domingo, mayo 10, 2020

America


Creo que he escrito demasiados libros y demasiadas líneas de texto para explicar lo que Paul Simon resumió en un estribillo:

Kathy, I´m lost, I said, though I knew she was sleeping
I´m empty and I´m aching and I don´t know why.
Counting the cars on the New Jersey Turnpike...
They´ve all come to look for America, all come to look for America

Y sí, básicamente, ese es el resumen. El viaje, la compañía y el destino. En medio de todo ello, un sentimiento de confusión, de dolor en ocasiones, pero sobre todo una excitación constante.

¿Qué ha variado durante los años? Bueno, para empezar, América no siempre ha estado en el mismo sitio, así que en realidad nunca bastó con coger un autobús y sentarse a fumar cigarrillos. Luego, sobre todo, la compañía. Kathy. Yo me pasé la vida buscando a Kathy y puede que en el fondo, Kathy y America fueran lo mismo. Yo buscaba en mis relaciones sentimentales una compañera de viaje a la que poder decirle "estoy perdido" pero sin decírselo, es decir, aprovechando el sueño.

Kathys ya digo, hubo muchas, pero la que se quedó en el autobús fue la Chica Diploma. Sospecho que a ella le gustaría otra cosa. Que a ella le gustaría llegar. A mí me sigue entusiasmando el camino y la sensación de no saber lo que estás haciendo -"and I looked at the scenery, she read her magazine..."- pero si el camino merece la pena es porque lo estoy recorriendo con ella y simplemente quería que lo supiera, especialmente ahora que tenemos dos enanos dando patadas desde el asiento de atrás.

*

Empezamos a las diez de la noche y acabamos a las tres de la madrugada. En medio, la velocidad, el ping-pong. Eso no lo hemos perdido, pese a los años y la distancia. Somos rápidos y nos entendemos con una mirada, una frase. Es un registro de complicidad al que no es tan difícil volver cuando ya lo interiorizaste en su momento. Rubio, Fer Heads y la Chica Disney. Las videoconferencias llegan justo en el momento de revisión de los momentos pasados en forma de blog secreto... y al poco rato -la primera cerveza- ya te queda claro por qué era todo tan fácil y por qué las noches se alargaban tanto. No necesitábamos nada más que a nosotros. Incluso la música podía cambiar pero si estábamos juntos, bastaba, porque una cosa llevaba a otra y en el fondo lo que no queríamos era despegarnos jamás. Queríamos apurar y apurar y apurar por no tener que decirnos adiós, incluso cuando la mañana empezaba a pasarnos por encima.

Yo no tuve nunca amigos como ellos. Tuve otros y fueron maravillosos, pero no como ellos. Sí, todo el mundo se esfuerza pero no todo el mundo llega a la fase 4. Dudo mucho que yo sea la fase 4 de nadie, por otro lado, así que no me escandaliza decirlo. Puede que sea difícil datar el inicio de esa amistad sin fisuras, el momento en el que alguien -probablemente, Fer- dijo "vamos a ser los Boston Celtics" pero yo creo que, si hubiera que ponerle fecha al pico, al famoso pico, sería el 14 de septiembre de 2013, es decir, el día que me casé con la Chica Diploma, así que no, no son mundos separados ni tienen por qué serlo. Todo es América y en América cabemos todos aunque solo Kathy vista de blanco.

*

A mí me gustaba el sentimiento de comunidad cuando en medio del apocalipsis veíamos que los datos de Italia mejoraban. Hablamos de los tiempos en los que "mejorar" no se daba de suyo. Me gustaba leer entre los números y buscar el que indicara una perspectiva más positiva. Me gustaba dar la buena nueva al mundo, aunque muchos no la creyeran. A mí eso era lo que me gustaba y por eso me puse a analizar cifras y más cifras. España, en rigor, vino mucho después. Hasta que le cogí el punto a España pasó más tiempo porque los datos de España eran incomprensibles. Dos meses después, siguen siéndolo.

Además, el problema de España es que uno lo vive sin distancia alguna. La distancia es esencial para el optimismo en determinadas cosas. España está ahí fuera en la gente sin mascarilla tosiendo en la calle con una sonrisa en la boca justo cuando tú vas a pasar, está en las reuniones clandestinas en las casas de los amigos, está en las visitas a los abuelos, niños de la mano, está en los chicos que se reúnen para hacer un aperitivo clandestino al lado del parque. Los novios que se reencuentran y pasean entre besos. El sexo animal post-cuarentena.

Y todo eso, claro, me deja a mí en una posición muy difícil porque, en medio de esa euforia, mi cometido acaba siendo el contrario: buscar las malas noticias. Buscar la correspondencia en datos de lo que uno ve en el mundo. Igual que el confinamiento de Italia tenía que dar sus frutos aunque fueran escondidos, la irresponsabilidad hace que mires los datos cada mañana con una precaución infinita. Y no mola. No mola nada porque acabas siendo una especie de "grinch" en estas navidades de mayo. Acabas siendo el "aguafiestas", el chico que no baila, el chico con el que nadie quiere bailar, de hecho, porque está pensando en otra cosa y te pisa los pies todo el rato.