Por supuesto, cuando mire los números, Federer tendrá motivos para desesperarse: ganaba 5-4, 30-0 con su servicio en el segundo set y acabó perdiendo 7-6. Tuvo un 15-30 sobre el servicio de Del Potro cuando restabaa para llevarse el partido en el cuarto. Su porcentaje de primeros servicios fue inaceptable, rozando el 50% por abajo y acumulando ocho dobles faltas en los dos primeros sets. No sólo eso: perdió hasta 17 puntos de break (5 de 22), la mayoría en momentos clave del penúltimo set.
Los números muchas veces camuflan las sensaciones: la realidad es que Del Potro fue mejor, y no porque Federer jugara un mal partido -dejando a un lado los problemas de saque, claro- sino porque el argentino estuvo deslumbrante física y anímicamente.
Abandonado por su primer servicio durante los cinco sets, Federer tuvo que batallar cada punto, correr de esquina a esquina, buscar golpes imposibles, tratar de llevar la iniciativa ante un jugador que, precisamente, te impide coger ritmo con sus derechas a la línea. No le fue mal al suizo, estuvo a dos puntos de ganar el partido, pero por ejemplo en los tie-breaks el problema del saque se hizo patente: no tuvo puntos gratis. Cuando Del Potro metía el primero, un obus, lo completaba con otro obús de derecha para acabar la jugada fácilmente. Federer sufría.
Sufrió en el primer set, aunque Del Potro estaba demasiado nervioso para darse cuenta. Sufrió mucho en el segundo, incluso cuando se adelantó con un 2-0 de salida y tuvo varios puntos para el 4-1 y saque. Sufrió hasta el punto de que, llegados ya al 5-4 y 30-0 no fue capaz de meter un solo primero y acabó cediendo el break desbordado por los palos del argentino, que se paseó después por el tie-break.
El tercer set fue más de lo mismo: Del Potro ganaba o perdía. Se jugaba todos los golpes con una eficacia asombrosa. De hecho, se puso 4-3 y saque... y entonces se le fundieron los plomos a él: derechas largas, golpes demasiado complicados, reveses a la red... quince minutos después, Federer le había roto dos veces -la segunda, la que le dio el set, tras dos dobles faltas del joven argentino- y ganaba dos sets a uno.
¿Qué nos podía deparar el cuarto set? Federer nunca había perdido una final de Grand Slam en la que ganara dos sets a uno. Ni siquiera una semifinal en los últimos seis años y pico. Del Potro venía del episodio de las dobles faltas y pareció renquear al principio de la manga. Cedió puntos de break con 1-0 y 2-1 para Federer, que hubieran decidido el encuentro. Los solventó maravillosamente bien. Es cierto que Roger perdió muchas oportunidades, pero también es cierto que, en rigor, casi ninguna fue una "oportunidad": Del Potro lo impidió.
Fue Juan Martín el que quebró para ponerse 3-2 y luego 4-3... y entonces se repitió la historia: break de vuelta para Federer, servicio cómodo del suizo y presión para el argentino: 15-30, a dos puntos de la derrota, el escenario favorito del número uno. Delpo no se rindió. Cosió a derechazos a su rival y se llevó el juego. En el tie-break, una doble falta de Federer le abrió un camino que no dudó en atravesar hasta el final: dos sets iguales después de tres horas y media de partido. Estábamos, sin duda, ante un clásico: dos potencias de la naturaleza jugando un tenis agresivo, de ataque y lleno de puntos ganadores.
Los quintos sets de Roger son impredecibles: ante Nadal, en Australia, se vino abajo cuando era él el que había remontado. También perdió en Wimbledon, casi de noche, en aquel mítico 9-7 de 2008. Por otro lado, le ganó al propio Nadal en Londres en 2007 y aún está reciente la final contra Roddick en la que aguantó y aguantó hasta llevarse 16-14 la quinta manga...
Esta vez pareció desanimado y superado, dejando a Del Potro el control absoluto del partido. Incapaz de hacer nada con su saque, el suizo se vio pronto dominado 3-0 y, aunque tuvo algún punto de break que para variar no pudo aprovechar, su resistencia fue más bien escasa. Había poco que hacer, la verdad: el argentino estaba en racha, imparable, rompiendo la bola cada vez que le llegaba de derecha o de revés y subiendo el porcentaje de primeros hasta casi un 70%. Defendió sin problemas su servicio para ponerse 4-1 y luego 5-2. Sobre el servicio de Federer tuvo un 15-40, pero el suizo se defendió y llegó a tener una ventaja. No la aprovechó. Al minuto volvíamos a estar con pelota de partido para Del Potro.
Y Del Potro no falló.
Algo me dice que tenemos campeón para rato, aunque lo mismo se decía de Safin cuando ganó a Sampras en 2000. A Federer hay poco que reprocharle. Sinceramente, pienso que, ante cualquier otro, Del Potro habría ganado 6-3, 6-3, 6-1 o algo así. Un año con dos Grand Slams, dos finales y dos hijas es un gran año para cualquiera. Simplemente, el talento se va abriendo camino.