A las ocho y cuarto de la mañana todo es silencio en Corralejo. Saco mi desayuno -yo ya estoy despierto y duchado desde hace un rato- a la terraza y disfruto de un cielo gris con su suave brisa. La felicidad es esto. Odio el verano y sus excesos. Odio el invierno y sus limitaciones. Esto, siempre esto: el viento que acaricia y la promesa de tormenta mientras pongo la lavadora y me tumbo en una hamaca a leer a Pasolini.
En Lanzarote llovía, al menos ese es uno de los recuerdos de mi infancia. Llovía a lo grande y nosotros corríamos, cinco sombras entre la tiniebla rumbo a algún SPAR donde protegerse. Los SPAR ahora se llaman Hiper Dino, excepto alguno que ha resistido con el mismo nombre supongo que para ganarse la confianza extranjera. Tal vez toda esta fascinación por Fuerteventura no sea sino un eco de mi fascinación por Lanzarote, es decir, mi fascinación por la infancia.
Tal vez, sigo pensando que aquí nadie me puede hacer daño.
El libro de Pasolini, por cierto, es excelso. De lo mejor que he leído en años. Más allá de sus referencias deportivas, la sintaxis, el vocabulario, el continuo ir un poco más lejos en el razonamiento. El vitalismo, por supuesto, y sus coqueteos con la estética, que para algo es Pasolini. Cuando uno se lanza a escribir entre signos de admiración cabe esperar cualquier cosa: dioses y bárbaros, de nuevo. Al hablar de Coppi y Merckx, Pasolini dice: "¡No se trata de determinar si Merckx es más o menos grande que Coppi! ¡No son dos pasteles!". Era 1969, la tiranía no había hecho más que empezar. Eso me recuerda que esta tarde juegan Federer y Nadal en Wimbledon.
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Yo no le encuentro ningún placer a trabajar y esto no es ninguna obviedad: hay quien necesita trabajar y le tiene un verdadero horror al vacío. Por eso mismo, creo que la etiqueta "workaholic" me encaja de maravilla: habitualmente, un alcohólico no encuentra ningún placer en lo que bebe. Así, en la hamaca duro lo justo, y ya estoy aquí escribiendo y escribiendo. Puede que alguien entienda que eso no es trabajar y los Dire Straits le darían la razón: "That ain´t working, that´s the way you do it", solo que sin chicas y sin dinero.
Ayer acabé mi primera canción de este fin de semana perdido y mi primer poema. Terminé de escribir el undécimo post en once días y llegué a la página diez de algo que podría ser una novela pero que probablemente se quede en un borrador larguísimo, un ejercicio sin más (en algunas cosas, no aspiro más que a becario). Cuando hablo con la Chica Diploma por teléfono, me dice "no sé cómo te cunde el tiempo para tanto", que es su manera de decirme: "No te agobies, no te exijas, soy perfectamente consciente de que no estás ahí tocándote las pelotas".
Que, por otro lado, no sé qué habría de malo en estar aquí tocándose las pelotas. Voy a morir joven y me lo tendré bien merecido por no hacer caso y no aprovechar del todo la vida. Por no aceptar el "bien, otra vez", no escuchar a Nietzsche y empeñarme en ser tan camello, incluso en tierra de dromedarios. Tampoco es que a Nietzsche le fuera mucho mejor (de Pasolini, ni hablamos), pero hay en ellos un compromiso con la vida que a mí me falta o que he ido perdiendo. Un amor irredento que ha acabado convertido en rutina de funcionario.
Funcionario en San Junípero, que a veces hay que joderse con lo que uno tiene que leer, pero, en fin, ya me conocen... La tormenta no llega y yo me impaciento.
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También en el libro de Pasolini: "(...) Esta velocidad ha creado un nuevo y gran jugador: Capello. Cuando Capello -según el mito del juego a la italiana, Meazza- Rivera- iba al trote o al medio trote, era un buen jugador y nada más. Ahora se ve obligado a correr, y mucho, de modo que se ha convertido en un gran jugador. Y ello porque ha demostrado que tiene buen toque en velociad (mientras que, antes, el toque era flojito
naturaliter). El secreto del juego moderno, en el plano individual, es la precisión máxima a la máxima velocidad: correr como loco y ser, al mismo tiempo, estiloso. Esto es lo que ha sucedido a Capello". Es decir, el Milan de los noventa.
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He estado buscando excursiones para ver OVNIs pero sorprendentemente no he encontrado nada. Supongo que hoy pasaré el resto del día en casa.