El debate sobre la conveniencia o no del concierto de Juanes y amigos en Cuba parte de un error asumido por ambas partes: la música -o el espectáculo, si quieren- hace mejor o peor el mundo. Es una creencia estética y optimista, pero dudosa.
Partimos del lema, algo así como "Por la paz", que es como las folclóricas celebraban el año nuevo en aquellos especiales de TVE de los 70 y los 80. La paz es algo hermoso, por supuesto, pero primero habría que definir qué es "la paz" y exactamente con quien está en guerra Cuba y en qué ayuda que Juanes toque allí para conseguir esa paz.
A nadie se le escapa que para vivir en paz, el pueblo cubano primero necesitaría ser libre. 40 años de paz, decían aquí, ¿recuerdan? La paz siempre ha sido un activo de las dictaduras y el orden establecido. Tú dejas que yo mande, yo te perdono la vida. Desde que el mundo es mundo. Amo y esclavo. Paz.
Por supuesto, ni Juanes ni Miguel Bosé pretendían alabar esa paz de la purga, la cárcel, la censura, el pensamiento único, el espionaje masivo, la militarización de la sociedad y la educación... Ellos pretendían unir al pueblo de Cuba con los demás del mundo. Demostrarles que no están aislados. La paz te asegura muchas cosas pero no la ausencia de soledad. De hecho, cuando decimos "necesito algo de paz" lo que queremos decir es "necesito estar solo un rato", no "necesito que venga Juanes a cantarme". Cuba está aislada de sus enemigos y tiene unas estrechas relaciones con sus amigos o simpatizantes. Como todos.
El rollo este de "salvemos las ballenas" me aburre. El vídeo que circula por Internet de Miguel Bosé amenazando con cancelar el concierto, pero admitiendo que "lo han hecho todo" para satisfacer al régimen, no les deja en buen lugar. El primer paso para esa paz sería la no imposición. Si hubo imposición, no deberían haber titulado así. Deberían haber titulado "Contra la opresión" o algo semejante y explicar en qué han consistido esas cesiones a una dictadura, pero eso queda para los vídeos con móvil, en las ruedas de prensa nunca hay ningún problema.
Por otro lado, las críticas a la actuación en sí son absurdas. Que Juanes toque en La Habana no convierte el día a día de la ciudad en algo más tolerable pero tampoco lo empeora. No perjudica al Régimen pero tampoco lo mejora en ningún aspecto. A la gente le da igual: quieren escuchar a su ídolo y punto, no veo por qué habría que privarles de tal placer.
Los boicots tienen cosas absurdas y tienden a dar importancia a quien quiere dársela y victimizar al que busca culpables ajenos. Juanes toca, Miguel Bosé hace todo lo posible por que el concierto siga y al día siguiente amanece y todo sigue igual. Triste, pero es así. Por supuesto, Castro interpreta a su favor, ¿qué le vamos a hacer? Al menos los que fueron pasaron un buen rato, es de suponer, y eso es lo que cuenta. Si Castro no les jode con esto, les joderá con otra cosa peor.