miércoles, agosto 31, 2011

La derrota olímpica del "Dream Team"



“Dream Team” solo hubo uno; si me apuran, dos. Estados Unidos venía de perder los Juegos Olímpicos de 1988 y los Mundiales de 1990 pese a llevar a todas sus estrellas universitarias, desde David Robinson hasta Alonzo Mourning. Para un país que dejó que un canadiense inventara su deporte, aquello era una humillación a la que había que poner inmediato remedio.
No tenía sentido pensar que aquellos chavales, todos ellos rozando la veintena, podían ya competir, mucho menos ganar a la Yugoslavia de PetrovicDivacKukocRadjaPaspalj… o a la URSS de Sabonis,MarciulionisKurtinaitisTikhonenkoVolkov y compañía. La federación se reunió y seleccionó un verdadero equipo de ensueño, con Michael JordanLarry Bird y Magic Johnson como emblemas y Christian Laettnerpersonificando el rubio recuerdo de las hazañas universitarias, con su aire a surfista de Sensación de vivir.
Si en algún momento alguien pensó que ese equipo podía ser derrotado —y habría quien lo pensara, probablemente con algo de razón—, la política hizo el resto: la URSS se convirtió en la CEI mas Lituania, Letonia y Estonia… Yugoslavia estalló en Serbia, Croacia, Eslovenia y múltiples repúblicas balcánicas, cada una con sus estrellas de dos metros, delgados como fideos y con un tiro de tres inmejorable.
Aquellos Juegos Olímpicos de 1992 fueron un paseo para los americanos y no cambiaron las cosas en los Juegos de Atlanta ni en los de Sydney, aunque ahí tuvieron el primer susto con el triple que el lituano Jasikeviciusfalló sobre la bocina y que hubiera eliminado en semifinales a una versión muy “light” de la selección estadounidense. Hubo que esperar a 2004 para presenciar una auténtica catástrofe: Estados Unidos perdió con Puerto Rico, luego con Lituania, le dio tiempo de eliminar a España en cuartos de final pero no pudo con Argentina en semifinales.
Aquello se seguía llamando “dream team”, de acuerdo, pero no quedaba nada del original: todo el mundo se borraba y solo los jóvenes, junto a algún patriota en busca de buen contrato publicitario, se animaban a participar.
De manera que en 2008 volvíamos a 1992: no había soviéticos ni yugoslavos en el horizonte pero estaba Argentina, estaba Grecia y, sobre todo, estaba España, campeona del mundo dos años antes con un estelar Pau Gasol y dirigida desde el banquillo por el siempre flemático Aíto García Reneses. A su nueva colección de estrellas le llamaron “Redeem Team” —“equipo de redención”— pero en esencia aquello era un “Dream Team” como una casa: Kobe BryantLeBron JamesCarmelo AnthonyDwayne Wade, Dwight HowardChris Paul… los mejores jugadores en su mejor momento.
El camino a la final fue parecido al de Barcelona: pequeños momentos de zozobra que se solucionaban con robos de balón y contraataques eléctricos. Pasaron la primera ronda invictos, incluyendo un humillante 119-82 frente a los propios españoles, eliminaron en cuartos a Australia (116-85), en semifinales a Argentina (101-81) y al ver que en la final esperaban de nuevo los Gasol y compañía, rehechos de un torneo más bien mediocre gracias a un partidazo ante Lituania en semifinales, todo fueron sonrisas.
Nadie dudaba del triunfo estadounidense, más aún viendo los antecedentes de la semana previa. España podía sentirse muy orgullosa de su plata y disfrutar de la final como disfrutaron en 1984 los MartínCorbalánEpi oIturriaga.
Calderón estaba lesionado, así que Aíto repartió los minutos de base entre Ricky Rubio, a sus 17 años, y Juan Carlos NavarroRudy Fernández jugó uno de los mejores partidos de su carrera y Pau Gasol estuvo sencillamente sublime… ¿Disfrutaban los españoles? ¡Vaya si lo hacían! A los cinco minutos ya ganaban 21-17… ¡38 puntos entre los dos equipos en cinco minutos! Aquello era un espectáculo por todo lo alto y por mucho que estiraran los americanos (Wade, Bryant y James en un contraataque constante, triples imposibles, contundencia en el rebote…), los españoles estaban dispuestos al cuerpo a cuerpo: Rubio sensacional, Navarro y Felipe aportando rabia y orgullo, Jiménez sólido en defensa y los Gasol mas Rudy sosteniendo el ataque.
El primer cuarto acabó 31-38. Al descanso la cosa iba 61-69. Para que se hagan una idea en la final del Mundial de 2006 Grecia, en todo el partido, había anotado 47 puntos. España, 70.
Del principio del tercer cuarto dependería la posibilidad de la sorpresa y el principio fue dulce para España: 69-73 al poco de empezar, 73-77 a mediados de cuarto… Navarro tiraba bombas, Jiménez cargaba el rebote. Enfrente, Paul dirigía, Wade ajusticiaba, Anthony rebañaba balones bajo el aro y Howard se veía impotente ante la defensa de Gasol. El partido iba de un lado a otro, de canasta a canasta sin solución de continuidad, una exhibición con medalla de oro en juego.
Llegaron entonces las decisiones dudosas de los árbitros: que los jugadores americanos tendían a hacer pasos lo sabía todo el mundo, lo que no se sabía era que los colegiados lo fueran a tolerar con tanta impunidad. Los españoles se desquiciaron y perdieron comba: 80-91 a falta de veinte segundos para el final del tercer cuarto con posesión para Estados Unidos: Deron Williams la pierde y Navarro anota una canasta imposible con el tiempo a cero. Nueve puntos abajo para empezar el último cuarto.
El resultado decía que España no podía jugar mejor y que aun así perdía por nueve. Las sensaciones hablaban de una igualdad casi absoluta… De acuerdo, las individualidades de Estados Unidos eran superiores y apenas cedieron la iniciativa en el marcador, pero había partido, claro que lo había: Pau Gasol empieza el último cuarto con dos canastas consecutivas, Ricky Rubio recupera el balón y Rudy Fernández no se lo piensa: triple. 89-91 y ocho minutos por jugar.
Estados Unidos venía en misión de guerra —sus saludos militares antes y después de los partidos resultaban irritantes— y de repente no estaba nada claro que la fueran a ganar. En sus caras se ve el miedo. Mientras un banquillo grita y salta; en el otro, Krzyzewsky pide tiempo muerto y reordena las tropas: los galones para Bryant, que toma las riendas y devuelve los nueve puntos de ventaja para encarrilar el partido a falta de un último arrebato de furia.
Con 103-92 y cinco minutos por jugarse, Rudy penetra y hace un mate en la misma cara de Howard, colgándose con una mano, balanceándose tras la canasta, un póster para la eternidad… aquello revitaliza al equipo español, y aunque Bryant sigue a lo suyo, colosal en los minutos decisivos, Navarro anota otra bomba y luego asiste a Jiménez, que desde la esquina anota un triple: 108-104 y dos minutos para el final.
Ya es el mejor partido de la historia de selecciones. Olvídense de pasos o faltas en ataque o historias: los mejores de la NBA contra los mejores de la FIBA. El duelo que los militares nos escamotearon en 1992 volvía 16 años más tarde con una intensidad terrible.
Wade anota un triple que parece decisivo, pero Navarro da la réplica con un tiro libre y, a falta de minuto y medio, el balón vuelve a llegar a la esquina para que Jiménez lance otro triple que colocaría a España a solo tres puntos… el balón vuela, parece bueno, el drama de la derrota olímpica del Dream Team en la cara de los jugadores americanos… pero se sale en el último giro.
Ahí se acaba el partido, entre el agotamiento y la indignación: un nuevo contraataque con pasos de los americanos provoca las protestas y la técnica al banquillo español, luego otra técnica a Ricky Rubio. Todo esto dispara a Estados Unidos en el marcador de un partido que nunca mereció ganar por más de cinco puntos.
Al final lo hace por once (107-118). Para mayor mofa, en la última jugada Jungerbrand pita pasos a Wade y Navarro se lanza a andar con el balón en las manos sin botarlo, mirando al árbitro como diciendo: tú te puedes reír de mí y yo me puedo reír de ti pero solo uno de los dos va a pasar a la Historia, ¿adivinas quién?
Y por si alguien tiene dudas, le da la pelota y se va a celebrar con sus compañeros.
Artículo publicado en la revista JotDown, dentro de la sección "No pudo ser"