domingo, septiembre 06, 2009

Funny people (Hazme reír)


Dejemos a un lado la triste traducción del título al español, absolutamente innecesaria y expliquemos exactamente por qué uno sale tan cabreado de la sala del cine Ideal donde acaba de ver la película en cuestión.

¿Es horrorosa? No.

¿Adam Sandler se pasa de gracioso? No.

¿No hay puntos buenos? Los hay.

¿Entonces?

Entonces, resulta que la primera hora y media es realmente soberbia y eso cabrea. Cabrea que se haya conseguido hacer una hora y media de película divertida, con chistes buenísimos, con un trasfondo interesante, relaciones inquietantes y a la vez cómicas, grandes interpretaciones destacando la del propio Adam Sandler, que se parodia a sí mismo y lo hace extraordinariamente... y que después de todo eso el guionista y el director la caguen con una última hora tediosa, lenta, innecesaria, centrada en una trama -no adelantaré nada- que no interesa al espectador.

Parece mentira que esta gente de Hollywood hagan estudios antes de los estrenos y que nadie haya comentado que toda la hora final, a partir del giro que en realidad debería ser el último giro, es completamente absurda, forzada y prescindible.

Hacer una película de 140 minutos cuando la puedes hacer de 85-90 y redonda me parece un ejercicio de torpeza.

Con todo, bueno, quizás merezca la pena verla aunque solo sea por la primera hora y media, que, insisto, a mí me pareció sencillamente prodigiosa: un humor de stand-up comedy, muy televisivo, quizás, pero brillante. Diálogos rápidos e ingeniosos y una historia en absoluto superficial sin necesidad de sacar todas las miserias y sacudirlas en el balcón. Sutil, en una palabra. Un cómico que descubre que tiene una enfermedad potencialmente fatal y decide contratar un ayudante, también cómico pero comenzando, para que le ayude un poco a todo.

Los problemas y servidumbres de la fama y la emoción y el anhelo del que quiere llegar y lo ve un poco más cerca. ¿El qué? Quizás no hacía falta explicarlo, solo mostrarlo. Quizás bastaban 90 minutos, no 140. Alguien decidió lo contrario.