Por supuesto, la selección española de baloncesto es el mejor equipo de Europa y probablemente del mundo FIBA. Por supuesto, nos han dado tantas alegrías en estos tres pasados años -tres finales en tres campeonatos distintos- que molerles ahora a palos y bajarse del autobús para tirar piedras sería algo injusto y ventajista.
Otra cosa es que tengamos que negar lo que vemos y no analizar las causas del pésimo partido ante Serbia como debut en el Eurobasket 2009, o algunas de las que se me ocurren.
De entrada, el equipo parece vivir en una situación esquizofrénica. Por un lado, se vende la tranquilidad, el buen rollo, la pocha, la amistad, el veraneo con los amigos... y por el otro se exige el oro europeo, algo que no se ha conseguido jamás en la historia, con palabras algo gruesas como las del propio presidente de la FEB: "Cualquier cosa que no sea el oro, sería un fracaso". El resultado es el miedo y la indecisión. El equipo quiere parecer natural y divertido pero siente la presión y se queda a medias en cada jugada. Habría que ver cuántos sistemas se completaron en la lamentable primera parte, anotando sólo 23 puntos en 20 minutos ante un grupo de edad media de 22 años.
El buen ambiente es algo necesario, pero buen ambiente con sacrificio. Hoy no ha habido mucho sacrificio en la selección. Ha habido unas caras de pánico tremendas desde el principio, desesperación y patadas a las vallas publicitarias. El porcentaje en el tiro lo dice todo: no había confianza, se sentía el miedo al citado fracaso.
Honestamente, parece un equipo poco trabajado. Ya lo estaba el año pasado. Parece un equipo al que se le exige poco desde dentro y al que los seleccionadores, desde el despido fulminante de Pepu, no acaban de hincarle el diente. Aíto logró la plata olímpica en un memorable partido ante EEUU después de sufrir como perros ante Alemania, ante China, ante Lituania en una semifinal agónica... El equipo ganaba pero no jugaba bien. Es más, jugaba muy mal, muy espeso.
Me gustan las plantillas que son equipo pero no me gustan las camarillas. Ni los caprichos. Nadie entiende que juguemos con cuatro bases, por mucho que Scariolo se empeñe en jugar con uno de ellos de escolta, como es el caso de Llull, lo que lleva a Navarro a la posición de tres, a los pivots a hacer ayudas y a todo el equipo rival tirando solo en cuanto mueven el balón. Son fallos demasiado obvios en defensa y en ataque, simplemente, no hay paciencia. Rubio está desoladoramente superado en este momento, con una cara de infelicidad constante, un ritmo apático, unas decisiones suicidas... López y Cabezas no tienen sitio en este equipo más que como colegas y lo mismo se puede decir de Garbajosa, cuyo arrastrarse por las pistas como muestra de lealtad a la FEB no ayuda en nada a poner un digno fin a una grandiosa carrera.
Curioso que nadie se atreva a comentar el hecho de que estos tres jugadores formaban parte del club al que entrena Scariolo cuando se hizo pública la lista definitiva.
El equipo tiene talento y doy por hecho que tiene ganas, pero unas ganas muy abstractas. Unas ganas cansadas y apáticas. El tipo de ganas de "quiero una cerveza, pero no sé si tengo fuerzas para levantarme a la nevera". Claro que todos los chicos hacen un sacrificio yendo cada verano a la selección, pero la prepotencia de los medios y la Federación empieza a irritarme mucho. El oro, dicen. De entrada, ganemos el primer partido, prestemos algo de atención a los rivales, no los tratemos como meros comparsas.
España puede ganar todavía el Europeo, claro que sí. Para eso tiene que bajar un poco a la tierra. Bajar mucho, desde muy alto, desde la plata del Olimpo. Física y mentalmente. Hacer ese esfuerzo en defensa y rebote que lleve a transiciones rápidas y tiros cómodos. Ante Serbia, el equipo parecía agotado, incapaz de parar las transiciones rivales e incapaz de iniciar una sola propia que no acabara en uno contra dos y tapón. En estático, hay que jugar con la gente de dentro, y solo a partir de ahí buscar tiros solos. No puede ser que un base -el inefable López- bote la bola quince segundos para pararse en la línea de tres y tirarse una mandarina sin que nadie más toque el balón.
¿Dónde está la alegría, la compenetración, el compañerismo, el sacrificio para encontrar la mejor posición? ¿Dónde están las órdenes del banquillo? ¿Quién se impone ahí con la espada de José Luis Sáez cerniendo amenazante sobre el cuello? Puede que Serbia esté ante una transformación histórica. Sin duda, esta generación va a ser insultantemente buena y eso se veía desde hace años. Otra cosa es que pasen por encima así al Campeón del Mundo. Un campeón con esas ínfulas.
Yo quiero que España gane. Que gane mañana y los demás días. Pero no quiero un equipo que caiga mal, y este equipo me empieza a caer regular, qué quieren que les diga. No ya el equipo, el entorno. La prepotencia, decía.
Se trata de hacer Historia no de creerse la Historia, sin más, y pretender que los demás se hagan a un lado.