederasta porque lo contrario sería dramático, para él y para las posibles futuras víctimas. Necesito estar convencido, vaya. Otra cosa es que me gusten los linchamientos, que no me gustan nada, y este caso, como el de Asunta, sin que quede claro por qué, parece que se están enquistando en los juzgados y en los titulares.

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Carlos Garrido, de Deportes Cuatro, nos dice muy seguro que el Real Madrid va a ganar el triplete, "y con la minga". Yo digo que la Champions no, que esa la gana Guardiola, pero en realidad lo digo con la boca pequeña porque Carlos acierta mucho más que yo. Le explico que estoy escribiendo un artículo sobre Mascherano criticando su sobrevaloración y me mira con cara alucinada mientras repite que eso es una barbaridad. Lo que me gusta de Carlos es precisamente eso, su facilidad para decirte que lo que haces es una barbaridad sin inmutarse lo más mínimo.

Estamos en su casa, con Álida y con Fer. Los cuatro adultos rodeando al Niño Bonito, que juguetea en una manta que hemos colocado en el suelo mientras se intenta comer una pelota hecha con calcetines. Ir de visita con un bebé es una maravilla. La sensación no solo de que todo el mundo le va a querer sino que todo el mundo te va a querer a ti porque le has traído y no necesitas hacer nada más.

Otra cosa es lo que le parezca al niño, agotado de bracitos, estímulos, caras distintas, maxicosis, bugaboos y casas ajenas. El alivio de tirarse en una manta y estirar los brazos y rodar de un lado a otro. Ponédmelo fácil. Al día siguiente, como venganza, un inicio de diarrea y un par de vómitos y la tristeza que invade una casa con bebé enfermo.

lunes, noviembre 10, 2014

La red social


Volvemos a ver "The social network", esta vez en televisión, aprovechando el pase de domingo por la noche. Digo "volvemos" pero en realidad la Chica Diploma, agotada, sucumbe al sueño a la media hora aproximadamente. El resto, más o menos como lo recordaba, algo más breve, quizá. Demasiada información que ya asumí la primera vez y que ahora, de repente, parece poca. Mi principio en Facebook, allá por 2007, a la vez que en MySpace, tres años antes de empezar en Twitter, todo empeño de la Chica Portada que se quedó con parte de la contraseña.

Sin embargo, al final de la película, me encuentro con la clave que me había pasado desapercibida cuando la vi en el cine: la petición de amistad a Erica Albright al final del todo, refrescando continuamente la página para ver si la otra le acepta o no. El fundador de Facebook, el multimillonario más joven del mundo y todo ese largo etcétera, delante del ordenador como cualquier adolescente esperando el mensaje, "la notificación". Mark Zuckerberg, por un momento, vulnerable, como un Ignatius Farray con el ceño fruncido.

Es un detalle decisivo en la película: da a entender que Zuckerberg montó Facebook para conseguir olvidar a Albright y que después de todo lo único que consiguió fue volver a encontrarla, la posibilidad de volver a encontrarla una y otra vez, su imagen y su vida actualizada año tras año. Efectivamente, eso es Facebook: un bar de borrachos autocompasivos. Creo que la imagen sería más contundente si lo que viéramos en la pantalla del portátil fuera el típico mensaje de "este usuario no desea que le envíes solicitudes de amistad". Zuckerberg baneado en la red de Zuckerberg. Zuckerberg como "stalker". Supongo que no quisieron llegar tan lejos.

Yo, en el primer visionado, creí que le pedía amistad a la abogada. No sé por qué, pero me pareció que tenía más sentido.

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Algo parecido me pasó a mí en 2008 o 2009, cuando llegué a San Sebastián pletórico y no solo le pedí amistad a L. sino que le mandé un mensaje no ya de amistad pero sí de "al menos mantengamos las formas después de tres años". Su respuesta fue escueta, educada pero devastadora: "Me alegro de que todo te vaya bien, por favor que esta sea la última vez que tratas de ponerte en contacto conmigo".

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David Gistau intenta tener su momento Jep Gambardella con Susana Díaz y le pregunta exactamente qué margen hay de ajuste en la Constitución para dar más autonomía a Cataluña. "No es a Cataluña, es a todos", dice Díaz. "Sí, pero, ¿cómo se consigue más autonomía para Cataluña en concreto dentro del nuevo acuerdo constitucional que propone?", insiste Gistau. "Negociando", afirma Díaz, muy segura, y ya desesperado, con la media risa de la incredulidad, el periodista acaba casi suspirando: "¿Pero el qué?" Y ella vuelve a repetir su "bullshit" aprendido de memoria, el mismo que le ha ido aupando hasta la Junta de Andalucía sin haber ganado elección alguna.

Yo no tendría tanta paciencia, aunque también es cierto que yo tampoco tengo nada que perder y que no se vea en esto una crítica a Gistau porque él, al menos, lo intentó. Yo me habría puesto de los nervios y habría soltado algo parecido a "Pasa usted por ser uno de los líderes políticos de este país, viene a este programa a hablar sobre Cataluña, pide una reforma de la Constitución, ¿y no es capaz siquiera de dar un ejemplo concreto de cómo encajaría su nueva Cataluña en su nueva Constitución? Solo uno, señora Díaz, no me puedo creer que no se haya preparado al menos un ejemplo".

Todo esto para culminar, quizá, guiño a los pedantes, con un "¿qué es una vibración, señora Díaz?"

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Me parece que el 9-N ha votado mucha gente en Cataluña. También me parece que no ha votado mucha gente, más incluso, y con eso se andan zumbando los unos a los otros. Una demostración más de que, como decía Borges, demasiadas veces la democracia no es sino un abuso de la estadística