jueves, noviembre 28, 2019

La desaparición del Estudiantes



La agonía del Estudiantes viene haciéndose larga y dolorosa, no solo para el moribundo sino para toda la familia que lo mira impotente. El presidente del club -creo que es del club, puede que sea de la Fundación o de la SAD, hace tiempo que decidí desvincularme de esa catarata de cargos- está en plena ronda de entrevistas para hacer saber que el Estudiantes, ahora sí, se nos muere, que no le quedan más de seis meses de vida y que solo la improbable suscripción de cinco millones en acciones por parte de sus simpatizantes o la aparición de un mecenas que decida tirar su dinero por darse el capricho de tener un club de baloncesto puede salvarlo in extremis.

Creo que Galindo está siendo todo lo sincero que se debe ser en algunas cuestiones y no tanto en otras. Desde luego, hace bien en pedir auxilio a gritos porque la situación es desesperada, hace bien además en descartar determinadas compañías, aunque tirarse de los pelos ante la posible entrada de una casa de apuestas como accionista y mantener a Wanabet como co-patrocinador es un poco hipócrita. Hace bien, incluso, señalando el principal problema: el baloncesto español es tremendamente deficitario. Probablemente lo sea casi todo el baloncesto europeo con algunas excepciones. El baloncesto español ha vivido durante tres décadas en una enorme burbuja de cajas de ahorro, familias ostentosas y, sobre todo, ilusión competitiva con dos clubes de fútbol contra los que no tiene ningún sentido competir porque pueden permitirse perder 30 millones de euros por temporada y no pasa nada.

Decir esto no es, desde luego, la mejor manera de atraer inversores. Lo que Galindo les viene a decir es: "Meted dinero aquí porque lo necesitamos... pero no confiéis ni por un segundo en recuperarlo". Una mentalidad, por cierto, muy de casa de apuestas. Ahora bien, insisto, me gusta su honestidad. Lo que no me gusta es que eso pueda interpretarse como un "me lavo las manos", un "la culpa de todo esto no es del Estudiantes ni mucho menos mía". Ahí se equivoca Galindo: que haya un problema  sistémico no anula la responsabilidad individual. Aparte, calla un detalle que a mí siempre me ha parecido el más grave: los impagos a jugadores, ex-jugadores, técnicos, agentes, proveedores...

Dice Galindo que no tiene sentido "arrastrarse" más y lo dice refiriéndose a la situación deportiva del club. Hombre, a nadie le gusta estar luchando por no descender todos los años pero no hay nada indigno en sí al respecto. Dice también que la deuda con Hacienda es la que capa las posibilidades del equipo aunque saca pecho porque de catorce millones se ha bajado a siete en pocos años. Lo que no dice es lo verdaderamente indigno: que haya unas partidas presupuestarias para fichar a jugadores como Toney Douglas mientras no hay dinero para pagar a ex-jugadores como Gentile o Clavell que restriegan el nombre del club por el barro en sus redes sociales.

Hace ya seis años me confesaba un director deportivo que era imposible hacer un proyecto digno de ese nombre en el Estudiantes porque nadie confiaba en poder cobrar en tiempo y forma y que, al final, quien venía era un poco para promocionarse, como quien escribe en la revista digital de unos amigos.

Con todo, lo que más me choca de toda esta situación es el poco eco que esta debacle está recibiendo en el mundo del baloncesto, como si no se lo acabaran de creer. No hace falta ser aficionado del Estudiantes para entender que la desaparición del Estudiantes sería una tragedia. Este mismo verano, la selección española se ha proclamado campeona del mundo con dos jugadores en sus filas que debutaron como profesionales en el equipo madrileño: Javier Beirán y Juancho Hernangómez. En el equipo campeón de 2006, ese papel lo ocupaban Sergio Rodríguez, Felipe Reyes y Carlos Jiménez. En pocas palabras, incluso en el peor momento deportivo y económico de su historia -junto, quizá, a la gran crisis de los años 70-, el Estudiantes puede presumir de haber formado o al menos dado su primera oportunidad a cinco campeones del mundo. Aparte, otros talentos como Darío Brizuela, Edgar Vicedo o Jaime Fernández fueron clave en las llamadas "ventanas" de clasificación para China.

Aunque hace tiempo que las canteras de Joventut y Estudiantes dejaron de ser las más importantes del país -en ese sentido, la del Real Madrid arrasa en cualquier comparativa-, lo cierto es que siguen siendo necesarias para dotar a la liga y a la selección de al menos una clase media razonable. Eso en términos competitivos, porque la cantera del Estudiantes no es simplemente una cadena de montaje para crear jugadores profesionales. La cantera del Estudiantes son decenas de equipos de niñas y niños de todas las edades y condiciones físicas. Son los chavales que salen en silla de ruedas en los tiempos muertos de los partidos o los niños de ocho años que ni siquiera llegan a la canasta cuando les toca jugar en el descanso.

Que el Estudiantes ha hecho todo lo posible por acabar en esta situación está claro. Descargar culpas es absurdo. Que el baloncesto como negocio es una ruina, también es un hecho. Lo que está en juego aquí es otra cosa: es la viabilidad del deporte formativo. Si nadie está dispuesto a salvar a un equipo de Liga Endesa, por lo menos que se garanticen las categorías inferiores. Eso es todo lo que me parece razonable pedir en este momento. Si yo supiera al cien por cien que mi dinero va a ir ahí, sin duda haría el esfuerzo. Si sospecho que va a acabar alimentando la ilusión de que realmente es posible fichar a Aradoris, Gentiles y Douglas, es razonable que me lo piense.

miércoles, noviembre 27, 2019

Free as a bird



La juventud. La desbordante juventud de Alcalá de Henares. Las manos acercándose y alejándose en los autobuses, las charlas intrascendentes, el parloteo casi contagioso. Algo parecido al entusiasmo, solo que un entusiasmo natural, no impostado, de serie, inútil buscarle explicaciones, inútil incluso pedirle conciencia de sí mismo. La juventud universitaria llenando rutas y la confusión de idiomas en los asientos de atrás: un inglés más o menos torpe, un italiano más o menos forzado.

A la Chica Diploma le da "una pena horrible" que me fije en esos detalles. Yo creo que tampoco es para tanto pero sin duda lo que de verdad le da pena es la acumulación de nostalgias. Qué le vamos a hacer. El otro día, sin venir a cuento, me acordé de aquellas tarjetas que compraba en los quioscos para conseguir llamadas internacionales más baratas y aliviar a mi abuela de preocupaciones. Lo que no conseguí recordar es por qué las compraba; si las compraba para hablar con la Chica Langosta en Toulouse -es posible, una vez la llamé a la residencia de Le Mirail, pero me enredé en una conversación en un francés imposible y no conseguí que me la pasaran- o si las compraba para hablar con la Chica Berklee en Boston, una opción más probable.

Sí recordé los aeropuertos, por una de esas asociaciones extrañas. El día que acompañé a L y el día que acompañé a I. El miedo. Un miedo horrible a todo lo que estaba por venir. Los abrazos exagerados, imposibles en otro contexto. El avión a Toulouse salía de Madrid cuando aún no había ni amanecido, el avión a Boston lo hizo entre ataques de ansiedad, la espalda apoyada en una pared y la mirada perdida. Luego se fue más gente pero ya lo hicieron como adultos, es decir, solos. Siempre he pensado que en ese sentido no he tenido demasiada suerte, pero quizá tener suerte, como decía Radio Futura, sea pedir demasiado.

*

Al Niño Bonito le ha dado por escribir. Coge mi libreta, la misma libreta en la que estoy volcando las entrevistas con Manolo, y se dedica a garabatear palabras y frases cada vez con mayor sentido. Esta mañana, por ejemplo, ha decidido apuntarse lo que va a hacer hoy en el patio:

1- Footbol

2- Footbol

3- Jugar con A. e I.

4- Jugar con I.

5- Jugar con M.

Creo que es el único niño de cinco años que tiene una agenda sin trabajar en Inditex. En eso se parece a su padre, creo.

*

No sé qué pensar de "Free as a bird". Ni siquiera sé por qué me dedico a ponerme "Free as a bird" en los cascos después de veinticinco años sin escucharla. Es tan triste y fría como la recordaba. Una canción de ultratumba. Por otro lado, puede que eso pretendiera, sin más, y entonces, ¿quién soy yo para criticar nada? Luego, cuando llego al aula, me pongo el vídeo y me divierte pero a la vez me resulta excesivo: una sobrecarga de referencias a menudo demasiado obvias, es decir, demasiado McCartney.

De vez en cuando, sigo buscando en YouTube joyitas en forma de entrevistas de radio o programas de la televisión sueca, la australiana... lo que sea que nos cuente algo nuevo después de treinta, cuarenta, cincuenta años. Cada vez es más complicado. Helencilla me pasó el PDF de las "Recording Sessions" de Mark Lewisohn y lo compagino con el segundo tomo de la autobiografía de Brett Anderson. El otro día soñé que mi cuñada se metía con el "medley" final de "Abbey Road" -"la segunda vez que lo escuchas, te cansa" o algo así decía- y yo me echaba a llorar escuchando "The end", pensando en lo insoportable que era que el mundo se hubiera visto desprovisto de tanta belleza, como el adolescente aquel que grababa una bolsa de plástico azotada por el viento y sentía que su corazón iba a reventar.

jueves, noviembre 21, 2019

Loving John


Hay algo especialmente irónico en la traducción al español del libro de May Pang como "Adorable John". No solo el hecho de que tenga poco que ver con el original "Loving John" ("Amando a John") sino que el tal John (Lennon) aparece en las páginas como una persona de todo menos adorable. Al igual que en las memorias de Cynthia Lennon, el ex miembro de los Beatles se muestra como un hombre irascible, caprichoso, obsesivamente celoso y tremendamente agresivo en cuanto se toma dos copas de más. Nada que no supiéramos sobre el autor de "Woman is the niggar of the world".

En realidad, el libro no deja en buen lugar a nadie y ahí está buena parte de su atractivo: de entrada, la propia May Pang resulta muy poco creíble. Como narradora y como personaje. No hay en ella nada de iniciativa, de proyecto, de voluntad. Todo parece pasarle como si fuera inevitable, un juguete del destino. Pareciera que, al menos desde 1973 a 1977, todas las decisiones sobre su vida las estuvieran tomando otras personas sin que a ella acabara de parecerle mal: ahora vete con John, ahora vuélvete, ahora deja este apartamento, ahora ve a vivir a este otro...

Yoko queda como la gran manipuladora, un papel en el que encaja como un guante. Las diez-quince llamadas diarias, la organización desde la lejanía de cada detalle de la vida de su marido, su obsesión por las apariencias, el derroche constante y el empeño casi siempre frustrante de establecerse como artista en solitario. En favor de Pang hay que decir que todas estas críticas se hacen como de pasada, sin cebarse demasiado, mostrando sin explicar mucho, lo que probablemente le dé una mayor impresión de verosimilitud.

Aparte, por supuesto, el "name-dropping": Mick Jagger, David Bowie, Elton John, Keith Moon, Harry Nilsson... y los inevitables George, Paul, Ringo y Julian Lennon, a quien se reservan las mayores muestras de cariño sano. En una época bastante difícil de documentar, Pang relata dos momentos clave para entender la relación entre John y dos de sus ex-compañeros, aunque no sé si hay más fuentes que corroboren su versión: a George se le pinta como un tipo rabioso, continuamente enfadado, reprochando a John que no le hubiera apoyado nunca, gritándole como loco "quiero mirarte a los ojos" justo antes de uno de sus conciertos en el Madison Square Garden durante la desastrosa gira estadounidense de 1974.

Ahí, John ejerce inevitablemente de hermano mayor y contenido. Parece tomarse en serio la necesidad de ayudar a George y en cierto modo se siente cómodo en ese papel. Otra cosa es con Paul McCartney. Es cierto que sorprende la cantidad de veces que Paul y Linda aparecen en el libro compartiendo tiempo con Lennon, pero incluso en los enfoques más optimistas se palpa la tensión constante. En el relato de Pang, da la sensación de que Paul nunca entendió a John, de que seguía en su mundo de felicidad y no acababa de encontrar la manera de conectar con su antiguo compañero.

Un antiguo compañero que, por otro lado, no estuvo nunca dispuesto a ponérselo fácil. Nunca. Las reacciones de Lennon a todo lo que hace McCartney son de cierto fastidio y una infinita prudencia. Solo cuando parece dejarse llevar y acepta viajar a Nueva Orleans en enero de 1975 para grabar juntos de nuevo después de seis años, aparece Yoko en escena para llevárselo al Dakota y dejarlo ahí encerrado una buena temporada.

Si esa es la verdad o si hay que creer la versión oficial ("nos reencontramos en el camerino de Elton John después del concierto de Acción de Gracias de 1974 y fue como si no hubiera pasado un segundo") es algo que me supera por completo. No tengo ni idea. Seguro que ya está Lewisohn por ahí investigando.

*

Me choca, como a tantos, el empeño de determinados líderes socialistas en explicarnos que el pacto exprés con Unidas Podemos era la única opción posible. Me choca, por un lado, porque no solo estuvieron intentando convencerme de lo contrario durante meses sino que además lo consiguieron. Yo fui de esos millones de votantes socialistas que no fuimos a Ferraz a gritar "Con Iglesias, no" pero que veíamos con cierto recelo tener a gente de Podemos dentro del gobierno del país y premiamos a Sánchez con nuestro voto para que reforzara su posición y pudiera gobernar en solitario como tanto se empeñó en repetir.

Gobernar en solitario, además, tenía la ventaja de que facilitaba la investidura. Es cierto que la posición del PP con VOX soplándole en la nuca es complicada, pero sigo sospechando que, pese a todo, en una segunda investidura, "in extremis", Casado se habría abstenido y habría dejado gobernar al PSOE como el PSOE hizo con Rajoy en 2016 cuando Podemos les ponía a ellos en apuros. La cosa cambia mucho ahora: no se trata ya de investir a Sánchez sino de investir a Sánchez Y a Iglesias. Es tanto pedir que parece descartable, así que hay que pensar que Redondo y compañía manejaban otra opción cuando se lanzaron literalmente a los brazos de UP pese a sumar diez escaños menos que en abril.

Por otro lado, no acabo de ver es cuál es esa posibilidad. Vivimos tiempos en los que más que política lo que se hace es echar las cartas y repartir cuantas veces sea necesario. La pregunta que ERC ha planteado a sus bases es una clara invitación a mantenerse en el "No" que ya votaron en la anterior investidura. Y si ERC vota "no", la única alternativa para Sánchez es que Ciudadanos al menos se abstenga... y aun así podría no valer. Ha pasado de estar en manos de Iglesias a estar en manos de Inés Arrimadas, con la diferencia de que, en el mejor de los casos, a Iglesias se lo va a comer una legislatura entera y sobre su sentido de lealtad a algo que no sea su propio proyecto tengo serias dudas.

En fin, era eso o permanecer fiel a su petición electoral y a los que entonces le apoyamos. Ya vemos cómo les ha salido a otros eso de saltarse sus principios en busca de votos e ir dando bandazos. Ellos sabrán lo que hacen: ynas terceras elecciones solo servirían para que la derecha arrasara hasta llegar a la mayoría absoluta. Y entonces, nos íbamos a reír mucho con las mesas y los cálculos.

*

Lo bueno de buscar colegio es que tienes excusa para no quedarte toda la mañana en la cama: ausente, caliente, protegido. Lo malo es que es difícil decidirse. La idea de que el Niño Bonito salga de una burbuja para meterle en otra burbuja es apetecible, sobre todo porque nada te garantiza que fuera de las burbujas se aprenda demasiado en un mundo tan individualista y tan solitario como el que vivimos. Si yo me puedo aislar del mundo leyendo sobre los Beatles día y noche, ¿por qué no va a poder mi hijo perderse en su rincón de los abrazos y quedarse tan tranquilo?

Al final lo que queda es el miedo a equivocarse, que es algo que tiene mucho que ver con la política, por cierto. El miedo a las consecuencias de tal decisión o la contraria. Aquí no nos jugamos votos sino vidas. O al menos esa parte de la vida ajena que depende de uno mismo. En ese sentido, de equivocarnos, lo suyo sería equivocarnos con algo que realmente nos convenza, porque ya entregados a la ludopatía al menos juguemos con nuestras cartas y no cambiemos en el último momento porque Mayra nos haya convencido.

Eso no garantiza nada, pero al menos de ería hacernos sentir más tranquilos.   

domingo, noviembre 10, 2019

Sondeos, israelitas y resultados elecciones generales noviembre 2019



23.20 El niño bien, aunque con tos, que le vamos a hacer... En fin, ya está todo el pescado vendido menos un escaño por Melilla que ahora es del PP pero lo lucha con Coalición por Melilla y otro escaño en Huelva que es del PSOE y a lo mejor se lo quita Unidas Podemos. De momento, al 99% ya la cosa queda exactamente como estaba y los caminos para gobernar son realmente delicados salvo que Rivera haga una de sus piruetas y apoye un pacto entre PSOE y UP. Claro que antes tiene que haber un pacto entre PSOE y UP. Ah, y Mas País. Y Compromís. Y el PNV. La otra opción es que el PP se abstenga y haga oposición, que tampoco pasa nada. Y que cuando algo no le guste, lo tumbe.

El Senado también va a ser para el PSOE, que pierde su mayoría absoluta y necesitará pactar con el PNV. Hasta quince partidos distintos van a estar en el Congreso en la siguiente legislatura, un buen follón que refleja hasta qué punto España está invertebrada: 6 de 66 escaños para Ciudadanos, PP y VOX entre Cataluña y País Vasco... pero 146 de los 284 restantes, es decir, mayoría absoluta en el resto del país. Ahora les pediremos que pacten y que lo arreglen todo pero se ve que ni nosotros mismos lo tenemos muy claro. Se vienen tiempos complicados. De momento, me voy a dormir. Ha sido, como siempre, un placer.
  
22.31 Al 95% sigue habiendo novedades, pero yo tengo un niño que acostar, luego comento los resultados finales:

PSOE 120

PP 88

VOX 52

UP 35

ERC 13

Cs 10

El resto sigue exactamente igual.

Izquierdas: 158 / Derechas: 152 (contando Navarra Suma)
 
22.10 En cuanto al Senado, podría ganar el PP, pero con una mayoría muy insuficiente. Los nacionalistas e independentistas controlarían de facto la cámara junto al PSOE, en caso de que haya legislatura.

22.01 Casi un 80% escrutado y pequeñas variaciones...


PSOE 122

PP 86

VOX 53

UP 35

ERC 13

Cs 10

JxC 8

PNV 7

EH 5

MP 3

Izda: 160 / Dcha: 149

21.58 Parece que se le va escapar al PP el escaño de Vizcaya. El problema de la derecha estatal vuelve a ser el de abril: entre Cataluña y País Vasco (66 escaños), solo obtiene 6. Impresionante.
 
21.51 Sigue el recuento. Hay escaños en juego en Huelva, Málaga, Cuenca, Ceuta, Alicante, Valencia y Vizcaya, no mucho más. Quizá Madrid, especialmente si Errejón no llega al 5%...Al 67% escrutado, los resultados son

PSOE 123

PP 84

VOX 52

UP 35

ERC 13

Cs 10

JxC 8

PNV 7

EH 5

CC 3

MP 3

CUP 2

Navarra Suma 2

PRC 1

BNG 1

Teruel Existe 1

Por bloques: izquierda estatal 161 / derecha estatal 146

21.28 Aguanta el PSOE con el 35% escrutado. Sigo creyendo que va a caer, pero le caerá algún escaño de Canarias que le vendrá muy bien

PSOE 124

PP 84

Vox 47

UP 33

Cs 10

ERC 8

JxC 7

PNV 7

EH 5

CUP 3

MP 3 

Navarra Suma 2

PRC 1

BNG 1

Teruel Existe 1

21.20 Al 17% empieza a bajar el PSOE aunque subirá cuando entre Canarias. Creo que se puede mantener en los 115-120 escaños y evitar el desastre

PSOE 121

PP 82

Vox 46

UP 32

Cs 10

MP 3

21.15 En Madrid, Errejón está justo encima del 5% y queda muchísimo por escrutar, entre ello, lo tocho de Madrid capital y los barrios más de derechas. No sé si va a llegar al mínimo, tiene pinta de que no.
 
21.07 Empieza el baile. Con el 13% escrutado:

PSOE 122
PP 80
Vox 46
UP 32
Cs 10
 
20.25 Sigo pensando que los sondeos son solo sondeos, pero tampoco espero ningún vuelco dramático al respecto. Si atendemos por bloques, Gad3 le da a la izquierda estatal entre 146 y 157 escaños y a la derecha entre 157 y166 (incluyo Navarra Suma). Según Sociométrica, la izquierda obtendría entre 148 y 163 escaños y la derecha entre 152 y 168. Hace siete meses, ambas empresas pronosticaban lo siguiente: Izquierda 158-166 / Derecha 153-160 (Gad3); Izquierda 158-170 / Derecha 152-167 (Sociométrica). Prácticamente acertaron.

20.15 Los sondeos de Gad3 y Sociométrica vienen a confirmar lo que ya apuntaban los trackings más recientes, pero con ventaja para la derecha, que sacaría más escaños que la izquierda, aunque en ningún caso se acercaría a la mayoría absoluta.

GAD3 (RTVE)

PSOE 114-119
PP 85-90
VOX 56-59
UP 30-34
Ciudadanos 14-15
ERC 13-14
JxC 6-7
PNV 6-7
Más País 2-4

Sociométrica (El Español)

PSOE 112-118
PP 87-92
VOX 52-58
UP 36-40
Ciudadanos 11-16
Más País 0-5

19.20 En poco más de media hora salen los sondeos de Gad3 y de Sociométrica. No esperen grandes novedades, hemos tenido dos sondeos por día durante dos semanas y estoy convencido de que la participación les cuadra perfectamente con sus cálculos. Los comentaremos pero como lo que son: trackings más o menos elaborados.

Antes quería hablar de una cosa de la que nadie ha hablado: el Senado. ¿Y saben por qué nadie ha hablado del Senado? Porque no tenemos ni puñetera idea de qué va a pasar. La decisión de Vox de presentar a solo un candidato debería colocar al PP muy cerca de la mayoría... siempre que demos por hecho que el votante de Vox va a marcar a su único candidato y va a gastar sus otras dos opciones en candidatos del PP. De ese modo, al menos esos dos candidatos, van a tener los apoyos de sus propios votantes y de los votantes de VOX... y los dos partidos juntos serían los más votados en tres cuartos de las circunscripciones del país. ¿Es todo así de fácil? No, claro. Puede que el votante de VOX marque el suyo e ignore a todos los demás. Puede que la suma no dé pese a todo. Puede que sumados los senadores designados por las Comunidades Autónomas, la cifra no dé para una mayoría absoluta. El caso es que la oportunidad para la derecha está ahí mucho más que en el Congreso. Y desde el Senado no se pueden hacer muchísimas cosas pero sí se puede dar bastante la brasa al gobierno de turno. 

18.50 Sigo escudriñando Madrid porque es lo que mejor conozco, también de otros procesos electorales, y aunque me niego a establecer un patrón claro, lo cierto es que en Madrid capital sí se empiezan a ver algunas diferencias. La ciudad en total baja un 3,48% su participación. Prácticamente todos los distritos están en esa cifra... salvo Chamartín, Fuencarral-El Pardo, Moncloa-Aravaca y el barrio de Salamanca, que no llegan ni al 3%, mientras que Puente de Vallecas, por ejemplo, se queda en el 4,27%. Me da que la derecha va a tener muy buenos resultados en Madrid, pero, de nuevo, eso ya estaba previsto en las encuestas. Y puede que VOX directamente lo parta.
 
18.20 Participación a las 18h: 56,86%. Sigue dentro de las previsiones. Creo que las comparativas no pueden ser con las convocatorias ordinarias sino con la única que fue de hecho una repetición de anteriores comicios, es decir, la de 2016. En esas elecciones, a las seis había votado solo el 51% aunque la cifra final quedó rozando el 70% por el arreón final. No sé si aquí habrá arreón, en cualquier caso ni habrá desplome (65%) ni habrá movilización (75%) y probablemente los resultados de las encuestas (en porcentaje, no tanto en escaños) sean bastante aproximados a los reales.

Ya hay dos circunscripciones en las que la participación sube: Álava... y Jaén.

Donde menos baja la participación es en:

Comunidad Valenciana (-1,67%), Andalucía (-2,37%), País Vasco (-2,53%), Madrid (-3,58%) y Murcia (-3,87%)

Y donde más lo hace es en:

Islas Baleares (-7,05%), Melilla (-6,46%), Canarias (-6,45%), Extremadura (-5,90%) y Galicia (-5,65%)

Las circunscripciones donde más voto total hay son...

Madrid 61,51%
Valencia 61,34%
Castellón 60,51%
Barcelona 60,47%
Segovia 60,26%

Curiosamente, Comunidad Valenciana y Andalucía eran, junto a Galicia, las tres comunidades clave en mi análisis preelectoral. Se ve que así se lo han tomado allí también.


16.55 Gobernabilidad: lo que se juega hoy en las urnas es importante, pero poco se podrá saber hoy que no dependa de las decisiones de mañana. En principio hay tres escenarios posibles:

- Gobierno de las tres derechas. Para ello, necesitan sumar 174 escaños entre ellos y convencer a Coalición Canaria para que complete la investidura de Pablo Casado. Es complicado contemplar este escenario como posible porque ninguna encuesta les ha dado más de 160 escaños y en la media apenas están en torno a los 155. Una desviación de veinte escaños solo se conseguiría con una desmovilización brutal del electorado de izquierdas, una participación en torno al 65%. En principio, no parece que se vaya a dar.

- Gobierno de coalición PSOE + Unidas Podemos con apoyos externos de Más País, PNV, PRC, BNG... De entrada, no sé ni si aritméticamente daría y no creo que los independentistas catalanes vayan a votar algo que no sea "no" a cualquier clase de gobierno. Para continuar, creo que lo que se demostró en el período de negociaciones entre mayo y septiembre es que UP y PSOE no se fían el uno del otro. En absoluto. Normal si tenemos en cuenta que Podemos surgió como una especie de Syriza con la voluntad no ya de adelantar sino de sustituir al PASOK de turno.  Podemos sigue preteneiendo "asaltar los cielos" con 42 escaños de 350 y el PSOE sigue muerto de miedo.

- Gobierno en minoría del PSOE con una abstención del PP y Ciudadanos para garantizar la investidura. Creo que esa era la idea cuando se convocaron estas elecciones y sospecho que estaba incluso hablado entre los tres partidos cuando las encuestas le daban al PSOE entre 135 y 140 escaños, al PP casi 100 y a Ciudadanos por delante de Vox. El problema es que nada apunta a que el PSOE vaya a estar en esas cifras y si el PP ve que cae hasta los 85-90 en beneficio de VOX, lo más probable es que le entre un ataque de pánico. ¿Cómo va a permitir la investidura de Sánchez sin que Abascal se les lance a la yugular y les quite los pocos votantes radicales que aún no les ha quitado?

En ese sentido, y dentro de unos límites "normales", digamos que de estas elecciones saldremos con pocas certezas. ¿Qué podría cambiar la situación? Una victoria holgada del PSOE, con 6-7 puntos y al menos 20 escaños sobre el PP... pero que a la vez deje al PP claramente como primer partido de la oposición con mucha diferencia sobre VOX. Cualquier resultado que deje al PSOE entre 115 y 125 diputados y a VOX entre 40 y 50 (y parece que todo apunta a un escenario así) me parece imposible de gestionar mientras estemos con el cordón sanitario por delante.

15.03 Datos de Madrid, que es donde vivo: en términos de Comunidad, la bajada es bastante estable en todos lados, en torno al 2-3%. En la capital, baja un 2,34%, ligeramente por debajo de la media. Por barrios, es cierto que los más tradicionales bajan menos en comparación, pero es una diferencia muy pequeña y que podría girar en el anticipo de las seis. Solo hay cinco distritos donde la abstención suba menos de un 2% y son Chamartín, Fuencarral-El Pardo, Moncloa-Aravaca, Retiro y Salamanca. Zonas muy de derechas, pero mucho. En las de izquierdas hay bajadas importantes como la de Villa de Vallecas (-3,46%) pero también es verdad que en Chamberí ha bajado un 3,29% así que vamos a ser prudentes con las conclusiones.

14.35 Participación a las 14.00: 37,93,%. Se queda por debajo de la cifra fetiche del 40% y es un 3,56% menos que hace siete meses . En seis de las siete ocasiones en las que se superó esa cifra (1982, 1986, 1993, 2004, 2008 y abril de 2019) ganó el PSOE. En la otra (1996) se quedó a décimas de Aznar. Sin embargo, por debajo del 40% tenemos dos mayorías absolutas de la derecha (2000, 2011) y varios triunfos parciales (1979, 2015 y 2016). Solo en 1989,con un 36%, logró ganar el PSOE las elecciones al final. Ahora bien, en 2015, por ejemplo, el primer dato fue aún más bajo que hoy y la participación final fue del 73,2%, por encima de las previsiones de las encuestadoras para esta convocatoria.

La participación baja en toda España, circunscripción por circunscripción... excepto en Álava, donde sube un 1%.

Donde menos baja es en:

País Vasco (-1,68%), Madrid (-2,59%), Cataluña (-2,92%), Andalucía (-3,12%) y Ceuta (-3,20%)

Y donde más lo hace es en:

Islas Baleares (-7,15%), Asturias (-5,70%), Extremadura (-5,68%), Galicia (-5,03%), Castilla La Mancha (-4,65%), Castilla León (-4,53%) y Murcia (-4,48%)

Las circunscripciones donde más voto total hay son...

Valencia 43,57%
Castellón 42,36%
Zaragoza 42,24%
Madrid 41,01%
Vizcaya 40,96%
Barcelona 40,92%
Alicante 40,91%


Cuando Errejón se presentó, vino a decir que sus rivales no eran tanto los otros dos partidos de izquierda, como la abstención. De media, en esas dieciocho provincias la abstención sube menos que en las otras treinta y tres. Si es casualidad o no, imposible saberlo.


12.33 Lugares a los que mirar en estas elecciones:


- Cataluña y País Vasco: si los tres partidos de centro-derecha se quedan en 8-9 diputados sobre un total de 66, lo tienen en chino para sumar 176 escaños. Y recordemos, la única opción de que haya un gobierno de derechas es que entre PP, Cs, Vox y Navarra Suma lleguen a esa cifra. Puede que les valga con 174-175 y una abstención de CC, pero habría que ganársela. Mientras sigan naufragando en dos comunidades tan pobladas, sus opciones de victoria disminuyen muchísimo.

- Las dos Castillas: en abril, el PSOE consiguió algunos triunfos insospechados y que se vieron refrendados en las autonómicas del mes siguiente, cuando se impuso en Castilla y León y logró la mayoría absoluta en Castilla La Mancha. Teniendo en cuenta que UP no parece en disposición de conseguir ni un solo escaño de los 52 en juego, el asunto es saber hasta dónde van a aguantar los socialistas y si en las circunscripciones de cuatro escaños, el resultado será de tres escaños para la derecha y uno para la izquierda. En los de tres, el empate a un escaño entre las tres fuerzas principales parece inevitable, ocupando VOX el lugar de Ciudadanos. Si la subida de Vox viene a costa del PP, puede que el PSOE tenga alguna opción de ganar en Salamanca, en León, en Burgos o en Albacete. Si VOX no sube tanto, puede que llegue a doblarle en Cuenca y se quede con dos escaños de los tres en juego. Todo lo que no sea una debacle en esas tierras estará bien.

- Galicia, Comunidad Valenciana y Andalucía: Si País Vasco y Cataluña son terreno "de izquierdas" y las dos Castillas (más Madrid, donde el 21-16 es posible y Murcia, donde se pueden llevar hasta 7 de los 10 escaños) es terreno "de derechas", las elecciones se jugarán en los terrenos de juego más igualados en las encuestas: Galicia, Comunidad Valenciana y Andalucía. En los sondeos a nivel nacional, PP y VOX se defendían más que bien en esas zonas... pero las encuestas de medios locales daban cierta ventaja a la izquierda. Galicia es importante porque pronto habrá elecciones autonómicas y puede servir de indicativo (aunque Feijoo es Feijoo y sigue otras reglas), la Comunidad Valenciana reparte muchos escaños y es imprevisible en este momento, pero en mi opinión la clave va a estar en Andalucía: si VOX sube a lo bestia, será ahí. Si el PSOE consigue una mayoría holgada, será porque recupere sus feudos de las últimas décadas. Prácticamente en todas las provincias hay escaños en juego y se decidirán en el último momento.

- Aragón.- Porque es nuestro Ohio, ¿no? Y porque no sabemos si Teruel Existe conseguirá escaño o no. No hay muestra suficiente en ningún sondeo para afirmarlo o descartarlo.

No se esperan sorpresas en Extremadura (empate), Navarra (victoria de UPN/Navarra Suma), La Rioja (empate), Canarias (victoria de la izquierda) ni Cantabria (victoria de la derecha). En Asturias, habrá un 4-3 pero no sabemos de qué lado, en Melilla no sé si VOX subirá tanto como para ganarle al PP. En Ceuta, el PSOE debería resistir a las dos fuerzas de derecha salvo que VOX se salga del mapa. Baleares es otra incógnita, pero la diferencia, de haberla, sería mínima en escaños.


11.45 Las encuestas patinaron en abril menos de lo que pareció pero lo suficiente como para convertir lo que parecía una mínima victoria de la derecha en una relativamente cómoda victoria de la izquierda. En eso tuvo que ver la participación del 75%, una de las más altas de la democracia. Para esta convocatoria, los más optimistas apuntan a un 72% y los más pesimistas a un 68%. Todo lo que esté por encima o debajo de esos límites invita a pensar en lo imprevisible, Si bien no se esperan grandes variaciones en cuanto a los porcentajes de voto previstos, la asignación de escaños en un escenario de seis o incluso nueve partidos en algunas circunscripciones es una moneda al aire.

Repasemos, en cualquier caso, lo que sabemos y que cada uno saque sus conclusiones.

A fecha del lunes, último día legal para publicar sondeos, la media de Electograph daba los siguientes resultados:

PSOE 27,4% -121 escaños
PP 21,1%- 98 escaños
VOX 13,3%- 40 escaños
UP 12,3% -32 escaños
Ciudadanos 8,9%- 16 escaños
Más País 3,6%- 4 escaños

ERC 15, JxC 6 , PNV 6, EH 4, CC 2, CUP 2, Navarra Suma 2, PRC 1, Teruel Existe 1

Sobre esos datos, Kiko Llaneras hace la siguiente proyección:

PSOE 117, PP 90, VOX 46, UP 35, Ciudadanos 18

Sin embargo, en estos días, de manera más o menos sutil, se han ido filtrando más resultados. Por ejemplo, GESOP ha cerrado su tracking andorrano con los siguientes resultados:

PSOE 26,7%- 118-122 escaños

PP 19,4%-  83-88 escaños
VOX 14,9% 47-53 escaños
UP 14,3% 39-44 escaños
Ciudadanos 7,9% 14-18 escaños
ERC 2,6%- 12-13 escaños
JxC 1,4%- 6-7 escaños
PNV 6 escaños
CUP 1,1%- 3 escaños
Más País 2,8%-  2-4 escaños

El panel de Electomanía nos dice lo siguiente:

PSOE 27,1%- 113 escaños
PP 20,4%- 90 escaños
VOX 15,5%- 54 escaños
UP 13,7%- 38 escaños
Ciudadanos 7,3%- 11 escaños
ERC 3,7%- 14 escaños
MP 3% - 3 escaños
JxC 1,6%- 6 escaños
PNV 1,5%- 6 escaños
CUP 1,1%- 4 escaños 

Por último, las horquillas que nos ofrecen las casas de apuestas, en concreto Betfair, que en abril NO DIERON NI UNA, pero que deberían reflejar la impresión de la gente hasta cierto punto, son las siguientes:

PSOE 121-122 escaños
PP  92-93 escaños
VOX 39-40 escaños
UP 31-32 escaños
Ciudadanos 17-18 escaños






De Errejón no dicen nada. Yo todos los años hago porra de escaños, pero esta vez, ante la incertidumbre, me parece una pérdida de tiempo.


11.00  Pedro Sánchez se ha acostumbrado a que se le culpe de una cosa y de su contraria sin inmutarse. No sé hasta qué punto le beneficia. Si en abril tocaron los insultos -las manos manchadas, el felón, el traidor, el amigo de Torra y Otegui...- esta campaña se ha centrado sobre todo en sus errores como gobernante sin importar, ya digo, que esos errores a menudo fueran contradictorios. Así, por ejemplo, se le ha acusado de nuevo de pactar con Torra mientras Torra le acusaba de no cogerle ni el teléfono. Se le ha acusado de pasividad en Cataluña mientras los CDR saboteaban sus actos por ser el máximo impulsor de la represión. Se le ha acusado de querer pactar con los radicales y a la vez de querer pactar con el PP. De estar desaparecido y de utilizar La Moncloa para promocionarse. Todo lo ha hecho mal, en eso hay consenso, pero no lo hay en por qué ni en cómo.

Estar, no ya en el centro, sino en el medio de todas las polémicas, no es el mejor escenario en el debate público, pero Sánchez y Redondo aún confían en que lo sea para ganar elecciones. Es lo que podríamos llamar "el método Rajoy" y a un paso ha estado el presidente de liarse a hablar de vecinos y alcaldes en medio de cualquiera de las decenas de entrevistas que ha concedido en esta vertiginosa campaña electoral. Si funcionará o no, está por ver. La idea es dejar que pase el ruido y que tras el ruido quede el menor daño posible. Después de todo, podría decir Sánchez, los líderes independentistas están en la cárcel, Iglesias sigue en la oposición, Barcelona hace tiempo que no arde y el mundo, contra pronóstico, no se ha acabado bajo su mandato . Convencido de que cualquier elección no es más que un plebiscito en torno a su gobernante, Sánchez ha optado por no perder, intuyendo que ganar lo tenía demasiado complicado entre tanto grito.

De hecho, Sánchez parece un político destinado a ser el eterno candidato. En cinco años, lleva cuatro elecciones generales y dos primarias de su partido. No ha tenido diez meses seguidos de sentarse, pensar y hacer algo. Todo ha sido venderse, venderse y venderse, con mayor o menor éxito. Probablemente detrás de esa hiperactividad electoral esté la razón por la que en el PSOE nunca se vio mal una repetición de los comicios tras los resultados de abril. Lo realmente sorprendente es lo mal que ha funcionado la comunicación del partido y del gobierno en ese sentido, perdiendo el "relato" en todas las ocasiones. Ni Sánchez ni el PSOE supieron explicar a la opinión pública (sea eso lo que sea) que hicieron todo lo posible por llegar a un acuerdo medio sensato con Unidas Podemos. Probablemente porque no lo hicieron. Probablemente porque no era fácil. Probablemente porque si con 42 escaños de 350 te ofrecen una vicepresidencia y dos ministerios y tu respuesta es que eso es un insulto, igual tú también tienes un problema.

Sánchez prefirió asumir que era el perdedor de esa pelea y tirar para adelante sin más. Lo mismo hizo, ya he dicho, con los incidentes de Barcelona y con su intervención en el debate a cinco. Durante la semana de manifestaciones y vandalismo urbano, la impresión generalizada fue que tanto el presidente como el ministro del interior estaban ausentes. No está claro que de hecho fuera así pero un equipo de comunicación debe luchar porque ni siquiera lo parezca. No se hizo. Quizá Sánchez debió ser más contundente en sus afirmaciones y viajar antes al meollo del conflicto... pero de nuevo se encontraba con el problema habitual: para unos era un vendido al independentismo hiciera lo que hiciera, para otros era un represor intolerante hiciera lo que hiciera. Decidió no hacer nada. Él sabrá por qué.

Lo mismo pasó en el debate electoral, por llamarlo de alguna manera porque aquello fueron cinco mítines intercalados. El formato tampoco permite mucho más, la verdad. Sánchez optó por un papel institucional, de cordura, de no entrar en charcos innecesarios ni en combates personales. El problema es que en ese debate había alguien cuyo partido quiere subvertir el orden constitucional sin que ninguno de sus compañeros de viaje le diga ni mu. A la tercera vez que Abascal habló de retirar la atención universal a los inmigrantes ilegales, yo le habría soltado un "¿Qué quieres, que se mueran?". De ilegalizar partidos, ni hablamos. La única vez que Sánchez lo mencionó, para echarle en cara a Rivera y a Casado que pactaran con una formación totalitaria, ambos saltaron al unísono con el mantra del último año y medio: "Claro, claro, mejor pactar con Otegui y Torra". Sánchez calló. No se molestó en explicarles a ellos ni a los espectadores que de haber pactado con Otegui y Torra en su momento ni siquiera habría habido unas primeras elecciones.

Toda esta pasividad social -ante las mentiras de Abascal, ante su agresividad preconstitucional y sus apelaciones al honor a la patria, no solo calló Sánchez y no solo callaron Rivera y Casado sino que ese silencio fue interpretado por el periodismo cómplice como una "victoria" de VOX- ha permitido que la formación de ultraderecha esté ahora mismo rozando o por encima del 15% del voto en las encuestas para una previsión de entre 50 y 60 escaños. Es imposible no relacionar este auge del voto a Abascal con los incidentes de Cataluña. A principios de octubre, sus previsiones apenas llegaban al 10% en el mejor de los casos. No ha habido la pedagogía necesaria para explicar que los disturbios urbanos, por muy intolerables que sean y por mucho que haya que denunciarlos, son muy difíciles de combatir por estar en el marco de manifestaciones perfectamente legales. Casado, Rivera y Abascal llegaron a sugerir la aplicación del estado de sitio y la ley de emergencia nacional, algo que no se hizo ni en los peores tiempos del terrorismo de ETA. Nadie les explicó que eso no solo era un disparate sino algo muy probablemente ilegal.

El despunte de Vox ha supuesto la debacle de Ciudadanos. Es muy curioso lo de las tendencias en la opinión pública y por eso hay que tomarlas con cierta prudencia: la mayor escenificación de la decadencia de Rivera fue en el debate. Todo el mundo coincidió en que estuvo exagerado, hiperbólico, faltón y pueril en ocasiones. Lo mismo que sucedió en abril, cuando esos mismos medios le dieron vencedor absoluto de los dos debates. Cuando hablamos de Ciudadanos, hablamos de un partido que en los meses previos a la moción de censura contra Rajoy lideraba las encuestas. Un partido que, no nos engañemos, se vio en La Moncloa más pronto que tarde. Todo lo que ha hecho por autodestruirse es encomiable: se ha apartado de la centralidad, ha caído en el mismo nacionalismo que prometió combatir y ha hecho de la hipérbole y la indignación su único programa. Han acabado votando en la Asamblea de Madrid una cosa rarísima que ellos mismos consideraban absurda... y todo por no molestar a Vox, no se les vaya a ir más votos y no vaya Monasterio a llevarse los suyos a otro lado en la próxima proposición del gobierno Ayuso-Aguado.

Que un partido se autodestruya no es demasiado relevante si no fuera porque el comportamiento absolutamente histriónico de Ciudadanos en los últimos meses ha dado carta de naturalidad al extremismo, al insulto y algo muy parecido al odio y al desprecio al adversario. En su empeño por adelantar al PP por la derecha se ha encontrado con unas formas y unos mensajes mucho más parecidos a los de Vox -todo por la patria- que a los de cualquier partido liberal europeo. La semilla, con todo, ya está ahí. Ellos la plantaron. A ver quién corta ahora la planta del odio.

Las encuestas les dan en torno al 8-9% de votos, lo que le dejaría en una franja entre 10-20 escaños. Probablemente no sea para tanto. Peor aún lo tiene Errejón, cuyo salto a la política nacional con partido propio fue un error mayúsculo tanto para "la izquierda" como para sí mismo. Está a unos pocos votos de no conseguir ni su propio escaño en Madrid y nadie espera que logre más de tres en toda España. No era el momento y ahora su propia carrera política peligra si el resultado es tan malo como se espera. El mito del gran cerebro detrás de los éxitos de Podemos parece venirse abajo. Lleva unos cuantos meses acumulando torpezas de las que no sabemos si conseguirá recuperarse.

lunes, noviembre 04, 2019

In-Edit Madrid (y IV). Si me borrara el viento lo que yo canto.


El documental de David Trueba sobre Chicho Sánchez Ferlosio parte de una anécdota: el éxito en Suecia de una serie de canciones escritas y cantadas por él en un disco protegido bajo el lógico anonimato justo después del asesinato de Julián Grimau. Es un buen punto de partida pero tiene su interés justo. El personaje de Ferlosio va mucho más allá de esa anécdota y sin embargo Trueba parece obligado en exceso a recurrir a Suecia constantemente. Lo que no debería ser más que una excusa se convierte en una categoría que hace que la película en ocasiones avance con demasiada lentitud.

Al fin y al cabo, los que estábamos ahí teníamos un limitado interés en quién tradujo esas canciones al sueco o en qué consistía tal revista o tal movimiento internacionalista. Queremos saber sobre Chicho, sobre su extravagancia, su genio, su imprevisibilidad. Nos puede interesar alguna noción sobre la lucha antifranquista a la que dedicó tantos años pero ese es un compartimento demasiado estanco. Muéstrennos a Chicho en su esplendor, en la tertulia, en lo insospechado del comportamiento diario, en lo ferlosiano como concepto y forma de vida.

De hecho, el documental está dudosamente construido: empieza, ya digo, con la anécdota sueca, prosigue a sus años de formación académica, Ramiro de Maeztu incluido, parece que va a profundizar en la relación con su padre, el falangista Sánchez-Matas y justo cuando estamos ahí, en ese momento de fascinación por el personaje, incluso de ternura... zas, aparece Grimau y vuelven de nuevo los suecos y se dedican minutos y minutos a hablar de un disco que sí, que vale, pero que da lo que da y que no puede ocultar otras facetas de Ferlosio. O no debería.

Teniendo en cuenta que los entrevistados eran íntimos suyos durante aquellos inicios -por cierto, el sonido en ocasiones falla de manera incomprensible, casi amateur- quizá se podría haber sacado más jugo a sus recuerdos de no haberlos centrado solo en esos años de 1960 a 1963. De hecho, se ve poco a Ferlosio de 1977 en adelante. Solo una intervención en La Clave junto a Javier Krahe y otros cantautores "contestarios" ya venidos a menos en plenos noventa. Y aun así, apetece verle más, apetece saber de él en aquellos años de incipiente democracia, apetece que nos desgranen su evolución, su tránsito, su via crucis. Todo el mundo coincide en que Chicho era un tipo deslumbrante y que lo fue hasta el último momento. Que se note.

Puede que David Trueba pensara que eso ya estaba logrado en el documental que su hermano Fernando hizo sobre Ferlosio en 1981, titulado "Mientras el cuerpo aguante" y no quisiera pisar huellas ajenas. Bueno, de 1981 a 2003, año de su muerte, quedaban aún veintidós años por explotar y está claro que no era la intención del documental hacerlo sino recrearse en la coincidencia revolucionaria. Como espectador, no acaba de convencerme, pero pueden ser cosas mías. No me atrevería en cualquier caso a hablar de documental fallido pero, simplemente, no es lo que esperaba.

*

Fueron muchas las películas que quedaron sin ver y es una pena, pero tenemos el tiempo que tenemos y a mí nadie me paga esto. Al revés, yo pago cada entrada religiosamente, no voy mendigando a los departamentos de prensa. Uno de los aciertos del Festival es insertar una colección de trailers al principio de cada documental para que el espectador tenga una idea bastante aproximada de lo que se está programando durante la semana. En ese sentido, y basándome solo en los veinte segundos que se proyectan de cada película, diría que los reportajes sobre la revista Creem, la cantante Kate Nash y el trágicamente fallecido Lil Peep tenían una pinta descomunal.

En general, el festival en sí, con sus inevitables altos y bajos, es un lujo que no sé cuánto tiempo podremos permitirnos en Madrid. Las salas estaban bastante llenas, a precios razonables. Sería bueno, quizá, que se le diera más publicidad, que valoráramos lo que supone un ciclo de tanta calidad justo en el centro de la ciudad. En Barcelona llevan funcionando veinte años y ahí siguen, resistiendo, con una programación que va más allá del finde e incluye una semana entera.

Desde el punto de vista personal, poder reencontrarme con lo que es un festival, las sesiones continuas, los breves intervalos para tomar un café o ver al Barcelona perder contra el Levante, la sensación de que perteneces a algo y que ese algo merece la pena y por supuesto el entusiasmo de sentarse aquí a contárselo a todo el mundo cuando ya creía que no tenía nada que contar a nadie, ha sido una gozada. Una gozada que no sé si se repetirá mucho en el futuro, tiene pinta de que no. Un mundo que es mi mundo, sin poder explicar más y un sentido de la propiedad que se multiplica al verte en plena calle Fuencarral, testigo de casi todo lo que tuvo valor en mi adolescencia y mi juventud.

Una enorme experiencia que espero repetir el año que viene... aunque no será tan fácil.

domingo, noviembre 03, 2019

In-Edit Madrid III. David Crosby. Remember my name.


La cara de pillo regordete de David Crosby a través de los años. Esa carita que se esconde sonriente tras George Harrison y Paul McCartney cuando los Beatles iban de gira por Estados Unidos y buscaban compañeros de viaje. Esos mofletes marcados en lo alto del escenario de Monterrey, del escenario de Woodstock. Crosby, pasados muchos años, como entrañable abuelito superviviente en el sofá de su casa: dos infartos, ocho by-pass, un transplante de hígado, miles de adicciones dejadas y retomadas. La pregunta a lo largo del documental viene a ser la misma: "¿Cómo demonios puede este tipo seguir vivo?".

El objetivo de Cameron Crowe es conseguir que Crosby parezca un buen hombre, un hombre afable, divertido, socarrón, valiente, sincero... y sin duda lo consigue. El otro objetivo, más sutil, casi contradictorio, es que nos demos cuenta de que eso es solo una apariencia, que detrás de ese duendecillo se esconde un auténtico demonio. Que no nos podemos fiar de alguien al que sus propios compañeros echaron de los Byrds por su tendencia a la conspiranoia política, alguien que reconoce haberse portado como un miserable con cuantas mujeres entraron en su vida, alguien que nunca supo lidiar con la soledad y el éxito, que se unió a Stills, a Nash y a Young para acabar tarifando públicamente con los tres.

Da la sensación de que la película parte de la convicción de que Crosby morirá pronto y necesitaba un largo epitafio. Demasiada gente esperando una disculpa. En cuanto a su vida, ya sabemos, una auténtica montaña rusa: desde aquel "So you wanna be a rock and roll star?" de mediados de los sesenta al ridículo espantoso del "Silent night" enfrente de Obama y de medio mundo, cuando el exceso de armonía llevó a algo muy parecido a la desafinación. En medio, altos y bajos. Muchas muertes. Algo de amor, supongo. Varios meses en una prisión de Texas. Un problema con su hija Donovan que se menciona pero no se desarrolla en absoluto y con eso está todo dicho: incluso la carta de despedida de Crosby está llena de borrones.

Aun así, reconozco un cierto estremecimiento como cuarentón frente a su pasado. Todos esos momentos, todas esas canciones forman parte de una tradición casi sagrada que apenas nos preocupamos en respetar. Monterrey, Woodstock, Zappa, Crosby, Joplin, Cass... todo aquello sonaba antiguo y ajeno. No sé bien por qué. Tarde o temprano, como bien dice Crowe, habrá que recordarlo.

*

A la media hora de "Ibiza: The Silent Movie", la gente empieza a desfilar en grupos hacia la salida. Puede que pretendan meterse en el pase del documental de Kate Nash o puede que prefieran ver el enésimo empate del Atleti antes que seguir ahí. No les culpo. El volumen, además, está mal graduado y la música retumba por toda la sala de forma desagradable. Vaya primera media hora. Vaya primera hora, de hecho. Lo que prometía ser un repaso a la movida estético-musical de los 60 en la isla se convierte en un aburridísimo desmán histórico con alguna tía en bolas de por medio y algún turgente culete masculino.

Ibiza para dummies. Ibiza explicada a base de emojis.

Uno espera algún material original, algún archivo por explotar, pero son todo recreaciones de fenicios y cartagineses y árabes hasta que a la hora, por fin, aparece Franco jugando al golf con ochenta años. A partir de ahí, la cosa mejora porque a partir de ahí empieza el documental que veníamos a ver. El problema, ya digo, es que empieza más de una hora tarde y sin testimonios, sin intrahistorias, sin datos apenas. Ibiza y sus grandes discotecas cambiaron la escena musical de toda Europa, incluso de todo el mundo, pero no hay apenas nada de ello. Algo de éxtasis y alguna imagen de un abanico Locomía. Mucho Abel Matutes.

Estamos, en definitiva, ante un documental que juega en otra división, que pertenece a otro festival, no a uno tan elaborado. Una película que jamás debió haber sido programada por no cumplir mínimos de interés ni de calidad. No me pongas playas llenas de tías en bolas como si eso fuera Torremolinos. Háblame de la extensión de Pachá, háblame de los DJs y de la música que crearon, háblame incluso de la actualidad más allá de los abusivos precios por todo. Del drama de los médicos y los profesores que no pueden pagarse un alquiler en una isla superpoblada, no solo de los camareros que duermen en cuevas. 

El año pasado, sin ir más lejos, este mismo festival emitió un maravilloso documental sobre Studio 54. Supongo que todos esperábamos algo parecido y no actrices poniendo caras. Menos Walter Benjamin y más David Guetta. 

sábado, noviembre 02, 2019

In-Edit Madrid 2019. II. Suede. The Insatiable Ones


Justo antes de que se apaguen las luces, dos chicos y una chica reflexionan sobre la crisis de los cuarenta y lo difícil que se les está haciendo. Es normal. Casi todos los que escuchábamos a Suede a mediados de los noventa en plena postadolescencia de FIB y Maravillas rondamos ahora mismo esa edad. No sirve de alivio ver en qué ha quedado Brett Anderson, que sigue guapo, elegante, con un marcado aire Bowie, sin duda, pero que no deja de tener 52 años, que se dice pronto. Su "then and now" es tremendo: de flequillo mod, maquillaje y camisetas de tela trasparente a flemático señor inglés de clase alta que se explica desde su mansión.

Otra cosa es Justine Frischmann, que a los 50 recién cumplidos se sigue negando a parecer una señorita, mucho menos una señora. Justine con las piernas recogidas explicando el desastre que era Suede en los primeros años y la frustración que poco a poco se fue filtrando en el grupo ante la falta de oportunidades. Para entender la relación entre Justine y Brett, para entender en general todo lo que son estos primeros años de Suede intentando hacerse un sitio entre tanto aspirante a "Cool Britannia" -como dice Ricky Gervais, manager ocasional del grupo antes de la explosión, "el Brit Pop viene a ser algo así como Noel Gallagher y Tony Blair dándose un apretón de manos"-, ya tenemos el magnífico "Mañanas negras como el carbón" de la Editorial Contra.

Lo que sí hace este documental es recordarnos qué buenísimos eran Suede en sus primeros años de euforia. Qué enorme compositor era Anderson y qué bien supo rodearse hasta que la autodestrucción y las drogas pudieron con él y con todo lo que le rodeaba. Qué buenísimo era el primer disco y qué bien hicimos Dani y yo en escuchar mil veces aquel "Coming up" que compramos juntos en Madrid Rock las navidades de 1996. Los años de la euforia. El grupo de "Pantomime Horse", el del "Sweet FA to do today" impregnado del espíritu "So young" para culminar en obras maestras como "Trash", "The beautiful ones", "Saturday night" o la menos conocida "Picnic by the motorway".

A partir de ahí, ya digo, la debacle. Enfermedades y adicciones. Amistades rotas. Creo que el tiempo no ha hecho justicia con Suede y que está bien que Anderson lleve tres años haciendo todo lo posible por mantener viva la llama. Se le nota atormentado, arrepentido, en una continua disculpa que le cuesta más expresar en voz alta que por escrito. Tal vez esta parte de aceptación es la que más larga se hace porque a nadie le gusta ver un cadáver descomponiéndose. Dos horas de documental son muchas y también la parte del "Dog Man Star" podría acortarse un poco, pero entonces supongo que no se podría contar todo lo que quieren contar sobre Bernard Butler, que igual tampoco hacía falta extenderse tanto. Choca la falta casi absoluta de referencia al entorno cuando el entorno estaba arrasando en medio mundo. Ni una mención a Oasis, ni una mención a Blur -solo aparece un tal "Damon" en boca de Frischmann- ni una mención a Pulp, Supergrass, Echobelly o siquiera Elastica. Salen los Auteurs, eso sí.

Una cierta autocomplacencia, todo hay que decirlo. Suede era un grupo especial y era un grupo muy bueno, pero si acabaron juntando un minuto de "lalalalás" en uno de sus singles más famosos no fue por casualidad. Igual convendría haberlo aclarado.

*

Cuando acaba el documental sobre Michael Hutchence nadie aplaude en la sala y es difícil entender por qué. Es una película hermosa y dura, retrato perfecto de un personaje constantemente perdido. No hay nada en Hutchence de la arrogante estrella del rock novio de supermodelos. Lo que vemos es un chico con sonrisa tímida, con voz nerviosa y con unas ganas terribles de impresionar a los demás con sus supuestos conocimientos intelectuales. Cocteau y Camus. Se hace poco hincapié en la trayectoria musical de INXS pero creo que eso es un acierto porque con saber que eran de esas bandas que se medían con U2 en los ochenta y primeros noventa, creo que basta. Como mucho, eché de menos "New sensation" y sobre todo, la magnífica "Suicide blonde", pero eso habría sido rizar el rizo.

Además, el documental no lleva el nombre de INXS en ningún lado sino el de Hutchence y en ese sentido el material es impresionante: vídeos privados del cantante, de su familia, de Kylie Minogue, de Helena Christensen... y siempre, siempre, ya digo, la misma media sonrisa, entre pícara y resignada, del que no sabe si debe molestar o no. Aunque se explica a la perfección el cambio de carácter de Hutchence tras su incidente con un taxista en Copenhague, no se entra a degüello en las consecuencias de su depresión y su caída en las drogas junto a su última pareja, la presentadora Paula Yates.

El gran momento del documental, el que hace que todo cobre sentido, es cuando sale a entregar el premio a mejor vídeo en los Brits y tras leer el nombre de Oasis, levanta el puño en señal de alegría, de pertenencia, de "hey, estos son los míos"... todo para que Noel le despache con un despiadado "the have-beens should not be giving awards to the gonna-be´s" que le deja humillado delante de medio mundo de la música y le recuerda que a sus 36 años -sí, solo 36- no es más que una reliquia del pasado.

Y a partir de ahí, la cuesta abajo. Aquí el documental, ya digo, es un poco tramposo, porque parece aceptar que lo que vivieron Yates y Hutchence fue una caza de brujas por parte de Bob Geldof y el "establishment" de la prensa y las élites británicas. No, a ver, puede que Geldof estuviera dolido por la pérdida de su mujer a manos del gran sex symbol de su generación -o más bien la siguiente-, pero los datos son los que son: Yates y Hutchence eran unos drogadictos, no estaban capacitados para cuidar a su propia hija y menos aún a las dos que compartían Yates y Geldof y sus continuos estados depresivos fueron la única razón por la que el cantante de INXS apareció colgado en su habitación de hotel con 37 años mientras su pareja le sobrevivía solo tres años más antes de morir de una sobredosis.

De hecho, fue Geldof el que, sin necesidad alguna, recogió a la pequeña Tiger Lily Hutchence, le dio un hogar junto a sus hermanas de madre e incluso la adoptó legalmente para darle su apellido y parte de los derechos a su extensa fortuna. Esa parte, curiosamente, no se menciona. Tal vez la familia de Geldof estuviera entre el público y por eso le negaron el aplauso. Incluso en ese caso, habría sido algo mezquino.



viernes, noviembre 01, 2019

In-Edit Madrid 2019. I. David Bowie. Finding fame.


El documental acaba por todo lo alto, es decir, por "Rebel rebel, you´ve torn your dress / Rebel rebel, your face is a mess". Es una canción que encaja con el ambiente juvenil del público y con lo que uno encuentra al salir del cine, noche de jueves que es viernes en las cercanías del barrio de Malasaña. La tensión de las altas expectativas. Tres chicos cruzan por en medio de la calle Olid con sus disfraces blancos de soldados del Imperio. Para ser una felicidad supuestamente impostada, todo el mundo se toma Halloween en serio, como niños de cinco años en una guardería.

Durante toda la película de Bowie, no puedo evitar acordarme de Patricio. La misma elegancia, la misma sonrisa, la misma belleza, el mismo erguirse orgulloso ante la incomprensión ajena. Las mismas dudas, supongo. Años y años paseándose por clubes con canciones que la gente no sabe si son de broma o pretenden ser serias. Laughing gnomes. Hay algo que llama la atención en las declaraciones del propio Bowie, las del chico que a mediados de los sesenta competía sin éxito alguno con los Beatles y las de la estrella que muchos años después contemplaba la batalla desde lo alto del castillo: todas las frases acaban irremediablemente con una risa forzada.

Lo curioso de su caso es que siempre pasará a la historia como Ziggy Stardust y esos dos-tres años de éxitos continuos. El rey del glam. Qué poco glam había en Bowie y cómo supo adaptarse. Hacerse feo en una década ominosa. De 1963 a 1971 fue un irónico caballero inglés que en cierto modo quería ser Roger Daltrey o Ray Davies. De 1974 en adelante, volvió a la misma pose, la que recordaba aquel chico de la línea 4 del metro que tocaba "Space Oddity" a la guitarra vestido como un dandy y ni siquiera nos pedía dinero luego. No es el documental de Francis Whitely un documental sobre la fama, como su nombre parece indicar sino más bien sobre la resistencia al fracaso. No sé si es exactamente lo mismo. Sobre chicos que conocen bailarinas en el "Swinging London" y se enamoran y luego se dan cuenta de que si pueden pasar por eso, pueden pasar por todo.

*

Sinceramente, "A dog called money", sobre la grabación del disco de Polly Jean Harvey tiene todo para que no me guste. Y, sin embargo, no me desagrada. Harvey con su cuadernito y su cabeza tapada en Afganistán, en Siria, en Kosovo... Harvey como la única blanca en los prospects de Washington D.C., invitada extraña a misas gospels y a performances de predicadores de la palabra de Jesucristo. Ella misma resume la situación en una frase, mientras investiga en un edificio derruído de la antigua Yugoslavia: "Estoy pisando sus cosas con mis sandalias caras". Un punto innegable de impostura.

Esas imágenes se mezclan con las de la propia grabación del disco, con Polly siempre de negro, poniendo música a sus pensamientos. Una combinación que no suele funcionar. Un realismo extremo que choca con la idea misma del pop. El pequeño estudio en el que se amontonan músicos e instrumentos vigilados desde fuera por un público que no acabamos de saber nunca qué hace ahí exactamente. No soy yo un experto en la música de P. J. Harvey. Una vez estuve en un concierto suyo en un festival que ya no existe y otra vez me enamoré de una chica que siempre la llamaba por su nombre compuesto. Poco más.

Y sin embargo basta. Ni me vuelve loco el disco ni me vuelve loco el coqueteo con la miseria y el horror, pero juntos, de alguna manera, funcionan y queda un documental ágil, interesante, en el que tampoco ves el momento de salirte así que te quedas hasta que dan las once y cuarto y entonces, ya sí, a la calle mojada por la lluvia repentina, vacía como si se estuviera jugando un partido de la máxima en cada bar, en cada pub de la calle Cardenal Cisneros. Un jueves que es viernes, como decía antes. El sábado tendrá que repetirse dos veces.