domingo, agosto 21, 2011

Vida de chalet (y XIII). Waiting for the night to fall



Hay que llegar hasta la página 409 de "El diciembre del decano" pero merece la pena solo por leer a Saul Bellow mencionar "La rebelión de las masas", de Ortega y Gasset. Se leen pocas referencias a Ortega en la literatura española, de hecho, uno puede pasar toda una carrera de filosofía -como fue mi caso- teniendo que buscar a Ortega en las horas no lectivas porque, en la Facultad, nada de nada: una clase, suelta, y porque nuestro grupo decidió exponer "La misión de la universidad".

Casi todo lo que está pasando en el mundo ahora mismo estaba ya hace 75 años en Ortega, pero preferimos empezar de cero y descubrirlo todo como adanes. No creo que sea tan grave. Empezar de cero en Madrid, por ejemplo, lejos de la vida de chalet, que acabó ayer por la tarde hasta el próximo verano. Madrid sin peregrinos, Madrid siempre hostil en las expectativas: de repente, atacan todas a la vez: "Deberias ganar dinero, deberías ser más amable con la gente, deberías conseguir que alguien, alguna vez te quiera, deberías aceptar lo que venga, tenga o no tenga sentido a tu modo de ver".

Eso son las obligaciones que uno se impone en la capital mientras el calor lo derrite por dentro. Creo que podríamos reducirlo todo a una solución: recibir, prepararse para recibir. No digo resignarse, no digo aceptar cualquier cosa, sino recibir, que en rigor no es lo mismo. "Confiar", sería otra buena palabra. Descubrí la Ley de la Atracción hace tres años. A ustedes les parecerá extraño que empiece hablando de Ortega y Bellow y de repente baje a "El secreto". Bueno, yo soy así, quiero decir, puedo ser pedante y cínico un tiempo igual que puedo sumergirme bajo el agua un tiempo, pero al final necesito salir a respirar.

Los dos amigos que me explicaban por entonces la teoría, algo difusa, eran Santi y David. Dos buenos amigos que el tiempo se encargó de separar. Yo les hacía preguntas concretas porque siempre he tenido problemas con las abstracciones, desde aquellos controles del instituto para determinar el coeficiente intelectual donde siempre sacaba notas mediocres. "Lo que te dice la Ley de la Atracción ahora mismo es que te olvides de esa chica, que no busques más por ahí", me dijo uno de ellos, y no diré cuál porque eso sería decir también la chica, o servirla en bandeja.

Lo que pasa es que yo no quería olvidar. Sé que la teoría es sencilla: si alguien está ocupando tu mente no hay espacio para nadie más y obviamente no estás preparado para recibir algo nuevo, para atraer lo que realmente quieres. ¿Y qué quiero yo realmente? No lo sé. Los demás quieren follar mucho, eso lo vi desde la adolescencia. Yo no tengo tanto interés. Quieren follar y fardar y demostrar ahí su masculinidad y su superioridad. Ya lo he dicho, en esas situaciones, tarde o temprano, tengo que salir a respirar un poco. Ser el que soy.

Mi idea de una relación ideal es una complicidad tal que pudiéramos oír toda mi lista de reproducción de Spotify y nos emocionáramos a la vez, y cuando digo "emocionarnos" no digo abrazarnos, llorar y lamentar lo mal que nos trata el mundo sino quizá todo lo contrario. "Compañeros de viaje busco, pero compañeros vivos", decía Nietzsche en boca de Zaratustra. Una de esas frases que te jode la vida porque parece que todo lo que no sea un compañero o compañera vivos no sirve para nada.

Y probablemente sea mentira.

Estoy confuso, lo reconozco. Siempre que alguien me explica que él está confuso o deprimido o en un bajón enorme yo no le digo que lo venza, que se obligue, que se esfuerce... porque tengo la sensación de que eso es lo que yo he intentado hacer siempre, lo que siempre me han dicho que haga. "No es para tanto". Bueno, yo a ese amigo o a esa amiga le digo que sí, que sí que es para tanto, por supuesto, y que se dé el gustazo de la autocompasión. Solo un tiempo, luego respiramos, pero la autocompasión es necesaria, sentirse perdido, aislado, solitario, fracasado... No ya como forma de vida sino como etapa vital.

Negar sin más la perdición, la soledad, el fracaso... Negar los sentimientos en aras de un razonamiento que no sirve más que a largo plazo es como negar el elefante que caminaba por la habitación del post del sábado. It´s my party and I cry if I want to. Es un mundo de precipicios, aristas y abismos, reconozcámoslo cuanto antes y busquemos a los compañeros que mejor nos van a ayudar a hacer camino.

Porque al fin y al cabo, nosotros llevamos el fuego, no lo olviden nunca. Y si la chica no vuela, no tiene nada que hacer conmigo.