viernes, abril 10, 2009

El curioso caso de Guillermo Ortiz


Madrid es una ciudad entrañable, con sus turistas blancos y desconcertados: bermudas y paraguas comprado a los chinos, parejas malhumoradas abriendo y cerrando su mapa bajo la marquesina de un McDonald´s.

Un horror estético.

Las calles están mojadas y el cielo, gris. Chispea. Suena "24 Hour Party People" y recuerdo Fuerteventura entre otras cosas. Luego cambia a "Tahita", de Ojos de Brujo. El Desigual de la calle Fuencarral está cerrado pero al lado hay una zapatería abierta y llena de japoneses.

De "Tahita" pasamos a "No need to argue" justo cuando vamos llegando a Gran Vía. La calzada está llena de vallas y podemos pasear por en medio de la calle. Los que estamos, es decir, pocos. Creo que hace demasiado tiempo que no hago este paseo. Me meto en una boca de metro y salgo a diez metros por otra. Ahora estás, ahora no estás. Ahora vuelves a bajar Montera -Devendra Bernhardt, "Pensando en ti"- y ni siquiera hay putas. No muchas putas, al menos. Sólo un par a la salida de unos recreativos. Si han ganado, querrán celebrarlo. Si han perdido, querrán consolarse. Es una excelente lógica comercial.

En Sol, los policías vigilan algo. Quizás sean atracciones turísticas, ellos también, así que hay que cruzar por los pasos de cebra aunque no vengan coches. Las tiendas de Carretas están cerradas. Diría que todas. El Oysho, desde luego. "Rose said, quote, it´s time to make a mess, remind me what it is that I do best". En la plaza de Jacinto Benavente siguen con esos puestos rojos horrorosos -Madrid, ya digo, es una ciudad entrañable, pero no bonita, nunca lo ha pretendido- que no dejan ver la estatua del barrendero.

Quizás hayan quitado la estatua del barrendero.

Sería un error tremendo.

Tras los puestos, los cines Ideal. Cerrados. Diría que es una decepción, pero no estoy seguro. En el periódico anunciaban pases matinales de "El curioso caso de Benjamin Button". A mí me encantan los pases matinales en días festivos. Debo de ser el único y los cines no van a abrir sólo por mí. Lógica empresarial también. Que no se anuncien al menos.

En fin. Me acerco pero el cierre está echado y son menos cinco. No hay esperanzas. Paso al lado mirando los carteles sin gafas porque chispea más y se me llenan de gotas. Hago como que no. Como si no se me hubiera ocurrido ir al cine yo solo un Viernes Santo a las 12 de la mañana. Qué va. No, pasaba por ahí, simplemente, y me he acercado a mirar qué pelis echan. Sólo eso. Algo inofensivo.

Bajando hacia Tirso de Molina suena "Everything in its right place", de Radiohead, y me pregunto qué edad es el límite para poder ser un "Kid A". ¿Un chico de 32 años es un chico o es un hombre? ¿Y qué quiere decir eso?