lunes, noviembre 13, 2006

Infiltrados

No nos engañemos: Koldo Serra y yo no abultamos tanto como para que nos encontremos continuamente en esta ciudad. Debe de ser que Madriz es un lugar pequeñísimo, porque, si no, no hay explicación.

Cines Ideal. Sesión de las 18,35 de "Infiltrados". La expectación por la película se mide en el número de espectadores: unas tres decenas. Es la hora a la que acostumbro a ir porque casi siempre estoy solo, como mucho con otros dos o tres pirados cinéfilos.


Las críticas y el boca a boca. Los juegos de espejos. La revolución en el suspense. Todo sonaba muy bonito, tanto que al final se va uno con una sensación rara, decepcionado, aletargado por las dos horas y media en las que, en rigor, la historia no avanza. Sí, pasan cosas, desde luego, pero nada que no sea un punto previsible.

Me gustó Leonardo Di Caprio, eso sí. Suele pasarme.

Y aquí podría contar el final y darle un disgusto a mucha gente pero volveré al principio, al encuentro fugaz con Koldo Serra y la pregunta de rigor: "¿Tú lo has entendido?", "No, la verdad que no, pero después de ver Children of men me ha parecido un peliculón". La alegría de poder compartir sensaciones, comentaba hace unos meses, forma parte del espectáculo del cine.