miércoles, noviembre 09, 2011

Javier Solana y la mediocridad europea


A las cuatro y once, un minuto más tarde que Aute, Javier Solana escribe en su Twitter: "Me retiro preocupado. Romano Prodi me describe lo que puede pasar en Italia en los próximos meses. No hay tiempo para cometer errores". Me fascinan los políticos que han pasado lustros trabajando en la Unión Europea y se enteran AHORA, en plena madrugada, de que Grecia falseaba sus cuentas e Italia se había estado endeudando hasta niveles insostenibles, muy por encima del 100% de su PIB.

En serio, es sorprendente si lo piensan: Solana ha sido un hombre importante en la UE, se le presuponen contactos e interés en el asunto. Un día se reúne con Romano Prodi, presidente de la Comision Europea hasta antes de ayer, como quien dice, charlan distendidamente y se da cuenta de que, caramba, la deuda se les ha ido de las manos. ¿Quién lo iba a pensar, verdad? Italia... un país con una estabilidad política nula desde la II Guerra Mundial, con colosales casos de corrupción que dieron con la agonía de un ex primer ministro en el exilio, unos referentes empresariales dudosos y que, sin embargo se endeuda, se endeuda, se endeuda... mientras todos miran hacia otro lado y silban despistados.

Cosas así le hacen a uno reflexionar. Hay dos opciones y la primera, lógicamente, es que lo que dice Solana sea verdad. Hasta esta misma noche que ha venido Prodi y se lo ha contado -que si llega a ser por él ni se da cuenta- no había contemplado Italia como problema. Quien dice "esta misma noche" dice "este año". Venga, aceptemos "este año". Solana, como muchos otros políticos de la UE no se han dado cuenta de este problema -o de que Portugal iba a quebrar, que Irlanda gastaba muy por encima de sus posibilidades, que España tenía un nivel de paro inaceptable y una distribución de competencias que hacía imposible el control financiero...- hasta este mismo año. O el pasado. Bien, en ese caso son unos inútiles. Algo más que unos inútiles, diría yo: han hecho la construcción política sobre la económica y ahora resulta que la económica no la estaba vigilando nadie. Estupendo.

Ya sé que está mal y resulta simplista reducir cualquier problema a la inutilidad de los políticos. Eso, como ya dijo Esperanza Aguirre, lleva al totalitarismo. Al fascismo, dijeron otros. Está bien, bajaré el tono: los políticos europeos no son tontos, saben distinguir un presupuesto falso de uno verdadero, saben cuándo un país gasta lo que no tiene y siempre han sido conscientes de que el déficit de Italia acabaría aplastando al país y con el país a toda la zona Euro. Muy bien. Entonces, ¿qué son? No lo sé, ayúdenme con la respuesta. Diría "mentirosos", pero uno le presupone al mentiroso un sentido, un propósito, ¿qué ganaba la UE ocultando que sus pies eran de barro y negándose a tomar ninguna medida preventiva?

No sé, no sé... Me veo a mí mismo diciendo frases que jamás creí que pronunciaría. Frases del tipo "No quieren que sepamos...". Frases ridículas, adolescentes. ¿Quién no quiere que sepamos? ¿Javier Solana? ¿Por eso lo pone en Twitter? He tenido siempre muy mal sentido del ritmo político: en 1996, mis primeras elecciones, era de izquierdas, por supuesto. Ganó Aznar. En 2004 ya había renegado y, bueno, no se puede decir que fuera de derechas, pero me acercaba a ese rollo "tercera España" a lo Arcadi Espada. Reflexión, rigor y pocas pancartas. Ganó Zapatero. Y ahora, en 2011, que llega la marea azul con Rajoy al frente, voy yo y me pongo a cuestionar el sistema y no sé qué historias.

De verdad, parezco idiota.

Lo peor de todo es que ni siquiera creo que haya una estética detrás de esto. A mí me gustaría decir, desafiante, que me posiciono contra el poder, sea cual sea su signo político, igual que Solana dice que se ha enterado de la crisis italiana cenando con Prodi, pero no sería verdad. A mí el poder me impone mucho respeto y como dice el tópico, me "erotiza". ¿Ganas de llevar la contraria? Ni siquiera. La torpeza de llegar tarde a todos lados, supongo, sin más. Uno no llega tarde a la vida de decenas de chicas y luego espera llegar a tiempo al momento político de su país. Esas cosas no pasan. El que nace torpe, nace torpe para todo. Como cuando dejé de ser del Madrid y me hice del Barça justo mientras Romario cogía el último vuelo a la playa de Ipanema. Esa clase de chico que te pisa siempre cuando baila. Un chico peligroso, de alguna manera.