La lectura de Amis me lleva inevitablemente -porque así lo quiere él- a "El libro de Rachel", su primera novela. Excelente novela, por cierto, de una adolescencia
jaboisiana, si se me permite el adjetivo. Estuve algunos meses bajo su influencia, como es lo normal con cualquier libro que realmente te marca, más allá del artificio. Era 2007, vivía unos meses complicados y aún no me había enamorado en Valencia. Escribía un diario secreto, o más que un diario, una serie de notas que bajo ningún concepto podría publicar en aquel momento sin causar una pequeña conmoción en mi grupo de amigos.
La carpeta donde están esos diarios se llama "Posts imposibles" pero siempre que pienso en ellos, los llamo "El libro de Rubio" o, por ser fieles al original en inglés, "Los papeles de Rubio".
Estuve repasando algunas cosas esta mañana. Brillantes. Me produce cierta nostalgia aquel tiempo en el que yo era un escritor brillante y a la vez contundente. Me he hecho mayor y supongo que lo que echo en falta no es mi escritura vitalista sino mi propia vitalidad. Eso me influye mucho a la hora de buscar nuevas ideas y proyectar nuevas novelas: todas me parecen muy serias. De momento, he escrito una generacional cínica, otra que es un thriller donde la lucha entre razón y sentimientos también está presente y tomo notas de vez en cuando para un próximo proyecto: Fuerteventura mezclado con Rohmer y algo no necesariamente decadente.
Mis novelas, mis relatos... pueden tener cosas muy distintas entre sí, y eso los enriquece, supongo, pero los personajes nunca tienen padres y nunca se quieren. Puede darse el caso de que uno quiera a otro, pero si así fuera, nunca sería correspondido. La familia bien, gracias. Me gustaría escribir algo sobre sensaciones sin freno. Hay algo de eso en "El pingüino" pero casi como un abismo en el que uno cae sin remedio, el camino recto de un suicida, lo que me recuerda que también me gustaría escribir sobre el suicidio, y en eso parte de culpa la tiene también Amis.
A lo que iba: escribir sobre sensaciones y emociones desde un punto de vista no cínico. Algo así era "Cuando las cosas dejaron de tener sentido" y desde luego algo así es "El libro de Rubio". Lo que no sé es si yo puedo volver a escribir como en 2007 y eso me da pena. No es una cuestión de mejor o peor, arriba o abajo, decisiones estilísticas, sino vitales: ¿Puedo volver, yo, a 2007 y recuperar ese entusiasmo, esa oscilación entre la euforia y la depresión? En una frase: ¿Puedo volver a la adolescencia o ha quedado definitivamente atrás?
No tengo ni idea. No sé si es deseable. Quizá lo mejor es saber que lo has escrito y que está ahí y no pretender pasar a la historia por ello: una frase que me ha rondado estos días dice "el asunto no es parecer el mejor sino
ser el mejor".Ni siquiera sé si ese es "el asunto" o uno se puede conformar con mucho menos de eso. Seguramente, sí. Todo el que me conoce sabe que para mí la escritura es una forma de psicoanálisis más o menos llevadero, es decir, divertido. Era eso o la barra de un bar, tenía que elegir, y al menos en mis libros te ríes. No demasiado, eso es cierto, pero de vez en cuando, te ríes.