A falta de veinte segundos para el final del partido, Turquía vence por un punto de diferencia (61-60), pero el tiro de Ilyasova no entra y Rudy Fernández coge el rebote. Si España agota la posesión y consigue anotar, ganará el partido. ¿Qué hace Rudy? Se va como loco a por la canasta contraria en plan "no son gigantes, son molinos" como si quedaran unas décimas y la penetración suicida acaba milagrosamente en saque de fondo a favor de España.
Sergio Scariolo pide tiempo muerto a falta de doce segundos y ordena jugada.
Aquí es donde empieza el caos: Scariolo afirma que eligió la jugada al ver el cinco que sacaban los turcos. Bien, pero ese cinco lo sacarían justo después del tiempo muerto, es decir, con los jugadores españoles ya saliendo al campo. ¿Cuándo planeó la jugada?, ¿cómo la explicó?, ¿alguien se enteró de qué iba? Es más... ¿de qué estuvo hablando el minuto anterior?
El caso es que España, con algunos de los mejores jugadores del mundo en la pista - Rudy, Navarro, Pau Gasol...- decide dársela a Sergi Llull, un excelente jugador de 22 años, que jugaba sus primeros minutos como base desde que debutara en la selección y le pide que machaque en la cara de dos turcos de 2,10. Obviamente, no lo consigue. Aunque lo hubiera conseguido, hubiera dejado en torno a siete segundos de último ataque a los turcos. Un despropósito absoluto, vamos.
Despropósito que va creciendo a los dos minutos, cuando Marc Gasol culpa directamente y en público a Scariolo por la decisión, y de paso deja en evidencia a Llull, su compañero de equipo, que al fin y al cabo fue el elegido y el que falló. Las declaraciones de Marc fueron lamentables, no por lo que dijo, que era exactamente lo que todos pensábamos sino porque la regla número uno de un deportista es que nunca se ataca fuera del vestuario a un compañero o a tu entrenador.
A la mañana siguiente, la FEB convoca una rueda de prensa de esas de "no sé de qué estáis hablando, aquí todo el mundo está unido y haciendo piña" y Scariolo justifica su decisión: "Llull estaba con Ilyasova y de hecho le rompió en el primer paso". Sí, claro, pero lo de machacar delante de dos maromos no lo explica. Y lo de dejar el último ataque a Turquía, tampoco.
En fin, resumamos la situación que vive España, con algunas posibles claves, dentro del estupor generalizado y el cual comparto:
1) El equipo está muy mal preparado tácticamente. Cualquier rival que sepa hacer un pick and roll decentemente va a tener un tiro solo, que luego puede meter o no. En ataque, todo es "sálvese quien pueda", no hay bases que dirijan, no hay rotación de balón, no hay confianza en el pase, no hay jugadas... No parece que se haga ningún
scouting digno de ese nombre del equipo contrario, ni que interese. Las alternativas en defensa siempre van a peor, se defiende sólo con instinto y a menudo no basta. El entrenador no tiene ninguna autoridad sobre un grupo que claramente se le ha ido de las manos, lo que nos lleva a...
2) Scariolo es un buen entrenador. En la ACB lo ha demostrado sobradamente. Sin embargo, no encaja en este grupo, no sabe qué demonios hacer. La propia elección de jugadores fue un desastre: se lleva a cuatro bases y un total de seis jugadores "pequeños" para dos puestos. Incluye a dos aleros -Mumbrú y Claver- que no juegan ni un minuto y deja solo cuatro grandes para los puestos de dentro: Garbajosa, en el ocaso de su carrera, Pau Gasol, inmediatamente lesionado -sin que eso alterara el plan previo de Scariolo, es más, la elección de Llull se produjo después de la lesión de Pau-, Felipe Reyes y Marc Gasol. Resultado: descontrol en ataque y en defensa, imposibilidad de cambiar con sentido, inferioridad manifiesta en el juego interior, y perplejidad ante la decisión de dar toda la responsabilidad a Ricky Rubio, con sus 18 años, para ganar un Europeo, como si los regalaran...
3) Porque hay que recordar que la consigna del presidente de la FEB, José Luis Sáez, fue "todo lo que no sea ganar el oro será un fracaso". Sáez es un personaje curioso y difícil de juzgar. Su gestión admite pocos "peros" en términos de resultados: no sólo la selección absoluta masculina y femenina son asiduos de los podios europeos e incluso mundiales, sino que las categorías inferiores funcionan incluso cuando las entrena Orenga. Sin embargo, muestra un empeño desmedido por acaparar protagonismo, cenar mucho con el Secretario de Deportes, con el director del Marca y con el redactor jefe del As.
El cisma que provocó su decisión de apartar fulminantemente a Pepu Hernández antes de los Juegos Olímpicos por un claro cruce de egos lleva latente más de un año dentro del mundo del baloncesto. Por supuesto, Sáez siempre tendrá quien le baile el agua, por su facilidad para las relaciones públicas, pero la evidencia es que desde que Pepu no está, España no juega a nada. No jugó a nada con Aíto en las Olimpiadas, pero el talento y el inmenso respeto por el mejor entrenador de la historia de España sirvió. Ahora, con Scariolo, los jugadores pasan de todo.
4) Presidente-jugadores. Hay un extraño olor a cerrado en torno a la selección española. Olor viciado. Olor a Garbajosa y Raúl López. Da la sensación de que nadie exige a estos jugadores. El caso citado de Marc Gasol es bastante representativo. No se les exige desde el punto de vista físico ni táctico. Lo que es peor: no se exigen a sí mismos. Todo el mundo les dijo que iban a ganar solo con presentarse y se dedicaron a hacer anuncios por el día y jugar a la Play Station por la noche. Nadie levantó la voz, al contrario, "qué buen grupo humano son", decía todo el mundo.
Sí, sí, las guerras de almohadas están muy bien, pero ese grupo jugó bien al baloncesto porque estaba bien preparado, en condiciones físicas y con un buen concepto táctico y de equipo. Ahora, no hay nada de eso.
5) ¿Qué nos cabe esperar? Cualquier cosa entre el oro y la eliminación en octavos. España no es que pierda, ya lo dije hace unos días, es que juega horrorosamente mal al baloncesto para el talento que tiene. De ahí que sea imposible decidirse: puede que el talento se abra camino hasta la final y la gane, puede que la desidia no pueda ni con Polonia y nos vayamos a casa, a la espera de que la FIBA nos invite al Mundial del año que viene.
Habría que pedir cosas muy básicas: respeto al entrenador, por malo que sea, esfuerzo colectivo, rigor táctico y desde luego no tirarse los trastos los unos a los otros sino aceptar las victorias y las derrotas como algo común.
Porque otro entrenador y otro presidente ya es imposible a estas alturas, y Fran Vázquez y Sergio Rodríguez, dos jugadores que extrañamente renunciaron a entrar en este grupo y que nos vendrían de perlas, tampoco van a volver... así que tiremos para adelante con lo que hay.