domingo, agosto 31, 2008

Planes de futuro

Cuando el presente se acorcha, un poco como pasa cada agosto, y además uno tiene trastornos patológicos de ansiedad y angustia, no le queda más remedio que planear compulsivamente el futuro. Desde un punto de vista artístico, estos son mis planes para los próximos años. No es más que una enumeración obsesiva, pero nos puede servir para hablar de algo cuando nos encontremos en algún lado, si es que finalmente decido volver a ir a algún lado, porque sé que hace mucho que no se me ve el pelo. Víctor Alfaro tiene que estar avergonzado de mí.

Septiembre 2008.- Festival de San Sebastián de cine

Octubre 2008.- Posible grabación de un cortometraje aún sin nombre con dirección de María Riveiro y guión mío.

Primavera 2009.- Publicación de "La Crisis", un libro con tres relatos largos, de los que ya hay seleccionados dos: "Amaneceres Imprevistos" y, obviamente, "La Crisis". Si no hay editor, se autoeditará y, muy probablemente, si todo va bien, incluso se regalará. Procuren ser simpáticos conmigo hasta esa fecha :-P

Verano 2009.- Rodaje de "50 euros la hora", el corto que llevo meses preparando con Hache. Estamos en fase de pre-producción, que durará lo que tarden Raúl Arévalo y Nacho Vigalondo en decirnos que no, Bancaja en rechazar nuestro proyecto y Medina, ICAA, Comunidad de Madrid en mandarnos a la mierda. Tras lo cual lo grabaremos con una Mini DV, conmigo haciendo de psicólogo y la propia Vega, con bigote, haciendo de paciente.

Primavera 2010.- Publicación de "Gente Rara" (¡por fin!). Tengo unos 40-50 relatos escritos para este libro y lo que no tengo es tiempo -ni ánimo- para repasarlos. Cierto estancamiento creativo, supongo. Habrá que elegir unos 12 y buscar editor, etcétera. Complicado, como siempre, pero la vida da tantas vueltas...

Y, bueno, a partir de ese año, pues ya dedicarme a la novela. Tengo tantas ideas que no sé cuál afrontar con cierto orden. Soy muy malo para el orden, además. Supongo que empezaré cuatro a a la vez y a ver por donde van saliendo y repetiré frases preciosas en los distintos originales. Mi idea es que en 2011 tenga algo que presentar, algo muy bueno, ganar un montón de premios, ser considerado el máximo exponente de la "literatura juvenil", a mis 34-35 años y a partir de ahí poder escribir microrrelatos espantosos en la prensa nacional.

O, al menos, que me dejen escribir el diario de un adolescente o algo semejante.

Entrevista a Carmen Simón

Disculpen la semanita de asueto y relajación. Esta semana tengo mudanza y estaré francamente insoportable. Además, ni el mundo ni yo hemos hecho nada realmente reseñable estos días, así que me limitaré a dejarles con la mujer más eficaz del mundo (y quien diga lo contrario, que se prepare para un dolor intenso y permanente).

domingo, agosto 24, 2008

Resumen de España en Beijing 2008


Analizar unos Juegos Olímpicos es una tarea inabarcable, eterna y fatigosa. Para analista y lectores. Analizar la actuación de un solo país es algo menos aburrido y permite apreciar más matices, pero de todas maneras es algo complicado y que no puede definirse con un sólo sustantivo: fracaso, decepción, satisfacción, éxito...

España abandona Pekín con 18 medallas, cinco campeones olímpicos y numerosos diploma. Digan lo que digan los números, la actuación ha sido mejor que en Atenas. No sólo las condiciones de adaptación eran más difíciles sino que el equipo, en líneas generales, era mucho peor. Atenas fue un fracaso o algo muy parecido. En Pekín se ha competido bastante bien en casi todas las disciplinas y se ha alcanzado un resultado muy similar al máximo posible: yo hablaba de 22 medallas y han sido 18. Aceptable.

Los puntos fuertes han sido sin duda el piragüismo y Joan Llaneras. La labor oscura de la federación de ciclismo ha desembocado en dos medallas de oro, una de plata, una de bronce y otros dos diplomas olímpicos -el cuarto puesto de Contador contrarreloj, una verdadera lástima-. El baloncesto ha dejado una sensación extrañísima: rozó el ridículo ante China, jugó horrorosamente mal contra Alemania, Grecia y Angola, mejoró contra Croacia y ligeramente ante Lituania y acabó el torneo con el mejor partido de la historia de este país.

Por cierto, la manía de culpar a los árbitros de todas las derrotas empieza a ser ridícula. Puede que el arbitraje de la final fuera desfavorable a España, pero me temo que estos Estados Unidos son una selección descomunal con un juego de equipo mejor aún que el del Dream Team. Eso convierte a la nuestra en, probablemente, y junto a la Yugoslavia 1989-1991 (y porque ahí pasó lo que pasó) en la mejor selección FIBA.

Sin embargo, las luces no deberían cegarnos. Hay demasiadas sombras. En mi opinión, los Juegos Olímpicos se resumen sobre todo en tres disciplinas: atletismo, natación y gimnasia artística. Cuando uno recuerda los grandes nombres del olimpismo de todos los tiempos se le vienen a la cabeza Jesse Owens, Mark Spitz, Ian Thorpe, Bob Beamon, Carl Lewis, Nadia Comanecci... rara vez recuerda uno a un gran piragüista por muchas medallas que gane.

Y el problema del deporte olímpico español es que naufraga en aquellas disciplinas olímpicas por excelencia. La natación está completamente atascada: Wildeboer ha mejorado con respecto a 2004, Belmonte nadó bien una carrera, Villaécija dice que estaba enferma, Zhivanevskaia se considera demasiado mayor para competir. Detrás de ellos, la nada. El problema no está ya en que no ganen medallas o no alcancen finales -un finalista y fue séptimo en su prueba-, es que ni siquiera mejoran sus marcas en una piscina y un momento en el que todos los demás están superando sus registros en varias décimas e incluso segundos. Falta de profundidad y competitividad.

El atletismo es otra muestra de estancamiento: nuestras estrellas eran Higuero, Casado, Domínguez y Paquillo. Es decir, los mismos que en 2004, pero en peor momento que entonces. Sólo Pestano y Beitia -ambos olímpicos pero muy jóvenes en 2004, creo recordar- aparecían como posibles soluciones de futuro. Incluso María Vasco estaba en sus terceras olimpiadas, ocho años después de su momento de gloria. No viene nadie por detrás. No hay relevo. Y el presente se ha traducido en unas cuantas finales y pocas actuaciones realmente meritorias: Domínguez se cayó, Casado fue eliminado en semis, Beitia acabó séptima, Pestano no fue ni finalista, Paquillo se quedó a varios minutos del podium...

El problema está en la reacción de los propios deportistas: los nadadores culpan a la federación y en concreto al director técnico sin ningún sentido de la autocrítica, los atletas culpan a los periodistas. Lamentable este episodio con un comentarista de TVE.

Por último, en gimnasia, tenemos a Gervasio Deferr, pero no por mucho tiempo. Él solo ha sostenido la gimnasia artística en los Juegos durante ocho años. Rafa Martínez ha sido un dignísimo campeón en otras competiciones, pero siempre castigado por las lesiones, igual que en su momento Jesús Carballo. Es cierto que esta generación ha consegudo lo que ninguna otra antes en la historia de la gimnasia española, pero el relevo parece ausente.

En definitiva, España ha mejorado lo de Atenas, en términos de competitividad al menos, pero sigue teniendo un claro problema en demasiadas disciplinas clave, que copan la atención de los medios y dan un número ingente de medallas. Siendo críticos y viendo el nivel de los deportes profesionales que viven de patrocinadores, clubes, ligas... resulta preocupante que consigamos 10 medallas menos que Italia, 22 menos que Francia, 23 que Alemania y hasta 29 medallas menos que Gran Bretaña.

Esos son los países con los que España compite deportivamente en Europa y los que deberían servirle de referencia. El trabajo de Alejandro Blanco al frente del COE parece centrarse de momento en ponerle muchas ganas, hacer muchas relaciones públicas... y exigir más bien poco a las Federaciones. Así, vamos mal. Viendo lo que hay y la media de edad de los medallistas de 2008, es difícil ser optimista para 2012. El modelo anterior -exitoso, pero que falló en Atenas cuando pudo haberse consagrado- ha tocado a su fin y no parece que haya opción B. Hay cuatro años por delante para ponerse a trabajar.

sábado, agosto 23, 2008

La sexta medalla de Carlos Jiménez


Salvo que él mismo se retire o el siguiente seleccionador decida no contar con él -un suicidio en este momento-, Carlos Jiménez pasará a la historia como el baloncestista español con más medallas en Europeos, Mundiales y Olimpiadas. No tengo los datos exactos a mano, pero probablemente sea también el deportista español de equipo con más medallas, con la lógica duda de Manel Estiarte, en waterpolo.

Puede resultar algo extraño para alguien acostumbrado a mirar de lejos el deporte y fijarse en los grandes nombres: Corbalán ganó dos medallas -Eurobasket 83 y Juegos Olímpicos 84-, Epi ganó tres -las dos anteriores más la del Eurobasket 91-, Pau Gasol ha ganado cinco -Eurobaskets 01, 03 y 07, Mundial 06 y Juegos Olímpicos 08- y lo mismo puede decirse de Juan Carlos Navarro, Jorge Garbajosa y Felipe Reyes. Jiménez añade la plata de 1999, la primera de las dos que consiguió Alberto Herreros, otro grande del deporte.

Pero los que conocemos el baloncesto desde hace al menos 20 años, temporada tras temporada, partido tras partido, no sólo no estamos en absoluto sorprendidos sino más bien orgullosos de que tal galardón se lo lleve el jugador más infravalorado de la última década. El mérito de Jiménez es asombroso: no ha surgido en Europa un defensor mejor en muchísimo tiempo y, desde luego, en España, sigue sin tener un competidor.

Como seguidor del Estudiantes, tuve la suerte de seguir a Carlos durante 11 temporadas. Cualquiera puede ver qué ha sido del equipo -deportivamente- sin él. Reconozco que había partidos en los que sólo me fijaba en lo que hacía Jiménez: era un gusto verle presionar la subida del balón con sus brazos enormes, coger a su hombre, ir a dos ayudas, tres ayudas, rotar, volver a coger a su hombre, hacer un dos contra uno en una esquina y correr hacia el aro para coger un rebote o poner un tapón. Siempre la decisión correcta.

Su involucración en ataque siempre fue mayor que la que le atribuían las estadísticas. Atacar no sólo es tirar a canasta. Jiménez se ha movido siempre en torno a unos discretos 10 puntos por partido y unos mejorables porcentajes de tres puntos, pero su movimiento en la cancha es un "clinic". Nunca -o casi nunca, su peor partido coincidió con la derrota de la selección en 2007 contra Rusia- se equivoca. Sabe colocarse, dirigir, rebotear, forzar faltas. Durante la segunda etapa de Pepu en el Estudiantes, Jiménez tomaba todas las decisiones. El base subía la pelota, sí, pero el primero en recibirla era Carlos, a partir de ahí él decidía. Durante años lideró la valoración de los jugadores españoles.

Es cierto que sin la irrupción de jugadores más talentosos -Gasol, Navarro, Rudy...-, Jiménez no se hubiera bastado para liderar a la selección a las cotas a las que ha llegado. Probablemente, como escudero se sienta más cómodo que como señor. Eso no quita para que, al final, aun con 32 años, aun salido de una lesión, llegue el partido decisivo en los Juegos Olímpicos -hablo de la semifinal porque de la final de mañana será mejor no hablar- empiece de titular y juegue 26 minutos, uno menos que Rudy, cuatro menos que Pau.

El hueco que tarde o temprano dejará Jiménez será difícil de llenar. En principio, su retirada debería de adelantar cuatro años aproximadamente la de los chicos del 80: Gasol, López, Navarro, Berni, Cabezas, Felipe, Calderón (nacido en el 81). España seguirá ganando cosas sin él, por supuesto, pero no con tanta facilidad.

Nunca, en mi vida, he visto a un jugador entender mejor este deporte. Por lo que me comentó en su momento, Pepu tampoco.

viernes, agosto 22, 2008

Cortesías

Contestadas con el siguiente email que Arcadi me pide que publique en el blog -no sé si en el suyo o en el mío, pero por si acaso, lo voy colgando en el mío:

Querido Arcadi:
Gracias por la mención en tu blog, sabes que es para mí todo un honor. En cuanto al fondo de la cuestión creo que discrepamos: el hecho de que elmundo.es efectivamente acertara no hace que su trabajo fuera mejor. Podría no haber acertado: su única fuente era un trabajador del SUMMA "en shock". Puede que en vez de 23 heridos, todos en estado crítico, hubieran sido 50 ó 5, vaya usted a saber. Noté un desprecio absoluto por la vida individual de cada uno de ellos. Lo que importaba era dar una cifra bien grande y que sirviera precisamente para lo que tú comentas: para que los demás te tengan que citar porque has sido el primero en decirlo. Algo parecido a meter terroristas suicidas en un atentado, just in case, como hace a menudo la prensa deportiva: "Ya adelantó Marca...".
No sé si me explico bien. Tú llevas muchos años en esto y seguro que te has visto en muchísimas situaciones similares y veo que hay algo en el trabajo de EL MUNDO que te complace mientras a mí me repugna. No creas que eso no me hace replantearme mis consideraciones, aunque hasta cierto punto incluso agradezco que, alguna vez, no estemos de acuerdo en algo. Lo contrario me parecería preocupante y aburrido.
Creo que elmundo.es no debería haberse lanzado a dar cifras sin confirmar, acertara o no, y creo que EL MUNDO no debería dedicarse a buscar culpables en una compañía antes de que se sepa que, efectivamente, son culpables. Sobre linchamientos mediáticos a supuestos responsables que acaban no siéndolo, aunque ayuden a vender más periódicos y sobre todo a abrir un debate en el que ocupas el centro -"mira lo que pone EL MUNDO... Espera, que bajo a comprarlo"-, tú has alertado numerosas veces en artículos, libros y entradas de tu blog.
Lo que no quiere decir que, al final, se pueda acertar, claro. Y que los McCann hubieran matado a su hija, que ETA hubiera estado detrás del 11-M o que Ahmed Tommouhi fuera efectivamente un violador... pero, como muestran los casos anteriores, buscar un culpable antes de tiempo puede tener consecuencias desastrosas.
Que se investigue, y si después de investigar, resulta que Spanair es culpable, que hay una relación demostrable entre sus problemas financieros y este accidente en concreto, paguen por ello. Pero lo que se debate, lo que se coloca en portada no es el hecho de que Spanair tenga graves problemas económicos y de mantenimiento, que está demostrado que los tiene. Ni siquiera si esos problemas pueden derivar en un accidente aéreo en determinadas circunstancias, que, estoy de acuerdo contigo, podrían derivar. Lo que el periódico trae en portada es que esta tragedia, en concreto, está derivada de esos problemas.
Juzgados y condenados en 6 horas, asombroso. Cuando el periodismo abandona la realidad y se empeña en crearla,o, si quieres, anticiparla, me da miedo.
Un fuerte abrazo lleno de la admiración de siempre,

jueves, agosto 21, 2008

La muerte como disciplina olímpica


Ya no sé lo que es el periodismo. Puede que alguien lo sepa, pero yo no. Sé lo que son algunos medios de comunicación, pero desconozco sus reglamentos internos y sus códigos deontológicos. Sólo puedo opinar desde una distancia crítica de observador.

Lo de ayer por la tarde fue obsceno. La pelea entre medios por sacar el mayor número de muertos posible, me refiero. Discutía con dos buenos y muy inteligentes amigos hasta qué punto eso era repugnante. Parece ser que no es repugnante, sino un buen trabajo. No sé en qué consiste el trabajo del periodismo, ya lo he dicho antes. Si consiste en informar, ayer "El Mundo" no informó. Se limitó a hacer apuestas sobre cifras, como el que calcula cuántas medallas va a conseguir un país en unos Juegos Olímpicos.

Sólo que la muerte, las catástrofes, son el deporte olímpico favorito para los periodistas morbosos. Siempre aciertan. Entre la previsión de elmundo.es de las 16 horas de ayer: "Todos muertos menos 23 en estado crítico" y la realidad no ha habido demasiada diferencia. Están orgullosos. Es un buen trabajo. Hablaron con fuentes mal informadas y dieron por buenas declaraciones hechas en shock. Eso en dobles titulares y grandes letras. Al final, sólo se han equivocado por 19 heridos leves. 19 que ni están muertos -calcinados, atrapados, troceados... el periódico no se ahorró adjetivos ni imágenes- ni van a morir, esperemos.

Para el periodismo se ve que esa no es una gran diferencia. 19 personas, 19 familias, 1900 amigos, 19000 conocidos, 1900000 compañeros de trabajo. Nada en comparación con los 150 muertos acertados, 150 familias, 1500 amigos...

"El Mundo" hizo un gran trabajo porque acertó, y acertar en tiempo real no es nada sencillo. Luego le salen a uno terroristas suicidas por todas partes. Sin embargo, a uno le gustaría pensar que el periodismo aunque se permita licencias es algo más que un juego de apuestas. Y que el valor de su trabajo no se debería medir por las ganancias o las pérdidas.

Tampoco tengo muy claro para quién trabaja el periodismo. No para las familias de las víctimas. Está claro que esas les da igual -salvo para los morbosos comentarios llorosos, el "shock" como muestra única de periodismo de investigación- y además, al fin y al cabo, las familias deberían tener otros medios de información a su disposición. Desde luego, el periodismo -ese periodismo, quizás ese periódico, sólo, aunque lo dudo- hace daño a las familias, porque lo están leyendo, lo están viendo, lo están oyendo y lo que leen, ven y oyen no es una desgracia lejana de "uy, qué pena, qué dolor, mis mayores condolencias". Es la realidad. La realidad del avión a 500 kilómetros por hora derrapando, estrellándose y ardiendo. No son unos cuantos cuerpos calcinados y destrozados. Son sus hermanos, sus padres y sus hijos.

Pero al periodismo le da igual eso y hace un buen trabajo. Divierte. Kant definía lo sublime estético como esa sensación que da la naturaleza de constante peligro cuando ese peligro lo vemos desde la distancia. Saber que podría pasarnos a nosotros, pero, gracias a dios, les ha pasado a otros. Supongo que "El Mundo" trabaja para estetas y en ese sentido casi todos somos estetas y por lo tanto "El Mundo" trabaja para nosotros, en definitiva. Nos entretiene, nos hace sentir vivos y afortunados. Cuantos más muertos, más fortuna. Y además nos da la posibilidad de dar palmaditas en la espalda y sentirnos bien.

Pues eso. Buen trabajo, chicos. Seguid así. Y que nosotros lo veamos.

miércoles, agosto 20, 2008

There´s someone on your shoulder

- ¿Crees que basta con que seas guapa? ¿Crees que no me podría ir con otra chica que simplemente fuera guapa? ¿Ves esa chica de ahí? ¿No crees que me podría ir con ella sin más y dejarte a ti tirada? Es tan guapa como tú o más. Un millón de chicas en este continente son tan guapas como tú o más.

- Inténtalo.

- Vale. Podría intentarlo y fracasar. La chica podría no mirarme siquiera y subirse corriendo al vagón y yo me quedaría planchado, pero ¿y si lo intentara otra vez? ¿Y si lo intentara con 10? ¿No crees que una me haría caso y acabaríamos tomando un café si esto fuera un relato de Cortázar o echando un polvo en mi apartamento, si esto fuera un relato de Cortázar, pero algo más adelantado?

- Te estás poniendo muy pesado -dice, mientras no consigue encender un mechero y aprieta la piedra con fuerza una vez tras otra.

- Cien veces. ¿Y si lo intentara cien veces? ¿No podría conseguir una chica guapa de entre cien?

- Déjalo de una vez.

- Doscientas veces. Una tras otra. 199 rechazos, pero una sola sonrisa y te quedarías completamente sola.

Laura sigue golpeando la piedra, completamente ausente y mirando alrededor por si alguien está fumando y le puede dejar un mechero.

- Tan guapas como tú o más. Trescientas. Una posibilidad entre trescientas.

Laura se acerca, se aleja, pregunta, vuelve, mira hacia el frente, hacia los lados, se echa las manos a la cabeza, se quita el pelo de la cara y lo manda hacia atrás con fuerza. Se desespera, parece que va a echarse a llorar.

- Déjalo ya, vale, déjalo por favor. ¿A qué viene todo esto?

- Quería que lo supieras. Sólo eso. Si vas a seguir jugando a esto no tienes más que una posibilidad entre quinientas, mil, dos mil, cinco mil de ganar.

- ¿Y qué quieres que haga?

- Dejar de jugar a esto. Por favor.

martes, agosto 19, 2008

Beyond the hangover

En la T4 no hay televisiones. Ni una sola. El tipo nos dice que oían los partidos de la Eurocopa por la radio. El avión da un giro imprevisto justo cuando se supone que está aterrizando y se va hacia arriba de golpe y luego a la derecha y yo me mareo y me asusto y me preocupo, pero los demás no y el autobús no nos deja en Sants sino en Plaza de España pero merece la pena, especialmente la pantalla de plasma enorme del bar donde nos tomamos unas alitas de pollo, miramos Internet quince minutos -los que son gratis- y conseguimos ver el partido diez horas más tarde.

La mayonesa de las patatas no nos intoxica aunque es verano y la ciudad es un templo con multitud de niños y niñas guapas persiguiendo a niños y niñas guapas -preferiblemente extranjeras- por la Plaza de Catalunya para que entren en Pachá. Nosotros bajamos por la calle del medio y nos metemos en un bar sin música -para morir elegí una de The Killers que dice "I´ve got soul but I´m not a soldier" y que antes que Nike la utilizó el pincha del Honky, ¿o era el del Pops?- a repasar una adolescencia que está más cerca siempre de lo que uno piensa, traspasando plásticos para hacer fotos en el Maremágnum, subiendo y bajando escaleras, andando como locos Diagonal arriba y Diagonal abajo, camino del Borne, un sitio como cualquier otro para comer.

Hace sol pero no mucho calor, la terraza es agradable. Contador ha perdido el bronce por ocho segundos. La camarera indica la izquierda señalando la derecha y me mira como si yo fuera el tonto y acabamos en la Barceloneta, la primera vez sin bañador, la segunda vez con bañador pero sin toalla, preguntando a las turistas -a las guapas- "do you come from the beach? where is the beach?" porque Barcelona, en agosto, es una ciudad cuyos mensajes sólo pueden descifrar las turistas guapas y miro el mar sin libro ni periódico, tumbado de espaldas, bellezas mediterráneas a mi alrededor y yo, ¿qué? Yo, algo. Madrileño, probablemente. Una pantalla gigante da un partido de dobles femeninos, el Atleti pierde.

Y aunque el sitio es bueno, es mucho peor que hace 10 años. Un poco más de 10 años, contigo y con L., o contigo y con T., como prefieras. Los tres, en cualquier caso, escuchando canciones de George Michael en un disco-pub que no era hawaiiano o latinero o lo que quiera que sea ahora, sino misterioso, con sus figuras de cera y sus pasillos y sus reliquias tras los cristales. El trenecito del amor. El club del pepino. Venimos de una sala abarrotada en la calle Balmes, donde una camarera -podría contar mi vida uniendo camareras- nos ha hinchado a kikos. Barcelona es una ciudad con Pepsi y sin Brugal y una calle enorme que hay que caminar todo el rato y un montón de recuerdos agazapados tras cada esquina a los que sacarle la lengua, y España empieza mal, sigue mejor, acaba mal otra vez, Verónica Puertollano llama, quedamos en el Raval, justo al lado del MACBA, nos contamos de cero, como cada vez que coincidimos: ella con su especie de prisa tranquila, yo con mi especie de calma nerviosa. Una ensalada mixta y un montón de recuerdos y miedos que van surgiendo y una bici -como tu bici en el Paseo de Gracia pero esta vez en La Central- y una biblioteca donde no hay gente delante de la que besarse, porque besarse, y volvemos a la adolescencia, es, esencialmente, un acto público.

El calor de la estación de Sarriá. El calor y la sensación de que voy a desmayarme. El mareo y la angustia y el dolor intenso en el hombro izquierdo -¿será el brazo izquierdo? ¿será un infarto?- y la calle Doctor Fleming y la calle Vía Augusta y la noche de repente en mitad de ningún lado, pero cerca del Tibidabo, a mis pies. su ciudad llena de lucecillas y torres, inofensiva desde lejos, ahí, tirada, cómoda, tranquila, Narciso ante el espejo del río. Contemplándose y contemplándola con un solomillo de buey en la boca, tragando ansiedad y ansiolíticos y dolor de hombro y cansancio y mirada a Fer para irnos y Fer empieza a correr porque no llegamos, pero yo no puedo correr, no puedo siquiera andar deprisa y confiamos en que, pese a todo, Sandra nos espere y que el tren llegue tarde y cuando llegamos a Sitges hay un sol de limón que me atorra por la ventanilla derecha y de repente es 2003 -casi todo el rato es 2003, si se fijaran, se darían cuenta- y callejeamos y comemos más solomillos y nos tumbamos boca abajo, yo lleno de todo tipo de cremas solares y con una toalla prestada y menos belleza mediterránea porque esto no es Temple Beach, esto es otra cosa más democrática, más de viernes de puente.

Pasamos por tu pueblo pero tú no estabas, así que eché de menos a otra.

La ducha tiene un mecanismo complicado y una mampara ridícula. El baño se llena de agua enseguida y el suelo está lleno de toallas que nos tienen que cambiar cada día. Hay dos camas enormes y juntas. En el minibar faltan ya dos botellas de agua. No hemos vuelto a probar las alitas de pollo del bar. El camarero nos dice que sí y nos sentamos los tres a tomar unos bocatas de lomo antes de entrar de lleno en las fiestas. Dani Flaco nos cuenta, vida personal y profesional. Yo le cuento. Fer calla. Vamos al bar de Mariona, donde hace mucho calor, muchísimo, y al menos hay Pampero durante un rato. Oímos una versión maravillosa de "One way or another" de Blondie, nos colocamos junto a todos los grupos de chicas, la mayoría veinteañeras, guapas, extranjeras, rubias pero morenas, con minifalda y una camiseta de tirantes y el pelo recién lavado. Nos perdemos entre contenedores. Hacemos marcha hasta Francesc Macià y corremos a partir de Francesc Macià. Las chicas se desmayan después de las fiestas de espuma, Phelps gana el séptimo oro, tú me llamas para decirme que no me echas de menos, como si llamarme no fuera una manera de decirme que me echas de menos, la chica de La Illa se equivoca y me trae un bocadillo de jamón con pan y tomate. Le digo que no, que chorizo. La chica mira la orden y trae chorizo. El segundo cuarto es un desastre. El tercero, también. Nos reímos. El problema, después de todo, es que los demás van muy rápido. Van como locos.

Paolo Bettini ataca en el primer puerto, nada más llegar a la Razzmatazz -no fuimos al final al Gamper, Grácia estaba masificado-, las chicas se van al cuarto de baño cuando no quieren nada contigo, nosotros las miramos desde lejos, todo escritor encuentra un cierto placer en la distancia. Primero hay girls who are boys who like boys to be girls who do boys like they´re girls who do girls like they´re boys, luego, más adelante, mucho más borracho, a las tres o las cuatro Imagine all the boys hahahahahahaha and the girls hahahahahahahaha and the strings hihihihihihihihi and the drums, the drums, the drums, the drums... En la terraza no se ve nada, pero al menos nos cruzamos y nos sonreímos y nos decidimos y nos despedimos porque no hay medalla segura. Nunca. En el pop bar no hay pijitas con corbatitas. El concierto nos gusta porque es lo que esperamos. Una expectativa cumplida. A veces estamos en una discoteca y a veces en las Fiestas de la Paloma, pero cuando Nadal salva las dos bolas de break y se lleva el segundo set está claro que va a ganar (como si no estuviera claro antes) y podemos coger el autobús infernal, el que no llega nunca, el que se retrasa como un barco croata asaltado por tripulantes daneses -"olviden todo lo que les hemos dicho", dijo la comentarista, y me pareció una gran idea- y bajarnos frente al Hospital del Mar y pedirle disculpas, mil disculpas, un millón de disculpas a Sandra que nos espera en un sitio que se llama "Agua" y que está justo al lado de la playa a rebosar, en el Port Olímpic.

El sol cae de la izquierda y derrite el Magnum. Mi polo y yo. Drassenes, línea verde. Colón señala hacia Mallorca, no hacia América. El móvil suena pero lo apago y cuando me despierto es de noche cerrada, pero aun así nos dejan entrar, siempre que decidamos lo que queremos en diez minutos y lo comamos en unos treinta. El Valencia remonta. Estamos mucho más allá de la resaca y la cena se nos hace muy pesada. La mafia de Osetia amenaza a Fer con el dedo -qué feo señalar, incluso para un georgiano- y huímos a territorio dublinés, uno de esos sitios donde pides JB con Coca-Cola y no sólo tienes que pedirlo en inglés, sino que te lo ponen con Pepsi y todo en vasos aparte, como si fueran dos bebidas distintas. Sleeping is giving in. All I wanna do is have some fun. No veo cómo un gin-tonic podría mejorar nuestra situación en la última noche. Quizás un peep-show, pero Fer no sabe lo que es un peep-show. Se lo explico, mientras subimos las Ramblas y resulta que está cerrada la exposición de los Spots Electorales, como, al parecer, pasa todos los lunes.

Nos metemos en un bar con cinco canales olímpicos diferentes y en todos ellos ganan los chinos. Comemos un par de hamburguesas y maldecimos -maldigo- a Scola. Fer baja con Bridgestone y yo con Michelín, y se me hace más duro, claro. Calle Numancia, abajo, hacia Sants, pero al menos el autobús llega en seguida y yo encuentro el billete que busco y cuando por fin cruzamos la línea del metro, la línea final, tras la cual ya no quedan vacaciones ni sueños ni Barcelona sino un asfalto pegajoso que nos recibe así, como si nada, como diciendo: "Al final, todos vuelven", ya sin rencor alguno, levantamos los brazos y nos decimos por última vez, bajando del taxi: "Podemos".

lunes, agosto 11, 2008

Volverás a Región

Fer Heads y yo hemos decidido que estamos en el mejor momento de nuestras carreras y vamos a disfrutar de la pasión olímpica en la única ciudad olímpica de este país: Barcelona. Sí, otra vez. No sé ni cuántas van y empieza a no importarme. La semana que viene estaré viendo a Michael Phelps y compañía en un hotel de cuatro estrellas con excursiones esporádicas a la playa, el puerto, las fiestas de Gràcia y la Razzmatazz -Fer está, incomprensiblemente, empeñado-. Así que no es probable que escriba estos días aquí. Pásense, por si acaso, conmigo nunca se sabe. Pero probable no es.

Sergio García encuentra otra manera de perder


Decir que García "regaló" el PGA a Harrington, como titula el Marca, sin duda es excesivo. Decir que todos sus putts fueron perfectos, como dice el propio García, es una muestra más de una soberbia defensiva que probablemente no le esté haciendo bien a su juego.

Sergio dice que, por juego, merecería haber ganado ya dos o tres grandes. No sé lo que entiende "por juego" o, más bien, no sé qué entiende por "no juego", es decir, qué es lo que hace que no gane torneos, aparte de esas últimas jornadas de 74-75 golpes o esos tiros al agua desde la calle del hoyo decisivo. No todo puede ser mala suerte, siempre. Si no gana, es porque no se lo ha merecido. Merecerse ganar algo que no se gana va contra la definición misma de competición y deporte.

García perdió ayer por la misma razón por la que pierde (casi) siempre: es un pésimo putteador. Es cierto que durante el torneo no le fue mal, pero su actuación en los hoyos decisivos fue decepcionante: el putt del hoyo 15 para birdie y dos golpes de ventaja fue lamentable, muy mal tirado en un momento clave. En el 16 se fue al único sitio donde no podía irse: al agua. Incomprensible. En el 17 dio un golpazo descomunal y falló un putt de 5-6 pies, la mitad de lo que tenía Harrington, que sí lo metió y se colocó de líder en solitario.

La salida del 18 no fue buena. Rough alto. Luego pega un buen golpe, sí, pero en una situación desesperada. Apelar a la mala suerte en una situación desesperada es absurdo: la bola puede ir a cualquier lado. Efectivamente, si hubiera ido dos metros más larga o más a la derecha, hubiera cogido green. Pero fue donde fue: al bunker. La recuperación fue regular y el putt, una vez más, malo.

A Harrington ayer no le regalaron nada. Quiero decir, si no hubiera metido ese putt increíble del 13, ese otro del 16 para salvar el par y los del 17 y 18 para birdie y par, no hubiera ganado. Y lo normal era no meterlos. Fue mérito suyo. Por otro lado, García tiene que darse cuenta de que la diferencia entre ganar y merecer ganar es el acierto. Algo tan sencillo como eso. Un tipo los mete y tú los fallas. Por mucho, por poco... eso da igual. Los fallas. Una y otra vez. Un torneo tras otro... Algo estás haciendo bien, por supuesto, ¡como si fuera fácil llegar al 17 de un Major empatado en el liderato! Pero algo estás haciendo mal, también, si no consigues rematar nunca.

domingo, agosto 10, 2008

Comentarios sobre las Olimpiadas


Me levanto a las 8 de la mañana, voy a casa de Inés. Vemos el final de la carrera de ciclismo. Ella se duerme hasta los últimos cinco kilómetros, que la despierto porque "hay un español". Ella no conoce al español -demasiados años en Estados Unidos- pero se pone a gritar como loca cuando su desconocido gana, y nos abrazamos e incluso oímos gritos por el patio y eso nos quita un poco el mal sabor del desastroso partido de baloncesto de las chicas, de lo mal que lo han hecho los de tiro, de la constatación de que Mireia Belmonte es buena, muy buena, pero las demás -al menos, 13-son mejores y las malas noticias que llegan de la vela.

Vamos cambiando de canal en canal y eso que sólo tenemos tres: Eurosport, Teledeporte y la Primera. Los comentaristas de Eurosport son penosos, los de TVE, menos.

Comemos con Blanca, dormimos siesta -"El Paciente Inglés"- visitamos Olavide, revisamos la programación del día siguiente, repasamos la jornada, vemos un capítulo de "The Entourage" y nos acostamos prontito.

A las 4, nos levantamos otra vez. Queremos ver a Michael Phelps en los 400 estilos. Por lo que dicen, es su prueba individual que más peligra. Por Ryan Lochte. Sin embargo, Lochte sólo aguanta 200 metros, Cseh (¿se escribe así?, 300, y Phelps gana con contundencia y record del mundo. Inés se vuelve a la cama. Yo veo perder a Grant Hackett en su prueba menos buena, veo perder a Hoff, veo la remontada de la selección de balonmano agotarse en los dos últimos minutos, veo que ganamos al waterpolo... y me vuelvo, yo también, a la cama.

Hace un calor terrible en la habitación de Blanca, su hermana. A las 7,45 ya estoy despierto otra vez. Tomo un vaso de leche, repaso resultados -bien en esgrima, mal en badminton, gimnasia, hockey hierba femenino y judo-, despierto a Inés y nos ponemos a ver el España-Grecia de baloncesto. Hay algo que no me gusta de España: quizá sea que me he acostumbrado a verla ganar fácil y cuando todo va bien sólo llaman la atención los defectos. Puede ser una cuestión de ritmo: demasiados cambios, demasiado complicado meterse en el partido, demasiado rodillo aderezado por un par de vueltas de tuerca en el momento preciso. Rutinario.

Grecia es un equipo descomunal y hemos llegado a ir 20 puntos arriba, sin necesidad de Pau Gasol casi y con Garbajosa y Raúl López -como era previsible- en un estado de forma alarmante.

A partir de ahí, cierta apatía. No hay nada relevante, porque la NBC programa casi todo a primera hora, que coincide con el prime time americano, así que ¿qué nos queda? El Lituania-Argentina, que es un derroche de físico y atletismo y garra con muy poca cabeza. La otra Argentina, la de fútbol, gana a la selección australiana 1-0. Para eso, uno se pregunta si hacía falta tanto Riquelme, Gago, Mascherano, Garay, Messi, Agüero...

Vemos la semifinal de esgrima y la semi de repesca de judo. La chica se lesiona y llora. Llora incluso antes d perder porque sabe que, incluso ganando, no podrá jugar por la medalla. El hombro lo tiene destrozado. El tipo de esgrima pierde también, pero le queda una opción. Para verla tranquilos, Inés y yo nos bajamos a un bar, pillamos un pepito de ternera y un bocata de tortilla, un par de Coca-Colas y subimos rápidamente.

El español gana la medalla de bronce. Nos ponemos muy contentos. Hemos decidido que, estos dos días, sólo nos van a poner muy contentos las cosas que tengan que ver con el esgrima o el ciclismo, por poner un ejemplo, y muy tristes las cosas que tengan que ver con la barra fija, por decir algo. Lo demás no existe. Existirá el domingo, quizás el lunes. En septiembre, seguro. De momento, esto es lo que tenemos: una casa un poco patas arriba, otra siesta rápida, un partido de algo que dice llamarse baloncesto e incluso, para terminar con un poco de intelectualismo, una entrevista preciosa que saldrá a finales del mes que viene.

Porque no sólo de tocados vive el hombre.

Entrevista a Ray Loriga

Varios años esperando el momento. Creo que la primera propuesta para entrevistar a Ray fue en 2004, cuando sacó "El hombre que inventó Manhattan" y Juan Manuel Larumbe, de la Editorial Premura, confió en mí para una entrevista cuyas preguntas llegué a redactar, pero que acabó siendo cancelada, supongo que por problemas de tiempo.

Así que, bueno, ático de Gran Vía, 31. La ciudad a mis pies, como quien dice. Una azotea desde la que no hay mareos -probablemente porque es de día- y un ventanal que descubre los rincones caóticos de La Latina, la calle Mayor, Ópera, las cuatro torres que dan forma a la Plaza. Está Tere, de Neo2, está María, está Vanesa, la estilista. Está Rubén, el fotógrafo y Lucía, su ayudante. Hay una anécdota divertida con respecto a Lucía. Ella no lo sabe, aún no lo sabe, pero estuvo en mi cumpleaños de 1994, cuando cumplía 17. Acompañaba a un amigo mío.

Yo la reconozco. Ella a mí no. Tengo una foto con ella de fondo mientras mi hermana y yo soplamos las velas.

Ray llega, algo acalorado, camisa abierta. Pide algo de agua y un café. Nos hemos repartido los turnos, de manera que yo hago la entrevista primero. Agradable, fácil, cómoda. Le conozco demasiado bien y supongo que algo de experiencia he ganado en esto. Tanta, que es la primera vez que hago las preguntas fiándome sólo de la grabadora. A los 40 minutos, acabamos. Hablamos de Pancho y Alejandra, y de Saul Bellow y de Carver y Cheever, claro, incluso de Fresán. Todo lo que les cuente aquí, obviamente, no saldrá en la revista. Todo lo que saldrá en la revista, obviamente, no saldrá aquí.

Por ejemplo, las discusiones sobre Madrid y Barcelona -eternas discusiones sobre cómo querer dos ciudades a la vez y no estar loco-, por ejemplo, los quintos cursos de la Escuela Oficial de Idiomas, o lo que ha bajado la temperatura. Todo esto mientras Ray se va quitando y poniendo ropa y Rubén le saca retratos cercanos y lejanos, jugando con las perspectivas y las poses. Ray está tranquilo y seguro. Es joven (41 años, para mí y para la mayoría de los editores de este país es ser joven) pero lleva casi 20 años haciendo esto. Se las sabe todas.

No le importa llevar un abrigo bajo el sol del verano, como si fuera octubre.

La sesión es muy corta. A las dos horas, más o menos, entrevista incluida, Ray puede marcharse. Un trabajo rápido y bien hecho. Estamos contentos, casi eufóricos. Siempre hay incertidumbre antes de una cosa así y saber que no ha habido problemas y que te lo has quitado de encima es un alivio enorme. Ray me pregunta: "¿Sigues escribiendo? ¿Has publicado algo?" y yo le digo que sí, que lo intento, que ya se verá y me callo que he fusilado "Héroes" en mi último libro porque me da una vergüenza horrorosa.

Él fuma, un cigarrillo tras otro, y me dice que le llame si tengo alguna duda sobre la entrevista. Estoy de acuerdo. Recogemos unos croissants y unos bocadillos de jamón serrano del Rodilla -posible oxímoron-, metemos la ropa en bolsas -ellos hablan de marcas de moda como si yo hablara de jugadores de baloncesto- y bajamos sonrientes los nueve pisos, confiando, porque nos va el trabajo en ello, que volvamos a vernos pronto.

Cine de verano


La deliciosa noche del jueves en el Paseo de la Florida, con un poco de aire sorprendente que primero suaviza el bochorno y después va poniendo la piel de gallina hasta que le obliga a uno a ponerse el jersey que Hache le ha traído, de pura casualidad. Compra de entradas como si aquello fuera un parque de atracciones, montones de niños que corretean con sus padres porque echan una peli de un cerdito o un osito o un perrito... Casa Mingo justo unos metros más allá, casi se puede oler el pollo asado. Bocata de lomo con queso y pimientos en una terraza que -a veces- huele a estantería.

Doble sesión con Álida, Fer, Hache y Javi. Primero, "Promesas del este". Peliculón, pero eso ya lo sabíamos. Algunas sorpresas: el silencio. La gente está callada. Perdónenme mi habitual desconfianza hacia la gente, pero yo imaginaba aquello del cine de verano como una sesión en un cine de la Gran Vía el sábado a las seis y media: una sucesión de móviles, risotadas, objetos volando... No, aquí la gente ha venido a ver la peli y ha dejado a los niños viendo al ciervito, ¿o era un koala?

Algunos inconvenientes, también: por ejemplo, que las dos pantallas están colocadas al lado, de manera que, como nos hemos colocado en las primeras filas, pues el sonido de las dos películas a veces se mezclan y uno empieza a oír música de payasos justo cuando a un checheno le clavan un puñal en un ojo y hay que hacer un verdadero ejercicio de evasión para creerse lo que está viendo. Aunque en eso consiste el cine y el verano: en evadirse.

Palomitas y coca-cola y agua e incluso bocatas y perritos. A las 12 ha acabado la peli y la mayoría de la gente se va. Aunque ya no hay sesión para niños, nos ponemos algo más atrás. Hace frío, ya lo he dicho. Y sueño. Y al día siguiente todos tenemos alguna forma de trabajo. La película que ponen ahora es "El sueño de Cassandra", de Woody Allen. Me dijeron que fue un desastre y no fui a verla a los cines. Pero es Woody.

A los diez minutos, ya se ve que la película es un desastre absoluto: un guión repetitivo, personajes que no cambian, una trama inverosímil, un montaje pésimo... Parece que a Woody Allen le pasa como a determinada gente -me incluyo- con su blog. Se creen en la obligación consigo y con los demás de actualizar cada día y, así, el neoyorquino tiene que sacar una película cada año, le salga como le salga. Y esta le salió mal. Regular, no. Mal.

Pero, bueno, nos reímos mucho y vemos estrellas fugaces -el avance de las lágrimas de San Lorenzo- y eso está bien porque es a lo que hemos venido, y de vuelta, según nos alejamos del río, corre menos aire fresco, vuelve en parte el bochorno, Casa Mingo está cerrada y pasado Príncipe Pío, casi en la calle Segovia, cogemos un taxi que nos devuelva a la realidad.

jueves, agosto 07, 2008

Verse Chorus Verse (o no)

Pero dejemos de hablar en términos generales, porque los términos generales no son los que construyen una vida. Una vida -una adolescencia, que viene a ser lo mismo- se construye por pequeños pedazos concretos, muy concretos, sensaciones y lugares, momentos que se distinguen de los demás por ninguna razón más que por que eran distintos.

Así que ya está bien de apelar a Nirvana como un absoluto y bajemos a los detalles. Los detalles del día a día en el instituto, de las cintas que iban pasando de mano en mano. "¿Tienes el Bleach?" "¿Tienes el Incesticide?" Mi primera copia del Unplugged, pirata por supuesto, me llegó cuando Kurt Cobain aún estaba vivo. Jorge me pasó toda su discografía justo un día antes de que encontraran el cadáver.

Lo diferente: vayamos a lo diferente. Porque sí, mi pasión siempre ha sido ser diferente y con todo no llegar a ser nunca demasiado friki. Que nadie me robara la merienda en los recreos. Lo que te hace diferente es lo que crees que sólo está hecho para ti, esa canción o esa estrofa que sólo tú entiendes (adolescencia) y que habla sobre lo que tú estás pensando y no consigues expresar. O no en verso. Ni en inglés.

Y sería absurdo recurrir en ese caso a "Smells like teen spirit", "In bloom" o incluso "Rape me" -quizás, un poco, a "Heart-Shaped Box" (she eyes me like a Pisces when I am weak)-. Mejor hablar aquí de las canciones cara B, por así decirlo. De "Love buzz" y ese zumbido que se mezcla con el punteo de la guitarra eléctrica. De "Aneurysm" y sus infinitos cambios de ritmo y, especialmente, de una canción que nunca llegó a salir en ningún disco, que era como una pieza de museo que alguien -no recuerdo quién, cualquiera de nosotros- había rescatado del programa de Paco Pérez Bryan, aquel mítico "De 4, 3" que echaban los sábados y los domingos por la tarde.

Ni siquiera nos poníamos de acuerdo en cómo se llamaba la canción... "Versus chorus versus", "chorus versus chorus"... Al final lo dejamos en "Verse chorus verse" porque lo vimos en alguna parte. Era una colaboración para un álbum conjunto y era la canción que yo le dedicaba a la chica de los ojos verdes cuando le daba por enamorarse de otros -una fea costumbre, como cualquier otra- "And if you save yourself, you will think you´re happy, he´ll keep you in a jar and you´ll think you´re happy, he´ll give you breathing holes and you´ll think you´re happy...".

Años después, descubrimos que, en realidad, la canción se llamaba "Sappy" y que la del nombre incierto no era sino esta. Un continuo oír campanas sin saber dónde.

Y, en fin, esa canción sin que importara el nombre, ese programa, esa edad. Esa chica, por supuesto. Y nada de posters de suicidas con ojos tristes y frases memorables. Nosotros. Fuera eso lo que fuera. A continuación...

miércoles, agosto 06, 2008

Predicción de todos los medallistas en Pekín 2008

Obviamente, yo no me he puesto a hacer algo así, pero Sports Illustrated sí. Aquí está el ambicioso recuento, disciplina a disciplina. Algunos resultados son dudosos, pero a España le dan 16 medallas, que no está tan mal.

martes, agosto 05, 2008

Blur


Me compré un vídeo de Blur y encontré exactamente lo que esperaba: cuatro ingleses de poco más de 20 años tocando en garitos y emborrachándose. Un poco menos que una panda de hooligans. El vídeo recogía lo mejor de sus dos primeros discos, "Leisure" y "Modern life is rubbish", aunque por entonces yo ya había escuchado "Parklife" unos dos millones de veces.

Blur era eso: un cierto gamberrismo banal. Un pop muy sencillo, muy fácil, de poner caras y bailar. Un escape en tiempos de grunge. La falta de pretenciosidad de la que abusaba Oasis, por recordar aquella guerra mítica.

Blur era "Miss America", tarareada una y otra vez en el paseo que lleva del Estadio de El Sardinero al centro de la ciudad, parada en una cabina telefónica incluida. Here is here and I am here, where are you? Far away, far away... Blur era el "There´s no other way", cantada como himno fatídico a los ojos verdes de una chica con dudas. Blur era "For tomorrow" en Atenas. Éramos nosotros y nos íbamos a comer el mundo.

Blur, a diferencia de Radiohead, por ejemplo. A diferencia, incluso, de todo lo que ha hecho Oasis desde el magnífico "Definitely, maybe" no sólo te presentaba la posibilidad de ser joven y divertirte sino que te invitaba a serlo. Te sentías parte de su entusiasmo de la manera más sencilla. Y necesitábamos entusiasmo, claro que sí.

Blur hacía una canción de tres minutos con tres estrofas y aun así les daba tiempo de incluir algo tan hermoso como "I feel so unnecessary (we don´t think so, you seem starshaped)", que es exactamente lo que cualquier adolescente desea escuchar en cualquier momento. Especialmente -permítanme la soberbia- en los 90.

(Y nos podríamos pasar horas hablando de sus obras de madurez -"Beetlebum", "Tender", "Strange news from another star", "Out of time"...- pero eso sería otro post y probablemente otro grupo.)

Empatar los partidos

Hace tiempo tuve una amiga a la que quería de verdad y le explicaba aquello de que en determinadas situaciones hay que empatar los partidos y si ni siquiera los puedes empatar, intenta perderlos 1-0, 2-1, pero no te lances a por todas a la desesperada y sin opciones porque nunca se sabe qué liga va a decidirse en el goal-average y en la vida incluso los partidos de vuelta tienen partido de vuelta.

Mi amiga, aunque lo intentaba, no entendía nada, claro, pero yo sigo pensando lo mismo: a todos nos gustaría ganar siempre. Es el daño que hacen el cine, la televisión y el montaje en general, que sólo nos rescatan las tomas en los que a los protagonistas les pasa algo decisivo y determinante, todo el tiempo intermedio -el del tedio, el torpor, la angustia, el "¿qué hago?", el "llamo o no llamo", el "¿estoy seguro de lo que estoy haciendo?"- no aparece. Esta es una cultura de resultados. Que se lo digan a Capello.

Así que, bueno, cuando ese resultado no vaya a ser bueno, cuando sabemos -porque lo sabemos- que el resultado no va a ser bueno y que en determinada situación no tenemos nada que ganar, por lo menos vamos a intentar no perder nada tampoco, o lo menos posible. Minimizar daños. Uno no puede llevarse ningún título empatando todos los partidos pero pretender acabar la temporada invicto es un absurdo total.

Porque el fin de semana siguiente -o quién sabe, en cinco minutos- hay otro partido.

A David Carnicero le hacen una putada

El deleite de determinados medios de comunicación en humillar a sus colegas resulta cuando menos extraño. Consiste en emitir imágenes "off the record", es decir, cuando los profesionales creen que no está grabando nadie y se dedican a hacer comentarios y bromas entre ellos. A veces, como en el caso de Poyán en Eurosport podía haber una mínima justificación porque los exabruptos eran divertidos y exagerados... y además se llegaron a emitir en directo por un error de la propia cadena.

Otra cosa es esta mierda de andar rebuscando material perdido, para sacar a la gente en su lugar de trabajo pero sin trabajar, un poco como en "Camera café". Todas las cosas absurdas que se dicen, las bromas privadas, los comentarios de aburrimiento, de exaltación... lo que hacemos cuando nadie nos ve, vamos: en la oficina, en el Staples Center o en la habitación donde tengan el portátil.

El periodismo se ha empeñado en autodestruirse y, claro, se lo pone fácil. Convertir en titulares frases sacadas de contexto en una conversación durante una pausa publicitaria es asqueroso. Si además el protagonista es, como es el caso, un más que competente comentarista deportivo al que en ningún caso pondrían ahí por su trabajo, es suicida. El siguiente puedes ser tú, recuerda.

Y que cada uno mande los mensajes de móvil que quiera, ¿no? Con tetitas, pollitas o lo que sea. El periodismo actual sólo entiende de humillación y odio. El resto le es totalmente ajeno.

domingo, agosto 03, 2008

Ven sin temor


Igual que uno siempre quiere lo que no tiene, por definición, y hasta llevarlo al absurdo, también siente melancolía por todas las cosas que no le pasaron nunca. Que no pudieron pasarle, en realidad. O no, por completo. Nunca pude estar en un guateque pre-universitario ni decirle a una chica con minifalda: "Ven sin temor, aham, que con mi amor nanana...". No recuerdo ningún encuentro de película o de serie añeja en el que la chica y yo nos encontráramos al final de la fiesta después de una noche de miradas lejanas y medias sonrisas y nos dijéramos cosas bonitas.

Y si pasó alguna vez, no lo podría echar de menos, ya lo he dicho al principio. Por definición.

Así que, aquí estoy, en 2008, pensando en lo maravilloso que sería el ponche y la ausencia de teléfonos y correos electrónicos y los amores adolescentes que no pasaron aún por los Beatles sino por un leve tarareo insinuante, con un punto naïf y a la vez macarra, grotesco, Brunolomesco.

"Y tú sabrás que yo jamás nanananá seré feliz sin tu querer nanananá".

La inmensa cursilería de colocar los infinitivos como sustantivos. Y sin embargo...

Apuntes sobre el vídeo: el desfase entre los labios y la música, la imposibilidad de seguir la canción, el corte brusco al final, como si el final no importara -que no importa, importa el ponche, la minifalda, el guateque, la seducción...-y el anticlímax que suponen todas esas medallas colgantes en mi historia, no en la suya, porque ya lo he dicho: que yo de macarra Brunolomesco tengo poco, lo que no quiere decir que muchas veces, casi todo el rato, sienta una fascinación casi suicida por la insensatez. En esto y todo lo demás. Y es que he hecho de la insensatez adolescente, pre-adolescente o post-adolescente una forma de encanto personal.

Y los insensatos tenemos estas cosas, que nos da por bucear en la nostalgia incluso cuando el río está seco. O, especialmente, cuando el río está seco.

Opciones a medalla de España en Pekín (Beijing) 2008

He sacado algo de tiempo libre para hacer la típica frikada que seguro que le sirve a muchos otros frikis: determinar las opciones de medalla de España en los próximos Juegos Olímpicos, de deporte en especialidad, con nombres propios incluidos. En total, me salen 72 posibilidades. Siguiendo la ley de la probabilidad, pongamos que 36 son más o menos claras y otras 36 remotas. Ahora pongamos que de las 36 claras se consiguen 18 y de las 36 remotas, 9, es decir 1 de cada 4. Eso hace un total de 27 medallas. Estaría muy bien. Si no me equivoco, sería el récord.

Sin embargo, veo dificultades para conseguir campeonatos olímpicos y me parece que este equipo está por debajo del que se presentó en Atenas 2004 que, sencillamente, era descomunal. Casi todas las opciones de medalla ya lo eran hace cuatro años y con mayor intensidad. Sólo se han unido algunas novedades poderosas como Rafa Nadal o Mireia Belmonte. Lo demás, prácticamente lo mismo.

Estadísticas aparte, mi pronóstico es de medallas, que además me atrevo a desgranar aquí: Paquillo Fernández, Marta Domínguez y Arturo Casado (atletismo), baloncesto masculino, Alejandro Valverde (ciclismo ruta), Leire Olaberría (ciclismo pista), Javier Menéndez (esgrima), Gervasio Deferr (salto o suelo, no las dos), hockey hierba masculino, Ana Carrascosa (judo), Érika Villaécija, Yurema Requena (natación), Gemma Mengual (individual, dúo, combo y por equipos, natación sincronizada), David Cal (piragüismo, 500m y 1000m), Rafa Nadal y Medina/Ruano (tenis), Gómez Noya (triatlón), Paz/Echávarri, Martínez/Fernández y Rafa Trujillo (vela).

Es decir, en total, 24 medallas. Pero si quieren hacer sus propios cálculos descárguense mi dossier pulsando aquí.

sábado, agosto 02, 2008

Entrevista a María Riveiro


9 down and 3 to go, que le gusta decir al icónico Fer Heads. Con la de María Riveiro -Jane en los comentarios de este blog- van ya nueve "primeras entrevistas", una serie que promete ser mítica en el futuro, cuando todos ellos -o la mayoría- sean conocidísimos y en sus agendas no haya huecos para reportajes ni fotografías ni historias y la gente busque por Internet información sobre sus comienzos.

Bien, aquí están sus comienzos.

Por supuesto, cada entrevista -ya lo he comentado- es un reto agotador. Un retrato que pretende poner contornos a lo que todavía no está del todo formado. Una aproximación distinta a cada persona: a cada actor, actriz, cantante, compositor, guionista, directora de cortometrajes y así sucesivamente... Quedan Carmen Simón, Inés Thiebaut y Víctor Alfaro, pero tendrán que esperar probablemente a finales de verano, que yo tengo trabajito estos días y luego me voy de vacaciones varias veces.

Me siento algo orgulloso y con una sonrisa tonta. No siempre me pasa. Ayer llegué a una fiesta tranquilo, contento y seguro de mí mismo y todo el mundo empezó a preguntar: "¿Qué te pasa? ¿estás bien? Se te ve cansado...". Y es que quizás esta semana no ha sido demasiado agitada, laboralmente hablando, al menos, pero vaya tres añitos llevamos. Como un tipo que intentara conseguir la pole con un Super Aguri y se tirara cuatrocientas vueltas para conseguirlo.

viernes, agosto 01, 2008

El cambio sobre el cambio

Un periódico siente la necesidad de modernizarse. Considera que "modernizarse" es parte de su forma de ser, algo que le distingue de su competencia arcaica y conservadora. Si no va a marcar tendencias, porque las tendencias se marcan a otras edades, al menos va a intentar seguirlas.

Por eso, decide encargar a unos redactores o a un escritor de 25-30 años (probablemente más) el ficticio diario de un adolescente de 18 que acaba de suspender la selectividad y está de vacaciones. Es un tipo rebelde, pero no violento, sólo irónico, su lenguaje es soez y tiene que escribir mal, pero no mal como escriben los adolescentes de 18 años que suspenden la selectividad -no ya que la suspenden sino que directamente se presentan "por si suena la flauta"- sino mal como podría tolerar un lector del periódico sin volverse directamente loco.

Es decir, un ejercicio estético.

Al redactor, redactores, escritor o escritores le piden que utilice un lenguaje fresco, incluso escandaloso, que sea rompedor y que intente dar una visión de la juventud más transgresora, la que poco a poco se está yendo a "Público" en vez de seguir comprando el periódico que dirigen. Algo pueril y efectista. Hay que demostrar a los chavales que el periódico puede ser su opción natural, que lo que es bueno para los padres también es bueno para los hijos, por muy rebeldes que estos sean.

Pero como el redactor (redactores, etc) no tiene 18 años sino 25-30, quizás más -quizás, incluso, sea uno de los habituales novelistas en nómina- en vez de recurrir a los giros del lenguaje, la expresión y las necesidades de los chicos de esta edad, recurre a los que estaban de moda hace 10-15 años cuando él/ellos tenían esa edad. Y le sale, poco más o menos, un personaje de Mañas.

"Épater les bourgeois", le han dado como consigna. Y el escribiente, los escribientes, no pueden sino preguntar: "¿y quiénes son exactamente les bourgeois?"

A lo que el periódico contesta, inmediatamente, sin faltarle parte de razón: "Nosotros".