Último día de proyecciones en Medina del Campo -sí, han leído bien, último día: un esfuerzo más y podrán olvidarse de todo este serial cuanto antes y leer aquí comentarios irónicos y mordaces sobre Rajoy y Juande Ramos, que sé que es lo que les gusta-. Noemí, de organización, me pregunta si voy a ver "Julio César". Sí, voy a verla. Bien, dice, para avisar, porque eres el único. Julio César de Mankiewicz, con Marlon Brando haciendo de Marco Antonio, en pase privado. Estupendo.
Me subo a ver dos de los últimos cortos, "El tiempo prestado" y "Casual", de Aitor Echevarría, y me bajo para mi película con una sonrisa en la cara, pero... ¡horror, una pareja ha profanado mi recinto sagrado! ¡Están viendo la película y ya ha empezado! ¡Cómo pudieron hacerme esto a mí, yo que les hubiera querido hasta el fin! Bueno, falta la primera media hora, pero tampoco importa demasiado: tengo el asesinato en el Capitolio, el discurso de Brando en las escaleras, la guerra civil, los diálogos shakespearianos... Vale.
Me tomo una botella de agua en el Coco´s. Es el cumpleaños de la chica preciosa. 26 años, me dice. Puede que 27, no recuerdo bien. Tengo un inmenso respeto y distancia por las chicas preciosas de los pueblos pequeños. Llámenme cobarde.
A las 8 empieza "La Clase". Tengo una curiosa relación con esta película porque se puede decir que hasta la fecha nos hemos ido evitando con gran éxito. Ella se proyectó en San Sebastián y yo me quedé dormido. Luego estuvo meses pavoneándose en Madrid y yo resistí en mi piso de Tribunal. Pero las críticas eran tan buenas...
Y la película merece la pena. Al público no se lo parece: a mi izquierda Agost y su chica casi se duermen, a mi derecha, alguien bufa. Tres personas aplauden al final, y nadie les sigue. La gente se levanta, diría que enfadada, y se va.
A mí me gustó, pero es que yo soy profesor, claro. Me interesan los claustros, los consejos escolares, la disciplina, las conversaciones con los alumnos, el manejo de situaciones complicadas. Todo eso me interesa porque es mi trabajo y lo reconozco. Pero también admito que dos horas -un curso entero- de clase de gramática francesa con aderezos puede ser demasiado para el espectador medio.
Luego está el problema de la traducción. No ya gramatical sino situacional. En "La Clase" buena parte de los conflictos llegan porque al profesor le tratan de "tú" y eso él "no puede tolerarlo". ¿Tratarle de tú? En España a todo profesor que se precie le pegan los alumnos, luego le pegan los padres de los alumnos y cuando se encuentra con la abuela en el supermercado, le pega la abuela. Interesante el tema de la inmigración y la integración, personaje algo ambiguo el del profesor y el de sus compañeros. Nula intención moralizante, y eso se agradece.
Nadie redime a nadie, pero nadie merece del todo ser redimido. Así es la vida.
Así es el curso escolar.