A menudo, los nuevos escritores -no necesariamente jóvenes- nos miramos demasiado las manos. Por ejemplo, Roberto Bolaño puede escribir "las lágrimas fluían de mis lacrimales" y quedarse tan ancho. Un nuevo escritor se pasaría horas buscando sinónimos, corrigiendo, recorrigiendo, cuidando muy mucho que no hubiera redundancias ni rimas internas ni palabras de sonoridad parecida...
En resumen, los escritores escriben, los nuevos escritores, principalmente, (se) corrigen.
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