Conocí a Benítez Reyes de refilón, acompañado por Lara Moreno cuando yo no era capaz de reconocer a Lara Moreno. En una cervecería, al lado del Café Gijón. Veníamos de la presentación del libro de Benjamín Prado y mi tío Pancho me lo presentó como "el mejor poeta vivo de este país".
Y eso que Ángel González no ha muerto.
Me presenté torpemente, le pasé una de mis hojas promocionales de la presentación de "Pequeños Objetivos" y le pregunté si podía enviarle un ejemplar. Felipe me dio su dirección en Cádiz y yo me fui a casa tan contento...
Hasta aquí, esta es una historia como muchas otras. Lo que diferenció a Felipe de muchos otros es que leyó el libro y tuvo la amabilidad de mandarme unas líneas de apoyo. Hablamos de un hombre que había sido ya Premio Nacional de Poesía y que apenas me conocía de cinco minutos en una taberna.
Como su amabilidad igualaba mi timidez, recurrí a Lara para que hiciera de mensajero de mis agradecimientos.
Ayer, cuando mi madre llamó de madrugada para anunciar el premio, me alegré un montón. No sé por qué, en realidad, Benítez Reyes y yo no nos conocemos prácticamente de nada, pero fue como "joder, se lo merece". Por supuesto, no he leído el libro ni nada suyo en prosa, pero había sido tan educado conmigo, Pancho y Lara me habían contado tantas cosas buenas sobre él...
Me pareció un sucesor perfecto para Eduardo Lago, desde luego. Enhorabuena.
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