miércoles, septiembre 09, 2009

La violencia pija de Pozuelo


Si en este país preguntaras por el dinero, la mayoría de la gente respondería que no es lo importante. Hay una larga tradición de desprecio al dinero y elogio de la felicidad, la amistad, el amor, la familia... Por eso, me extraña que siempre que hay un problema todo el mundo recurra al dinero como explicación o como agravante o, por supuesto, como excusa para un comportamiento impropio. Al Qaeda mata en nombre de Alá y contra la civilización moderna occidental, con sus derechos humanos, su igualdad de la mujer y todas esas cosas que ofenden al Libro según su interpretación literal... y aquí decimos: "Claro, como son tan pobres...".

Sí, Bin Laden y el jeque de Arabia Saudí. Dos indigentes.

Cuando se han conocido los desmanes de Pozuelo -el absurdo de Pozuelo, ese absurdo etílico de "tomemos por las bravas la comisaría"-, todo el mundo ha esbozado una media sonrisa: "Ay, estos pijos...". Claro, si no fueran pijos se entendería. Si realmente fuera una protesta popular en contra de las injusticias del lumpen, entonces quemar contenedores y asaltar comisarías tendría un pase. Pero no. Eran los pijos. Y como eran pijos, pues nada, ahí nos quedamos en el análisis.

¿Y si no fueran pijos? De acuerdo, Pozuelo es el municipio de Madrid con más renta per capita, bla, bla, bla... pero igual los hijos de los millonarios no hacen "botellón", o igual lo hacen pero no asaltan comisarías. O igual hay otros menores que lo hacen con ellos y no comparten su estatus social. ¿Todo esto es tan improbable? En algunos artículos, se habla de "sharperos". Los "sharperos" son skin-heads (al menos en mi época) que se definen como de izquierdas, aunque su ideario en realidad es un antifascismo fascista y totalitarista y es imposible distinguirlos de los skinheads patanegra, es decir, los de Bases Autónomas y Zapatero al paredón.

Los SHARP pueden ser ricos o pobres. Yo conocí a bastantes SHARP ricos, o de familia rica. No de Pozuelo, pero de Serrano, ahí queda eso. Los conocí pobres. No creo que su situación económica tenga nada que ver con lo que sucedió en Pozuelo, fueran ellos responsables o no,  que, claro está, no lo sé, esto es solo un ejemplo basado en testimonios.

La violencia no es pija o no pija, es adolescente. Ese es el punto importante que todo el mundo se pierde. Cada año, decía el periódico hoy, 4000 padres denuncian a sus hijos por malos tratos. Hace poco yo comenté aquí que los niños españoles son los más consentidos del mundo, los verdaderos dueños de sus casas. Habría que pensar qué estamos haciendo en esta sociedad para infantilizarnos de tal modo que nuestros hijos sean nuestros padres. Y padres carcas, además, autoritarios y prepotentes.

Sé que parezco un abuelo diciendo esto, pero demasiados jóvenes han crecido al margen de la autoridad: han insultado a sus abuelos, a sus padres, a sus profesores... No han encontrado respuesta a ese reto, así que lo han mantenido. Yo no digo que la sociedad les anime a ello, pero el encanto de esta sociedad por la juventud y su "rebeldía" es de suicidas. ¿Papá no me deja salir? Salgo igual, ¿qué me va a hacer? ¿Suspendo matemáticas o el profesor me echa de clase? Pues le pincho las ruedas o viene papá y se las pincha. Ellos son intocables. No todos, claro, pero demasiados.

No hay responsabilidad, no hay deberes, solo derechos. Una vez llegados a este punto, lo que a todos los demás nos parece una locura -¡una panda de borrachos intenta asaltar una comisaría llena de policías armados!- a ellos les parece algo normal. ¿Qué puede pasarles? Nada. Ni en Pozuelo ni en ningún lado. Ricos o pobres. Da igual. En este caso, da igual. No es que los de ahí sean "caprichosos hijos de papá" es que hemos convertido a toda una generación en "caprichosos hijos de papá", con excepciones, claro.

Las excepciones no estuvieron el otro día en Pozuelo, o si estuvieron, pagaron el desmán de los otros. Se ve en muchos medios la tendencia a "contar la historia de los dos lados". Al parecer, hubo abusos policiales. No es sorprendente. Tampoco es legal. Probablemente, ellos también tengan que pagar por esos abusos. El problema es que ahora no solo tenemos una policía que se extralimita sino un buen grupo de ciudadanos dispuestos a vivir su vida como un videojuego en el que ellos tienen el mando y el resto del mundo se aparta.