34 goles a favor y 0 en contra para el Barcelona en el Camp
Nou en 8 partidos. Serían unas cifras de escándalo si no tuvieran que convivir
con los 8 a favor y 7 en contra fuera de su terreno de juego. Errores
arbitrales y falta de puntería aparte, que lo sufren todos los equipos, y si el
año pasado se lo criticábamos al Madrid no haríamos bien en caer este año en
los tópicos de toda la vida, da la sensación de que el Barça arrasa cuando se
siente cómodo y tiene serios problemas cuando le piden un sobre-esfuerzo. Uno
más después de cuatro años agotadores.
Tiene su lógica, insisto. Puede que muchos vieran en mi
crónica de Getafe un ataque a los jugadores. Nada más lejos de mi intención. Yo
defiendo y entiendo que un jugador que lleva cuatro años presionando como loco,
jugando cada tres días y ganando títulos incluso en julio llegue un momento en
el que diga “No puedo más”. No estoy hablando de “no quiero más” sino que
simplemente ese jugador está saturado física y mentalmente, el juego se espesa,
las oportunidades se consiguen a trompicones y aparecen los problemas.
De hecho, ni siquiera el 4-0 ante el Rayo fue tan plácido
como el marcador sugiere. En rigor, el Barça jugó media hora: desde el minuto
25 hasta el 55 de partido más o menos. El resto del tiempo pasó muchos apuros
ante la presión en campo contrario del Rayo. Algo me dice que, igual que hizo
en la Supercopa, Mourinho utilizará esa táctica para ahogar al equipo de
Guardiola y éste necesitará algo mejor que Keita para sacar el balón en ese
caso.
La táctica de las tarjetas fue confusa. Es cierto que Piqué y Busquets
son clave para jugar desde atrás en el Bernabéu y los dos estaban al borde de
la suspensión, pero mientras el central la provocó en una jugada impropia,
incompatible con el juego limpio, y que puede que al final le cueste más
castigo del que cree, el medio centro ni siquiera jugó, con lo que se entiende
que estará ante el Levante e igual resulta que en el Bernabéu no está ninguno
de los dos y la bola la tienen que sacar entre Abidal y Keita, como en muchos
momentos del partido del martes.
En fin, que el Rayo fue valiente y se llevó cuatro. Estas
cosas pasan cuando juegas ante un enorme rival con jugadores decisivos delante.
Es un clásico de cualquier liga. Durante 60 minutos, aunque inocente, el Rayo
fue muy competitivo. En los 30 de en medio se limitó a soportar el chaparrón lo
mejor que supo: Alexis abrió la lata, después se aprovechó de un mal control de
Xavi para marcar el segundo y a continuación, justo antes del descanso, Villa
hacía el tercero.
El chileno y el asturiano son probablemente los jugadores
más importantes ahora mismo para Guardiola. Junto a Pedro, quizás. La
recuperación de los tres atacantes es clave en las aspiraciones del Barcelona a
los distintos títulos. Si Villa empieza a aprovechar sus oportunidades, o al
menos no las falla todas, y el canario vuelve a ser el extremo desbordante y
con disparo que sorprendió durante dos años y pico, la adaptación de Alexis
será más fácil y el descanso para Messi será decisivo.
Cualquier juicio sobre el gran fichaje de este verano junto
con Cesc está supeditado a su recuperación física. Antes de la lesión en Anoeta
venía de unos partidos más que interesantes, es lógico que aún tarde un tiempo
en dar todo lo que tiene dentro.
Por lo demás, poco que comentar del partido: lo dicho, Piqué
forzó una tarjeta ridícula, mourinhista. A mí estas cosas me sacan de quicio.
Si no quieres que se pierda el partido contra el Madrid no le pongas contra el
Levante. El riesgo de perderse dos partidos en lugar de uno siempre está en el
largo plazo, ¿qué más da si llega al Bernabéu con 0 tarjetas amarillas, acaso
no llegará tarde o temprano de nuevo a las 4 y estaremos en la misma situación?
En un central es probable. En cualquier caso estos cálculos no son propios de
un equipo con la imagen del Barça.
Los ataques volvieron a ser lentos y mal organizados. Es
lógico, ya digo. La actitud es irreprochable: ganas 4-0 al Rayo Vallecano,
quedan 10 minutos y todos los jugadores siguen corriendo para recuperar, pero
la claridad no es la misma, no puede ser la misma. Hay además este año un
empeño en que Messi dirija y acabe todas las jugadas. Tanto suyo como de sus
compañeros. El Barcelona es mucho mejor, insisto, cuando Messi desborda y
culmina que cuando solo culmina, algo se
pierde en el camino.
Seguro que Guardiola es consciente de ello y sabrá
manejarlo.
Queda, pues, el Barça a tres puntos del Madrid, con lo que
podría darse la circunstancia de que, ganando el 10 de diciembre, llegara al
Mundialito como líder de la Liga, aunque fuera con un partido más. El problema
del Barça no es irreversible, por supuesto, simplemente depende de demasiados
condicionales. Si recupera el hambre, tendrá opciones. Si su mentalidad es la
de otros años, podrá ganar la liga. Si el cansancio físico no devasta una
plantilla mermada en determinadas posiciones, podrá encontrar la regularidad
que le falta.
De momento, lamento insistir en ello, recuerda demasiado al
Madrid del año pasado: muchas goleadas intrascendentes y muchos puntos perdidos
en campos impropios.
Es fútbol. Tarde o temprano tenía que pasar. No hay una
razón para todo y desde luego no es cuestión de buscar culpables. Simplemente, son humanos.