viernes, septiembre 18, 2009

Atom Egoyan, Brad Pitt, Woody Allen y los infames bastardos



Zumo de naranja en el María Cristina esperando la llegada de Brad Pitt, observando a la gente guapa y ojeando el "quién y dónde", que este año se hace un poco raro, porque el domingo ya me vuelvo, una novedad importante con respecto a anteriores ediciones. Alguien habló de una fiesta sin invitación. La fiesta de una película, pero no sé de cuál. ¿Fernando Trueba? Ni idea.

La clásica fiesta de bienvenida a acreditados será privada este año, dicen. Más privada, quiero decir. Irán acreditados pero solo los VIP y será en el Bataplán. Supongo que eso quiere decir que estarán los grandes de verdad, empezando por Pitt, y sería de un gusto horrible que las castas se mezclaran. Yo tampoco tengo muchas ganas de fiesta, la verdad. Cuando uno es joven quiere pelis y fiestas, luego coge el tren pensando "bueno, lo importante son las pelis" y cuando llega aquí concluye: "con estar en San Sebastián me basta, todo lo demás ya va regalado, no hay obligaciones, esta es la ciudad más bonita que he visto jamás". Momento en el que la cámara se rompe.

Ola de frío, en cualquier caso. Frío y lluvia. Todo el mundo sabe que hay cosas que se me dan bien pero la que mejor se me da es ponerme enfermo, así que ese parece un objetivo razonable. De ahí los insistentes zumos de naranja.

He apadrinado a un chavalín vallisoletano. No sé cuántos años tiene, pero creo que menos que 18. Ha venido solo un par de días para ver a Quentin Tarantino. Ha pillado entradas para el pase de esta noche y quiere verle. Creo que alguien así merece al menos un apoyo, le he enseñado los posibles huecos en el Kursaal y el María Cristina y le he dejado claro que lo mejor es no esperar nada. Sobre todo si no eres ni mayor de edad. Parecía tan contento cuando nos colamos en la rueda de prensa de Atom Egoyan... eso para los que dicen que solo pienso en mujeres todo el rato.


Por cierto, mujeres, un tema recurrente en la filmografía de Atom Egoyan, y la última de ellas Amanda Seyfried, perturbante semi-lolita que se cuela en el matrimonio de Julianne Moore y Liam Neeson en la película "Chloe". Una belleza de las que descompone y que está ahí no solo para inquietar al espectador sino a los demás personajes, en un ejercicio sobrio de realización por parte del canadiense de origen egipcio. Suspense, sexo, buenas actuaciones, metraje medio... he aquí una candidata a la Concha de Oro desde el día uno.

Planes para la tarde, aparte del costipado, que vendrá solo con posibilidades de mutación a Gripe A (recuerden, soy grupo de riesgo): rueda de prensa de Tarantino y Pitt en el Kursaal -por cierto, ¿"infames bastardos" no hubiera sido mucha mejor traducción del título, sin ser del todo precisa?-, película de Fernando Trueba en el Principal y corriendo para el pase de noche de "Whatever works", de Woody Allen, cortesía de Lara.

¿Luego? Luego, ya veremos.