Cuatro escritores jóvenes, los cuatro nacidos entre 1976 y
1978 pero ya con un interesante bagaje a sus espaldas: Pablo Gutiérrez y Elvira
Navarro fueron elegidos el año pasado por la revista Granta como dos de los
mejores escritores en lengua española menores de 35 años, Coradino Vega publicó
su alabada “El hijo del futbolista” en Caballo de Troya y Lara Moreno, más
lejos de los focos mediáticos, es la figura indispensable que nos sirve para
hilar este reportaje. Lara es el pegamento, el entusiasmo y la distancia a la
vez.
Lo sorprendente no es la cercanía de su nacimiento sino que compartieran
infancia en Huelva. Cuatro grandes escritores que nacen en un mismo sitio casi
el mismo año, reconocerán que eso es una gran sorpresa cuando hablamos de una
pequeña capital de provincia. ¿Casualidad o algo en la ciudad onubense que
invite a la escritura? Los cuatro insisten en lo primero, de hecho, sus
relaciones con Huelva son completamente distintas entre sí.
Lo que no es tan distinto es su estilo: comparten un gusto
exquisito por la escritura, el estilo, la pausa y lo omitido. No encontrarán
templarios ni vampiros en sus novelas, lamentamos defraudarles. La literatura
de estas cuatro realidades es una literatura cuidada, atenta, pulcra, que busca
la comunicación mediante el estilo y las sensaciones más que mediante el efecto
y el giro insospechado al final de cada capítulo. La explicación es obvia: los
cuatro son lectores. Los cuatro disfrutan leyendo más allá del misterio de la
trama. La trama es el estilo, como nos apunta Coradino Vega , no se pueden
separar, y si fueran separables, nos diría Pablo Gutiérrez, mejor quedarse con
el estilo, con el lenguaje.
Absténgase brutos y obsesos en busca de orgasmo. Es una
literatura de una tristeza e incluso una crueldad temibles pero siempre desde
una distancia. Nada es crucial. Ciudades en invierno y adolescentes creciendo
en Minas de Riotinto. Viajes improbables y cafés a lo Cortázar con personajes
al margen de las convenciones.
Huelva
¿Qué tiene Huelva para impregnarlo todo de esta distancia,
esta melancolía? “No había nada en la ciudad que te llevara a escribir por
encima de jugar al baloncesto o beber cerveza en un parque”, afirma Pablo
Gutiérrez. Cada uno tiene una relación muy distinta con la ciudad de su
infancia. De entrada, Lara ni siquiera nació allí sino en Sevilla, aunque se
considera onubense de pura cepa porque de Huelva es su familia y en Huelva
vivió hasta los 18. Para Coradino, Huelva, o al menos su capital, es poco menos
que un misterio. Él siempre prefirió mantenerse en los márgenes, que, si se
fijan, es algo muy literario: nacido y criado en las cercanías de las minas de
Riotinto, asegura que ni siquiera cuando consiguió plaza de profesor en un
instituto pensó en quedarse ahí a vivir. Se limitó a seguir instalado en las
afueras y salir y entrar solo para las clases.
Elvira Navarro sería la otra cara de la moneda. Nacida en
Huelva, pasó su infancia y adolescencia en Córdoba desde los seis meses.
Asegura no recordar prácticamente nada de su ciudad de nacimiento. “No sé si mi
afición por la luz y el mar viene de ahí”, concede, aunque por lo demás se
considera andaluza más que ninguna otra cosa: “Las luces de la campiña a lo
lejos. La adolescencia en Dos Torres, que es un pueblo del valle de Los
Pedroches. El olor a seco. El campo
seco. El verano seco. Los colores de la yerba arrasada por el sol. Los
jaramagos. Los pinchos. Las heladas. El horizonte. La luz…”.
Si Coradino y Elvira tratan Huelva de refilón, para Pablo y
Lara fue el escenario de su adolescencia y eso lo dice todo, porque la
adolescencia es un período que los cuatro recordarán en partes de su obra. El
recuerdo de Huelva es un recuerdo opresivo, de una ciudad llena de
contaminación y de la que es necesario fugarse. En el caso de Lara, para
volver, en el caso de Pablo, para seguir lo más lejos posible, instalado como
profesor en Sanlúcar de Barrameda.
En Huelva, Lara y Pablo intercambiaban cartas y tertulias
adolescentes sobre la literatura. Se sabían especiales, distintos, es decir, de
alguna manera, escritores. Si le preguntas a Lara qué es lo primero que leyó de
sus compañeros, ella dice: “Las cartas de Pablo Gutiérrez”. Si le preguntas a
Pablo, lógicamente responde: “Las cartas de Lara Moreno”.
Los primeros pasos
Lara y Pablo admiten una temprana influencia estilística del
uno en el otro, aunque con el tiempo los estilos se hayan separado más.
Mientras los dos trasladaban su amistad a la facultad de Ciencias de la
Información de Sevilla, Coradino y Elvira se conocían de Erasmus en Francia,
otro giro en las coincidencias. Los dos en seguida sintieron la complicidad del
literato, no solo del escritor, y cuando volvieron a España decidieron compartir
un piso en Carabanchel. “Un piso feísimo”, matizan.
Por entonces ya estaban los primeros relatos hasta llegar al
punto de inflexión de 2004: Elvira Navarro gana el Certamen de Jóvenes
Creadores con su relato “Expiación”, su compañero de piso consigue un accésit.
“El funcionario del ayuntamiento que nos llamó para comunicárnoslo creía que
uno de los dos era el pseudónimo del otro, puesto que en ambas picas figuraba
la misma dirección de correo. En el momento de recoger el galardón, uno de los
miembros del jurado seguía con la mosca detrás de la oreja sospechando que, de
alguna extraña manera (pues el estilo de los cuentos era bastante distinto
aunque los dos transcurrieran en verano), habíamos cometido una irregularidad y
que, o yo era también Elvira Navarro o Elvira Navarro se presentaba a concursos
bajo el rarísimo sobrenombre de Coradino, multiplicando por diez el número de
adjetivos de sus relatos”.
Lara ya conocía “Expiación” y había leído a Elvira cuando se
plantó en Madrid para vivir. Fue en 2003, el año de la publicación de su primer
libro de relatos, “Casi todas las tijeras”, una auténtica obra maestra del
estilo, que mezcla crueldad y distancia con una sensibilidad admirable. Una
chica que le pierde el miedo a los adjetivos y que no se limita a escribir como
el que traduce a un minimalista estadounidense. El regocijo en los colores, las
sensaciones, el lenguaje…
“A Coradino lo conocí
porque una amiga común me dio su teléfono. Él me presentó a Elvira, y
poco a poco formamos un grupo, un taller, en un bar. Escribíamos, nos leíamos,
bebíamos, y nos hicimos muy amigos”.
El taller en cuestión recibió pronto un nombre: “Dellwood”,
por el bar de la Plaza de las Vistillas en Madrid. Ahí se reunían, se
escuchaban, se criticaban y aprendían. Lara se queda con “El río”, un relato
“maravilloso” de Coradino, Elvira recuerda que buena parte de los relatos de
esa época aparecerían después en “Cuatro veces fuego”, el libro que Lara
publicó en 2008 con la editorial Tropo.
Ninguno suponía que de ahí iba a surgir algo grande en
términos literarios públicos. Bueno, “ninguno” no. Elvira, mucho antes de ganar
premios y recibir menciones ya tenía entre ceja y ceja convertirse en
escritora. “Soy muy cabezota y eso denota confianza”, nos explica. El resto, ya
decimos, no se lo planteaba como una posibilidad.
El mundillo literario
“Vivo en la periferia, no hablo ni me escribo con escritores
ni editores”. Así de contundente es Pablo Gutiérrez cuando le hablamos del
llamado “mundillo literario”. “Tenía cero confianza, todo el pesimismo del
mundo. Aún me parece una broma que alguien decidiera publicar alguna cosa que
yo había escrito. Todo fue casualidad y un buen empujón de Lara, que trabajaba
en editoriales como lectora y correctora y le hizo llegar Rosas, restos de alas al editor de La Fábrica. Si eso no hubiera
pasado, no habría Nada es crucial ni Ensimismada correspondencia ni el
resto.”
Coradino Vega aplaude a Pablo esa decisión: “En ciertos ambientes y en determinados
momentos de la vida, la mejor manera de brillar puede que sea brillar por su
ausencia”, aunque reconoce que él, por amistades, por entorno, aunque solo sea
por la proximidad que da Internet a menudo, sí se ve metido en esa espiral de
egos y castas: “Noto en ese ambiente la exigencia de tener que ser agresivo,
ingenioso y guay… y me parece infantil, una tontería. Ahora no basta con
opinar; resulta de vital importancia humillar al adversario que no comparte tu
dogma.“
Coradino consiguió
publicar con Constantino Bértolo en 2010. Su libro, “El hijo del futbolista”
fue uno de lo más aclamados por la crítica aquel año. Lara, como hemos dicho
antes, consiguió un hueco en una editorial sevillana para su primer libro de
relatos y en 2008 repitió, esta vez con Tropo. Pablo tuvo que esperar también a
2008 para ver publicado su “Rosas, restos de alas”. Mientras, Elvira Navarro,
metida en talleres, clases, becas… publica en 2007 “La ciudad en invierno” y en
2009 gana el Premio Jaén de Novela con “La ciudad feliz”, algo parecido a un
“spin-off” de su maravilloso primer libro que se publica en Mondadori, un paso
adelante en cualquier carrera.
Si para Lara, el mundillo es “algo divertido y productivo a
veces, una incómoda necesidad otras, y a la hora verdadera de escribir, una
gran putada”, Elvira no lo ve con mejores ojos aunque hasta el momento todo le
haya ido bien: “Es un gallinero que no se diferencia demasiado del mundillo
médico o del mundillo de los fontaneros. Si nuestra aspiración se limita a ser
reconocidos, acabamos hipotecados por los demás” y remite al “Acceso no
autorizado”, de Belén Gopegui, una de sus escritoras favoritas, para justificar
sus palabras.
Silencio, se escribe
Es muy difícil definir qué es “comercial” y mucho menos en
una industria con tan poco mercado en este momento quitando los cinco o seis
best-sellers de cada año. En cualquier caso, no podríamos definir a los cuatro
como “comerciales” por mucho que nos empeñáramos. Frente a complejas tramas
históricas o detectivescas persecuciones de malvados, estos cuatro jóvenes
escritores eligen la palabra, el estilo, la pausa y la omisión. Con estilos
distintos, por supuesto, pero con ese punto común de nostalgia, distancia, elaboración.
“Los escritores se han vuelto muy vagos”, nos dice Pablo, quien
dice aburrirse con las novelas que acumulan acontecimientos como cortes de
secuencia. De hecho, confiesa, rara vez
termina un libro que ha empezado. “En general, creo que lo único verdaderamente
importante de la literatura es la forma y el estilo. Lo demás, la peripecia y
la idea, me sobran. Cuando digo “me sobran” me refiero a que como lector me
resultan casi siempre un obstáculo. Para la peripecia está el cine, y para la
idea el ensayo”.
La discusión trama-lenguaje está presente en la conversación
con los cuatro. “La forma es el contenido, ¿no?”- explica Coradino- “En mi
caso, es la historia la que determina la manera de contarla. Y mis esfuerzos,
en muchas ocasiones, se centran en hacer que el estilo sea lo más transparente
posible, que no llame mucho la atención, que sea un medio en lugar de un fin en
sí mismo. Con esto no quiero decir que prepondere el contenido o la historia
sobre la forma, pues ya he dicho que pienso que ambos son indesligables. Ni que
conciba la prosa como un mero vehículo informativo. Para nada. A veces,
escribir sencillo requiere mucho trabajo”.
¿Qué opinión tienen las chicas al respecto? “El gusto por el
detalle y el estilo es imprescindible en cualquier escritor. El detalle da
concreción, vivacidad…”, explica Elvira Navarro, “…pero ojo, no hay que
confundir estilo con la mera floritura poética. Si ésta no viene a cuento,
aunque la metáfora y la imagen sean poderosas per se, ese estilo irá en contra del texto. En cuanto a la pausa, yo preferiría hablar de
silencio. Hay veces que la mejor manera de nombrar algo es omitirlo”.
Por su parte, Lara, siempre más cómoda en su posición de
observadora que en la de protagonista, se limita a constatar: “Esta es una
pregunta difícil que no sé contestar”. Suponemos que hay en Lara mucho más de
disfrute y de goce incluso sensual en la escritura y la lectura que de
doctrina. De hecho, sin duda, Lara es la que más expone las sensaciones físicas
de sus personajes en sus relatos. El miedo a no adjetivar y el miedo a no tener
orgasmos. Los personajes de Lara a veces sufren y a veces ni sienten ni
padecen, pero siempre están alerta.
Rasgos comunes
Pablo deja claro desde el principio: “Sólo he leído a Lara,
y los dos hemos compartido tanto que me temo que más que influencia ha habido
transferencia. Al menos en mi caso”. Sí se percibe un gusto común de los cuatro
por la adolescencia, la narración de la adolescencia, desde “La Menuda”,
personaje prodigioso de Lara Moreno que vagabundea por revistas de Internet
hasta el protagonista de “El hijo del futbolista”, pasando por las niñas
perversas y a la vez perdidas de “La ciudad en invierno” o el joven chino
encerrado entre dos culturas de “La ciudad feliz”.
Pablo se sacó de la manga a Magui y Lecu en su “Nada es
crucial”, que ganó el premio Ojo Crítico de Radio Nacional de España y en su
nuevo libro, recién publicado, “Ensimismada correspondencia”, tiene algunos
perfiles adolescentes femeninos de una potencia tremenda. ¿De dónde viene esa
empatía? “Supongo que tiene que ver con mi trabajo, todas las
semanas corrijo decenas de redacciones escritas por chicas adolescentes, y
además de corregir su ortografía yo soy de los que se leen hasta la última
palabra”.
Coradino, otro profesor de secundaria,
tiene la adolescencia presente en sus temas y en su día a día: “Es el
periodo de la vida en el que se exacerba la personalidad previa, un momento
fronterizo, como de estar a la espera de algo, de dar un salto mortal hacia la
Verdad o algo por el estilo. Es la auténtica placenta de todo lo que vendrá
luego y que no tiene que ser peor necesariamente”. Puede que entre Coradino y
Elvira hubiera la misma transferencia inicial de estilo que la que hubo en su
momento entre Lara y Pablo. Si no fuera por Lara, de hecho, este reportaje no
hablaría de un póker sino de unas míseras dobles parejas.”Cuando Pablo y yo nos
conocimos creo que éramos libros abiertos en sentido literario, así que siempre
me he sentido identificada con parte de lo que hace. De Coradino y Elvira he
aprendido cosas que me han alejado de mis vicios. Los tres me influyen con sus
consejos y sus recomendaciones, los tres me interesan, a los tres los admiro”,
dice la siempre generosa Lara sobre sus compañeros.
Elvira Navarro, por último, apunta: “Nuestros padres
literarios difieren bastante. Tal vez Coradino Vega y yo tengamos algunos
puntos en común, pero Lara Moreno y
Pablo Gutiérrez tienen poéticas muy distintas a la mía”.
Casualidades o causalidades, poéticas semejantes o diversas,
padres literarios más o menos adoptivos, nos sigue sorprendiendo la
coincidencia en edad, lugar y gusto literario. Huelva, entre 1976 y 1978,
adolescencias ensimismadas, gusto por las situaciones límite de la
sensibilidad, conciencia de que la escritura no es prisa sino trabajo…
Demasiados puntos en común como para dejarlos pasar. Apunten estos nombres, no
son modas jaleadas por suplementos y contraportadas. Son escritores que
escriben. Esto último puede parecer una redundancia pero creo que todos sabemos
de lo que estamos hablando.
Fichas personales
PABLO GUTIÉRREZ
Fecha de nacimiento:
1978
Primer libro
publicado: “Rosas, restos de alas” (La Fábrica, 2008)
Se dio a conocer…
Ganando el Premio Ojo Crítico de Radio Nacional por “Nada es crucial” (Lengua
de Trapo, 2010)
Influencias: “Todo
Martin Amis, todo Kundera, algún Baroja raro como La sensualidad pervertida y El
buda de los suburbios de Kureishi. También todo Calvino. Ah, y el Réquiem de Tabucchi. Y El inmoralista de André Gide”.
Próximos proyectos:
Acaba de publicar “Ensimismada correspondencia” (Lengua de Trapo, 2011),
prepara una novela social “sin clichés” para 2012.
ELVIRA NAVARRO
Fecha de nacimiento: 1978
Primer libro
publicado: “La ciudad en invierno” (Caballo de Troya, 2007)
Se dio a conocer…
Ganando el Premio Jaén de Novela por “La ciudad feliz” (Mondadori, 2009)
Influencias: “Los cachorros y La tía Julia y el escribidor de Vargas Llosa, Los demonios y El idiota
de Dostoievski, Lo real y Acceso no autorizado de Belén Gopegui, Proyectos de pasado de Ana Blandiana, La identidad de Milan Kundera, Últimas tardes con Teresa de Juan Marsé,
Nada de Carmen Laforet, La plaza del diamante de Rodoreda, El gran cuaderno de Agota Kristof, Desde el amanecer de Rosa Chacel, La colmena y La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela, Los aéreos de Luis Magrinyà, Las ratas de Miguel Delibes, Cumbres borrascosas de Emily Brönte,
casi todos los cuentos de Clarice Lispector, de Julio Ramón Ribeyro, de
Cortázar…”
Próximos proyectos: Está
escribiendo un libro que recogerá una serie de relatos largos o nouvelles sobre la pareja, la soledad,
el trabajo, la enfermedad y la ciudad.
CORADINO VEGA
Fecha de nacimiento:
1976
Primer libro
publicado: “El hijo del futbolista” (Caballo de Troya, 2010)
Se dio a conocer… Por el gran éxito de crítica de su primera y
única novela, en una de las editoriales más prestigiosas dentro del mundo de
los jóvenes valores.
Influencias: “La
novela de los siglos XIX y XX, aun siendo consciente de que hoy día uno no puede
escribir como lo hacían Galdós o Pasternak. Los rusos, Flaubert, Proust o
Thomas Mann te contaban el mundo (tanto interno como externo). También, los
judeo-americanos como I.B. Singer, Saul Bellow, Malamud o Philip Roth. Los dos
libros latinoamericanos que más me han emocionado en los últimos años han sido:
El olvido que seremos, del colombiano
Héctor Abad Faciolince, y Una historia
sencilla, del argentino afincado en Madrid Luis Velasco Blake”.
Próximos proyectos:
Estoy corrigiendo el manuscrito de lo que quizás pueda convertirse en una
segunda novela que, de momento, se titularía Escarnio. Aunque, en mi caso, las correcciones pueden llevar más
tiempo que la escritura, el borrador ya está
LARA MORENO
Fecha de nacimiento: 1978
Primer libro
publicado: “Casi todas las tijeras” (Quorum Editores, 2003)
Se dio a conocer por…
Lara fantasea con que no es conocida y huye, de hecho, de cualquier
reconocimiento. Cualquiera que haya leído cualquiera de sus dos libros sabrá
que estamos ante una figura clave de la literatura española a medio plazo.
Influencias: “Lolita, El pasado, Mientras agonizo,
Agata Kristof, algunos cuentos de Cortázar, otros de Onetti, de Munro, de
Lispector, de Moore, etcétera, etcétera. No por este orden necesariamente, y la
lista podría ser muy larga”.
Próximos proyectos: Está
corrigiendo una novela en la que lleva trabajando más de dos años y que quizá
pueda dar por cerrada pronto.
Artículo preparado para su publicación en el número de invierno de la revista Zona de Obras, cancelado por falta de presupuesto, copyright de las fotos de Elvira Navarro: Luis Belmonte