La mañana empieza regular. Y quien dice la mañana dice la semana, claro. Me levanto pronto para conectarme a Internet y actualizar repetidas veces una página de telentradas. Sin resultado. Me ducho. La televisión repite el mismo reportaje en distintos lugares: parece ser que nieva. Los reporteros tienen una cara de frío que no se merecen. Sufrir por una noticia ya es una putada, pero sufrir por dar espectáculo...
Bajo al cajero. Tampoco tienen las entradas. Todavía, entiendo, porque ni siquiera aparece la opción. Faltan cinco minutos para las diez. Doy una vuelta a la manzana y vuelvo a entrar. Las diez y cinco. Me he excedido un poco. Una señora, como en las películas, ocupa el cajero y llama por teléfono desesperada y le niegan unas entradas -otras entradas- y repite la operación mientras se forma una cola imponente detrás de ella.
Cuando consigo volver a meter la tarjeta, son y 10 pasadas. Las 10,10. Las entradas llevan 10 minutos a la venta y no es REM, no son The Killers, no es el Eurobasket, así que...
Ahí están: "La Casa Encendida". "Vetusta Morla". "Número de entradas"... y el mensajito: "No hay disponibilidad". Caramba. Una pesadilla recurrente. Subo corriendo a casa y me conecto. Doy a actualizar otra vez. Ahora sí hay mensaje: Patio interior, Casa Encendida, sí, todo eso me lo sé... 22,00 horas, 18 de diciembre... vale... Completo.
Lo imaginaba.
Llamo a LCE. De entrada, las líneas están saturadas. Espero un par de minutos. Hablo con una chica de lo más amable. Le explico y ella me explica a mí. Nada que hacer. En dos minutos se agotaron -esa es su versión, hay quien dice que salieron directamente agotadas, pero yo la creo-. En el patio de LCE caben unas 150 personas. Quizás exagero. Es Navidad, último día de clase y cuesta 3 euros. Tiene su lógica. Quizás algún promotor debería darse cuenta de lo que está pasando y programar en otros lados.
Términos medios entre La Cubierta de Leganés con Antonio Orozco y La Casa Encendida delante de diez decenas muertas de frío. Sería de agradecer.