sábado, abril 30, 2011

Prospect Park


Los biorritmos se disparan, probablemente producto también de una mala noche. Después de un despertar relativamente enérgico, acabo de nuevo en la cama a las 10, mareado, y no consigo levantarme defintivamente hasta las 14,30. Inés está en casa con María, una compañera de estudios, descifrando numeraciones en unos pentagramas. Bebo agua e intento desaturdirme, sin demasiada suerte. María es de Tudela, vive aquí desde agosto, estudia musicología. "Yo soy filósofo", digo, casi como disculpa, igual que le dije ayer a la chica sudafricana del avión cuando me explicó sus flirteos con la matemática pura y la ingenería financiera.

No me busquen ahí, en una frase.

Salimos a comer muy tarde, pero el follón de horarios hace que no sepa si es pronto o tarde. De hecho, no tengo hambre. Cruzamos Prospect Park, un sitio precioso, mezcla entre el intimismo del Retiro y los espacios inmensos de Kensington Gardens. Al final de la escapada vemos el famoso arco de la Grand Army Plaza, el arco donde se separan por primera vez Harry y Sally después de viajar en coche desde Chicago.

Tú eras Sally, recuerda, pero no creo que ya leas esto.

Buscamos un sitio para comer. No es fácil porque yo soy rarito, María es rarita y muchos sitios están cerrados. En el barrio de Inés todo el mundo es negro, esto es así, no andemos con eufemismos. Aquí, no; este es el Brooklyn pijo y cultureta, el de Paul Auster y todo el mundo es blanco, como nosotros, como en Manhattan. Encontramos finalmente otro restaurante mexicano llamado "Los pollitos". Me hace gracia tomar un pollo asado con arroz y lechuga en "Los pollitos" porque es como si no estuviera en Nueva York en absoluto y estar en Nueva York a veces me lo tomo como una responsabilidad exagerada.

Dios debe pensar que soy un tío cojonudo, como dijo Mourinho.

Se nos une Amy y al rato volvemos. Prospect Park por otro lado. Niñas con camisetas de la selección argentina jugando al fútbol, chicos pasándose un balón de fútbol americano, parejas intimando tumbadas en la hierba. Todo muy Londres, tremendamente Londres. Patos y estanques y puentes y caminos prohibidos, casi sin asfaltar, donde, dicen, la prostitución masculina abunda por las noches. Al salir, de nuevo, todo el mundo es negro. Amy dice que es una cuestión de dinero, le pregunto si se refiere a que la gente paga por poder vivir rodeado de blancos y me dice que no, que simplemente quiere decir que la gente paga por vivir en un barrio cuidado, limpio y con glamour como el de "Los pollitos" y que la gente que tiene ese dinero para pagarlo suele ser blanca.

En casa de Inés hace calor. Lo saben y tienen ventiladores por toda la casa pero parece no bastar. Es un calor algo pegajoso, que pide agua todo el rato. Creo que voy a leer, supongo que no dormiré y quizá luego baje al "local restaurant" a ver el partido de los Grizzlies. Quizá. No quiero hacer planes que luego me mareo. Mañana recojo a la Chica Portada en Times Square y nos patearemos Manhattan. Tengo una cuenta pendiente con Manhattan y lo mejor es que la resolvamos cuanto antes.

viernes, abril 29, 2011

La ciudad que nunca duerme


Creo recordar una película de Woody Allen en la que la familia protagonista vivía junto al puente de Brooklyn y cuando pasaba el tren armaba un estruendo importante. Igual estoy mezclando dos películas. Igual no estoy mezclando nada y es todo un invento. El caso es que el tren que pasa por Prospect Park se agita justo enfrente de casa de Inés, Brooklyn de nuevo, aunque de madrugada la frecuencia baja tanto que al menos te deja dormir sin problemas, siempre que estés tan agotado como estaba yo ayer, claro.

Sobreviví al viaje. A ustedes no les sorprende pero a mí todo lo que sea sobrevivir a un cambio me parece mágico. A mi lado se sentó una chica sudafricana que venía en conexión desde París y solo hablaba inglés. Era sudafricana pero los rasgos y el nombre -algo con muchas "r", "g" y "h"- eran hindúes por completo. Pronunciaba "Coetzee" de una manera ininteligible, aunque, supongo, verdadera.

Tras siete horas y media llegamos al JFK. Tuve que esperar una hora más entre Aduanas y maletas. Me tocó el funcionario más lento del mundo, un tipo asiático-americano ("chino", en la jerga de mis excitados colegas de viaje) que combinaba dulzura, acidez y una paciencia infinita. Sellaba pasaportes como el que hace tai-chi los fines de semana en el Retiro: inspirar, expirar...

La Chica Portada también llegó tarde, así que en eso acabamos empate: Air Train hasta el metro y de ahí una sucesión interminable de paradas hasta Prospect Park, sur de Brooklyn. Nos acostumbramos a ser los únicos blancos del vagón, aunque al hablar espanol tampoco quedaba tan rara la cosa. Cenamos los cuatro en un restaurante mexicano delicioso. Hamburguesa, sí, pero con muy pocas patatas. A brand new man with brand new food habits. Las chicas pidieron burritos y margaritas. En la tele, los Lakers ganaron y luego los Blazers perdieron. Es divertido entrar en un bar y que las pantallas pongan partidos de baloncesto en lugar de interminables partidos de béisbol, como en 2009. Un alivio, más bien.

El barrio de Inés es eso, un barrio, un autobusero obeso espera a la Chica Portada fumando un cigarrillo, algunos tipos con pinta de camellos esperan en las esquinas. Al fondo, el parque enorme con su jardín botánico y su zoológico. El plan de hoy es andar sin rumbo. El plan de manana es ver Manhattan. El plan del domingo es ir a un concierto de música clásica contemporánea. Echo de menos las chicas del tiempo y sus sonrisas rubias.

Voy a ducharme y desayunar. Y a estirar un poco. Tendré diez días para ser original y divertido. De momento, soy. Algo costipado, de hecho. Pero no importa. If I can make it there, I' ll make it anywhere, esa es la idea.

jueves, abril 28, 2011

R.Madrid 0-Barcelona 2


Esto se ha puesto muy feo. Muy desagradable. Tanto que resulta casi imposible no ofender a nadie en algún comentario así que ya adelanto que lo haré. Ruedas de prensa anteriores y posteriores, pisotones, piscinazos, porteros suplentes y delegados de equipo agarrándose del cuello, compañeros de selección enfrentados, portadas indignantes, desde Madrid y desde Barcelona. Odio. Una acumulación brutal de odio dispuesta a explotar en cualquier momento: cualquier himno, cualquier idioma, cualquier decisión arbitral…

Todo, en deporte, se reduce a una máxima de Al Pacino en “Un domingo cualquiera” y que dice algo tan sencillo como esto: “Al final, un domingo cualquiera, no importa lo que hagas, vas a ganar o vas a perder… el asunto es si sabrás ganar o perder como un hombre”.

Si el Barcelona hubiera perdido, todo el mundo culparía a Guardiola de entrar en juegos ajenos, de perder los papeles, de descentrar el equipo. Ahora que ha ganado es fácil decir que les ha motivado, les ha mostrado su lealtad, ha supuesto un acicate para sus jugadores. Bla, bla, bla. Un domingo cualquiera, un miércoles cualquiera, once tíos se van a enfrentar a otros once y van a intentar jugar lo mejor posible. Y uno de los dos va a ganar.

Ahora hablemos de fútbol: la primera parte fue sorprendente. Al menos a mí me sorprendió. El Barcelona estaba claramente tocado por la final de Valencia y, no nos engañemos, dos meses de un fútbol muy por debajo de su fama. Busquets fallaba pases, Keita hacía lo que podía pero desde luego no era Iniesta, Messi se peleaba con Pepe y Lass sin triunfar nunca, Alves no creaba peligro… Bueno, ya digo, eso llevamos un tiempo viéndolo, y al menos Villa y Pedro mejoraron sus prestaciones.

Lo que realmente me chocó fue que el Madrid tirara esa primera parte. Sinceramente, todo el “momentum”, que dicen los americanos estaba de su parte: un equipo tocado física y mentalmente que viene a tu campo después de una derrota dolorosísima y sin encontrar variaciones tácticas. El público entregado. Lo tienes todo a tu favor para buscar un gol temprano y buscar incluso la sentencia de la eliminatoria. ¿Y qué hace Mourinho? Tener miedo. Un miedo horrible. Todos atrás, sin estorbar siquiera la circulación de un Barcelona incapaz por su parte de crear peligro.

No hacía falta. La vuelta se jugaba en su campo, con su público y su césped.
Mourinho apostó por el 0-0 de una manera que roza la vergüenza y solo amenazó con un disparo lejano de Cristiano Ronaldo que le hizo un extraño a Valdés y cuyo rechazo recogió Özil en fuera de juego. ¿Su reacción en la segunda parte? Quitar a un jugador de fútbol y meter a un pívot de baloncesto para poder colgarle balones sistemáticamente. No existió Cristiano, no existió Di María, Xabi Alonso quedó relegado a sacar faltas y Özil, ya digo, al banquillo directamente.

Sí, lo sé, en Valencia funcionó. Pero, ¿cuántas veces puede funcionar eso? Por no recordar que la estrategia de la Copa no fue esa. Era el mismo equipo, vale, pero no era la misma actitud. En Valencia, el Madrid se comió al Barça en términos de intensidad durante la primera parte. Se lo comió. Fue a por él y lo trató de tú a tú. ¿A qué ese pavor en el Bernabéu, en tu competición soñada, con una plantilla de cientos de millones de euros?

Expulsaron a Pepe, sí. Ahora vamos a pelearnos todos por si esa jugada es de roja o es de amarilla. Peleémonos y sigamos sin hablar de fútbol. ¿Qué espera Mourinho? ¿Que el árbitro se equivoque a su favor? ¿Cuándo, si no tiene nunca la bola? Pepe llegó tarde y entró como un camión con los tacos por delante a la pierna de Alves. Yo sacaría amarilla. El árbitro sacó roja. La pregunta es: ¿Qué demonios hacía Pepe pegando ese planchazo en esa posición del campo a un lateral derecho rival? Pues lo que lleva haciendo tres partidos: cerrar los ojos e ir al bulto. Solo que en los dos anteriores le había salido milagrosamente bien.

El Madrid, con 10, seguía jugando ante un equipo con la defensa descolocada, con Iniesta lesionado, con Busquets inseguro, Messi desesperado y Pedro lesionado de nuevo tras un pisotón involuntario de Marcelo. Miremos de nuevo a la táctica del entrenador: ninguna. Rendirse. Autoexpulsarse. Volver a apelar a conspiraciones y errores ajenos. Él no tiene nunca la culpa, sólo tiene el poder absoluto del equipo más rico del mundo. Ódienme también, si quieren, pero lo diré alto y claro: a cualquier otro entrenador, el Bernabéu no le hubiera tolerado tal muestra de cobardía en un partido clave como este. No le hubiera tolerado que su equipo no pasara del medio del campo, que no diera dos pases seguidos, que no buscara la calidad ni el empuje ni siquiera la heroica. Nada. Plano.

El Barça ganó por inercia, no por convencimiento. Incluso contra diez dio la sensación por momentos de que el empate les venía bien. El Barça está fundido, esto es así, no es el de noviembre, no es el equipazo temible que pasaba por encima de sus rivales, ¿cómo no lo pudo ver el técnico madridista? Aprovechó los huecos como hace un alumno aplicado: repitiendo lo que Guardiola dijo en el primer derby: la ventaja está dentro y de ahí abrimos para fuera y no al revés. Xavi encontró a Afellay, Afellay desbordó y su centro lo remató Messi desde atrás. 0-1. No hizo mucho más el equipo azulgrana, apenas inquietó a Casillas, que aun así paró las dos que tuvo, como es habitual en él.

A punto de cumplirse el final del partido, siguiendo con la rutina del toque, Messi vio un pasillo y se adentró. Nadie le salió al paso o le salieron tarde, llegó casi hasta el área pequeña y definió maravillosamente bien. Un gol que le describe y probablemente le dé su tercer Balón de Oro consecutivo. Su 52º de la temporada. No es fácil marcar 52 goles en una temporada pero desde luego es imposible marcarlos sin tener el balón. Cristiano Ronaldo acabó el partido muy cabreado. No le culpo. No tuvo ninguna oportunidad de demostrar que vale 96 millones. Probablemente, los valga. En Valencia tuvo que buscarse la vida por su cuenta y lo consiguió.

Mourinho ha decidido jugarlo todo a la ruleta y a culpar al croupier cada vez que pierde. En medio queda una afición incansable, una plantilla descomunal, un presidente que se ha gastado 450 millones en dos años y una incapacidad absoluta para la autocrítica. Eso sí, quiero pensar que los jugadores no se rendirán en el Camp Nou… por mucho que su entrenador ya lo haya hecho.

miércoles, abril 27, 2011

Prince- Sexy Motherfucker



Así que Prince se dejó de ñoñadas, palomas que lloran, lluvias púrpuras y demás artificios y se puso guarro, muy guarro. Ya en "Kiss" y "Batdance" había un punto medio house, medio erótico, de discoteca sudorosa y cuerpos buscándose, y a partir de ahí no hubo quien le frenara. "Diamons and Pearls" era un disco sucio, directo, con una canción como "Gett off" en la que se habla de fantasías sexuales, juegos eróticos, cremalleras rasgadas, vestidos cortos, amor junto a los parkímetros... Una canción que, además, fue el single por si acaso pasaba desapercibida.

Luego llegó "Cream", algo más sutil si quieren, pero igualmente al grano: "You´re filthy cute and baby you know it" y de tanto follar al hombre se le cayó el nombre y se quedó en un símbolo. El símbolo del amor. El símbolo de la cópula, vaya. Menudo artesano de la cópula estaba hecho el Prince... Y, mientras, Madonna montándoselo con Cristo, sacando libros explícitos y vistiéndose de amante sado en sus videoclips. Los inicios de los noventa fueron realmente tórridos en la música comercial, hasta el punto de que una canción llamada "I wanna sex you up" -y, por lo demás, bastante ñoña- fue un bombazo espectacular en Estados Unidos.

Por cierto, el tercer single de aquel disco se llamaba "Peach" y tampoco era canción protesta, créanme. No estoy diciendo nada negativo, creo todavía que aquel disco es de lo mejor de la década. Tiempo de raperos y bandas y fiestas privadas. Coleteos de los ochenta pero sin aquella impostada inocencia. El paso de la heroína a la cocaína y de la cocaína al éxtasis, en definitiva.

Como "Love symbol" o, más pedantemente, "el artista antes conocido como Prince", sacó una canción que terminó de escandalizar a todo el mundo. Se llamaba, ya lo imaginarán, "Sexy motherfucker", y, por supuesto, iba de una tía con un culo tremendo y perfectamente copulable, si la palabra existiera. Las cadenas de radio y de televisión se quedaron sin saber qué hacer: aquello vendía, el artista era muy famoso aunque parecía algo pirado, y el vídeo era casi una película, en la moda de Michael Jackson, ¿cómo silenciarlo? Con una versión "oficial" -y con esto me refiero a la versión de la MTV- bajo el nombre de "Sexy MF" y en la que se silenciaba debidamente el "motherfucker". Así, la cosa quedaba en una especie de "You sexy mmmmmmm".

Prince siguió farruco una temporada, aunque recayó en ciertos manierismos. Por ejemplo, con "The most beautiful girl in the world", que fue una gran excusa para sacar a un montón de pibones en un solo vídeo -incluyendo a la guapísima Paz Gómez- aunque el título fuera horrendo y cursi. Después, le perdí la pista. Sé que tuvo problemas con su discográfica, Warner, logró la emancipación, creó su propio sello, se medio arruinó, volvió a firmar otro contrato, esta vez, Arista Records y justo en 2000 se le bajó la erección, se dejó de símbolos y volvió a retomar su nombre de nacimiento.

Porque, no sé si lo saben, Prince no se hacía llamar Prince. Se llamaba Prince. Y así podríamos seguir hasta nuestros días pero eso sería meterse en otra década, con lo que será mejor dejarlo aquí y si tienen dudas, pues ya saben, la Wikipedia.

martes, abril 26, 2011

Ana Pastor vs Dolores de Cospedal


La secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, critica la falta de objetividad en los informativos de TVE. Eso es un clásico que se repite legislatura tras legislatura, gobierne quien gobierne y esté en la oposición quien esté en la oposición. Los argumentos casi siempre son pobres y  no van más allá del que llora porque el árbitro no sacó amarilla en tal jugada y sí la sacó en la siguiente. Recursos de perdedores. No hago un seguimiento exacto de la objetividad informativa de cada medio, pero tengo a los informativos de TVE en una alta estima. Por supuesto, a veces, se escapa una pequeña deriva gubernamental, pero nada escandaloso ni en apariencia premeditado.

Desde luego, nada que ver con lo que sucede en Telemadrid, el coto privado de Esperanza Aguirre, que Cospedal debe conocer bien puesto que fue la presidenta de la Asamblea durante la primera legislatura, la de Sáez y Tamayo.

En fin, hablar de Cospedal sería perder el tiempo. En serio, no lo intenten, es una batalla perdida. Me interesa más Ana Pastor o, más bien, me preocupa más Ana Pastor. Le sentó muy mal la acusación de parcialidad. No digo que no deba sentarle mal porque a nadie nos gusta que nos digan en la cara que no hacemos bien nuestro trabajo y estamos vendidos al poder. Otra cosa es que yo piense que cuando invitas a alguien a tu programa y le entrevistas, no tiene mucho sentido que te pelees con él o ella porque no te gustan sus respuestas o que una vez que se ha ido, tú misma te pongas a atacar a tu invitada y defenderte en redes sociales.

Vayamos a la previa: todo empieza por un comentario desafortunado de Alejandra Herranz, presentadora del Canal 24 Horas que tuitea "Dolores de Cospedal vs Ana Pastor. ¡¡Promete ser interesante!! Esta mañana en los Desayunos de TVE". Ese "vs" chirría. Retórica de boxeo. Una entrevista no es un combate de boxeo o no tiene por qué serlo. Me preocupa la tendencia de Ana Pastor a convertir cada entrevista en un combate, es decir, a reclamar su cuota de protagonismo en el intercambio de golpes. Cuanto más golpeas, menos escuchas, esto es así. Pastor prepara muy bien las entrevistas, tiene un instinto natural y es una periodista muy válida. Pero aún debe aprender a echarse a un lado y no perderse en trivialidades ni tanganas.

Eso será más adelante. De momento, lo que hace Pastor es retuitear el comentario de Herranz, es decir, para los menos expertos en Twitter, hacerlo suyo, como quien comparte un enlace en su muro de Facebook . No es normal que invites a alguien a contestar preguntas y lo vendas como un combate de boxeo, insisto. No es elegante, al menos. Por supuesto, la entrevista acaba como acaba: en un combate, Cospedal se hace la agredida, junto a Cospedal todo su partido, expertos en el teatro doliente, y Ana Pastor en vez de dejarlo ahí sigue escribiendo en su cuenta de Internet que no, que Cospedal no tiene razón y que ella es independiente.

Me parece innecesario. Lamento repetirme, pero es que es de las primeras veces que veo que alguien que presume de imparcialidad no solo "calienta" una entrevista sino que después atiza públicamente a su invitado cuando éste ya se ha ido. Parece que estuviera dándole razones para la queja. Cospedal quiere dirigir las preguntas y cualquiera diría que Pastor quiere dirigir las respuestas: si no le gustan, palo al invitado. Así es muy difícil avanzar. ¿Tiene algo de razón Cospedal en lo que dice? Creo que no, punto. ¿Debe continuar un entrevistador la entrevista cuando el invitado ya se ha ido? Creo que tampoco.

La imparcialidad, la objetividad, la independencia no son valores que se tuitean, se demuestran. No dudo de Ana Pastor en ese sentido, por eso me extraña su necesidad de reivindicarse. Bastaría con echarse a un lado, decir muy elegantemente "que pase el siguiente" y hacer una entrevista fantástica, imparcial, objetiva e independiente.

Sin embargo, prefiere el boxeo. Es un problema porque el boxeo desgasta. Acaba con las neuronas y el talento. Sí, de vez en cuando te da tu dosis de gloria y portadas, pero lo más inteligente cuando llega el golpe no es repelerlo sino esquivarlo. Y seguir a lo tuyo.

lunes, abril 25, 2011

Presentación de mi novela en La Noche de los Libros


Cuando me llegó la propuesta de La Noche en Vivo -vía Darío, el dueño del Búho Real- para participar en sus actividades del 27 de abril, Noche de los Libros en Madrid, vi la oportunidad de hacer algo arriesgado, valiente y a la vez divertido: presentar una novela que existe, que está escrita del primer capítulo al último... pero que aún no está publicada. El formato tenía que ser el habitual: lectura de textos, a ser posible, los más distendidos y fáciles de escuchar, nada demasiado complejo ni barroco, acompañada con música.

Al dueño de la sala Segundo Jazz le pareció bien, al fin y al cabo él es el que manda porque él es el que me va a acoger. Tenía claros tres nombres: Patricio Barandiarán, porque en toda la novela hay algo de Patricio Barandiarán, Álvaro Vázquez, que, directamente, es un personaje del libro, y Emite Poqito, que aparece en uno de los capítulos, en el Contraclub, cantando "Mi fórmula secreta". Patricio tenía concierto en Barcelona así que la cosa quedó en dos: Álvaro y Julia. Yo, encantado.

Todo iba bien hasta que nos topamos con el fútbol. Real Madrid y Barcelona no tuvieron nada mejor que hacer que ir pasando todas sus rondas europeas y enfrentarse... el miércoles 27 de abril a las 20,45. Aquello fue un palo. Es un palo, de hecho. Como solución, y tras hablarlo de nuevo con Roberto, decidimos que se emitiera el partido en pantalla gigante y nada más acabar, a las 22,30, que es aún una hora razonable, empezáramos con el recital-presentación.

Así que ya saben: es este miércoles, es después del fútbol. Pueden escoger entre ver el partido ahí o ir directamente a lo mío... es la culminación de un trabajo de dos años en el que he puesto muchísimo esfuerzo, habrá buena música, será gratis, como siempre, no durará más de una hora así que no volverán muy tarde a casa y tengo preparada la lectura de hasta cinco capítulos que seguro que  les van a encantar. Tanto que, cuando salga la novela, querrán comprarla. O editarla, si tiene usted una editorial, que a veces sucede.

Esa es la última buena noticia: como la novela no está impresa, lógicamente, no tienen que comprarla. ¡Van a ir a la presentación de un libro y ni siquiera van a tener que gastarse el dinero en el propio libro! Ni en la entrada. Esto es un chollo, señores. Buena música, buenas historias, una hora decente y todo mi agradecimiento. Porque, para mí, ya les digo, es importante, muy importante. Sé también que es difícil, pero todo ha sido difícil estos dos años así que para qué cambiar ahora.

Segundo Jazz. Calle Comandante Zorita, 8. A partir de las 22,30. Entrada gratuita. Ahí nos vemos.

domingo, abril 24, 2011

Sondeo elecciones autonómicas

El que quiera que se las crea, el que no quiera, que no se las crea, pero por si tienen curiosidad, este es el sondeo de Sigma Dos para El Mundo:

MADRID

PP 76-77

PSOE 40-41

IU 11

UPyD no llegaría al 5% mínimo y por tanto se quedaría fuera del parlamento para beneficio de las dos fuerzas dominantes.


VALENCIA

PP 56-59

PSOE 36-39

EU 4

Camps no sube pero tampoco baja, un espaldarazo a cuatro años de corrupción masiva ni siquiera disimulada en las listas electorales.


MURCIA

PP 31-32

PSOE 11-13

IU 1-2

Ramón Valcárcel conseguiría un nuevo récord, con más de dos tercios de los parlamentarios.

CASTILLA Y LEÓN

PP 49-54

PSOE 28-31

UPL 1-2

IU 0-1

Nuevo paseo del PP en Castilla y León, aumentando su anterior diferencia.

MELILLA

PP 18-19

PSOE 3-4

CPM 3

Sin comentarios.

LA RIOJA

PP 19-20

PSOE 13

PR 0-1

CEUTA

PP 19-20

PSOE 3-4

UDCE 2

CANTABRIA

PP 20-21

PRC 10-11

PSOE 8

Lo que daría una mayoría absoluta ajustadísima al PP, aún, obviamente por confirmar.

EXTREMADURA

PP 32-34

PSOE 30-31

IU 0-3

Es decir, aquí dependería de la entrada en el parlamento de IU, en caso contrario gobernaría el PP por primera vez desde la llegada de la democracia. Los datos no cuadran con el nivel de popularidad y de aceptación del presidente Guillermo Fernández-Vara, lo que invita a pensar que la victoria será del PSOE, o al menos el gobierno.

BALEARES

PP 33-34

PSOE-PACTE 24-26

La coalición de izquierdas perdería el poder siguiendo con el carrusel de cambios desde 1999, en la que probablemente sea la comunidad autónoma con más casos de corrupción por todas partes del país

ASTURIAS

PSOE 17

FAC  12-13

PP 11-12

Álvarez Cascos sería clave a la hora de formar gobierno y no me extrañaría que, en primera instancia al menos, dejara gobernar al PSOE en solitario o exigiera ser presidente a lo Revilla pactando con cualquiera de las dos partes.

ARAGÓN


PSOE 26

PP 25

PAR 7

CHA 5

IU 4

Advierto de que esta información no viene de El Mundo sino de El Heraldo de Aragón, creo que los resultados de El Mundo son más favorables -oh, sorpresa- al PP (en concreto, PP 28-30, PSOE 24-25, PAR 6, CHA 4, IU 3-4. De cumplirse estas previsiones, el PSOE podría gobernar junto a CHA e IU sin muchos apuros.

CASTILLA LA MANCHA

PP 25-27

PSOE  22-24

Se confirmaría la tendencia que da mayoría a Cospedal sobre Barreda y el PP también podría gobernar esta comunidad autónoma por primera vez en la democracia.

Barcelona 2- Osasuna 0



El Barcelona  ha basado su hegemonía –sí, han leído bien- de los últimos tres años en dos conceptos clave: la intensidad en la recuperación y la colocación en el campo. Cada jugador sabe dónde están sus compañeros y es capaz de presionar al rival en pequeños esfuerzos de 10-15 metros que acaban siendo decisivos. 

Ante el Osasuna no vimos nada de eso. Era de prever nada más salir la alineación: Mascherano no es central, Milito está para pocos trotes, Thiago es demasiado joven a pesar de los numerosos elogios que ha recibido y Afellay no es que juegue mal ni bien, simplemente no sabe a lo que juega. Es la diferencia, por ejemplo, con Jeffren, que sí leyó perfectamente el partido y la aportación que de él se exigía. Otra cosa fue la eficacia, que dejó bastante que desear excepto en el centro que acabó con el 1-0 de Villa.

Resumiendo, el partido del Barça fue un desastre y el Osasuna tampoco hizo mucho por mejorarlo. De haber presionado más arriba, de haber tenido un mínimo de fe, probablemente los navarros hubieran pescado algo en el Camp Nou, pero no fue el caso. El Barcelona estaba “groggy” en lo mental y en lo físico, sin poder determinar aún qué va primero, si el huevo o la gallina: lentitud exasperante en el pase, nula lectura del juego de ataque y los clásicos problemas para defender las segundas jugadas tras balones bombeados.

A eso añadan la lesión de Milito y la de Maxwell, lo que deja al Barcelona sin centrales ni laterales izquierdos. Imposible saber qué inventará Guardiola para la Champions, pero ahora mismo las bajas son cinco: las dos mencionadas más las conocidas de Adriano, Puyol y Abidal. Fontàs, ni está ni se le espera, aún sin tener muy claro por qué.

La única buena noticia fue la victoria y, de nuevo, no se puede decir que fuera inmerecida, por la poca ambición de Osasuna, pero la incapacidad del Barça para llegar al área local fue muy preocupante. Que eso te pase ante todo un Real Madrid en la primera parte de una final de Copa puede tener una explicación. Que te pase en tu campo ante un equipo a dos puntos del descenso no tiene ninguna lógica. Los de Pep no crearon peligro con los suplentes y no lo crearon cuando tuvieron que entrar Xavi, Iniesta y Messi.

El juego apenas mejoró, si bien es cierto que ahí hay que reconocer que al poco los locales tuvieron que jugar con 10 por la lesión de Maxwell. Thiago, inadvertido. Iniesta, ofuscado. Afellay, completamente perdido… ante todo esto, el Barça salvó el partido con una descomunal actuación de Mascherano y Keita, fallón pero omnipresente. El malí jugó de interior, de pivote, de extremo y en ocasiones incluso de central para facilitar la caída de Mascherano a la izquierda cuando se vio que Maxwell no podía seguir.

La duda está clara: ¿está fundido físicamente el Barcelona? Si no lo está, lo parece. Insisto, no sé si el tema físico está por encima del mental o es al revés, pero el Barça juega andando, cansado, a regañadientes. Ni rastro del equipo que disfrutaba jugando al fútbol hace unos meses. Incluso Messi marca su 50º gol de la temporada y apenas celebra, más bien resopla.

Siete puntos separan a los azulgrana de la liga. Teniendo en cuenta que sus rivales serán Real Sociedad, Espanyol, Levante, Deportivo y Málaga, parece imposible que se escape el título. Como bien dice Guardiola y más viendo el verdadero nivel del Real Madrid, un equipo descomunal con posiblemente la mejor plantilla de la historia del fútbol, ganar la liga ya sería un éxito. Sin embargo, la gente quiere más: quiere la Champions. 

No sabemos si el equipo tiene ese punto extra para dar una última alegría, un último esfuerzo. La combinación de una plantilla corta, una plaga de lesiones y la evidente falta de confianza en determinados jugadores parece haber resultado letal. Nunca se sabe. Por si acaso, no hagan pronósticos. No suelen servir de nada.

sábado, abril 23, 2011

Closing walls and ticking clocks



Para mí, "Clocks", de Coldplay siempre irá ligada al 11-M. No a la investigación del 11-M, no a las manifestaciones del 11-M, no a sus juicios, sus pancartas, sus mentiras, sus editoriales, sus reproches, sus elecciones, sus policías, sus jueces... No, al 11 de marzo de 2004, en torno a las dos y media de la tarde, mi abuela y yo comiendo en casa, la televisión sintonizada en una cadena de vídeos musicales, Onda 6, creo que se llamaba, a punto de llorar, realmente a punto, completamente desbordado, y "Clocks" sonando, con el piano en bucle, me encanta ese piano en bucle, repitiendo las mismas notas una y otra vez, escala arriba, escala abajo.

Lo peor del 11-M, lo he dicho siempre, es que no nos dieron tiempo a llorar ni a hacer luto, al día siguiente ya estaba todo el mundo gritándonos, como si en el fondo, de una manera o de otra, todo fuera culpa nuestra y no nos mereciéramos ni el respiro del dolor.

Del mismo modo, "Domingo astromántico", para mí, es mucho más Zahara que Love of Lesbian y es definitivamente Nueva York. Manhattan con sus avenidas, cualquiera de ellas, rumbo a Times Square o ya pasada Times Square, agosto de 2009, mi iPod y mis cascos y una cierta soledad de varias horas al día recorriendo una ciudad inabarcable y del mismo modo bombardeada. Una ciudad a la que vuelvo dentro de cinco días, aunque aún no me haga a la idea, aunque tenga un poco de miedo de que esto no vaya a ser sino una repetición de aquello: los paseos, la soledad, los rascacielos y los "restrooms" gratuitos. Holden Caulfield.

Ayer, Nueva York se apareció desde lo alto en una película maravillosa: "Inside job". Como documental le debe mucho a "Capitalismo", de Michael Moore, solo que sin símbolos ni demagogia ni tantos chistes. Es más riguroso, ofrece muchos más datos y unas entrevistas que Moore jamás conseguiría solo por la fama que le precede pero a las que el "inofensivo" Matt Damon accede con mucha más facilidad.

Aunque a la quinta pregunta le quieran echar del despacho.

Ambos documentales se centran en la espiral de la crisis del crédito, las hipotecas imposibles, los fondos basura, la especulación, Goldman Sachs, Lehman Brothers, AIG... el desplome del sistema financiero estadounidense y mundial. Lo bueno de "Inside Job" es que tiene un año más de estudio. El año de Obama. Los palos que le caen a Obama por mantener exactamente el mismo grupo de asesores financieros que llevaron a la administración Bush al colapso son notorios. Lo malo es que es más técnica, más abrumadora, menos gráfica. En eso, Moore no tiene competencia.

Así que al final los que quedamos somos María y yo cenando tostas de salmón o tomando copas de vino y hablando de lo imposible, es decir, de Estados Unidos, porque Estados Unidos no existe, ya lo dije en su momento, aquel mismo verano de 2009: lo que existe es "América", como ellos lo llaman o un continente inmenso con una bandera, un himno y en ocasiones un idioma como punto en común. Las dificultades para cambiar lo que no existe. Habría que construirlo. Así, Obama.

En cinco días voy a Nueva York, insisto, pero eso no sacará a nadie de dudas. Nueva York no es Estados Unidos, es Nueva York. Nada es Estados Unidos, quedó dicho. El hecho de que un país que no existe domine el mundo es la prueba más clara de que vivimos en un mundo místico, en el mejor de los casos, metafísico.

viernes, abril 22, 2011

Martín (Hache)


El cine argentino y su fascinante estética del perdedor, de sueños rotos, de represión de los instintos nobles, de falta de pertenencia, de lágrima fácil, de mate y charla amistosa, de reconocimiento entre iguales, de resistencia pasiva -generalmente pasiva, el cine argentino es más bien pasivo, pero a veces...-, de melodrama, de psicodrama, incluso, más o menos barato. Sus libreros, sus carreras bajo la lluvia, sus frases lapidarias, su nostalgia de lo que no pasó nunca, su farfullar... Que Ricardo Darín, un actor al que es imposible hacerle vocalizar, simbolice en la actualidad el cine argentino lo dice todo: las palabras se arrastran cansadas, entre dientes, se desajustan al tocar la realidad...

Ahora es Campanella, un tipo al menos romántico, pero antes era sobre todo Aristaráin, un hombre más contundente, en pareja con Federico Luppi, la contundencia personificada. La estética era la misma pero más agresiva, sin farfulleos más que en las noches de borrachera. El cine argentino y sus borracheras, se me olvidó mencionarlo. Repasen los adjetivos: ¿qué separa el cine argentino de la adolescencia? Nada. Absolutamente nada. Autocomplacencia y autocompasión. Vi "Un lugar en el mundo" a los 16 años y obviamente me encantó. Hasta las trancas.

¡Ah, la lucha contra la injusticia!

En España, resumiendo de manera un poco grotesca, los dos grandes éxitos fueron "Martín (Hache)" y "El hijo de la novia". Cada uno en lo suyo, pero con los anteriores puntos en común: amistad traicionada, amistad incondicional, nosotros frente a ellos, psicodrama de grupo, un largo etcétera. "Martín (Hache)" me gustó más aún que "Un lugar en el mundo", un poco menos que "El lado oscuro del corazón", que, sí, era más pedante, pero al menos también era más cínica y divertida y dejaba a la poesía en su lugar natural, esto es, los burdeles.

"Martín (Hache)" contaba con un reparto sensacional. Federico Luppi, de nuevo, y Juan Diego Botto, línea dura, haciendo de padre e hijo con una relación muy complicada. Luppi se niega a aceptar el futuro, el relevo, y Botto se pierde en la aceptación del padre dentro de una cadena de autodestrucción. Hasta aquí, todo Freud, pero efectivo. En medio quedaban Eusebio Poncela, de vuelta al cine después de un propio infierno personal, en el papel del "amigo-excéntrico-incomprendido-al-que-no-hay-que-traicionar-nunca-porque-la-amistad-y-los-valores-están-por-encima-de-todo-especialmente-del-dinero" y la excelente Cecilia Roth haciendo de La Maga, versión cocainómana: tonta, pero de buen corazón; maltratada, pero dispuesta a morir por la inteligencia de su amado.

En mi imaginario cultural argentino solo caben dos mujeres cabales: Matilde Urbach y Talita Traveler. Obviamente, esta distinción también es grosera y revisable.

La combinación funcionaba. No me atrevería a verla quince años después y por lo que estoy comentando no da la sensación de que si la viera me fuera a gustar. No crean, yo hablo mucho y luego pedaleo muy poco, es decir, estoy poniendo a parir una película que me encantó y que es probable que me volviera a encantar porque uno es un cabrón pero un cabrón con sentimientos, che. Y una película que deja una frase para la posteridad cada tres minutos es una película que te agota o te enamora. Yo tiendo a lo segundo, al fin y al cabo sigo siendo -como Aristaráin, como Campanella, como Darín, como Luppi...- un adolescente.

jueves, abril 21, 2011

El Real Madrid, campeón de Copa


Es difícil no reprocharle nada a un equipo que pierde una final. Muy difícil. Seguro que hay cosas que se pudieron hacer mejor: mover el balón con más rapidez, mostrar más contundencia física, acertar con la portería contraria y defender la entrada al segundo palo de los atacantes madridistas, que es por donde llegó el palo de Pepe y el gol de Cristiano Ronaldo. Si pierdes, generalmente, es porque eres peor y te toca flagelarte durante días y semanas, pensando en todo lo que pudiste hacer y no hiciste.

Y, sin embargo, poco hay que reprochar al Barcelona como no lo habría al Real Madrid si hubiera perdido. El partido en Mestalla fue colosal, nada que ver con el del Bernabéu. De acuerdo, la colocación de los jugadores fue idéntica pero la táctica no tuvo nada que ver. Lo que le pedíamos a Mourinho no era necesariamente más delanteros sino más vocación ofensiva y en la final de Copa la hubo: el Madrid no presionó para defenderse, presionó para atacar, para hacer daño, y metió al Barça en tal conflicto de intereses -¿para adelante o para atrás?- que lo borró por completo en la primera parte.

Nunca en estos tres años he visto a un equipo dominar al Barcelona como el Madrid en la primera mitad de la final de Valencia. No por posesión, desde luego, quizá no por ocasiones clarísimas sino por pura contundencia, derroche físico, colocación táctica. Puede que no fuera bonito, pero más eficaz, imposible, porque estaba bien hecho.

Cuando al Madrid le fallaron un poco las piernas, especialmente a Pepe, que estuvo inmenso no ya de pivote sino incluso de media punta, el Barcelona respiró. Si la primera parte fue merengue, la segunda fue arrolladoramente culé. Casillas salvó dos goles de Pedro y Messi y al canario le anularon otro por un fuera de juego que ninguno vimos en directo pero que se comprobó como tal en la repetición. El Barça fue fiel a su estilo, tuvo oportunidades, movió bien el balón, se le vio más conectado al partido pero tuvo demasiados inconvenientes: el primero, una vez más, el físico. Este equipo no parece estar a la altura de su rival, aunque después de las dos panzadas que se ha metido el Madrid en cuatro días, habrá que verle en una semana.

De por sí, el Barcelona es un equipo sin portentos físicos, todo basado en la colocación y la presión eficaz y corta, no de largas carreras. Ante el Madrid sufrió lo indecible: no había desborde, no había retorno, los balones divididos caían siempre de lado blanco. A este problema, sumémosle la situación de Villa y Pedro, desaparecidos en combate, sobre todo el asturiano. Messi no puede hacerlo todo y en su propio empeño a veces perjudica al equipo. Sólo cuando apareció Iniesta en la segunda parte, combinando con Xavi y Busquets, creó peligro el Barcelona. No el suficiente.

Con un período para cada equipo, lo justo era que el combate se decidiera a los puntos. Los dos estaban ya muertos por entonces, pero el Madrid tuvo lo que no tiene el Barça: un par de colosos como Di María, capaz de desbordar en el minuto 113 y Cristiano Ronaldo, quien tras el enésimo sprint, se levantó poderoso y remató el 0-1 de un cabezazo espléndido. Poco que objetar. No se entiende bien que Cristiano quedara con Adriano como único defensor igual que no se entendió en la primera parte que Pepe quedara con Alves en una jugada casi clavada que acabó en la escuadra de Pinto.

Errores, estos sí, reprochables y que hay que solucionar si se quiere aspirar a la Champions.

El 1-0 sentenció el partido. No quedaban fuerzas para más; de hecho, el Barça ni siquiera creó peligro, entre lesiones, pérdidas de tiempo, confusión generalizada… lo habitual en estos casos. El campeón no caía a la lona, no tanto como eso, pero se sabía derrotado. A principio de temporada todos apuntábamos a una posible falta de banquillo y ahora lo está pagando: sin Bojan, no hay un sustituto de mínimas garantías para Villa y Pedro. También es cierto que una plantilla corta es una plantilla más manejable, así que Guardiola sabrá por qué lo hace. No se puede acertar siempre.

El Madrid no fue mejor pero tampoco fue peor. Fue igual. Por eso jugaron una prórroga. Por eso se decidió en un contraataque. Luchó hasta la extenuación y se llevó la Copa. Si el Barça quiere seguir presumiendo de hegemonía ya sabe lo que tiene que hacer: rematar la liga y llevarse la eliminatoria de Champions. La igualdad, ahora mismo, es absoluta, imposible decantarse por uno de los dos bandos. El que mejor recupere, anímica y físicamente, será el que prevalezca. El otro habrá quedado como un digno, un enorme rival.

Enhorabuena por tanto al Madrid y enhorabuena al otro gran triunfador de la noche: Undiano Mallenco. Supongo que se equivocaría en algunas cosas pero es imposible ponérselo más difícil desde el minuto uno: los jugadores de ambos equipos abusaron del piscinazo, de la protesta airada, de la reclamación, del conato de tangana… y Undiano sobrevivió. Veamos qué pasa cuando llegue al Bernabéu o al Camp Nou un árbitro sueco, por poner un ejemplo.

miércoles, abril 20, 2011

La previa del Barcelona-R.Madrid


El éxito. No sólo eso: el éxito inmediato. Ni más ni menos. Mourinho como ganador que tiene la receta para la victoria, qué optimismo. Nadie tiene esa receta: Mourinho ha ganado y ha perdido; Guardiola ha ganado y ha perdido. Incluso, en ocasiones, el uno con el otro. El partido de esta noche es un partido de euforia y miedos. En el Barcelona, la euforia viene por el lado del juego mantenido durante tres años y el miedo tiene que ver con la posibilidad de que este ciclo se acabe, como se acabó el de la Quinta del Buitre en 1990, mismo torneo, mismo estadio.

En el Madrid, la euforia viene de la magia y la mística. Mourinho como líder por encima del bien y del mal. Ser superior. Da igual cómo ganes mientras ganes, vienen a decir todos cuando les hablas de trivotes y contraataques. El éxito inmediato, de nuevo. El madridismo se ha entregado a su gurú, no como entrenador, no como táctico sino precisamente eso: como gurú. Él mismo ha alimentado esa imagen de "yo contra el mundo", "yo, el incomprendido", "yo, el especial".

El fútbol, el deporte en general, entiende poco de especialidades. Un día cualquiera, pierdes o ganas y eso es lo que todo el mundo recuerda. Si alguien cree que el Madrid va a ganar solo por tener a Mourinho sentado en el banquillo se equivoca, además tendrá que jugar al fútbol. Si alguien cree que el Barcelona va a ganar solo por su superioridad estética y su pretendida superioridad moral, se equivoca también, además tendrán que tener acierto.


El miedo del Madrid tiene que ver con otro año sin títulos, pero debería ir más allá: un año con títulos y un futuro yermo, de centrales reconvertidos y entregados a la casualidad. Lo dije en el Mundial, cuando España perdió ante Suiza: lo importante es el proyecto y, de acuerdo, el proyecto no te hace ganar siempre, pero te acerca bastante a ser competitivo en todas las circunstancias. Creer en lo que haces es importante a la hora de hacerlo bien.

No sé si el Madrid debería resignarse a jugar como Suiza porque no hay más alternativa. El Real Madrid no tiene los jugadores de Suiza. Para defenderse como sea y lanzar zarpazos no hacían falta estos 500 millones de euros. El reto de Mourinho no puede ser, sin más, ganar hoy a cualquier precio. Porque, ¿y si no gana hoy? ¿Ya no sirve nada de lo anterior? El Madrid se ha colocado en una posición muy peligrosa: la victoria como necesidad de futuro, no de presente. El Barcelona sabe que estará ahí el año que viene, el Madrid debería saberlo igual e intentar discutir la hegemonía sin presunciones de inferioridad.

Si Mourinho vuelve a plantear el mismo partido, con siete jugadores defendiendo y los otros tres buscando contras, lo normal es que pierda. ¿Puede ganar? Claro, el partido lo ganó Suiza. Pero el Mundial lo ganó España. La España que todos decían que no podía ganar nunca, que era imposible, que necesitaba de un Clemente, de un Camacho, de la vieja guardia de la rabia y la furia para imponerse. ¿Cómo ganar a Holanda con las armas de Holanda, es decir, jugando al fútbol? Imposible, imposible...

El Madrid ha dado la guerra por perdida y reza por ganar batallas. Puede conseguirlo. Podría conseguirlo el Copenhague, o el Rubin Kazan o el Hércules. Claro que sí. A un partido, nunca se sabe. Esta noche, todo lo indica así, el Barcelona volverá a tener el 70% de posesión y el Madrid quedará a merced de su desacierto. Esa será toda la baza madridista: que los pases vayan más lentos, que el balón dé en el poste, que los regates queden en nada... Como propuesta no es que no sea estética, es que es peligrosa: jugar, sin más, al fallo rival tiene el problema de que si el rival acierta tú no tienes nada que hacer.

Toda la mística de Mourinho contra el Barcelona viene de un partido que los de Guardiola tuvieron que jugar después de un derby agotador, un viaje en autobús de 24 horas y un arbitraje lamentable. Estas cosas pasan en fútbol y sin duda el Barcelona se beneficiará o se habrá beneficiado en algún momento. Pero no es más que eso: mística. ¿Se repetirá hoy la historia? Puede. Pero, ¿cuántas veces más?, ¿cuántas veces puedes encerrarte y confiar en el desastre ajeno? ¿Cuánto te mereces cobrar por una táctica así?

En manos de los jugadores del Madrid está ser un poco más valientes que su entrenador. Siendo valientes, pueden perder. Pero también pueden ganar. Igual que siendo cobardes. A ver si después de todo, se van a quedar en la primera ronda y el rival va a ganar la Copa del Mundo. Otra vez.

martes, abril 19, 2011

Plegarias atendidas


Ellos siempre creen que hablo de ellos pero en realidad hablo de mí. Cuando digo "ellos" en realidad quiero decir "ellas", porque yo sobre todo hablo de mí cuando estoy con "ellas" y no cuando estoy con "ellos" en sentido estricto. Capote hacía lo mismo: ganaba confianza, se dejaba querer y luego acuchillaba en aquellas "Plegarias Atendidas" que le costaron la enemistad incluso de su adorada Jackie Kennedy. Yo no acuchillo pero sí, reflejo mi circunstancia, y los bares no se enfadan pero las personas miran con un gesto de desconfianza.

A las personas no les gusta ser personajes.

Capote ponía un aire de mohín borrachuzo, cerca de la muerte prematura y decía: "No sé cómo no se dieron cuenta durante todo ese tiempo de que estaban viviendo con un escritor". Paremos la cinta. La posibilidad de que un escritor no lo sea 24 horas es nula. Sólo hay una cosa que mejora al escritor con respecto al periodista: la inmediatez. Me refiero a que yo no tengo ninguna necesidad de contar hoy lo que hice contigo ayer o cualquiera de tus secretos. No necesito pronunciar tu nombre ni ser fiel al momento.

Pero dentro de diez años contaré historias de azoteas y terrazas: en una novela, un relato, un artículo... historias de veranos jugando al ajedrez y a las damas chinas y viendo partidos de Carlos Moyà en la tele. Eso haré, pero no tienes por qué odiarme. Como mucho podría odiarme tu personaje pero los personajes no odian. O al menos no odian a las personas.

Fin de semana rutinario: sigo leyendo a Coetzee en una "edición rayuela". Está mal encuadernada así que las hojas no siguen un orden fijo, hay que buscarlas. Me pregunto cómo sería leerlo todo seguido, la 155 y luego la 193 y luego la 128. No soy bueno en el desorden. Estuve en un concierto privado de Pereza cantando "Animales" a gritos, esquivando cabezas gigantes, vi un partido de fútbol con nuevos amigos, que siempre es algo bonito. El domingo me permití un pincho de tortilla en Olavide.

Eso me lleva a mi fisioterapeuta, que dice que no me descuide, que es lo mismo que decir que no me premie. Se refiere a la alimentación. Está preocupada sobre todo por el azúcar, dice que el azúcar es terrible para las mucosas y que alimenta a las bacterias. No está demostrado que yo tenga bacteria alguna, pero siempre ha sido una posibilidad. En cualquier caso, pienso, premiarse no tiene nada de malo. Al revés. El cuerpo humano debe tener algo de perro criado por César Millán: si se le premia cuando se encuentra bien, tenderá a encontrarse bien siempre.

Dicho esto, hace apenas diez minutos, en vez de una pera, me he tomado un descafeinado y una tostada. Si lo lee, me mata. Si lo lee, de hecho, se dará cuenta de que ella también es aquí un personaje, igual que el tipo que se toma descafeinados y tostadas. Y puede que se enfade también por eso pero al menos tendremos algo de qué hablar en la siguiente sesión.

Lo dejo aquí. Me voy a la sala Costello a preparar el Fuera de Contexto. No hablo ya casi nunca del Fuera de Contexto por mi tendencia a convertir lo excepcional en rutinario y quitarle glamour. Justo ahora que más me divierto sobre el escenario. No traten de entenderme. El otro día, un día de confesiones y paseos en espiral, reconocí que se me da bien conocer a la gente, descifrarla, por seguir el término inglés "figure out". Si conozco bien a la otra persona, sabré cómo no hacerle daño. Esa era la conclusión. Si no consigo conocerla del todo, si no aprecio sus debilidades a la primera, me alejo, porque en cualquier momento puedo pisar un callo y no me apetece.

No intenten descifrarme, es lo que les quería decir. No digo que estén pensando en intentarlo, pero por si acaso. Yo no lo consigo y eso me aleja de mí de una manera inevitable. De mí y de mi personaje. Tengo preparados dos relatos: uno es una locura que escribí en 2004 rumbo a Barcelona en un Talgo de los de entonces y el otro es una conversación que nunca tuve con una chica valenciana. Una chica valenciana a la que le encantaba que la convirtiera en cualquier cosa mientras fuera algo bonito.


Bend me, shape me, anyway you want me, cantaba Veruca Salt, que por otra parte era exactamente lo que hacía Capote, solo que, insisto, a él acabaron odiándolo.

domingo, abril 17, 2011

R. Madrid 1- Barcelona 1


Pocas veces un partido sale tan parecido a lo planeado por los entrenadores y “entendidos”. Bastaba con ver la alineación del Madrid para suponer que el Barcelona pondría el juego y el Madrid, la pegada. Algo de eso hubo en la primera parte, bastante floja en general: el Barça dominó, pero sin demasiada ambición, cómodo en el 0-0. El Madrid se parapetó en su propio campo sin ningún tipo de pudor y recurrió a las jugadas de estrategia y el contraataque para crear verdadero peligro.

No creo que haya una única manera de jugar para ganar, desde luego. La historia lo demuestra. Tampoco creo que el aficionado madridista quiera algo que no sea ganar, así que los medios de Mourinho justificarán cualquier fin en Cibeles, pero tengo que decirlo: para colocar a cuatro defensas, tres medio centros defensivos y colgar balones para que los remate Sergio Ramos o confiar en la calidad enorme de Cristiano Ronaldo no hace falta ser el mejor entrenador del mundo. De hecho, eso mismo hacía Clemente y muchos otros que en su vida soñarían con entrenar al Madrid.

En cualquier caso, el futuro del Madrid, su juego, su entrenador, sus cientos de millones gastados en el rechace y el contraataque lo dejo en manos de sus socios, que son los que deciden.

El Barcelona sufrió de un mal muy extendido este año: la superioridad moral. Se creyó tan superior desde que conoció la alineación rival que no se preocupó demasiado en que su reino fuera de este mundo. Sí, Messi tuvo una buena oportunidad que desbarató Casillas, sus mediocampistas sobaron el balón, apenas concedieron oportunidades en juego abierto y protestaron un penalti sobre Villa que en mi opinión no fue: el portero local sale al cruce, no toca el balón, pero tampoco toca al jugador, que es quien deja atrás la pierna, dobla la rodilla y cae ostentosamente.

El Barcelona se creyó invencible pero no dio demasiados argumentos en el campo para apoyar la tesis. Mucho menos cuando le tocó jugar contra 10 y todas sus profecías parecían cumplirse: la jugada de Albiol no dejó dudas y sirvió para que Messi pusiera el 0-1 de penalti. Quedaban 35 minutos de partido, jugaban con uno más y equivocaron por completo el partido: en vez de ir a por el segundo, contemporizaron, se regodearon en el toque en zonas peligrosas para su propia defensa y se olvidaron de buscar los enormes huecos que quedaban detrás de la presión madridista.

Repasemos conceptos: cuando presionas con diez, el problema no es la inferioridad en la jugada, sino en su continuación, es decir, si te superan. El Barcelona no puso ningún interés en superar, especialmente cuando llegó la lesión de Puyol, clave absoluta del partido. Busquets bajó a una posición en la que se siente muy incómodo y el equipo quedó en manos de Keita, que no lo ha dirigido ni una vez en tres años. Aquello fue un caos: balones perdidos en la construcción, fragilidad constante, pésima lectura del juego.

El Madrid empató merecidamente. Creo que el penalti que se pita sobre Marcelo tampoco existe, pero me es indiferente: hacía justicia al juego blanco, que, desde luego, tuvo la virtud de no rendirse y creer en sus posibilidades. El Barça tuvo al final un par de oportunidades para desnivelar la balanza, pero no hubiera sido justo. Tampoco provechoso para el equipo azulgrana. Es bueno que la indolencia se pague y durante 25 minutos, el Barça se pareció mucho a un equipo indolente y encantado consigo mismo. Narciso ante el río.

Si al final hubiera ganado el partido, la liga estaría igual de sentenciada pero los jugadores saldrían con la sensación de que pueden permitirse estas mismas confianzas en la final de Copa. Ahora ya saben que no. Mourinho no tiene ningún problema en hacerle creer al Barcelona que es superior y el Barcelona no tiene ningún problema en creérselo. Ahora lo que hace falta es demostrarlo jugando al fútbol, justamente lo que el Barça no consiguió y el Madrid ni intentó siquiera.

sábado, abril 16, 2011

Viernes astromántico



El frío-calor de Chueca. El frío-calor de cualquier terraza de Madrid en primavera. Sol y sombra. María pide un café tras otro. Quiere un manchado pero ahí nadie entiende la diferencia entre "manchado" y "cortado". Yo tampoco la entiendo, no voy a hacerme el entendido. Para mí las cosas son descafeinadas o no, pero sutilezas las justas. Andrea habla en catalán y en castellano con su madre. Me gusta el catalán de Andrea, un catalán ilerdense, de Linyola, de "e" abierta, tipo "Joan Carles" y no el "Joan Carlas" al que la televisión nos acostumbra a los bárbaros.

Planeamos una obra de microteatro. Pasamos la gran mayoría del tiempo planeando porque planear es una cosa preciosa y la otra parte del tiempo hablando de traumas: bueno, María y yo hablamos mucho de traumas y Andrea se limita a conceder que en la infancia era "amorfa" y nos saca una foto con unas gafas enormes. Son las 6 de la tarde, llevamos andando en círculos casi una hora. Las relaciones funcionan cuando uno puede andar en círculos durante horas sin que eso sea un drama. Buscamos una terraza y leche con soja, combinaciones improbables. Al final nos conformamos con lo primero, porque algo es algo es algo.

María es regidora de teatro, ayudante de dirección. No sé cuál es la diferencia. Ya ha llegado el momento en el que he preferido dejar claro que yo no sé mucho de casi nada excepto de deporte. De deporte sé mucho, demasiado quizá. No me hables de Kaurimaki, háblame del Tour de 1989. Nadie sabe más que yo sobre el Tour de 1989. En fin, María es regidora de teatro y soñadora oficial. Una persona con miedo al vacío, exactamente igual que yo, y un discurso arrolladoramente seguro que choca con una apariencia en principio frágil.

Andrea es actriz, pero se descubre a trozos. Andrea sonríe y fantasea y se entusiasma con todo. Andrea es el entusiasmo. Todo le parece fantástico y lo que no le parece fantástico es porque seguro que hay algo más fantástico aún esperándola. Andrea era una chica con un corto en Medina, luego resultó que era la ganadora a mejor actriz en Alcine, luego resultó que era la protagonista del vídeo de "Domingo astromántico", de Love of Lesbian, mi canción favorita de los últimos dos años. David Pinillos se mete mucho con ella, la vacila, y ella se ríe. Finge que le molesta su entusiasmo cuando yo creo que a todos nos fascina su entusiasmo. A todos los treintañeros, al menos. David Pinillos es un hombre sensacional, pero ¿qué puedo contar de él que no esté en la Wikipedia?

Hablo de soñadores y francotiradores sin saber de qué hablo. Llevo haciéndolo ocho años y dejo que cada uno -cada una- saque sus conclusiones y las comparto todas, incluso las contradictorias, porque me hacen sentir más comprendido.

Venimos de comer en "El cisne azul". Ellas eligieron las setas y yo elegí la carne. Nadie salió defraudado, ni siquiera el dueño cuando cobró la cuenta. No quisimos chupitos. Bares con olor a fritanga y hormigoneras, eso es Madrid un viernes por la tarde cuando andas hacia Barquillo y Alonso Martínez. Hablamos de algo parecido al sexo. Hablamos de algo parecido a la dirección de actores. El orden no importa. Nos sentamos y nos levantamos y nos sentamos. Todo empezó a la una en el Conache, un lugar agradable pero con un servicio mejorable. Exceso de demanda, supongo, y el hartazgo habitual del camarero en primavera.

Pini venía de Valencia y se iba a Segovia. Pini parecía cansado pero contento. Si no estuviera contento, no estaría, y eso lo sabemos todos. Nosotros ponemos algo parecido a la melancolía y ellas ponen algo parecido al futuro. Es lógico, por tanto, que en el presente -sol o sombra o viento- nos crucemos los cuatro.

viernes, abril 15, 2011

Esto es solo una aproximación


Laura dice: “Hay personas que saben seducir pero no han aprendido a dejarse seducir”. Quizás ahí esté la clave de todo el engranaje. La diferencia de ritmos. ¿Y dónde quedo yo en todo esto? Yo, el gran seductor. Yo, el gran incomprendido. Recuerdo momentos en los que me he dejado engatusar, claro que sí, y los recuerdo como momentos preciosos. Recuerdo las frases de la Chica Indecisa, en Barcelona, justo cuando nos conocimos y tonteamos un poco y yo cogí mi chaqueta con ese aire de “bueno, yo ya he cumplido, ahora que la empuje Messi”.

Ella me miró con una cara desoladora y me suspiró casi: “No te vayas”, mientras negaba con la cabeza. Fue precioso. Igual tú estás muy acostumbrado a que te suspiren “No te vayas”, que te lo diga una chica guapísima a la que acabas de conocer en un bar del barrio de Gràcia. Igual tú estás muy acostumbrado a dejarte seducir, pero yo no. Yo toco y me voy. Toco y me voy. Mi historia con la Chica Indecisa fue un desastre absoluto, claro, combinaba el amor con el arrepentimiento como nadie, esa combinación tan femenina.

Una vez, en un estudio de grabación, me llevó a un aparte y me dijo, sin más, con la misma cara: “¿Puedo abrazarte?” No sé quién demonios pensaba que era yo, no sé si pensaba que yo necesitaba algo más que un abrazo.

Habría más momentos bonitos, claro. Tampoco demasiados. Si miro hacia atrás no recuerdo haber recibido demasiadas frases de ese tipo. Quizá todo se resume, como dice Laura, a que no estoy preparado. No se dicen cosas bonitas a alguien que se ve que no está preparado para escucharlas, todos tenemos nuestro ego. Yo juego mi partido y celebro mi fiesta y lloro si quiero, pero dejarme, me dejo lo justo.

De hecho, esta iba a ser una columna sobre seductores y no sobre seducidos. Iba a ser una columna de diálogos. Los diálogos que alguna vez he querido pronunciar y a lo mejor incluso he pronunciado. Un relato. Algo así:

- Podrían darte un premio y convertirte en famosa. Todos deberíais convertiros en famosos y así yo podría ser una especie de cronista a lo Capote.

- Yo no voy a ser famosa. No me gusta que me persigan.

- Eres actriz. No te quedaría otro remedio. Yo podría ser un escritor famoso y a todo el mundo le daría igual, contigo sería distinto... Me gusta la idea. “Somos sólo amigos”...

- ¿Tú y yo?

- “... Blanca Moreno vista en un banco con un barbudo, paseando con evidentes muestras de afecto por la calle...”

- Y es que somos sólo amigos, ¿no?

Blanca no mira nunca a los ojos, ni siquiera cuando hace esta pregunta, que Carlos finge no oír.

- ...no veo ningún periodista por aquí, creo que no estamos en peligro. En cualquier caso, desmentir es lo más divertido. Podrían pensar que es un montaje. Podríamos vender un montaje.

- Si haces eso, no creo que podamos decir lo de “sólo amigos”.

- Es muy fácil, suelta mi mano.

Blanca piensa en soltarla, pero lo que hace es soltar cuatro dedos y dejar el meñique colgado del meñique de Carlos. Una vez alguien le dijo: “quieres estar en todas, por si acaso... Lo que aún no sabes es por si acaso qué”.

Los dos vigilantes de seguridad cruzan la calle sin mirar a ninguno de los lados. Enfrente hay un grupo de chicos sentados y fumando. Uno de los vigilantes se sienta al lado y empieza a hacer gestos. Blanca no puede saber qué es lo que está pasando, pero ríen, al rato le dan una colilla y el hombre se la fuma.

No debería hacerlo, piensa, mientras Carlos vuelve a coger la mano entera, deslizando el dedo pulgar hacia la muñeca, en forma de caricia.

- “¿Solo amigos?” –recuerda ella.

Él se toma su tiempo y medio sonríe mientras saca un cigarro del bolsillo de la camisa con su otra mano.

- Esa es una pregunta trampa, salvo que no sea una pregunta.

- Quizás no sea una pregunta, ¿no?

- En cualquier caso, no te podría contestar. Me parece que lo haces para que te diga “sí, sólo amigos” y entonces te quedarías mucho más tranquila, porque tú piensas que no es lo que yo pienso. Aun así te tranquilizaría oírlo, sería como firmar un contrato o algo parecido.

Blanca suelta sus cinco dedos, los dos vigilantes vuelven a cruzar la calle, uno de ellos va haciendo eses, el otro parece preocupado por que la gente les haya visto, aunque no es un momento en el que haya demasiada gente por la calle.

- La otra posibilidad sería contestarte: “No, no somos amigos”, pero eso no sé muy bien qué querría decir: “No, todavía no somos amigos, apenas nos conocemos” o lo más obvio: “No quiero ser tu amigo, quiero besarte, follarte, dormir contigo, volverte a follar y así sucesivamente”. También sabes que eso no te lo voy a decir. No de momento.

- ¿De momento?

- De momento. Si yo te digo ahora “somos amigos” estoy perdido, si te digo “somos más que amigos” estaría mintiendo. Tú estás deseando cualquiera de las dos respuestas para ver si sales corriendo o si te quedas. Por eso es una pregunta trampa. Por eso no voy a contestar.

Suelta el humo de una sola bocanada y mira en un punto fijo que queda más allá de Blanca. Intenta coger su mano otra vez pero no lo consigue. Sonríe. Blanca está preocupada, pero no tiene armas para defenderse. Eso está bien, piensa Carlos. Eso me da tiempo. ¿Tiempo para qué? Ya veremos. Ese tipo de preocupaciones son las preocupaciones de ella.

Oye las voces de los vigilantes cada vez más lejos: “Estás dando un ejemplo horroroso, has deshonrado a la profesión...” y cuando llega el autobús de Blanca intenta besarla en la boca, pero ella pone las dos mejillas y lanza un beso desde lejos.

Como si le gustara el guión, sí… pero aún no estuviera muy convencida de la historia.

Foto: Javier Vallas -www.javivallas.es-

jueves, abril 14, 2011

Arvydas Sabonis


Me enamoré de Ana a los 9 años, quizá 10. Era un amor infantil entregado. Pasaba las clases de matemáticas mirándola fijamente y escribiendo su nombre en cuadernos. Lo mío fue un amor de niña, más que otra cosa. O de niño de película de Medem. Era muy guapa o a mí me parecía muy guapa y tenía ese punto frágil, inocente, que marcaría el resto de mis elecciones. Ana no me hacía mucho caso, tampoco la culpo, yo era un niño algo repelente, con inicio prematuro de bigote y el consiguiente acné. Hicimos un concurso a ver quién era el más feo de la clase y lo gané. No, ni siquiera lo gané, quedé segundo, aún más triste. Sin premio ni nada.

Ana y yo tuvimos nuestros momentos conforme fui aparcando complejos y empecé a creerme algo parecido a un tipo carismático, el clásico tipo que acaba teniendo dos blogs en plan "cómo molo". Pasamos un día maravilloso en el Parque de Atracciones ya con 14 años, íbamos juntos al cine, a ferias de discos antiguos -ella no conocía la mitad de los grupos, yo iba de pregrunge instruido y pedante- e incluso a conciertos de Joaquín Sabina con sala VIP incluida.

Seducir a Ana. Aquello fue tan agónico como uno puede imaginar a los 16 años. Cualquier conquista que dura 7 años, reconozcámoslo, es la historia en capítulos de un prolongadísimo fracaso. Su padre era del Estudiantes, yo era un demente de pro, así que la invité a un partido, puede que a más. El que recuerdo era de la Euroliga de 1992/93, el año después de Estambul y nos enfrentaba al Real Madrid en el campo del Real Madrid, que era el nuestro pero cambiaba nuestra ubicación y nuestra sensación de peligro: nos llevaban a una esquina y nos tiraban bolas de acero.

Ese no fue un día especialmente peligroso. Recuerdo la euforia de los dos primeros cuartos: Herreros, Winslow y Cvjeticanin enlazando triple tras triple para ponernos diez, quince puntos arriba. Excusas para abrazarse, para tocarse... entonces apareció Arvydas Sabonis y mandó parar.

¿Acabó Sabonis con mi primer amor adolescente? No diría tanto, pero desde luego acabó con el partido. Empezó a coger todos los rebotes, dar asistencias a quien las quisiera y tirar triples como un alero. Él solito remontó el partido y nos dejó sin final apoteósico, beso bajo los focos, vuelta a casa de la mano, todo lo habitual en las películas de serie B americanas.

Nunca se lo tuve en cuenta.

Sabonis tenía que ser el antihéroe. Jugaba en el equipo al que odiábamos y además le hacía ganar. Pero era tan bueno. Nunca, en toda mi vida, he visto un jugador mejor sobre un campo de baloncesto. Completamente cojo pero impresionante. ¿Nos metíamos con él? Sí, pero sin convicción. Nadie odiaba a Sabonis, era imposible. Nos gustaba el baloncesto, lo jugábamos todos los días en el Ramiro de Maeztu, en los recreos y en las pellas. ¿Cómo odiar a ese tío? Era un mago, era sencillamente imparable, y sobre todo era elegante.

Los insultos, para Arlauckas. Los aplausos, o cuando menos el silencio, que es casi una muestra de mayor respeto, para Sabonis.

El lituano había empezado su leyenda en los 80: iba para mejor pivot de la historia pero se rompió tobillo y rodilla. Varias veces. Le convirtieron en una especie de Robocop que ya no corría contraataques ni machacaba saltando desde cuatro metros del aro. Eso midiendo casi 2,20. Ganó los Juegos Olímpicos del 88 y su Zalgiris mantuvo una pugna a final de década con la Cibona de Petrovic. Tal para cual. En 1990 llegó al Forum Filatélico de Valladolid. Nadie quiso apostar por él con ese físico.

Dos años después se lo rifaban.

Y ahí estábamos Ana y yo, nuestras entradas carísimas y el entusiasmo congelado, viendo a aquel monstruo hacer lo que quería con nuestro equipo. Cualquier cosa. Ese año llegarían a la Final Four pero perderían con el Limoges, a los dos años se vengaron y consiguieron el título. Sabonis se piró a la NBA y deslumbró a todos. Fue Novato del Año con 31 palos, ahí queda eso. 31 palos y los tobillos ya destrozados. Daba igual. En Portland era el pivot listo que intimidaba y tiraba de lejos y repartía juego desde el poste alto. Un poco como Divac.

Sinceramente, daba pena verle hacer de Divac a un tío tan superior a Divac. Muchos años después, en 2005, entrevisté a Pepu Hernández. Esto fue justo antes de que fuera campeón del mundo con la selección, recién nombrado entrenador. Le hice una pregunta solo para poder sentirme tranquilo: "¿Cuál es el mejor jugador al que te has enfrentado?" Dio muchas vueltas porque Pepu es un tipo prudente y elegante. Yo le esperé lo suficiente, fijé la mirada y acabó diciendo lo que quería oír: "Sabonis".

Las cosas con Ana dieron algunas vueltas, se estabilizaron en una paz aceptable y once años después acabaría en su boda. El año que Sabas volvía a Europa para retirarse plácidamente en su equipo de siempre.

miércoles, abril 13, 2011

El amor y otras cosas imposibles


De vez en cuando, a una gran figura de Hollywood le da por leerse un libro y le gusta. Le gusta mucho. Le gusta tanto que lo tiene que protagonizar en la gran pantalla cueste lo que cueste y si hace falta ser la productora, pues ahí está mi dinero, para la causa. Por supuesto, a cambio, quiere que la película sea ella, que ella salga en todos los planos y esté en medio de todas las tramas y las secuencias. ¿Recuerdan la que organizó Julia Roberts con "Come, reza, ama"? Bueno, esto de Natalie Portman no es lo mismo porque aquello era casi imposible de repetir, mucho menos empeorar, pero se da un aire de familia.

Lo primero, aclarar que Portman no lo hace mal. Portman nunca lo hace mal. No solo eso, sino que sale patinando, 15 años después de "Beautiful girls", que ya es algo, y aunque su personaje sigue siendo frágil, inocente y doliente, al menos ya se empieza a enfrentar con las responsabilidades de criar una familia y eso es un avance. Más cosas: Nueva York, por supuesto, una solvente Lisa Kudrow, alejadísima del papel de Phoebe, y una banda sonora empalagosa pero que incluye la sensacional "Waiting for the moon to rise" de Belle and Sebastian, que fue parte de mi banda sonora durante cosa de un año.

Quitando esto, la película es cansina. Muy cansina. Repetitiva. Llena de conflictos que son siempre el mismo conflicto y que siguen una misma estructura: situación agradable- conversación intrascendente- comentario inoportuno- pollo descomunal -lo siento, lo siento, lo siento. Creo que Portman dice las palabras "I´m sorry for..." como quince veces a lo largo de la película. Y, obviamente, para eso es la productora, la perdonan siempre.

Cada escena funciona casi como un capítulo, tengo curiosidad por conocer cuál es la estructura del original y si realmente TODO es tan dramático y episódicamente dramático, es decir, crisis-solución, crisis-solución, crisis-solución... y así sucesivamente. No a lo Iñárritu, aquí las tragedias no son tan asfixiantes y no se acumulan, pero sí en secuencia: primero discuto con mi hijastro, luego con mi marido, luego con mi hermana, luego con mi madre, luego voy disculpándome. Al final hay algo trivial en el supuesto dramatismo, algo increíble. Hartazgo. Las conversaciones entre el niño y Natalie Portman están bien, son ingeniosas. Probablemente en el libro haya más que en la película.

Por lo demás, es una peli repetitiva pero no agotadora. Justo cuando podría empezar a agotar se acaba. Roza el larguero en demasiadas ocasiones, eso sí. Supongo que le irá magníficamente bien en taquilla.

martes, abril 12, 2011

Dormir no me hace mejor persona pero tampoco me hace más infeliz


Dormir. Ir en ayunas al hospital y entrar en el tubo de la resonancia magnética: calzoncillos, bata y cascos insonorizantes. Estar muy tranquilo y muy quieto, respiración acompasada al ritmo del ruido. He oído discos de Thom Yorke peores que eso, créanme. Seguir órdenes e instrucciones. Vestirme. No llegar a un pase de prensa, así que elegir un buen desayuno: pulga de tortilla francesa, zumo de naranja, descafeinado y bollo. Premiarse, a veces, y no solo castigarse.

Dormir. Hasta la hora de la comida. Pollo con ensalada. Buen menú, señor. Escribir reseñas que no son reseñas y programar un poco el futuro. El futuro no tiene muy buena pinta, pero de una manera o de otra saldremos adelante. Por ejemplo, durmiendo. Dormir una hora y media más, ahora de siesta, luego bañarme, luego estirar, luego coquetear con otro ataque de vértigo que se queda en nada, luego vestirme e ir a la inauguración de una tienda de ropa con Laura de Pedro y su amiga Eva. Una tienda de ropa en la calle Velázquez, con presentadores de la MTV y chicos y chicas sacados de la portada de una revista de tendencias.

Nosotros, ahí, tan morenos y tan bajitos. Síndrome de Mozambique. Manhattans y copas de vino. 21 grados y un montón de viento. La tienda se llama 11:11, a mí me hace mucha gracia porque me hice amigo de Laura entre otras cosas por un proyecto que giraba en torno a las 11:11 del 11 de noviembre de 2011. El 11 de noviembre de 2011 hará 11 años que me dejó mi novia de los 90 pero eso Laura no lo sabe. A Laura no le interesa. Laura está un poco incómoda, diría, o simplemente no encajamos y lo mejor es irse. Pasear. Goya hasta Colón y Génova hasta Alonso Martínez.

Tomar unas patatas en La Cruz Blanca. ¿Esto por siete euros? Sí, esto por siete euros, y sin terraza ni nada. Hablar sobre preguntas incómodas. La que ustedes ya saben es: "Y tú, ¿a qué te dedicas?", la nueva versión es "¿Y con qué estás ahora?" Preguntas que todos hacemos, por otro lado, ningún escándalo, ninguna conspiración. Despedirse de las chicas en el cruce con Hortaleza y andar hacia Churruca. El mismo calor pero el mismo viento. Ganas de. Una pareja dobla sábanas al otro lado del patio. Recuerdos de la vie à 2, conciencia de que la vie à 2 ya nunca será lo que fue. Navegar un poco, lo justo, volver a estirar, oler a mentol porque el relajante muscular huele a mentol, googlear para qué demonios sirve una resonancia magnética.

Dormir. Y al día siguiente, despertarse.