
Con todo, los primeros días de lectura de "Otras voces, otros ámbitos" me dejan una sensación agridulce, aunque expectante. Me gusta la estructura, admiro la capacidad de mantener y prolongar el misterio sin que uno sepa exactamente cuál es el misterio en cuestión.
Pero, como profesor, me resulta desesperante que tenga que adjetivar cada sustantivo dos o tres veces, que su estilo sea a veces tan Margaret Mitchell y tan poco Faulkner. Capote, como todo el mundo, brilla de verdad cuando pule, cuando borra, cuando es conciso y decisivo. Pero, con 18 años, ¿podíamos pedir tanto?