martes, agosto 09, 2011

Vida de chalet V. I predict a riot


La cosa empieza allá por febrero en Túnez, sigue a Egipto, luego a Libia, hace un tímido intento en Yemen, Bahrein y Marruecos con poco éxito, se instala en Siria y sube a Atenas. Para entonces ya está en Madrid y al final se acaban uniendo hasta Israel y Londres.

Por supuesto, son revueltas muy distintas: no es lo mismo jugarte la vida por la libertad en tu país que tirar cócteles molotov a tiendas para poder entrar a saquear un iPad o unas zapatillas de tu número. La violencia es en cada sitio de una magnitud distinta y los propósitos, sin duda, nos resultan más nobles en algunos casos que en otros.

Sin embargo, todas ellas, curiosamente, sí tienen un punto en común: son movimientos ciudadanos al margen de partidos, instituciones, sindicatos, asociaciones... casi todas movilizadas por Internet y con un punto de resistencia e incluso odio a la autoridad. La rebeldía del individuo que se convierte en masa al juntarse con los demás en el WhatsApp, el BBMessenger o el Twitter.

En su inmensa mayoría, los participantes en las revueltas son jóvenes. Muchos de ellos, estudiantes.

Aquí no es la masa la que define al individuo sino justo lo contrario: la suma de individuos sueltos, con sus propias frustraciones, acaba convirtiéndose en una masa enfurecida que arrasa con todo, cada cual según sus posibilidades.

Cuando digo que se tratan de movimientos ciudadanos no pretendo en absoluto glorificar el adjetivo. En nombre de la ciudadanía como en nombre del pueblo se han hecho barbaridades siglos y siglos... Sin duda, algunas de estas revueltas me son afines, particularmente las de países árabes donde protestar te cuesta, literalmente, la vida; otras, me atañen de una manera personal y casi íntima, como el 15-M... y lo de Atenas y Londres, con motivos distintos me parece simplemente un "sálvese quien pueda" desesperado que muchos han aprovechado para arrasar con todo.


We are the angry mob, we read the papers every day, we like who we like, we hate who we hate... but, we´re, oh, so easily swayed.

Después de tres noches seguidas de violencia salvaje y probablemente gratuita en Londres creo que es hora de ponernos a pensar: ¿Por qué está pasando todo esto a la vez? De acuerdo, cada causa es distinta, cada acción es diferente... pero, ¿por qué ciudadanos de medio mundo han decidido tomar las calles y protestar contra cosas más o menos ambiguas, todo en solo cinco meses? Algo va mal, que diría Tony Judt. Algo va realmente mal.

Esto merecería un libro que hablara de las expectativas y la realidad, la importancia de la publicidad y el eslogan, la hipérbole del individuo y su poder omnímodo en las redes sociales. El cambio de tecnología y las relaciones de poder que ese cambio necesariamente impone. Peligros y posibles soluciones. Ese libro lleva en mi cabeza meses, pero no encuentra editor, como tantas cosas en esta vida.

Si miramos en clave local, es imposible no recordar los tres días de cierre de Sol y las palabras de Rubalcaba: "Lo que no puede ser es que 200 personas paralicen una ciudad". Lo que me ha defraudado más de estos días de protestas en Madrid y media España ha sido la banalización de la violencia, que es un tema de por sí muy poco banal. Cuando uno leía y oía los comentarios sobre el 15-M y los diversos adjetivos: totalitarios, fascistas, terroristas, batasunos, ladrones... no podía sino imaginar qué pasaría en esta ciudad si todo eso fuera verdad.

Es decir, si el 15-M hubiera tomado la vía ateniense o, directamente, la vía del "looting" inglés.

Hay que tener cuidado con las palabras y los diagnósticos. Si algo nos ha enseñado este año, de diversas formas, es que la violencia y el odio están en un punto altísimo, sea en grupo o de manera individual, como en el caso noruego. Que la gente descargue su rabia cortando una calle ya vacía en agosto o rodeando un parlamento a mí me parece un error. Lo digo ahora y lo he dicho mil veces: la transgresión de la ley que además perjudica a otros ciudadanos sin conseguir nada que a ti te beneficie es deplorable y además estúpido.

Ahora bien, eso no se puede reprimir con gas mostaza y cargas policiales porque, entonces, ¿qué nos queda para cuando las cosas se pongan mal? Y, ojo, miren Tottenham, las cosas se pueden poner realmente mal y entonces 200 personas no es que pongan patas arriba una ciudad, es que ponen patas arriba un país entero. No pido un "todo vale" para el 15-M porque eso sería absurdo. No lo he pedido nunca. Sí pido un poco de sentido común, porque cuando el malestar se resuelve levantando manitas al aire y hablando de política y sociedad, por muy pueriles que nos parezcan las ideas, es un malestar que intenta crear algo.

La otra opción, ya digo, es quemar edificios y atacar antidisturbios. Esperemos que nunca se llegue a eso aquí; en otros lugares, casi impensables, está a la orden del día.