No me gusta nada convertirme en un moralista, pero recomiendo a los estudiantes de Periodismo o Comunicación Audiovisual, o Sociología, Filosofía, etcétera... el análisis detenido de la aportación de Telecinco -desde su creación- a la sociedad.
No soy de los que creen que a la sociedad hay que protegerla de todo, hamburguesas incluidas, pero, de alguna manera, sí creo en el juicio moral por encima incluso del legal. Telecinco -y no sólo Telecinco, igual que Al Capone pero no sólo Al Capone- ha fomentado la delincuencia durante años, la ha amparado y la ha convertido en algo tremendamente rentable económicamente hablando.
Cámaras ocultas, contertulios agresivos, periodistas acosadores... encumbrar para destrozar, así Gran Hermano, así Mayte Zaldívar, así Carmen Ordóñez...
Cuando eso es un recurso, me repugna. Cuando es una manera de ser, me enfurece. Jorge Javier Vázquez decía ayer que la intervención del juez prohibiendo la emisión de un reportaje presuntamente ilegal era "una censura previa, intolerable e injusta". La apelación a "la censura" suena carca.
La mejor muestra de que en este país ni hay censura ni nada que se le parezca es que Telecinco sigue emitiendo. Legalmente, me alegro. Moralmente, lo condeno.
El Estado es un sensor
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*por Yaiza Santos*
Enumeró, en contra de su costumbre, lo que hasta ese momento había
declarado el señor Víctor de Aldama ante el juez. Por ejemplo los p...
Hace 12 horas