martes, diciembre 09, 2008

Almería en Corto VIII. El avión retrasado


La tristeza de marcharse. Seguro que la reconocen. No sé cuántas habitaciones de hotel guardan ustedes a sus espaldas. No sé cuántas habitaciones que han sido como casas unifamiliares. No sé si ustedes viajan solos o no lo hacen nunca o si lo hacen es sólo por negocios. Yo adoro viajar solo y alojarme en hoteles en oferta y el último día ir recogiendo calcetines, calzoncillos, camisas que no me puse nunca, algún jersey de sobra, el cepillo de dientes y el secador de pelo.

El cargador del móvil, el del portátil, el módem de Vodafone, el libro de Tony Clink que no acabaré de leer jamás.

La tristeza del ascensor y la sonrisa de los recepcionistas de NH. Almería, a la salida. La estación a la vista. El delicioso restaurante-asador argentino sin neones. Yo giraba a la derecha, me metía por un patio, daba la vuelta a una rotonda, cogía la calle hasta la Rambla y luego me metía en Cesare Augusto a comer o seguía hasta el Molly Malone a tomar un café y ver el fútbol antes de subir tres plantas, saludar con efusividad a Elena, o a Miriam, o a Óscar o a Sammy y recoger mi invitación, ver mis cortos, charlar sobre el cine uruguayo y su gusto por la incomunicación (véase "Buen viaje")...

Esta vez no, claro. Esta vez, mochila y maleta, espero un taxi que me lleva hacia el mar. Almería ha sido una ciudad de mar, cine y dolores variados. Un viaje algo esquizofrénico en muchos sentidos, en el que no todo lo que se ha dicho aquí ha sido del todo cierto, como es habitual. Supongo que por eso me da más pena marcharme, por aquello de que "lo que no me mata me hace aún más fuerte" y yo empezaba a sentirme más fuerte y ayer estuve a punto incluso de irme de fiesta por la noche.

Pero más días en Almería hubieran sido un desastre para mi dieta. He debido de ganar un kilo, quizás un kilo y medio. Qué horror. Con lo que luego cuesta...

En fin, taxi hacia el mar -no reparé en el mar a la ida- y un control de seguridad exagerado, de los que provocan que hasta las monedas de 1 céntimo suenen y acabas con el cuerpo en T y un señor pasando un detector como si salieras de Chernobyl: una bandeja para el portátil, otra bandeja para el resto de las cosas. Debería de salir en quince minutos pero aún no hemos embarcado. En las pantallas pone "Retrasado/Delayed". Es curioso, porque esto mismo lo estaré explicando en inglés dentro de cinco horas. Si llego. Si no llego, sería terrible. O no.

He estado pensando que voy a hacer un montón de cosas que me apetecen. Puede que mañana me quiera ir y puede también que mañana sea la vida y que mañana no exista mañana.