A una película histórica uno le puede pedir dos cosas: que sea extremadamente fiel a la realidad, casi como si de un documental se tratara, o que muestre una perspectiva totalmente distinta sobre el tema, original, ingeniosa, herética, incluso.
Ninguna de esas dos cosas se da en “María Antonieta”. La primera por voluntad de la directora. Sofía Coppola no quería hacer un documental, quería contar una historia de extrañamiento en un ambiente hostil. Véase “Lost in translation”, véase “Las vírgenes suicidas”. Para eso se vale de un personaje y una circunstancia bien definidos históricamente.
Es decir, su margen de maniobra sobre el personaje es limitado. Todos sabemos quién es María Antonieta. Cuenta la versión más repetida que era una niñata derrochadora con un marido –Luis XVI- medio tonto y pelele. Bien, esa es la tesis de la película desde el minuto uno y de ahí no sale. Decepcionante: el punto dos de nuestra teoría crítica queda también incumplida.
Ortega y Gasset tenía una visión peculiar, contracorriente, de lo que fue la revolución francesa. Ante la tesis materialista de un pueblo muerto de hambre, el filósofo español prefería apelar a otras razones. Para él, la revolución fue una cuestión burguesa, ilustrada, racionalista. La escasez de pan y el despilfarro de la Corte había sido superior en reinados anteriores. A finales de siglo, el Antiguo Régimen agonizaba por sí mismo.
Lo que se había hecho insoportable no era la realidad material, la ausencia de alimento, ésta se hubiera superado sin altercados bajo otra circunstancia. Lo que era intolerable era la idea de dominio exclusivo de clero y nobleza frente a la burguesía y el estado llano –el tercer estado del Jeu de Pomme-. Esa idea ilustrada de la igualdad de los ciudadanos, que hizo de boomerang en la Guerra de Independencia estadounidense para volver a Francia con nuevos bríos y nuevos militares empapados de egalité, liberté y fraternité fue la que provocó la revolución, no los derroches de María Antonieta.
Una decepción, sin duda. Para mí, era la directora más interesante del momento.