miércoles, agosto 03, 2011

El despertador del 15-M


La pregunta que más veces escucho sobre el 15-M es algo parecido a "¿Hacia dónde va, de qué sirve?" Eso, unido a comentarios del tipo "Esto no es lo que era" o "no entiendo cómo pueden...". Yo les entiendo, porque todos necesitamos creer en algo, se llame como se llame, y es agradable tener esa sensación de que, unido a los demás, vas a conseguir cambiar el mundo: es una sensación que hay que disfrutar para seguir vivo y que hay que tener como verdadera frente a toda evidencia, igual que cuando quieres de verdad a alguien.

Otra cosa es que el "15-M" exista, es decir, que sea un sujeto al que atribuirle unas conductas, unas responsabilidades, unos éxitos, unos fracasos... me temo que ahí voy a tener que decepcionarles. El 15-M fue una enorme terapia de grupo para al menos dos generaciones. Una terapia muy necesaria, porque sin ella, esas dos generaciones no solo seguirían copando las consultas de los psicólogos sino que muy pronto acabarían comprándose un rifle y mirándolo obsesionados cada mañana.

La placa que resumió todo aquello decía: "Dormíamos. Despertamos". Efectivamente, el 15-M fue un despertador. ¿Para qué sirvió el 15-M? Para despertarnos. ¿Os parece poco, eso? Nos sirvió para dudar, para no tomar determinadas cosas como ciertas, para respetar a los demás, para hacer juntos un montón de cosas, para emocionarnos y para aprender. Fue un aprendizaje emocional ecelente. Otra cosa es que le estemos pidiendo al despertador que haga cosas por nosotros que solo cada uno de los que estuvimos ahí podemos hacer.

Al 15-M se le intenta categorizar, ya sea para hacerlo punto de reunión o para convertirlo en enemigo. Ya la difusa definición de "indignados" era burda. ¿Quién no está indignado con algo en este país? Es un adjetivo que no añade nada al carácter español con respecto a la política. Deberíamos dejar ya de buscar esencias metafísicas porque no las hay: el 15-M es, sin  más, lo que le sirva a cada uno y no podemos evitar tomar esa responsabildad. No es cuestión de decir "los del 15-M hacen tal y me uno" o "los del 15-M hacen tal y me enfado".

No existen "los del 15-M".

El despertar de las conciencias es abrupto, como cualquier despertar súbito de madrugada. La gente deambula, aún mareada, somnolienta, intentando agarrarse a algo para no caer. Hay mucho de eso en lo que está pasando ahora, en las marchas deambulantes por una ciudad vacía. Esos chicos han despertado pero aún están perdidos, y si usted también se siente así, no cuente con ellos para encontrarse, busque dentro de sí mismo. Descúbrase.

El 15-M no tiene sentido como partido político, como movimiento social, como listado de ideas y propuestas. El 15-M ha sido mucho más que eso. Cualquiera puede insultar, odiar, enfrentarse, combatir, disputar... aquella semana nos enseñó que no estábamos solos, y que no éramos tan tontos, y que teníamos mucho más poder del que imaginamos jamás, y que podíamos utilizar ese poder, de entrada, para sumar y no para restar.

Entonces ya sabíamos que eso no podía durar siempre, por eso no hay que preocuparse. Quien me pregunta: "¿Tú crees que esto servirá de algo?" recibirá de mí la misma respuesta: "Depende de ti". Si cuando ves que los cálculos están mal hechos, eres capaz de hacerlos tú mismo, si cuando ves que lo que te cuentan no es verdad, eres capaz de buscar tu propia información, si cuando te obligan a elegir eres capaz de adelantarte y tomar tus propias decisiones... entonces ha servido más que cualquier otra ideología.

Ha servido para que despiertes, casi nada...

El 15-M no es un decálogo de reglas ni un patrón moral, lo siento. Si buscaba un decálogo va a sentirse decepcionado. Por supuesto se encontrará con muchísimos decálogos con la firma del 15-M. Es normal. Toda generación quiere dejar su firma en la historia, aunque sea un garabato. ¿No le parece bien que se rodee el Congreso? No lo haga. ¿No le parece bien que se corten calles? No las corte. ¿No le parece bien que se ataque al Papa? No se dé por aludido.

Miles de personas recorren en este momento las calles del centro. Ni yo sé lo que quieren ni probablemente lo sepan ellos. Por supuesto, tienen mi simpatia. Son mis chicos, para qué negarlo. Ustedes no pueden pedirme que racionalice cada sentimiento. Otra cosa es que esté de acuerdo con sus gritos o sus consignas o que dar vueltas sin más por una ciudad al borde del derrumbe me parezca algo sensato. Miren alrededor, aquí sensato no queda nada.

No se torture pensando "el 15-M ha muerto" y no se ilusione demasiado cada vez que lea en un periódico que "el 15-M está más vivo que nunca". Piense en lo que aprendió usted y en qué le va a servir y qué vamos a hacer ahora que lo sabemos. No pida más. El despertador sonó y ahora es el momento de que usted se enderece y salga a la calle. No tenga prisa, puede darse una ducha y tomar un café. Dos, si es preciso. Pero no se olvide, al final, lo que quede será lo que usted quiera.

Durante dos semanas nos sentimos orgullosos. Sería por algo. No se permita pensar, nunca, que eso no se va a repetir.