De entrada, debo reconocer cierta perplejidad ante la actuación de Real Madrid y Barcelona en la Liga y competiciones adyacentes. Ayer pude leer varias veces que los dos habían solventado sus partidos ante Tenerife y Málaga, "gracias a su superior pegada". Hombre, hombre... lo del Madrid fue pegada porque tiene que serlo, pero el Barcelona tuvo el 67% de la posesión y su rival no tiró ni una vez a puerta. Eso más que pegada es aplastamiento puro y duro.
Vayamos por partes:
- El Madrid juega regular y en ocasiones mal. En la primera parte del partido ante el Tenerife fue manifiestamente inferior. Los canarios, recién ascendidos y en el Bernabéu, tocaron el balón, buscaron las triangulaciones, pasaron buena parte del tiempo en campo rival y solo su incapacidad de crear verdadero peligro de gol les impedió irse con ventaja al descanso. Incluso en la segunda parte, en la que el Madrid marcó tres goles y tuvo otras dos oportunidades más que decentes, el Tenerife siguió dominando la bola, dejando al Madrid el recurso del contraataque.
Jugar al contraataque en tu casa ante el Tenerife es un poco triste.
No hay un juego digno de ese nombre en el Madrid. Todo consiste en que uno coja la bola e invente una jugada maravillosa. Lo pueden hacer. Lo puede hacer Cristiano, lo puede hacer Kaká, Benzemá, incluso Guti o Xabi Alonso... pero juego de equipo... no existe. Algo parecido a lo que pasaba con Juande Ramos, con esa capacidad brutal de ganar y ganar y volver a ganar juegue quien juegue y sin que importa cómo juegue.
Con todo, al Madrid hay que reconocerle un mérito: con un entrenador nuevo y al menos cuatro jugadores decisivos recién incorporados, gana los partidos. Eso no es nada fácil, quiero decir, el artículo no pretende ser crítico ni con Pellegrini ni con el Madrid: me parece que juegan a lo que pueden jugar ahora mismo con el nivel de compenetración que se puede tener después de un mes de entrenamientos, por mucha calidad que se tenga. 21 goles a favor y 4 en contra en 5 partidos. Eso es bastante brutal.
Puede que el juego cambie a algo más asociativo y de mayor posesión, aunque el perfil de los jugadores fichados -ya lo dije en verano- no invita a eso. Tanto Kaká como Cristiano como Benzema se sienten más cómodos en la arrancada y la potencia. Recibo atrás y acabo poniéndola en la escuadra. No digo que eso sea fácil, todo lo contrario, simplemente eso no siempre ocurre y no sé si el Madrid tiene preparado un plan B.
- En cuanto al Barcelona, me parece prodigioso que siga manteniendo la misma fuerza mental para concentrarse 90 minutos por partido después de haberlo ganado todo el año pasado. El equipo se vio sometido a una presión descomunal con la exigencia del triplete. Física y mental. La obligación de ganar cada partido de liga para que el Madrid de Juande no se acercara, la constante erosión de los medios de comunicación propios y ajenos, aquella semifinal de Champions agónica, las distintas finales...
Después de superar todo eso con éxito y apenas dos meses después, el equipo estaba jugando la Supercopa de España y la de Europa. Dos competiciones que
debía ganar: era el favorito aplastante. Pues bien, las ganó. Con un juego parecido, menos contundente, pero parecido: posesión constante del balón, juego asociativo, internadas de los laterales por la banda y sobre todo una presión descomunal en todo el campo que requiere una concentración prodigiosa: un solo despiste provoca una ocasión de gol clara del contrario.
No solo eso: empieza la Liga con una plantilla claramente corta, con un cambio importante de referencia ofensiva y serias dudas acerca de las decisiones del entrenador y la dirección deportiva... y gana los cinco primeros partidos. 16 goles a favor y 3 en contra. Juega contra el campeón de la Liga Italiana en su casa y le soba el morro, aunque empate a cero. Sin destellos individuales excesivos, con Iniesta aún lesionado, Ibrahimovic en presunto período de adaptación y Messi viajando de continente en continente, el Barcelona tira adelante con los Busquets, Pedro, Jeffren, Keita, Chygrinsky y compañía.
A veces, da la sensación de que da igual quién juegue, porque lo que importa es la colocación y la actitud. ¿Cuánto tiempo durará ese esfuerzo ingente? No lo sé, todo esto, ya digo, me tiene algo sorprendido.
El doble enfrentamiento Rácing- Málaga de esta semana, ambos partidos fuera de casa en una punta de la península y contra equipos más bien aguerridos y extra-motivados me ha parecido bastante representativo: 1-4 y 0-2, en ambos casos con múltiples oportunidades, penaltis no señalados y escasísimas debilidades defensivas.
¿El desenlace? Imposible saberlo. Yo ya digo que no sirvo para las predicciones. El Barcelona juega mejor que el Madrid, eso está claro, pero es que el Madrid no quiere jugar bien. No ha hecho un equipo para jugar bonito sino para marcar goles bonitos, goles de camisetas y televisión china. El Madrid quiere ganar, ante todo. Siempre quiere ganar. Esa voluntad, históricamente, no siempre se ha visto en Barcelona y no sé si este año estará ahí. De momento, sí. De momento, más bien, no hace falta tener ganas, sólo concentración y memoria.
El que quiera ganar la Liga -y los dos, por encima de la Champions, lo que quieren es la Liga- sabe que tiene que sacar 90 puntos o más este año. Eso da margen para cuatro empates y cinco derrotas o algo así... en todo el año, jugando a veces domingo-miércoles-domingo. Mucha presión, mucho cansancio. Creo que los equipos ingleses se están frotando las manos.