lunes, mayo 16, 2011

Indignaos. El infierno son los otros.


Vi "Capitalismo", de Michael Moore el año pasado. Me gustó mucho. Aún más me gustó "Inside Job" este año. Obviamente, algo está pasando en el sistema que ha tolerado abusos sin vuelta atrás o a un precio que tienen que pagar muchos inocentes. Parece ser que buena parte de todo eso está resumido en el libro "Indignaos", de Stephane Hessel, un pequeño libro lleno de argumentos y soflamas que no puedo analizar porque no lo he leído, aunque sé que a Ana Pastor le encantó y a Arcadi Espada le pareció una tontería enorme o más bien un reflejo de puerilidad.

Todos estos antecedentes, en especial el opúsculo de Hessel, han derivado en las protestas del 15-M en distintos lugares de España. Protestas indignadas contra todo: los bancos, el poder, las políticas energéticas, la ley SINDE, el actual concepto de democracia... Eso es lo que se deriva  del manifiesto redactado para la ocasión y que pulula por Internet. Es un manifiesto muy pobre intelectualmente, lo siento. Pueril, de nuevo. Estamos acostumbrados a ello: el hombre debe ser feliz. Muy bien. Rousseau y el mito del buen salvaje. La civilización corrompe.

Es una pena, porque realmente, si uno lo piensa, hay motivos para la preocupación y esa gente tenía un motivo para salir a la calle a protestar por los abusos. El problema es que la masa indignada tiende a esperar respuestas indignadas de los demás. Por ejemplo, los medios de comunicación. De acuerdo, puede que los medios de comunicación de masas no hayan participado del entusiasmo y no hayan hecho una cobertura apasionada, pero yo me he tragado vía 2.0 soflamas y soflamas continuas, he visto artículos en El País, en El Mundo, conversaciones en Onda Cero, reportajes en La Sexta, en Cuatro, en TVE... No se puede decir que el tema no se haya tratado, aunque no se haya tratado desde la indignación

El principal problema ha sido la exageración, pero es normal en alguien indignado. Hay un tag en Twitter que habla de la "Spanish revolution", igualando a los que salieron para protestar contra la corrupción PP-PSOE y los desmanes de los bancos, con los que siguen muriendo tiroteados y bombardeados en los países árabes con sistemas dictatoriales muy, muy reales. Creo que hay una diferencia. Hablan de millones de personas en la calle cuando las cifras de medios más o menos independientes apenas repasan los 100.000, un número enorme, en cualquier caso, y en todas esas apelaciones a la grandiosidad el mensaje se pierde, más que nada porque el mensaje no existe, o solo existe como sentimiento: la indignación.

¿Indignación contra qué? Ya no lo sé. Hoy me encuentro a una periodista de Público protestando porque la detención de Strauss-Kahn se había magnificado por ser de izquierdas y a una periodista de La Sexta afirmando que sospecha que todo se debe a que es "un personaje incómodo" para los EEUU. Si seguimos con estas paranoias es complicado avanzar. Uno empieza a indignarse y no sale del círculo vicioso, la sangre siempre en la cabeza. Si el enemigo es EEUU, es la banca mundial, es la iglesia, son los ricos en general -¿y cuántos ricos apoyaban desde su Twitter la protesta?-, es la ilegalización de las descargas o es la Ley D´Hont a veces es difícil de saber. Hay una especie de "El infierno son los otros" sartriano y genérico en todo esto, que me desagrada.

Las apelaciones al "gobierno del pueblo" me extrañan porque no sé qué demonios es "el pueblo". No sé cómo se organiza "un pueblo" como un solo ente más que mediante la uniformización y supongo que eso es lo contrario de lo que los manifestantes pedían. Lo supongo. No entiendo por tanto qué quieren decir con "democracia real". Una democracia real desde luego no puede ser una democracia indignada. Lo más parecido a una democracia indignada es el populismo y no me gustaría acercarme ahí ni un pelo.

Lo grave de todo esto es que hay motivos para el enfado, la protesta y la reivindicación. Claro que sí. Pero esta sensación de estar disparando contra todos los platos nos resulta difícil de compartir a los que no tenemos las cosas tan claras. Y desgraciada o afortunadamente, "el pueblo" tiende a no tener las cosas claras, por eso Marx se cuidaba mucho de apelar a "la vanguardia" para dirigir el socialismo real.

Ortega definía "revolución" como un "ataque a los usos y no a los abusos". Me parece interesante y acertado. Salir a la calle en masa a pedir que los bancos devuelvan el dinero o que la familia sea el eje de la sociedad no es una revolución, sino la protesta ante algo que se considera un abuso. El mismo derecho a la reivindicación, la libertad de expresión, el respeto a la legalidad... esos son los usos que debemos mantener y contra los que no cabe revolución alguna. Los abusos, esos sí, merecen la protesta, la condena y la seguridad de que no se repetirán.

Coincido con los manifestantes en que, con estos gobernantes, esa seguridad es imposible de tener.