La astucia periodística de Mónica Maristain, entrevistadora de la revista Playboy en México, nos permite el milagro de la entrevista con un cadáver, una entrevista póstuma al estilo de "Obituario" de Canal Plus, con la duda que deja siempre lo escrito. ¿Qué se habrá cambiado?, ¿tuvo siempre el valor Maristain de tratar a Bolaño como un muerto?
La agonía de un hombre luchando por acabar "2666", un libro escrito con la muerte -literalmente- en los talones. La esperanza de dejar algo a la posteridad y sobre todo a su familia. Algo no, dinero. Bolaño era un hombre tremendamente prosaico en ese sentido: vigilante nocturno, ladrón de librerías, borracho en el DF, heroinómano en Blanes... "¿Ha experimentado el hambre feroz, el frío que cala los huesos, el calor que deja sin aliento...?"- "Modestamente, sí".
Un hombre que se ganaba la vida de tendero y presentando relatos a ayuntamientos mientras recordaba todo lo ya leído, que era todo. Una entrevista macabra, con preguntas del tipo "¿Cree en el más allá?", "¿qué le sugiere la palabra póstumo?". Una entrevista brutal, como debe ser cualquier entrevista que merezca la pena.
Me incomoda de Bolaño que fuera amigo de Jesús Ferrero. Que, a la vez que Jesús Ferrero me daba clases a mí en la Escuela de Letras y yo le despreciaba desde mi altivez, él estuviera carteándose con su agonizante amigo chileno. Me incomoda de Bolaño su fantasma crítico, la conciencia de que yo nunca le gustaría como escritor, igual que no le gustaba Palahniuk, igual que yo nunca le gustaría a Palahniuk.
Quizás a Rodrigo Fresán, ¿quién sabe? Alguien tiene que haber al otro lado.
Si tuviera que recomendar un enlace de Bolaño, recomendaría
éste.
Si tuviera que escoger una frase de Bolaño que resumiera de alguna manera mi forma de ver las cosas sería esta: "¿Qué cosas lo aburren?"- "El discurso vacío de la izquierda. El discurso vacío de la derecha lo doy por sentado."
La entrevista está disponible en "Entre paréntesis", una aproximación indispensable a la biografía -es decir la literatura- de Roberto Bolaño, publicada en 2004 por Ignacio Echevarría para la editorial Anagrama.