lunes, agosto 08, 2011

Vida de chalet IV. The Road


Terminar el día con un pase de madrugada de "The Road" y las primeras cinco páginas de "Vida y época de Michael K", de J.M.Coetzee. No se lo recomiendo, es complicado amontonar tanta crueldad en tan pocas horas. En medio, el cuarto de hora final de "La boda de mi mejor amigo", ese momento impagable en el que Julia Roberts roba una furgoneta y llama desde su troncomóvil -mediados de los 90- a Rupert Everett: "Estoy persiguiendo a Michael", dice Julia. "¿Y Michael qué hace?" "Perseguir a Kim"... "Estupendo, entonces a ti no te está persiguiendo nadie".

La crueldad tiene sus formas y sus frases. La crueldad puede ser una anciana en un hospital sudafricano con una sonda nasogástrica, puede ser el cadáver casi congelado, afilado como Julio Cortázar ante su muerte, de Viggo Mortensen o puede ser la ironía brit del amigo homosexual, inteligente, que dice las verdades a la cara.

En la vida de chalet, de vez en cuando, se cuelan rayos de realidad en forma de llamadas y emails urgentes, que siempre derivan en más emails y más llamadas para cerrar entrevistas. El miércoles bajo a Madrid a dar una clase y entrevistar a Edu Chapero-Jackson, puede que también a Alba García, la magnética protagonista de "Verbo", eso el tiempo y las distribuidoras lo dirán.

Son momentos algo agobiantes porque rompen el ritmo: el mero sonido del teléfono móvil -"Paper planes", de M.I.A. como politono- ya supone prácticamente una amenaza, algo así como un mosquito que se cuela en tu habitación de madrugada y se hace el despistado, como si tú no supieras exactamente lo que anda buscando.

¿A mí quién me persigue? Un mosquito.

Las mañanas, por lo demás, tienen un punto suave, de prima de riesgo en mínimos y vídeos de Mai Meneses en 40TV justo después del especial de Amy Winehouse y el de Melendi. Ventajas de la telefórmula: Mai, Winehouse y Melendi en un mismo pack, ni segmentación de mercado ni hostias. "El pingüino" se acerca a su recta final: Iratxe Añorga y Diego Martín inician su huída de Boise, Idaho.

Después, lo habitual con Coetzee: pedir tiempo para una pausa, un avituallamiento, sin que esté dispuesto a concedértelo. Hay un aire de familia entre McCarthy y Coetzee: su empeño en lo sórdido y a la vez la distancia aséptica con respecto a lo sórdido, puesto ahí para que el lector se emponzoñe sin que ellos se manchen las manos. Valientes cabrones, que diría un profesor mío de la Escuela de Letras.

Anochece y suena una guitarra. Messi le marca de nuevo un gol al Manchester United, luego al Real Madrid, luego Djokovic celebra un triunfo de hace meses. Yo tengo que escribir sobre el Alavés que casi gana la Copa de la UEFA y ni siquiera recuerdo qué año fue aquello.