Es una tradición entre los periódicos -tanto europeos como estadounidenses- fijar su posición política antes de unas elecciones y pedir el voto por tal o cual candidato. Yo, aunque no soy periódico y ni siquiera tengo posibilidad de votar en Cataluña, aunque mi apellido Berenguer recuerde a algún antepasado velloso, he decidido hacer lo propio y pedir el voto para Ciutadans de Cataluña.
Creo que es necesario votar a Ciutadans por una serie de razones ideológicas y coyunturales. En el terreno ideológico, su programa no nacionalista y al margen de las convenciones izquierda-derecha, me resulta tremendamente afín. En el terreno coyuntural, su voluntad de enfrentarse políticamente, con sus escasos medios, a unas fuerzas endogámicas y llenas de recursos, a los mitos nacionalistas, a los que buscan el poder a toda costa y a los chicos de las banderas y los puños ya no en alto sino a la altura de la cara ajena, es encomiable e imprescindible.
El principal problema de Ciutadans es el llamado "voto útil". Miren ustedes, no habrá un voto más útil este miércoles que el voto por Albert Rivera. Es más, cualquier voto que no vaya a Albert Rivera, que le deje sin su escaño o dos escaños en el Parlament, que condene esta nueva e histórica oportunidad que Cataluña tiene ante sí -la de crear una sociedad al servicio de los ciudadanos y no ciudadanos para servir a una sociedad-nación-entelequia- será un voto perdido, en favor de la continuidad y la locura.
Cataluña lleva demasiados años siendo problema y sólo puede hallar solución desde dentro. La confrontación, el odio, la revancha como elementos políticos han de ser desterrados de la vida pública. Creo sinceramente que el nacionalismo como doctrina -a pesar de la tentación de tildar de "moderados" a algunos partidos nacionalistas- acaba inevitablemente en exclusión y violencia.
Así ha sido, históricamente, en prácticamente toda Europa durante dos siglos.
Nosotros, los ciudadanos, hemos de demostrar que estamos más allá de patrias y banderas, que defendemos una sociedad, un Estado que recuerde su historia y no la invente, que permita al individuo ser y estar, con libertad y sin imposiciones, en la que el orgullo de sentirse catalán sea compatible con el de sentirse español y ninguno de los dos orgullos derive en el sabotaje, ultraje, altercado o exclusión del "otro".
No creemos en carnés de puntos para "buenos inmigrantes" ni "buenos catalanes". No creemos en la ahistoricidad ni el recuerdo pervertido. Creemos en aquí y ahora y nosotros y trabajar para el futuro juntos. No creemos en quimeras ni utopías ni dejamos que esas quimeras y utopías sean cadenas y esclavitud para los miembros de la sociedad.
El sábado para el hombre fue hecho y no el hombre para el sábado.
Amigos catalanes, voten lo que quieran. O no voten. Pero, recuerden, si comparten estas ideas, no habrá voto más útil que el que se atreva a refrendarlas. El 3% está ahí, al alcance de vuestras manos. Merecedlo.
El Estado es un sensor
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*por Yaiza Santos*
Enumeró, en contra de su costumbre, lo que hasta ese momento había
declarado el señor Víctor de Aldama ante el juez. Por ejemplo los p...
Hace 6 horas