domingo, noviembre 20, 2011

El PSOE se hunde en unas elecciones con matices


El PP ganó las elecciones generales con mayor comodidad de la que se esperaba. Su dominio fue tal que se fue hasta los 186 escaños pese a conseguir menos del 45% de los votos, uno de esos regalos de la ley electoral que tenemos y tendremos siempre mientras los dos partidos que se benefician de ella se alternen en el poder. No solo eso, sino que a falta del recuento total podría darse la circunstancia de que apenas superara el número de votantes de 2008, llegando a los once millones de votos, es decir, menos de los que Zapatero consiguió hace tres años y medio.

¿Fue culpa de la abstención? No, el porcentaje fue muy similar, tan solo un 2% menos, si bien los votos nulos y en blanco casi se doblaron hasta sumar más de 650.000, es decir, un 2,7% del total del voto emitido.

El desequilibrio viene de la mano de los terceros partidos que le comieron terreno al PSOE. Allí donde todo estaba atado y bien atado, los dos grandes se repartieron todos los escaños pero donde la gente pudo votar otras opciones, lo hizo: Cascos en Asturias, Rosa Díez en Madrid, Llamazares en Asturias, Compromís en Valencia, G-Bai en Navarra, más los habituales PNV, CiU, BNG y ERC, lo que hace que el próximo parlamento tenga hasta doce representaciones distintas.

Mención aparte merece Amaiur. La coalición de BILDU, EA y Aralar ya tenía pinta en los sondeos de conseguir un gran resultado, pero esto posiblemente nos supere a todos. En general, los resultados en el País Vasco son desconcertantes: no solo la izquierda abertzale gana unas elecciones generales, cuando su electorado no cree en la representación en Madrid sino que los partidos constitucionalistas consiguen tan solo 7 escaños de un total de 18, la representación más baja de la historia de la democracia.

Así las cosas, Patxi López queda muy cuestionado como lehendakari y el futuro puede estar lleno de problemas, reivindicaciones y trabas que en poco ayudarán a la recuperación económica y política del país.

Si el desplome del PSOE en el País Vasco fue sonoro, el de Andalucía fue impresionante: hasta 11 escaños y un 15% de los votos perdió el partido de Chaves en su patria chica, destronado por el PP, que arrasó en todas las provincias menos en la Sevilla de Alfonso Guerra. En eso ha quedado el PSOE después de siete años de Zapatero: en Guerra y poco más.

Ni siquiera Cataluña resistió. El PSC sufrió otro descalabro, perdiendo las elecciones generales por primera vez en su historia ante el empuje de CiU, que logró 16 diputados y aún sigue luchando por ganar la emblemática provincia de Barcelona. No sale Carme Chacón mucho más reforzada que Rubalcaba para los próximos Congresos socialistas, que prometen ser sangrientos. Los 110 diputados que consigue el PSOE son los más bajos de su historia y ni siquiera la crisis lo explica: sus votantes no se han ido al PP, se han ido a cualquier otro lado, allá donde han podido.

IU logró ser de nuevo el tercer partido en voto y transformarlo en 11 escaños. Un excelente resultado para un partido que no supo gestionar el 15-M en mayo pero que probablemente ha conseguido diluirlo hasta convertirlo en una corriente más o menos interna de donde sacar provisiones: su 7%, con casi un millón y medio de votos es excelente y, cosas del destino aritmético de nuevo, doblando su porcentaje, quintuplica sus escaños, de 2 a 11.

El auge nacionalista no solo ha calado en CiU, Amaiur y PNV, que suman 28 escaños entre los tres, sino que mantienen a BNG (2), ERC (3) y CC (2) más el de la carismática Barkos, para un total de 35 escaños nacionalistas, sin duda el récord de la democracia. Cuando el país necesita estar más unido parece que sus ciudadanos están más empeñados en disolverse.

Nos queda el análisis de dos partidos nacionales -o casi- que, consiguiendo excelentes resultados, no han podido plasmarlos en escaños por la mañida ley electoral: UPyD no llega al 5% por escasas dos décimas y no logra grupo parlamentario pese a conseguir 5 diputados. La formación de Rosa Díez ha casi cuadriplicado sus votos, superando el millón y se ha afianzado en Madrid, con un 10% del total y 4 escaños. El quinto lo consiguió Toni Cantó por Valencia en apretada lucha.

Cuestiones de ley electoral aparte, ¿cómo es posible que un partido que tiene seis veces menos votos que el PSOE tenga 22 veces menos diputados?, el problema de UPyD y tendrá que afrontarlo tarde o temprano es su situación en Cataluña y País Vasco, donde no es sino un partido comparsa. Resulta extraño, pues en Cataluña podría haberse aprovechado de la cantera de votantes de Ciutadans y en el País Vasco llegaron a tener representación en las pasadas elecciones autonómicas.

Mientras no arreglen eso, será difícil su consolidación como partido nacional con aspiración a influir en el Gobierno.

Por otro lado, Equo, aparte de su escaño junto a Compromís, se queda sin representación pese a sumar más de 200.000 votos. Resulta casi obsceno, la verdad, aunque no simpatice demasiado con ese partido. La democracia no entiende de simpatías sino de papeletas. En cualquier caso, es un éxito para Uralde y los suyos: apenas seis meses de existencia y si se le suman sus votos con Compromís rozan los 350.000.

Terminaré el análisis con unos datos estadísticos y otros económicos. Por empezar con estos últimos, comentar que mañana habrá de nuevo Bolsa y Prima de Riesgo y la resaca pasará muy pronto. Queda un mes hasta la constitución del nuevo Gobierno y nadie sabe qué pasará con un país que está en bancarrota y asediado por sus acreedores. ¿Será capaz el PP de "calmar los mercados"?, ¿los mercados quieren calmarse o quieren enriquecerse?, ¿qué sucederá si Rajoy se aleja en lo más mínimo de los dictados de Bruselas o Berlín, lo mismo que les sucedió a Papandreu o Berlusconi, presidentes democráticamente elegidos por su pueblo?

Eso lo sabremos más pronto que tarde.

La otra cuestión tiene que ver con la situación sociológica del país más allá de los colores azul o rojo. Van aquí algunos datos: PSOE y PP perdieron, en su suma, más de un 10% del voto, llegando a niveles de 1996. La abstención creció apenas dos puntos pero los votos nulos o en blanco, como dije anteriormente, superaron los 600.000. Más de medio millón de personas dispuestas a levantarse en pleno día lluvioso, salir de casa, solo para quejarse. Eso sí que es muy poco español y algo grave tiene que estar pasando para que suceda.

En el Senado, la cosa solo empeora: no solo la abstención fue dos puntos mayor sino que las papeletas nulas o en blanco superaron los dos millones, un 9,07% del total, el doble que hace tres años y medio. Mucha gente muy enfadada. Muchos cambios que hacer más allá del "quítate tú para ponerme yo".