Zapatero augura una "amplia derrota electoral" a Rajoy. Se lo han dicho. O lo ha escuchado. Probablemente, en el pulsómetro de la SER. Zapatero tiene la misma facilidad para esquivar la realidad electoral que para prever la realidad del chantaje.
No pasa nada. Todo controlado. Los buenos ganan.
El PP no va a tener una amplia derrota electoral, eso está más claro que nunca. Durante estos tres años ha mantenido en todas las encuestas una base muy alta, rondando el 37-38%. Ese mínimo imposibilita una debacle. Con respecto a 2004 -las elecciones generales- el PP ha subido en Cataluña y en el País Vasco, sólo ha bajado mínimamente en Galicia. El PSOE ha bajado en las tres circunscripciones.
Los sondeos hablan de una posible victoria en las Elecciones Autonómicas, un escenario siempre propicio para el centro-derecha nacional pues no incluye ni a Cataluña ni al País Vasco ni a Andalucía.
Zapatero no tiene ninguna razón para confiar en la debacle del PP. No se va a dar. Puede ganar las elecciones o puede perderlas, pero no se va a quedar en 120 escaños. Rajoy no es Almunia. Zapatero debería preocuparse en enmendar y no sostener. Olvidarse de una vez de los acuerdos con el PNV y ERC y darse cuenta de que , si Mayor Oreja es el político del PP más valorado en las encuestas, es precisamente por su posición contra el terrorismo.
Insistir en negociaciones posibles, en finales dialogados, en pactos con ERC -" el Gobierno ha hecho menos por la paz que ETA", dijo Ridao cuando los dos muertos seguían calientes- es un derecho político pero una pésima estrategia electoral. Zapatero anuncia debacles y no puede siquiera ver la suya. Un oráculo bizco.
Va a ser hora de que alguien del PSOE presente una alternativa. Tiene que haber una alternativa.
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