sábado, julio 13, 2019

The Lost Weekend XIII. Kid A.


El "Savannah" es un "Waikiki " sin pretensiones. "Our cozy local bar", el único que da al mar en este lado de la costa. Por la noche dan conciertos -entiendo que tocarán "Layla"- pero por la mañana, el sitio está un poco desangelado, ideal para repatingarme en la silla y pedir un descafeinado mientras miro el agua y hablo por teléfono. La camarera se dirige a mí en inglés pero luego lo hace en español al ver lo que estoy leyendo -Joan Didion. "Sur y Oeste". Traducido.- y al final resulta ser italiana, como casi todo el mundo. Percibo una cierta obsesión por la música "chill-out" en la isla, como si quisiera ser Ibiza cuando está claro que su encanto es precisamente no ser Ibiza en absoluto.

No importa, está bien. Casi todo son versiones de canciones al estilo del programa de Bertín Osborne y de vez en cuando algo de música magnética, evasiva, algo que por momentos podría ser un disco de Radiohead. El "Kid A" o el "Insomniac". Knives out, cut him up, squash his head, put him in the pot... He vuelto a dormir mal. Ayer estuve escribiendo hasta la una, en parte porque me quedé a ver repetido el partido de Federer y Nadal hasta la doce. Luego intenté tomarme una copa en un lugar raro que tiene piscina pero hacía un frío horrible, un frío de envidiar, un frío canario, y todo estaba muy oscuro y la gente era muy joven y ningún camarero me quería atender.

Como si ya hubiera empezado el fin de semana y nadie me hubiera avisado.

*

Decido comer de nuevo en la Cofradía pero hoy es todo un desastre. Empiezo a entender por qué el sitio con mejores vistas a la playa está vacío. La música vuelve a no ayudar: si el fin de semana ha traído camareros sobrepasados, también ha traído reggeaton y unos ritmos raros que supongo que será lo que llaman "trap". El pez espada estaba rico, eso sí. En la mesa de atrás, un niño habla de pedos. Debe de tener la edad del Niño Bonito y su madre está embarazada. "Si es una niña, la querrás igual, ¿verdad?", le dice, y él contesta que sí, aunque no muy convencido.

En una de las ventanas del establecimiento han pegado un cartel morado que dice "Lugar seguro para mujeres". Lo dice en serio aunque el camarero se pase la hora y pico silbando a turistas y gritando cosas como "Cada día estás más guapa. Me vuelves loco". No sé si es una táctica para que entren, se sienten y ahí, ya, pues eso, seguras. En el camino de vuelta, la cara me arde. Recordemos que esto es el desierto y que el viento lo marca todo: las noches gélidas y las tardes sofocantes. En la playa, los chicos que hicieron un dragón el otro día, hoy han hecho algo que parece la cara de un niño, aunque también podría ser la de Yul Brynner. Algo rutinario porque todos necesitamos desafiar las expectativas de vez en cuando, incluso Rafa Nadal.

De todos modos, les dejo un euro porque yo sueño con esa vida como la única vida posible en Fuerteventura: la Chica Diploma, los niños y yo, en la playa todo el santo día haciendo esculturas de arena y viviendo de ello. Puede, incluso, que alguno aprenda a tocar la guitarra y entonces, bingo, podremos retirarnos.

*

Mientras hablo con mi esposa se masca la tragedia. Ella tiene la voz resacosa aunque no pueda beber y yo acabo de encender el ordenador. Me está contando la noche que pasó con sus amigas mientras busco el archivo donde estoy guardando mi libro. El problema es que no está. Sigo escuchándola y sigo asintiendo con monosílabos, pero el archivo sigue sin aparecer o, más bien, aparece con una versión antigua que no recoge los cambios de ayer.

Sería una excelente excusa para mandarlo todo a la mierda porque lo de escribir es muy bonito y suena muy bien pero hay que hacerlo, ¿eh? Hay que ponerse frente a la pantalla y sacar diez páginas de la nada, de un montón de ideas vagas que dicen cosas como "(...) se va a Fuerteventura con una pareja de amigos que resulta que son Carlos y Laura". Ah, muy bien, ¿y cómo se supone exactamente que acaban siendo Carlos y Laura?, ¿cómo presento a Carlos y Laura en la escena?, ¿cómo llevo al protagonista de un entierro en Santander a un retiro en Fuerteventura? ¿Qué hago con los demás personajes que he ido inventando?

En una película, el director y el productor pueden matar al guionista diez mil veces, pero en un libro resulta que eso se llama suicidio, y, así, lo más que puedo hacer es dejarme el hígado en esto y no dejar de insultarme cada dos páginas, en plan, "¿pero cómo demonios quieres que haga esto?, ¿cómo se supone que tengo que avanzar?". Todo para, al final, después de treinta páginas sin demasiado sentido (pero muchísimo empeño, que eso quede claro), meter al niño bailando "la danza del culete" y a tomar viento.

Actualización: ha aparecido el archivo. La lucha sigue.