sábado, octubre 31, 2015

Francis Scott Fitzgerald...

.. y los diálogos. Las últimas quince páginas de "A este lado del paraíso", por ejemplo, es decir, la raíz del concepto de "generación perdida" al margen de que a Stein se le antojara el nombrecito. Pero también este otro, claro:

- Todas tus calorías, ¿se han disipado?
- Todas. Empiezo a calentarme con las virtudes de otros.
- ¿Estás corrompido?
- Creo que sí. No estoy seguro. Ya nunca estaré seguro acerca del bien y del mal.
- ¿Lo consideras una mala señal?
- No necesariamente.
-¿En qué se demuestra la corrupción?
- En ser realmente insincero; en creer que no soy "un mal tipo" y que lamento la pérdida de la juventud cuando solamente añoro las delicias que causaron su pérdida... La juventud es como una gran fuente de dulces. Los sentimentalistas creen que quieren volver a aquel estado puro y simple, antes de comerse los dulces. No es así. Lo que añoran es el placer de volverlos a comer. La matrona no desea volver a sus años de soltera sino repetir su luna de miel. Yo no quiero reincidir en mi inocencia. Yo quiero el placer de volverla a perder.

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No fui, por supuesto. No fui como no habría ido solo y enfermo a una reunión de ex alumnos del Ramiro de Maeztu, ya lo dejé aquí claro. Se podrían haber dado otras condiciones y entonces sí, desde luego: no tener un hijo que acostar, no tener fiebre, saber con antelación que algún conocido más iba a ir... En ese caso, sí. O en un ataque de entusiasmo, pero el entusiasmo a estas edades se da a unas horas impropias para un bar.

Por lo que leo, fue bonito. Mucho de lo que colgaba la gente me sonaba a chino, porque siempre fui muy exquisito en lo de los dos lados de la barra y siempre sentí que se respetaba mucho mi exquisitez, lo que no siempre es frecuente. Me imaginaba a mí mismo llegando al Colonial, dándole un abrazo a Álex, otro a Rafa, otro a David y así sucesivamente hasta pedir mi último JB y echarme a llorar acumulando recuerdos.

Solo que sus recuerdos no son los míos. Entierros diferentes para un mismo muerto. De vez en cuando, fantaseo también con esa reunión de ex alumnos. Una reunión en la que abrazar a Bruno, a Tati, a Aitana, a Laura, a Vicente, Javi, Dani, Juan Ramón, Jaime, Isabel, María... pero no, no se dará. En la vida real, me temo, la gente no se abraza.

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Al parecer, Hache también estaba costipada. Yo no podría pasar un año sin tenerla en la cabeza, pero hay que tener en cuenta que yo soy un vampiro.

O un sentimentalista, vaya.


jueves, octubre 29, 2015

Adiós a una segunda adolescencia


Al parecer, hoy cierra el Viejo Café Colonial, conocido en este blog como el Colonial, sin más, o incluso, en su momento, como la Ronería. No sé exactamente los motivos ni si serán reversibles en algún momento, pero sí sé que ese bar me cambió la vida, marcó el inicio de una segunda adolescencia -como una segunda transición- y me hizo conocer a muchas de las mejores personas que he conocido nunca. Llegué ahí a punto de cumplir 28 y durante cuatro o cinco años no hubo quien me sacara de la barra, insistiendo en el JB con Coca Cola a cuanta camarera se pusiera delante.

Es difícil explicar con palabras su importancia. Hay un libro entero dedicado a ese bar, de hecho. Un libro adolescente. Cuando llegué estaba completamente perdido y no es que ahí me encontrara pero al menos aprendí a disfrutar de esa perdición. Cada día era Nochevieja, como diría Lichis: del Colonial salieron Vega, Carmen, Bea, Álida, Rocío, Irene, Corde... toda esa colección de brillantísimas universitarias deseosas de comerse el mundo, con una vitalidad envidiable, la misma vitalidad que yo intentaba copiar con más o menos éxito por las noches.

El Colonial era salir un martes por la noche y saber que ibas a encontrar a alguien. El Colonial era la charla sobre el Colonial del día siguiente. El sitio donde llegabas con cara triste, te preguntaba Fede Gutman qué tal estabas y respondías "Todo bien", porque estaba prohibido contestar otra cosa. Eran Álex y Rafa, pero también eran FD Simón, Ron, Ajito, Vanessa, Silvia, Miguel, David, José Manuel, Carmen, Luis y sus clandestinos, Juan, Zarzo, Sofía, David y Elena, las entrañables chicas argentinas... y yendo más atrás, el Colonial era el sitio al que nos llevó Jaime una noche de abril. El lugar elegido por la corriente interna para derribar la tiranía del "24".

La idea es volver hoy por última vez, cuando deje al niño dormido. Esa es la idea pero la realidad puede ser otra porque volver a la segunda adolescencia es casi como volver a la primera y no es tan fácil visitar de nuevo el instituto por muy bien que te lo pasaras en su momento. Queda en cualquier caso la gratitud. Éramos buenos clientes, de acuerdo, pero ellos eran excelentes anfitriones. Para sentirte en casa, no basta con echarle ganas, alguien tiene que abrirte y cerrarte la puerta, aunque sea de madrugada y con el cierre ya echado, comprobando primero que los policías no estén a la vuelta de la esquina.

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Algo pasa con Rajoy. No es ya la ideología o las políticas, es el discurso. Algo falla en el discurso, o al menos el discurso no leído. El presidente aparece agotado, confuso, perdido... puede que sea simplemente eso, cansancio, o, como apunta mi amigo Montando, "el síndrome de la Moncloa" pero es complicado pensar que este hombre pueda aguantar cuatro años más asumiendo esta responsabilidad. En los últimos meses, cada aparición pública se ha saldado con un par de incoherencias y muchas vueltas sobre sí mismo. Los medios le achacan con razón que no da la cara lo suficiente cuando en la oposición se mostraba como un conversador cuando menos ágil, pero es que ahora mismo parece incapaz de seguir el hilo, perdido en cuanto alguien le saca de su ruta prefijada.

Ayer, en la SER, le tocó además lidiar con Pepa Bueno, que desde luego no le hizo sentir como si estuviera en TVE. Por momentos, dieron ganas de sacar una bandera blanca o tirar la toalla, como cuando un boxeador noqueado se empeña en seguir de pie y es su entrenador el que tiene que dar el combate por perdido. No es que la entrevista de Bueno fuera especialmente brillante, porque a menudo se contestaba a sí misma en las preguntas y eso no está bien, pero la situación llegó a un punto tan desagradable que tuve que apagar la radio y punto. Aquello estaba siendo una sangría.

No tiene pinta de que las cosas vayan a mejorar en campaña. Rajoy no aguanta el ritmo y esto no es el Tour de Francia: aquí no hay jornadas de descanso ni autotransfusiones. Imaginarle en un debate ante cualquiera que no sea Pedro Sánchez es un imposible. Si yo fuera director de su campaña, jamás se lo permitiría. Se lo comerían vivo. Rajoy ahora mismo es un zombi caminando entre los que consideran que le falta autoridad y los que le achacan que le falta mano izquierda. Está a un paso de que su lema electoral sea "por favor" y vayamos todos a votarle como el que adopta a un perrito a punto del sacrificio.

lunes, octubre 26, 2015

Clases particulares de inglés


Después de un par de años algo más parado, vuelvo a abrir cursos para los interesados en recibir clases de inglés particulares, sea individuales o en grupos, para preparación de determinados exámenes o para conseguir un nivel B1, B2 o C1 porque así se lo pidan en su trabajo. Como algunos sabréis, soy bilingüe desde niño, a los 16 años ya tenía el Proficiency y me he dedicado a dar clases durante años en Escuela Oficial de Idiomas y diversos centros privados.

Por mi experiencia en este tipo de clases, tan importante es el conocimiento del idioma como la capacidad de transmitirlo, especialmente en adolescentes y adultos que ya tienen el español muy afianzado. Ese es el momento en el que un profesor no nativo tiene más facilidad para detectar el error, el problema que hace que la expresión en inglés no quede clara o contenga errores de sintaxis o vocabulario.

En fin, vayamos al grano...

¿QUÉ PODÉIS OBTENER?

Un aprendizaje bastante rápido mediante mucha conversación combinada con corrección de errores, propuesta de nuevas fórmulas puramente inglesas, ejercicios de gramática en aquellas cosas que se ve que no están claras para el alumno y búsqueda de vocabulario en documentos del día a día como canciones, películas, grabaciones, revistas... Lo que no puede ser bajo ningún concepto es que la clase sea un coñazo. Eso queda descartado.

¿A QUIÉN VA DIRIGIDO?

A todo aquel que ya tenga un cierto nivel de inglés y quiera mantenerlo o mejorarlo. En los últimos años me he especializado en la preparación para los exámenes de Cambridge -First Certificate, Advanced, Proficiency...- pero si alguien quiere mejorar por interés propio sin luego examinarse de eso también le valdrá la clase, por supuesto. Las clases pueden ser individuales o en grupos pequeños.

¿DÓNDE SE DARÍAN?

O en el domicilio/empresa del interesado o en mi propio domicilio o incluso en alguna sala habilitada a ello como las que hay en la Universidad Complutense, donde se trabaja bastante bien. Incluso si alguien quiere por Skype, lo hacemos por Skype. 

¿CÓMO SERÍA UNA CLASE NORMAL?

Pues solemos empezar con un poco de conversación más personal, para romper el hielo, luego escogemos un tema del que hablar más seriamente. Como ahí surgen siempre errores de vocabulario y gramática, los corregimos juntos y después se puede hacer un ejercicio de gramática siempre aplicada al uso del lenguaje o trabajar en un listening, corregir una redacción, practicar algo que haya surgido en el ámbito laboral o personal del alumno durante la semana y tenga dudas.

¿CUÁNTAS CLASES SERÍAN Y CON QUÉ FRECUENCIA?

Lo ideal es una hora y media o dos horas por sesión. Menos de hora y media sirve para muy poco. Más de dos horas se hace larguísimo y es difícil concentrarse. La frecuencia depende del objetivo. Si es simplemente mantener lo que ya sabes y mejorar determinadas cuestiones, una clase a la semana debería valer. Si vamos ya con un objetivo tipo First Certificate o similar probablemente sea buena idea dar dos clases o incluso tres.

MUY BIEN TODO, PERO, ¿CUÁNTO CUESTA?

Soy muy buen profesor y tengo mucha experiencia, así que valoro todo eso. Mejor pagar por aprender que meterse en una academia, acabar pasando de ir por aburrimiento y perder la mensualidad o el trimestre completo que ya has pagado de antemano. 

Mi tarifa a domicilio es de 20 euros por hora, es decir, 30 euros por hora y media; 40 euros por dos horas. 

Si no tengo que desplazarme, bajamos a 17 euros la hora, 25 euros la hora y media y 30 euros las dos horas.

Asimismo, en caso de grupos, la cosa varía. Por ejemplo, si sois dos, no os voy a cobrar 20 euros a cada uno sino que probablemente lo bajemos a 15 por persona. Cuanta más gente está en el grupo, obviamente, es más curro para el profesor, pero también hay más margen para rebajar el dinero que se gasta cada uno de los alumnos.

Las clases se pagan nada más acabar. Si hay que cancelar por cualquier razón de salud o trabajo, se puede cancelar pero se ruega que se haga 24 horas antes. Igualmente, si alguien quiere dejar las clases porque no le gustan o tiene problemas de dinero o no es lo que esperaba... basta con que me lo diga y ya cortamos, no hay compromisos de permanencia ni historias de esto. Sí se pide, claro, cierto compromiso porque esto es un trabajo: si no vas a poder ir a una clase, que sea por una razón justificada, y si no te lo vas a tomar en serio y vas a faltar a partir de la segunda clase, piénsalo bien antes de apuntarte.

Aparte, todo el material lo pondré yo, así que eso es más ahorro para el alumno en comparación con una academia o una Escuela Oficial de Idiomas.

ME HAS CONVENCIDO, ¿CUÁNDO EMPEZAMOS?

Si puedes y prefieres dar las clases por la mañana podemos empezar a partir de la primera semana de noviembre con bastante flexibilidad de horarios. Si solo puedes por la tarde, ahora mismo solo hay disponible horario de lunes y miércoles, pero a partir de enero tendríamos más variedad. Para apuntarse basta con enviar un correo a guille@margencero.com y ya te contestaré yo directamente con la información que necesites.

En serio, es un chollo. Se aprende rápido, con diversión, y por un precio muy competitivo. ¡Nos vemos pronto!

domingo, octubre 25, 2015

La inexplicable guerra de Marc Márquez y Valentino Rossi



Algo se nos escapa a todos. Algo que no puede tener que ver con lo que vemos en los circuitos. El domingo, Márquez ganaba en Australia adelantando casi al final a Jorge Lorenzo y privándole así de los 25 puntos del primer puesto. Rossi acabó cuarto, detrás de otro compatriota, Iannone. Hasta ahí todo parecía normal, pero el jueves salta Valentino con unas declaraciones acusando a Márquez de ralentizar la carrera en un intento descarado de que él no ganara el Mundial porque de lo contrario tendría más difícil pasar a la historia. Marc quedaba como un envidioso calculador y todo resultaba tal barbaridad que parecía más una cuestión de juegos mentales que algo relacionado con la realidad.

Porque en la realidad, si tanto quería Márquez que Lorenzo ganara el campeonato del mundo le habría bastado con salir un poquito largo en la última curva, caramba qué despiste, y darle al mallorquín la victoria en Australia.

Sin embargo, desde la primera vuelta de la carrera de Malasia, vimos que la cosa iba en serio. Tan en serio que Márquez, quien había volado durante los entrenamientos como su compañero de equipo Dani Pedrosa, se retrasaba misteriosamente del grupo de cabeza y se dedicaba a marcar a Rossi. Aquello era ridículo. Márquez adelantaba y frenaba. Cuando Rossi le pasaba, se mataba por adelantarle de nuevo. Estuvieron a punto de irse al suelo varias veces hasta que Rossi, directamente, le esperó en una curva y le tiró de una patada.

Aún me cuesta entenderlo: ¿Qué ganaba Márquez metiéndose en esa guerra entre dos compañeros de Yamaha?, ¿por qué tanto enconamiento entre ambos?, ¿cómo pudo jugarse no solo el Mundial sino la reputación Valentino Rossi con una acción tan antideportiva? Tiene 36 años, nueve campeonatos del mundo y el décimo relativamente cerca. Por muy mosca cojonera que se pusiera Márquez, ¿por qué no esperar al final a adelantarle, quedar tercero de todos modos y en el peor de los casos acabar cuarto y perder solo tres puntos más? La reacción de Rossi es la de alguien completamente fuera de sus casillas, es decir, alguien que no estaba jugando con los demás, como parecía en la prensa sino que siente que están jugando con él.

Para los aficionados del motociclismo es duro: todos queremos a Vale, todos le vimos darle una patada a Márquez y sacarlo de la pista. Es más, todos queremos a Márquez, el niño prodigio, y nos cuesta entender ese empeño en buscar constantemente el contacto, el choque, el adelantamiento imposible... cuando todo hacía indicar que podía irse tranquilamente a buscar a Pedrosa y Lorenzo porque moto tenía para ello. Queda, en medio, el ruido y la furia. Dicen los malpensados que la decisión de no expulsar directamente a Rossi fue "comercial". Antes al contrario, una competición donde las reglas no se cumplen es una competición condenada a quedarse sin seguidores.

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El Estudiantes se mira en el espejo y se ve con dos derrotas en dos partidos y veintinueve abajo mediado el tercero. Se ve viejo y desnudo, lleno de colgajos. No hay maquillaje, no hay fichajes cosméticos que juegan unos meses y se van, cobrando o sin cobrar. Hay un presupuesto que da para extranjeros muy limitados y un montón de chavales de la cantera, y el choque con la realidad para esta vieja dama del Barrio de Salamanca es tan duro que los chavales se amilanan, el público silba, el entrenador tiembla, algún directivo se tira de los pelos...

... Y sin embargo, es el camino. Para que Estudiantes tenga sentido, lo primordial es que sepa lo que es y no se avergüence. Es el equipo que forma talentos que explotarán en otros equipos. Es el equipo que quedará en manos de esos talentos en el intervalo y que buscará algo de músculo americano para complementar la bisoñez. Es necesario que Jaime Fernández, Darío Brizuela, Edgar Vicedo, Juancho Hernangómez y Fran Guerra jueguen y pierdan, jueguen y pierdan, y se vean ante el abismo mil veces para darse cuenta de que pueden saltarlo.

El camino será tan duro que puede que cueste un descenso. Otro descenso. Lo de antes, ese continuo parche improvisado y vergonzoso, era un camino sin salida. Ahora, hay una luz. Muy lejos, muy, muy lejos. Pero brillante.

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Termino en pocas horas "A los actores", de Manuel Gutiérrez Aragón. Un libro exquisito, escrito con un cuidado que a veces se echa de menos. Por supuesto, hay en ocasiones un exceso de barroquismo y un montón de referencias filosóficas que el lector no iniciado tendrá difícil seguir, pero la narración de vida, de rodajes, de anécdotas que dan sentido a la teoría es formidable. Dan ganas de volver a abrir la carpeta de guiones y mandarlos a algún lado, pero estamos en lo de siempre, ¿a dónde?, ¿contestarían siquiera al email?

No queda ahí la cosa. El libro también invita a que haya más entrevistas a directores, actores y actrices que vivieron su apogeo en los 70, los 80, los 90... Si ha funcionado con el fútbol o el baloncesto, ¿cómo no va a funcionar con un actor?, ¿por qué no coger a la mismísima Ana Belén y en vez de preguntarla por enésima vez qué tal con su marido y cómo lleva su compromiso político la ponemos a contar algo que exceda "Zampo y yo"? Saza se nos escapó y se nos escaparon tantos otros. Sin embargo, Sacristán está ahí, por ejemplo.

Yo no tengo medios ni influencias, pero si alguien las tiene, que las use. Actores y actrices que nos cuenten cómo eran los Galiardo, Landa, López Vázquez, Aleixandre, Fernán Gómez... que hablen del traspaso de poderes a la siguiente generación y que lleguen a la actualidad con la distancia cínica y divertida de los años. Y junto a los actores, por supuesto, directores y algún productor, supongo. Alguien más tenía que haber en España además de Elías Querejeta, digo yo.

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A la vez, recta final de "A este lado del paraíso". Lo que más me sorprende es el éxito abrumador que tuvo en su época. Supongo que se leyó como un folletín, historias de niños ricos. Lo tiene todo para ser un fracaso: exceso de erudición, carencia de una trama como tal, un personaje tan encerrado en sí mismo que es difícil empatizar con él... A mí me encanta, por supuesto, pero no lo vería nunca como un "best seller". Gatsby, por ejemplo, es mucho más asequible y directo. Hay algo del artista adolescente de Joyce y mucho de lo que después se llamaría "generación perdida". El "spleen" de Princeton y la necesidad de buscar en el amor las emociones fuertes que no da el dinero. Millonarios solitarios enamorándose de cualquiera que alimente su ego. Buscando desesperadamente a Zelda, volumen uno.

viernes, octubre 23, 2015

Rajoy y Berlusconi en el Ministerio del Amor


El delirio casi obsesivo de querer ver al "Gran Hermano" de Orwell en cada cámara de seguridad a veces nos hace olvidar el otro peligro del que alertaba "1984": la neolengua. Obviamente, demagogia ha habido siempre y retórica al servicio de esa demagogia también. Otra cosa es la separación absoluta que hay entre la definición de las palabras y su uso en política o cómo un mismo concepto puede servir para condenar a unos y defender o perdonar a otros. En eso, y es de justicia decirlo, hizo hincapié en su momento la hoy denostada Irene Lozano dentro de su magnífico libro "El saqueo de la imaginación".

Ejemplos hay todos los días pero el que me ha dejado con los ojos como platos es el de Mariano Rajoy advirtiendo del peligro de los nacionalismos y los populismos para las democracias occidentales. Puedo estar de acuerdo en esa afirmación: los nacionalismos y los populismos siempre han sido un problema para las democracias occidentales y habitualmente han ido de la mano. Otra cosa es que el presidente lo diga mientras Silvio Berlusconi le aplaude como loco y nos tengamos que tragar el sapo.

No hay mejor definición de lo que es el populismo en Europa en los últimos cincuenta años que Silvio Berlusconi: su ascenso publicitario al poder montado a los lomos del Milan y Telecinco, el posterior culto a la personalidad al mando de un partido cuya única función era arropar al líder, el empeño en desvirtuar la política hasta convertirla en un espectáculo continuo, sorteando desde el poder jueces y periodistas... todo para acabar organizando orgías con adolescentes.

Esa es la parte populista. La nacionalista se explica también muy fácilmente: cuando las cosas empezaron a ir regular supo encontrar en Umberto Bossi y los rescoldos de la Lega Nord a un fiel aliado, nombrándole ministro en varios de sus gobiernos. Sí, Umberto Bossi, el de las falanges defendiendo la Padania. En fin, ese es el nivel y es difícil hacer política, discutir de política, hablar siquiera de política cuando los términos se pervierten de esta manera. Lo de Merkel diciendo que Rajoy ha creado un millón de puestos de trabajo cuando hay ahora mismo cien mil personas menos trabajando que en 2011 ya lo dejamos para otro día.

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Muere Gloria Van Aerssem como murió hace pocos meses Saza. Los dos fueron mis primeras propuestas de entrevista cuando fundé con Ana Boyero la revista UNFOLLOW. En ninguno de los casos se pudo avanzar mucho en las negociaciones: no encontré un contacto para llegar a Gloria y aunque sí hablé con la mujer y la hija de Saza, su estado de salud ya era precario. La noticia del fallecimiento ha servido para reivindicar a Vainica Doble durante veinticuatro horas. Pasada la resaca, se ha vuelto al olvido.

Queda, sin embargo, mi lista de reproducción de Spotify, con su "Habanera del primer amor", sus "Coplas del iconoclasta enamorado", su "Alas de algodón", "Caramelo de limón" y ese largo etcétera de canciones sublimes que se sacaron de la nada. Vainica Doble fue una excepción y si hubiera que compararlas con alguien, por mucho que los únicos en reivindicarlas hayan sido indies como Christina Rosenvinge o Nacho Vegas, diría que me recuerdan a Simon y Garfunkel: el cuidado de las letras, el sentido del humor, la armonía entre las voces... Quizá más Simon que Garfunkel, pero eso ya nos llevaría a una discusión eterna.

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Los mejores días eran los que me dejaban quedarme en la guardería toda la mañana, hasta la hora de comer. Poder ver a mi hijo gatear y jugar con los demás niños, entusiasmarse con las canciones y volver de vez en cuando en busca de un poco de seguridad y mimos. Era un espectáculo precioso, por mucho que algunos bebés lloraran y las profesoras a veces parecieran algo desbordadas. Ahora, mis mejores días, los mejores momentos de mis mejores días, son aquellos en los que puedo acompañar por la mañana a mi mujer rumbo a la guardería, escuchando tranquilamente a Alsina mientras el niño canturrea en el asiento de atrás, Aquellos en los que puedo ir a recogerlo, con mi mujer o mis padres o incluso yo solo; acercarme poco a poco al patio donde juegan los enanos, verle correr a mis brazos gritando "pa-pá" y conversar en inglés con Beatrice sobre cómo ha ido el día, cómo ha ido la semana... y luego, torpemente, volver a la realidad.

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Por cierto, todo el camino del metro de Arturo Soria a la calle Frascuelo canturreando "We´re not supposed to", de Supergrass. Algún día habrá que volver a Supergrass y olvidar de una vez el horroroso "Alright".

jueves, octubre 22, 2015

Fake plastic jobs


A mí no me tienen que explicar lo que es la recuperación económica ni la creación de empleo. Ayer mismo, la recuperación me llegó en forma de email que anunciaba algo muy parecido al despido. Lo más cerca que un autónomo puede estar de un despido, vaya. Fue por email pero pudo ser mucho peor: a mí han llegado a despedirme después de dos años por WhatsApp y el día antes de reincorporarme, con un niño de tres meses en los brazos.

Sé que en cuanto la palabra "niño" aparece en un artículo entramos en una zona peligrosa, puertas abiertas a la demagogia. Lo sé, pero, ¿qué quieren que le haga? El niño está ahí y lo peor, con diferencia, de todas estas situaciones, es cuando tienes que ir a tu mujer y contárselo y seguir sonriendo al enano para que no se dé cuenta de nada -creación propia, un niño de dieciséis meses tiene tendencia a no enterarse de nada más allá de que la vaquita hace "muuuu"- . No es exactamente humillación, sino algo parecido a la impotencia. ¿Te acuerdas del dinero con el que contaba para al menos poder pagar parte del alquiler, parte de la guardería...? Ya no está. ¿Te acuerdas cuando te prometí que lo conseguiría, que podría ganarme la vida escribiendo? Era mentira.

Sí, la recuperación toca a mi puerta de vez en cuando. A veces como palo y a veces como zanahoria. El PP presume de que dejará la legislatura con menos desempleados que en 2011. No dice que también hay menos empleados. Cuanta menos gente deja de buscar trabajo, más gente lo encuentra. ¿Dónde está el resto? Muertos, quizá. Jubilados, algunos. En otros países. Vete a saber. Lo que queda es un porcentaje. Montoro presumía el otro día en El Mundo de ser el que mejor sabe cómo se vive en la calle porque tiene todos los gráficos. Hoy será uno de los días más felices de su vida. El simulacro ha vencido por fin a la realidad. The propaganda game.

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Queda al menos el "In rainbows" de Radiohead en la versión patrocinada por Scotch Mist. Tiempos locos aquellos de 2007, con conversaciones inagotables por Messenger, preparación de oposiciones, muertos recientes -2007, 2010, 2013... ¿acaso no hay motivos para temer a 2016?- , el disco de Radiohead en el iPod junto al de Nacho Vegas y Christina Rosenvinge. Un bucle constante de "Me he perdido" y "Faust Arp" que solo me recordaba a ti, obsesivamente.

Radiohead y Bolaño. "Los detectives salvajes" en cualquier lado, incluso en las cafeterías, donde se deben leer esta clase de libros. Tener 30 años, escuchar "In rainbows" y leer las historias del poeta García Madero tumbado en un hostal lumpen de Barcelona esperando una llamada de la Chica Indecisa. La felicidad es lo que recuerdas ocho años más tarde. Teníamos menos que ganar y menos que perder. No teníamos nada, en definitiva, como la EPA, solo abismos que atravesar y dos piernas preparadas para la voltereta.

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Johan Cruyff tiene cáncer de pulmón. No sabemos el tipo ni el estadio, así que habrá que ser prudentes. Llevaba treinta años sin fumar. Mi padre al menos apuró el cáliz hasta casi el último día. Eso sí, fue dejarlo y aparecer el bicho. Cada cáncer de pulmón a partir de ahora será el cáncer de pulmón de mi padre, eso es así. Será la búsqueda en internet y la constancia de que la vida podía contarse en meses, quizá en semanas. De ahí la mirada de los oncólogos, la horrible miradita al pobre huérfano.

Mi padre no se enteraba de nada o se enteraba, ya digo, de la manera en la que se enteran los hijos: ese silencio aprendido, esa selección de contenidos. Una vez, en el sofá de la casa de su mujer, y esto lo he contado muchas veces pero me persigue como un correcaminos, ya muriéndose, incapaz ni de ir al hospital a seguir con la quimio, las plaquetas por los suelos, la voz ronca, la cabeza calva y demacrada, se me acercó, me cogió la mano y me dijo: "Guille, yo creo que esto ya...". "Esto ya, ¿qué, papá?". "Esto ya solo puede ir a mejor, ¿no?" Y yo no me eché a llorar como me echo a llorar ahora al recordarlo sino que le dije que sí, que claro, en cuanto pasara la anemia y la debilidad y reiniciara el tratamiento todo iría mucho mejor.

Que, de momento, bastaba con volver al sillón y confiar en que echaran un nuevo capítulo de la serie de Chuck Norris.

martes, octubre 20, 2015

Vuelva usted mañana


Lo que recuerdo de las visitas al oncólogo era cómo me miraban a mí cuando querían mirar a mi padre. Su manera de esquivar sus ojos para encontrar los míos y ese gesto de "se lo dices tú o se lo digo yo o cómo hacemos". La tristeza. Ser oncólogo debe de ser bastante triste y hay que valer para ello. Por otro lado, morirse es mucho más complicado, dónde va a parar, y estar ahí en medio, entre el oncólogo y el que se muere tampoco es fácil: la sucesión de pruebas, de favores, de volantes que autorizar. La burocracia, en definitiva, que supongo que es la única manera de obviar en el día a día lo que realmente está pasando.

Luego, otros recuerdos, claro. Un día que estaba en la cama -apenas pasaba tiempo en la cama, sobre todo las últimas semanas, intuyo que asociaba cama con muerte y daba por hecho que mientras estuviera en un sillón viendo la tele no podía pasarle nada malo- y yo me tumbé a su lado y le cogí la mano. Él se despertó, se asustó y luego volvió a dormirse, apretándome fuerte, su manera de reconocer el gesto. En la tele jugaban dos equipos de Segunda División, puede que uno de ellos fuera el Nástic de Tarragona.

¿Qué más? Un día en Metropolitano, pero no recuerdo si fue durante el cáncer o después del ictus. Un día que se mareó mucho y se asustó. Mi padre era asustadizo. Mi padre fue algo parecido a mi hijo durante unos cuantos años, lo que me convirtió a mí en padre mucho antes de que la Chica Diploma diera a luz al Niño Bonito. Esta mañana le decía al neurólogo: "Desde que tengo al niño, me preocupo más por todo", pero era mentira, claro, yo nací preocupado.

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Otro detalle del post-debate del domingo, con Ana Pastor: Pablo Casado insistiendo en que lo que hacía falta era alguien que supiera gestionar un país, una diputación, un ministerio... que eso es lo que realmente contaba y no el talento, los conocimientos, el entusiasmo o cualquier otra virtud que pudieran presentar los demás partidos. La chica del PSOE estaba bastante de acuerdo, por cierto. Lo que Casado decía, ya antes de cumplir los cuarenta, es que este país lo que necesita es burócratas. Muchos burócratas. Burócratas que vayan prosperando de lo pequeño a lo grande y que sean inmóviles. Imagino a Casado leyendo los artículos de Larra y aplaudiendo entre gritos a cada funcionario que aparece : "¡Así, así, bien jugado!".

Supongo que podría soportar vivir en un país de burócratas, pero no en un país de burócratas mediocres. Burócratas de carrera. Algún día Casado tendrá a su Casado defendiéndole porque lleva treinta años sin dar una a derechas pero, ojo, saliendo en todas las fotos. O eso sueña él, supongo. Si no, para qué el papelón.

Por supuesto, nadie se lo dijo. Nadie le dijo: "El único valor que usted atribuye a su candidato es la mediocridad". Supongo que en parte porque no estaban seguros de que ellos fueran capaces de ofrecer algo mucho mejor o, peor aún, porque suponen que el pueblo español no va a votar algo mucho mejor, duda de la que saldremos en menos de dos meses.

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La revista The Art Boulevard me incluye entre los cuarenta escritores menores de cuarenta años a los que hay que leer. Tienen razón. No hay cuarenta escritores menores de cuarenta años que sean mejores que yo. Probablemente no haya ni diez. Otra cosa es que yo aparezca en esa lista porque soy conocido del director. Es muy probable. Eso no quita para que a uno se le hinche el ego y sonría satisfecho, por supuesto. Y para que sepa dar las gracias.

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En este mismo momento, una diputada de la asamblea de Madrid, un periodista especializado en ciclismo, un escritor y un columnista político estamos discutiendo en Twitter sobre si nuestro personaje favorito de "1992" es Leo Notte, Bibi Mainaghi o, incluso, Gaetano Nobile. La razón hay que encontrarla en este artículo

lunes, octubre 19, 2015

Albert Rivera y Pablo Iglesias en Salvados



El debate de Albert Rivera y Pablo Iglesias: poco que se pueda añadir a lo que lleva todo el mundo comentando durante horas y horas. Obviamente, fue un éxito para los dos, incluso para Iglesias, al que se le vio algo cansado y dubitativo, sin saber, como diría Menotti, si quería ser toro o torero. Podría destacar la "naturalidad" de los dos candidatos, pero en un programa grabado y editado es muy complicado evaluar ese tipo de detalles. Desde luego, si no fueron espontáneos, lo parecieron. Sobre todo Rivera, a punto de explotar en esa camisa azul ceñida y con el relojito naranja en la muñeca, siempre en pantalla.

Del presidente de Ciudadanos se dice demasiadas veces que no se moja y que lo único que pretende es ser el yerno ideal, sin concretar mucho más. Ayer consiguió sin duda ganar muchos suegros. Estuvo cómodo en el registro de chico-que-prefiere-tener-los-pies-en-la-tierra y a veces incluso demasiado agresivo, sobre todo al principio, sin dejar terminar a Iglesias sus argumentaciones. Que éste no se atreviera a soltarle uno de sus clásicos "Yo a ti no te he interrumpido" ya pretendía dejar claro que le tiene en más estima que a Eduardo Inda.

Luego salió el presidente del BBVA y Rivera pareció ponerse muy nervioso con demasiado poco. Dio como ochocientas explicaciones para algo que no merece ni una disculpa: a las grandes empresas les gusta más Ciudadanos que Podemos. Pues claro, hombre, hasta ahí habíamos llegado, tampoco pasa nada.

De ese nerviosismo de Rivera sacó provecho Iglesias, al que Évole echó un trapo llevando la conversación hacia las cuestiones sociales. Con todo, pareció conformarse con un empatito justo fuera de casa confiando en que la vuelta se celebrara en Lavapiés o Puente de Vallecas. Al espectador le valió con ver algo más que gráficos e insultos. No voy a decir que no hubiera demasiada superficialidad en las argumentaciones -que la hubo- pero la superficialidad es algo que va de suyo en la "nueva política", sea eso lo que sea.

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Lo más interesante, sin embargo, fue el debate posterior. El PP mandó a Casado, el chico sonrisa, a batirse con los chavalines. Obviamente, los chavalines se lo comieron. Si PP y PSOE quieren tirar de galones que tiren en serio y no se anden con medias tintas. Casado, de hecho, es una muestra inequívoca de la torpeza con la que el PP se maneja en los medios. No entienden el lenguaje, no entienden los gestos y si no vas a poder presentar batalla en ese campo quizá sea mejor que ni te preocupes en intentarlo.

Todo lo que "perdió" Iglesias con Rivera lo recuperó Errejón con Fernando de Páramo. La elección de Ciudadanos fue desastrosa: cayó en todos los tópicos de los que huyó su jefe, es decir, la idea del partido tecnócrata que lo fía todo al análisis científico de los datos, un halo de superioridad poco justificada y el viejo error de siempre, comenzar su primera intervención con un "ha ganado el mío" que se repitió en las redes sociales, entrando de nuevo en el bucle de si papá o mamá.

En general, todos estuvieron más o menos desastrosos. Alberto Garzón, que se maneja muy bien en estos debates, quizá fue el que más tenía que ganar y lo aprovechó. Herzog, una caricatura de la caricatura de UPyD, hizo todo lo contrario y hundió un poquito más, si eso es posible, a su partido. La representante del PSOE se preocupó más de las caras de Errejón que de explicar su programa. Hasta donde yo vi, que incluso un bloguero tiene sus límites, nadie mencionó a Irene Lozano. Supongo que lo harían ya de madrugada. Casi todo lo que decía Adriana Lastra se podía replicar con solo dos palabras: "Irene Lozano". No sé hasta qué punto son conscientes de eso.

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Y, por supuesto, qué pasará ahora. Nadie tiene ni idea. Se supone que Ciudadanos sube y Podemos baja, pero por lo demás todo el mundo anda perdido. ¿Desde dónde suben y hasta dónde bajan?, ¿qué queda de PP y PSOE tras sus continuos ataques de autodestrucción? En todo esto, es cierto que lo único que tenemos seguro es que el PP va a intentar tirar hacia adelante en solitario. No sé si el PSOE quiere pactar con Podemos o con Ciudadanos, intuyo que lo segundo, pero a su vez no parece sensato que Rivera vaya a colocar a Sánchez sin más como presidente del gobierno salvo que sea para poder derrumbarlo cuando ya no quede más remedio.

Podemos no sabe para qué nació. Probablemente no lo supieran cuando nacieron ni tuviera mucho sentido planteárselo entonces, pero ahora hay que convencer a indecisos y algo habrá que hacer más allá de colgar fotitos en Twitter. Luego estarán los Compromís, ERC, CiU, PNV y compañía, que es complicado adelantar qué harán: si apoyarán un gobierno anti-PP, se limitirán a abstenerse, reeditarán acuerdos económicos con la derecha española...

Lo que sí me preocupa es que ni Ciudadanos ni Podemos entiendan que comparten una parte importante de electorado. Sí, es muy fácil quedarse con los clichés de "izquierda" y "derecha" pero lo cierto es que en su lucha por el centro deberían resultar atractivos para un tipo de votante relativamente joven, muy harto de sus condiciones laborales, desencantado con el statu quo de manera más o menos justificada y que entiende que el cambio, venga de donde venga, es mejor que la alternancia. El 15-M durante su primera semana, vaya.

UPyD pereció, entre otras muchas cosas, por desdeñar a esos votantes, justo los que podrían hacer de Ciudadanos la primera o segunda opción política de España a poco que se quitaran los prejuicios de delante de los ojos.

miércoles, octubre 14, 2015

Juegos educativos, presidente...



Leo en El País unas declaraciones de Mariano Rajoy en medio de la celebración del 12 de octubre: "Lo importante hoy es que Standard&Poors" nos ha subido la calificación mientras que a otros se la ha bajado". Me falta contexto para la frase, porque ni siquiera este presidente del gobierno puede ser tan torpe: si unos somos España y los "otros" son Cataluña, el discurso independentista ha calado incluso en La Moncloa, lo que resulta sorprendente.

Horas más tarde lo comento con unos amigos en un restaurante mexicano: el problema de Ciudadanos a la hora de apoyar un eventual gobierno de Rajoy es el evidente desgaste que tiene el hombre encima. Estamos ante una persona agotada tanto física como mentalmente, sin reflejos, sin capacidad de explicarse y que ha hecho del no hacer nada algo más que una táctica: una simple necesidad. No da para más.

El otro día colgaron un vídeo en La Voz de Galicia -me pregunto qué habrá sido del redactor que se atrevió a tanto- en el que se veía a un Rajoy confuso, perdido, intentando sonreír, diciendo poco más que obviedades y dando una impresión patética. Si la situación es la que parece, quizá el problema no va a ser solo de Ciudadanos sino probablemente lo sea del propio Partido Popular: ese hombre no puede ser su presidente cuatro años más, no va a aguantar. Probablemente no aguante ni cuatro meses. Esto es algo que va más allá de ideologías o partidismos y es grave, pero el PP, como siempre, lo orillará. No tienen precio autodestruyéndose.

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Más de lo mismo: Maroto esta mañana en Onda Cero. La sensación de que Alsina se está mordiendo la boca todo el rato porque el discurso del portavoz del PP es completamente inconexo y disparatado, lleno de alusiones forzosas a los temas que desde Génova han decidido que hay que sacar como sea. Los ERE, Alaya, las injerencias del PSOE en el poder judicial y la responsabilidad de Albert Rivera -"tiene que salir hoy mismo a dar una explicación"- por decisiones del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.

Solo falta Jep Gambardella preguntándole, sonrisa irónica, qué demonios es una vibración y el hombre se habría derrumbado ahí, en directo.

Es todo un disparate. De vez en cuando el periodista interviene pero no sabe bien cómo parar la verborrea , así que le viene a decir: "Javier, es todo un disparate", pero Maroto sigue y sigue, como un maratoniano al que las piernas y la cabeza ya le han fallado y solo puede hacer zig-zag hacia adelante. En la tertulia posterior todavía hay un periodista -no sé quién es, pero podría ser cualquiera- que acusa a sus compañeros de atizar a Maroto cuando éste ya se ha ido. ¿Y qué otra cosa podían hacer? ¿Qué se hace ante un suicida?

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Llegará pronto y no puedo decir que la adrenalina supere a la decepción. Tiene todo un punto triste, este venderse como puta todo el rato y que ni siquiera te contesten. Tomé decisiones equivocadas y punto, no hay que mirar más allá. Se acabará el dinero y me tendrá que mantener mi mujer mientras fantaseo con el periodismo, con la escritura, con el talento que se supone que tengo pero que no sirve para nada. El otro día, mi tía me venía a decir que los jóvenes nos quejábamos mucho, pero yo ya no soy joven. Yo estoy muy cerca de cumplir cuarenta años y solo tengo una preciosa colección de emails perdidos en el ciberespacio.

Llegará pronto y nadie podrá decir que no lo avisé. Me rendiré y haré otra cosa, solo que no sé hacer otra cosa. Quizá, clases de inglés, pero la precariedad será la misma. No puse el entusiasmo que debía. Otros lo pusieron antes que yo y ahora ya es demasiado tarde. ¿A qué estaba yo entonces? A entender el mundo, a entenderme a mí, a no sentirme ajeno. A buscar la mujer de mi vida, también. Me gusta decirme que en ese sentido he triunfado porque además es verdad: he triunfado. Y así, me paso los festivales de cine enseñando a todo el mundo fotos de mi mujer y mi hijo en vez de buscar trabajo, mendigar trabajo como esos jornaleros que se ponen en fila a las seis de la mañana a ver si hoy el señorito les lleva a trabajar la tierra.

No sé, algo haré. Siempre he sobrevivido y esta no va a ser una excepción, pero ni siquiera el más prudente de mis yoes imaginaba que el camino iba a ser tan angosto, tan asfixiante. Rendirse sería una opción si pudiera pagar el piso. Como no puedo, aquí sigo, y como decía antes, lo que llegará no será mejor, pero quizá, quién sabe, más tranquilo.

domingo, octubre 11, 2015

You gotta do your job... because it´s your job!



A Metroscopia solo le queda acogerse a aquello del reloj estropeado que da bien la hora dos veces al día. Su última encuesta no tiene nada que ver con la anterior ni la anterior tenía que ver con la de cinco meses antes y así sucesivamente. Quizá no sean ellos y seamos nosotros, que cambiamos muy a menudo de opinión, pero la sensación de inseguridad que dan sus encuestas para El País no sé si es la que necesita precisamente una empresa demoscópica.

La última encuesta da al PSOE como ganador con una décima de ventaja sobre el PP y con Ciudadanos acechando en tercer lugar, muy por encima de Podemos. A decir verdad, la bajada en intención de voto de Podemos es un denominador común en todas las encuestas desde las municipales, algo que nunca he entendido teniendo en cuenta que las municipales, aunque fuera en candidaturas de unión popular, se les dio de miedo. 

En cualquier caso, sí es cierto que el entusiasmo en torno a Podemos da sensación de estar decreciendo y eso es peligroso en un partido que más allá del entusiasmo ofrece muy pocas cosas. Su líder en Aragón, Echenique, acusa al IBEX 35 de estar no solo detrás de Ciudadanos sino detrás de las encuestas de Metroscopia. Hay que entender que se refiere a las últimas encuestas de Metroscopia y no las que colocaban a su partido en primera posición con amplia ventaja allá por enero o febrero. La teoría de la conspiración es inagotable y agotadora. 

No queda la cosa en los políticos, que no dejan ser parte más que juez, sino que llega a la propia prensa: "Las encuestas como propaganda para influir en la intención de voto", leo en alguna parte. Puede que haya más manos negras de las que pensamos pero siempre habrá menos de las que piensan los perezosos. La lástima es que a estos últimos se les haya abierto la puerta del cielo digital.

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Un chico me escribe por Facebook mandándome unos artículos y preguntándome si los puedo colocar en algún medio de comunicación. De alguna manera, me halaga, pero obviamente es un disparate. Ni siquiera puedo colocar los míos, como para colocar los de otros: mi capacidad de influencia ahora mismo es nula y no tiene pinta de que eso vaya a cambiar. Al menos, le contesto y le explico cómo están las cosas: ya he dicho muchas veces que mi estatus en el periodismo o en la edición no ha llegado siquiera al punto de "me contestan los emails" y no se puede afirmar que no lo haya intentado.

El chico se queja de lo mismo: "Muchas veces no leen lo que les mando". Y lo que te queda. No creo que pueda hacer más pero aun así me siento culpable por no echarle una mano. ¿Y si sus artículos fueran maravillosos? ¿Y si hubiera ahí un talento tremendo? Estoy harto de vivir en una industria que se hunde mientras todo el mundo se queja: a los críticos les llegan demasiados libros, a los agentes les llegan demasiados escritores, a los editores les llegan demasiados manuscritos... Pues tengo una mala noticia: es vuestro puto trabajo, que diría Louis CK. Y quizá convendría que empezarais a hacerlo un poco mejor. 

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¿Y qué hacemos entonces con los Spin Doctors? Yo creo que los medios se esforzaban mucho en colarlos de rondón en la estética grunge, un poco como les pasó a 4-Non-Blondes, pero igual no eran más que unos hipsters perdidos de Oregón o California con ganas de pasar un buen rato. Lo bueno de la música es que te traslada inmediatamente a un momento determinado de tu vida y, así, paso el rato de la ducha en el instituto, yendo a casa de A. sabiendo que A. ya ha elegido al otro príncipe y que ni siquiera puedo jugar la baza de "el que molo en realidad soy yo" porque yo, de adolescente, molaba lo justo.

Luego llega el "Jimmy Olsen´s Blues" y me acuerdo de cuando me enamoré de una periodista. Me enamoré tanto que estuvimos cuatro años juntos y tuvimos que pasar una noche en el Ritz para que se convenciera de que lo mejor era dejarlo de una vez. Lois Lane, please put me in your plan. Oh, Lois Lane, you don´t need no Superman. Es curioso, porque unos quince años después me volví a enamorar de una periodista y volví a cometer errores impropios: en vez de enviarle la canción, que es divertidísima, le envié un vídeo con una escena de "Closer", una del principio, cuando Jude Law le explica a Natalie Portman que trabaja escribiendo obituarios y de vez en cuando tienen que incluir algunos "eufemismos" para no ser demasiado directos sobre la vida privada del difunto.

Ella le pregunta: "¿Cuál sería mi eufemismo?" What would my euphemism be? Y él, completamente fascinado, le contesta disarming, a lo que ella responde que eso no es un eufemismo y él, muy convencido, vuelve a afirmar que sí, que en su caso sí lo es y ahí ya cortamos el plano. Claro que el problema no es ese, no es haber elegido "Closer" por encima de los Spin Doctors, sino esta sensación pedante, casi desesperada, abismal, de que si estuviera ahí otra vez habría hecho lo mismo de nuevo.

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Estructura de la columna estupenda: primer párrafo con anécdota en principio sin mucha vinculación con lo que voy a contar, giro absurdo a ser posible con cita de algún amigo o de alguien que me gustaría que fuera mi amigo, unión por los pelos entre la cita y la anécdota seguida de otra anécdota (u otra cita) que sirve como conclusión. Aplausos. Nadie se ha enterado de nada pero a ver quién se atreve a decir que el emperador está desnudo.

sábado, octubre 10, 2015

A este lado del paraíso



En la conferencia preguntan cómo se escribe una novela. Cómo se escribe, en general, así que todos decimos más o menos lo que podemos, ideas a bote pronto ante un auditorio minúsculo pero atento -en el fondo, el mejor auditorio posible- y yo, claro, no hablo de que escribir sea quizá cumplir veintiún años, coger un coche que va rumbo a Moratalaz y dormir en casa de la Chica Langosta, en la cama de la Chica Langosta pero sin la Chica Langosta, siempre esquiva; un boli y un papel en la mano y algo parecido a una confesión que empieza como una canción de los Cranberries: "21 años, hoy", la misma frase que utilicé para el relato en el que L. cruzaba un puente.

No, no digo nada de eso sino que digo otras cosas. Por ejemplo, que antes de dormirme, a menudo, pienso en cómo matar a gente. Supongo que quedo como un psicópata, pero no puedo ser el único al que le pasan esas cosas: la vigilia es el terreno de los extremos... qué haría si tuviera mucho dinero, qué haría si fuera muy guapo, qué haría si pudiera acabar con el malnacido que pega a su novia. La vigilia y el sueño como abono de ficción. Jugar a ser Dios, lo llama Pedro Bravo y tiene mucha razón. Sí, un escritor juega a ser Dios muchas veces y sobre todo juega a ser Dios consigo mismo, esto es, se pide milagros.

Y así, anochece en la entrada al barrio de Carabanchel, final de una jornada digamos cuando menos que intensa. Decían que la biblioteca estaba algo escondida pero que tenía muy buenas vistas. Lo primero puedo confirmarlo; lo segundo, no: nos pusieron en un salón interior junto a un hombre que estudió en el Ramiro de Maeztu y luego hizo filosofía y letras en la Universidad Autónoma.

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También Veruca Salt, claro, pero su canción no hablaba de cumplir veintiún años sino de cumplir veinticinco. Cuando las canciones hablaban de nosotros. En el autobús, la Chica Diploma y yo nos ponemos a trabajar en mi próximo artículo para GQ: cosas que pensabas hacer como padre y te has dado cuenta de que es imposible. Quizá la única canción sobre paternidad que realmente merezca la pena sea "Antes", de Jorge Drexler, pero ya la gasté en mis ligoteos de veinteañero. Sé que tengo que meter lo de las canciones de alguna manera en el artículo pero no sé cómo. Supongo que exactamente a eso es a lo que se le llama saber escribir.

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En el viaje de ida a San Sebastián terminé el libro de Vila Matas y me puse con "A este lado del paraíso", de Scott Fitzgerald. Sorprendentemente, no he avanzado más de diez páginas desde entonces y de esto ha pasado ya casi un mes. Teniendo en cuenta que Scott Fitzgerald es uno de mis escritores favoritos, lo estoy empezando a ver como un problema. El caso es que no solo no hay tiempo sino que no hay concentración. Uno no puede leer a Fitzgerald a salto de mata, sino reposado y en paz con uno mismo. Otra de las cosas que no dije del todo en la conferencia pero que al menos no callé por completo es que cada vez escribo peor, consecuencia inevitable de escribir más y casi siempre sobre lo mismo.

miércoles, octubre 07, 2015

Here comes the mayo



Mi hijo baila sobre la tumba de mi padre. Literalmente. Se sube a la lápida y gatea y se ríe y ninguno nos atrevemos a bajarle, es más, en un momento determinado yo le dejo claro a la Chica Diploma que no quiero que le baje, que lo decida él, y así, el Niño Bonito juguetea con los relieves de las letras: las de sus tatarabuelos, su bisabuelo, su abuelo... Le hace gracia la cruz, una cruz vertical, tan alargada en la parte inferior que forma casi un tobogán por el que él juega a tirarse hacia la pequeña placa que contiene el nombre de mi padre (1954-2013) hasta llegar a tocarla en un momento dado y volver hacia arriba, como asustado.

Es un domingo de difuntos en Madrid. Any given Sunday. Hemos pasado antes a ver a la abuela y su lápida estaba ligeramente desplazada, unos dos o tres centímetros a la derecha. En administración dicen que puede ser el viento, la lluvia o las vibraciones del suelo. El mármol liso, al parecer, se presta más a esta clase de problemas. Dejamos flores en todos lados. Dejamos flores y dejamos al niño, claro, nuestra forma de mostrar respeto a los muertos, de entretenerles un rato, de dejarles fantasear con un nuevo principio.

Un día tendré que explicarle y no sabré cómo. Quizá, después de todo, él ya lo sepa.

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Con tanto nuevo periódico y nueva revista me pregunto si a los demás les pasa como a mí o si ellos sí que pueden vivir de lo que escriben. En cualquier caso, me asombra el deleite que muestran hablando de sí mismos, esa exposición gozosa del "yo" por todos lados. Mi "yo" profesional no merece tantas alharacas: la misma prostitución de siempre igual de mal pagada. Los besos en la boca, aquí, en casa.

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El día antes de que naciera Álvaro, tenía una agenda apretadísima que empezaba con un desayuno a las ocho de la mañana con el director de la Agencia de Protección de la Salud en el Deporte. La Chica Diploma rompió aguas y el niño ahí se quedó, esperando una noche y un día y otra noche, como si no tuviera mucho interés en adelantarse. Pasó la hora del desayuno y la de la clase de la tarde y, por pasar, pasó incluso el partido inaugural del Mundial y los cinco goles que se llevó España.

El niño, nada, como Mel Gibson en aquella escena de "Braveheart" en la que pide al ejército escocés -por decir algo- que espere, que espere, que ya llegará el momento. Cuando llegó aún era viernes pero podría ser sábado perfectamente. Lo mecí en mis brazos un rato mientras le silbaba "Michelle, ma belle" como si fuera una novia adolescente y después lo saqué al pasillo para que vieran en control lo bonito que era.

Las enfermeras, horrorizadas, me pidieron que por favor devolviera al niño a su habitación cuanto antes.

Anoche me acordé de todo esto mientras el pobre soportaba ataques y ataques de tos. No sé muy bien por qué. Los desayunos que quedaron pendientes y esas cosas. Las primeras horas, los primeros días, cuando no sabes muy bien qué demonios hacer con eso... y la sensación de que con el tiempo la cosa no mejora. La incertidumbre, quiero decir. El niño nace, el niño tose, el niño coge anginas, el niño se enamora... y pueden pasar dos cosas: que él espere algo de ti todo el rato o que seas tú el que te lo exijas. Las dos posibilidades se pueden dar juntas, claro.

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Por las mañanas, "Here comes the mayo". Recuerdos de una película que me pareció muy buena, con una Maribel Verdú sobresaliente y un grupo en estado de gracia. No es que Molotov me gustara mucho en mi posadolescencia pero tampoco puedo decir que me desagradara especialmente. Digamos que yo sabía que me tenían que disgustar pero no conseguía convencerme del todo. Había, después de todo, algo hermoso en toda esa aliteración constante de ches y jotas.