El último barómetro del CIS recoge una intención directa de voto del 33,7% para el PSOE y el 22,3% para el PP, es decir, 11,4 puntos de diferencia. Sin embargo, a la hora de hacer su previsión, deja los siguientes resultados: 38,8% para el PSOE y 37,6% para el PP, es decir, un empate técnico.
¿La razón de semejante cambio? Bien, en 2004, el 42,6% del electorado votó a Zapatero, mientras que el 37,6% votó a Rajoy. Tres años después, mientras el 35,9% de los encuestados recordaba haber votado al PSOE, sólo el 19,9% decía haber votado al PP. Es decir, ni siquiera la mitad de los votantes del PP reconocía (o recordaba, la memoria es frágil) el sentido de su voto.
¿Cómo es posible estimar resultados cuando la mitad de los encuestados miente? Lo único que se puede hacer es jugar a la cocina y hacer muchas tablas y posibilidades estadísticas y colocar los resultados de una manera como bien podría ser de otra.
El problema no está ya en las encuestas, sino en los encuestados. Si la "diferencia" con respecto a 2004 eran 16 puntos y ahora son 11,4 supongo que es una buena noticia para el PP, pero cuantificarla exactamente en porcentajes y escaños es absolutamente imposible. No se fíen.
La fiesta del aguafiestas
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[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:05]
Buenas noches. Mi aguafiestismo profesional me obliga hoy a la tarea,
ciertamente desagradable, de arremete...
Hace 5 horas