Miguel Sebastián lo pudo haber sido todo. Absolutamente todo. Formó parte del equipo Zapatero desde su llegada a la Ejecutiva Central del PSOE en 2000. Su especialidad, la economía. Es decir, el punto débil del secretario general, ya saben, "esto te lo aprendes tú en tres tardes". Combatió presupuestos desde la Oposición, discutió cifras de micro y macroeconomía, se peleó con el por entonces omnipotente Rodrigo Rato y mostró siempre una lealtad indiscutible no ya a su partido, sino a su superior directo.
Y, en estas, el partido y el superior directo ganan las elecciones generales y Miguel Sebastián se ve ministro. Tiene que ser ministro, no se puede concebir de otra manera. Podría mantener la cartera de Hacienda creada por el Partido Popular o asumir directamente Economía. Todo el programa electoral del PSOE lo había creado él, ¿quién mejor para ponerlo en práctica?
Pues, por ejemplo, Pedro Solbes, o eso debió pensar Zapatero. El ex-comisario europeo y ex-ministro de la era González asumió Economía, hizo desaparecer Hacienda, Industria cayó en manos del PSC y Sebastián, el fiel Sebastián, acabó, no sin cierto revuelo interno, como "asesor del presidente en asuntos económicos", entiéndase eso como se quiera.
Sin duda, Sebastián esperaba otra oportunidad. Merecía otra oportunidad. Quizás en 2008, si el PSOE revalidaba victoria... Pedro Solbes no podía aguantar mucho en el puesto, por una cuestión de desgaste personal y político... La oportunidad tenía que llegar y Ferraz se la anunció hace pocos días: efectivamente sería el elegido por el partido para un cargo de suma relevancia: alcalde de Madrid.
Excelente. Sebastián tendrá que competir con Gallardón, ni más ni menos. No sólo eso: tendrá que combatir con Gallardón después del cachondeo de Bono, de los SMS de De la Vega, de la promesa de un "candidato fuerte, de prestigio y conocedor de la política madrileña". Tendrá que competir él, un economista desconocido por la ciudadanía, que nunca se ha enfrentado a un mitin, que se presenta como una cabeza de turco deseosa de cortar.
Nunca una venganza fue tan cruel. Nunca un tipo tuvo peor suerte.
El Estado es un sensor
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*por Yaiza Santos*
Enumeró, en contra de su costumbre, lo que hasta ese momento había
declarado el señor Víctor de Aldama ante el juez. Por ejemplo los p...
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