Va a ser un año muy difícil de analizar y la duda es hasta qué punto este problema marcadamente español se va a acabr convirtiendo a corto plazo en un problema europeo: el Madrid y el Barcelona hace tiempo que apenas tocan la cantera de su propia liga -Villa, quizás, es la excepción- mientras saquean a Arsenal, Borussia Dortmund, Udinese, Manchester United, Milan, Olympique de Lyon y lo que se ponga por delante... Así las cosas, medir la verdadera calidad de los partidos de estos dos equipos es complicado, solo cabe esperar que en algún momento la cosa cambie, pero no tiene pinta: el Barcelona ganó la pasada temporada 19 partidos consecutivos y el Madrid puede hacerlo perfectamente este año, lo demostró en Zaragoza.
Y veinticuatro horas después de la exhibición de los blancos en La Romareda, donde no fue solo cuestión de goles sino de fútbol, llegó una sorprendente paliza del Barcelona ante el Villarreal. Sorprendente por muchas razones: el Villarreal acabó cuarto el año pasado la liga, es decir, es uno de los equipos de clase media-alta, viene de preparar a conciencia la previa de la Champions, se le suele dar bien el Camp Nou... y jugaba ante un equipo sin Alves, Puyol, Piqué, Adriano y Maxwell, además de Xavi y Villa, en el banquillo. Se puede comprender que, aun así, el equipo más flojo sea el que pierda, pero que a los 53 minutos de partido el resultado sea 4-0 resulta descorazonador desde el punto de vista del espectador neutral.
Al menos se pudo disfrutar de buen fútbol. Guardiola sacó un 3-4-3 que ya se veía venir desde la pretemporada viendo la ausencia de refuerzos en la zaga. Ese sistema, en casa, y contra equipos no demasiado potentes, debería servirle para dar minutos a sus escasos defensas. De hecho, hoy, no solo jugó con tres atrás sino que dos de los tres eran mediocampistas: Busquets y Mascherano. Lo desesperante para el Villarreal es que no pasó del medio campo en casi la totalidad del partido, solo Rossi se buscó las habichuelas con dos tiros peligrosos en la primera parte... y el primer disparo entre los tres palos llegó pasado el minuto 80 del partido.
El control del Barcelona sobre la posición en el campo llega a un punto en el que ya ni Keita desentona. Tiene su lógica: ante Oporto o Real Madrid, equipos muy buenos de gran presión arriba, el Barça no puede jugar permanentemente en campo rival. Ahí es cuando hay que sacar la pelota jugada y el africano tiene serios problemas, que crecen cuando no está Piqué tampoco detrás. Ahora bien, ante un rival que pierde la pelota al segundo pase no hay problema: sube la posición, se pone a jugar prácticamente en su lugar natural, ya pisando campo contrario, y en vez de distribuir más bien lo que hace es rebañar.
Así, el juego del Barça se convierte aún más en un rondo: ante el Villarreal no solo salió sin un solo defensa central sino que ni siquiera jugó con un delantero centro clásico, ante la ausencia de Villa. Keita robaba y el balón llegaba a Thiago, Iniesta, Cesc o Messi que se intercambiaban las posiciones y buscaban a su vez los desmarques de Pedro y Alexis. Es complicado defender eso, porque nadie está en un sitio fijo: los pasadores se intercambian y tienen desborde, las diagonales las puede tirar cualquiera... Fíjense en los cinco goles: en el primero Thiago profundiza y como nadie le sale, todos esperando el pase, acaba en la frontal del área donde, sin mirar, coloca el balón en el poste contrario.
El segundo ya es un pase en profundidad de Messi, desde la nada, a Cesc, que pasaba por ahí, regatea y marca. El tercero es otro pase de Thiago para Alexis en un nuevo desmarque con definición impecable, el cuarto viene de un pase de Iniesta a Messi, regate también al portero y gol... y en el quinto hay un doble desmarque: primero de Thiago para recibir solo en el área y luego de Messi, quien empezó la jugada, para remacharla en el área pequeña.
Los jugadores del Villarreal perseguían sombras literalmente: nadie estaba en un sitio fijo y cualquiera podía aparecer por cualquier lado.
Podemos quedarnos con algunas cosas por aprovechar la noche: empecemos por Messi, que lleva ya 6 goles en 4 partidos oficiales. Después de marcar 100 en dos temporadas, no parece que haya bajado el ritmo. Sigamos por Alexis: constante en la presión, veloz en el desmarque y con una notable definición en su gol. Los mediocampistas estuvieron excelentes: Cesc crea, asiste y marca. Lo mismo hace Thiago. Quizás estos partidos den la verdadera medida de un jugador de 20 años: si alguien quería que apareciera de repente en el Bernabéu y se comiera el mundo, estaba pidiendo un milagro. Thiago, al menos este año, será un excelente complemento para este tipo de partidos medios que se pueden complicar, y eso ya es un avance muy importante con respecto al año pasado.
Cuando lleguen los partidos contra el Madrid, Milan, Inter, Chelsea, etc. ya estarán los Xavi, Iniesta, Busquets, Cesc y compañía... Thiago tiene que demostrar que puede desequilibrar esos otros 50 partidos que tiene una temporada y que le exigirán muchísimo.
Por último, insistir en la extraña situación de la defensa: para Fontàs y Bartra -especialmente el primero- debe de ser bastante preocupante que en un partido con cinco bajas en su zona ni siquiera sea titular, primera jornada de liga, en casa. Parece claro que Guardiola no cuenta con ellos. Bartra aún madurará en el filial, pero, ¿Fontàs? El año dirá... de momento, ocupa un lugar aún más marginal que Milito el año pasado. A mí me sigue pareciendo una barbaridad jugarte toda una temporada con dos centrales de verdad -Piqué y Puyol-, claro que, si el equipo trabaja de manera que el rival ni se acerque al área, pocos defensas te hacen falta.
Otra cosa, y volvemos al principio, es ver hasta dónde aguanta nuestra paciencia partidos donde un equipo marca cinco, seis, siete, ocho goles... y el contrario no tira a puerta en 90 minutos. Malas señales competitivas.