Otra vez el NH Belagua, igual que hace un año, más o menos. El mismo cruce por Vía Augusta hasta los cines Bosque donde vi "Rec" tapándome la cara con el cartón de las palomitas. Gran de Gràcia al fondo. Mañana, el Astrolabi. Sandra me espera en media hora en la recepción y luego vamos a Esplugues a ver a Dani Flaco. Un eterno retorno de lo mismo.
Pero algo cambia y ese algo soy yo, claro, y esto no es una perogrullada heraclítea sino que es así: incluso cuando cruzo el paso de cebra no me reconozco, y no me refiero a los cinco o seis kilos de menos, sino a todo lo demás: a la falta de urgencias, a la tranquilidad, al trabajo bien hecho pero ya finalizado, a no tener que vender nada, como con aquel libro, a que las citas sean pocas pero efectivas, a que la habitación superior esté de oferta y tenga una de mis clásicas camas de matrimonio para mí solo.
Siento decepcionarles, señores, soy un tipo solitario.
Viajé en AVE. Tuve una sensación extraña: la de tardar 10 minutos desde mi casa hasta el medio de transporte. Todo deprisa y corriendo para acabar llegando media hora pronto. Acostumbrado a los trasbordos y a la T4 y a los controles de seguridad y la facturación y el retraso... De Barceló a Atocha en 10 minutos. De Atocha a Barcelona en dos horas y media, algún minuto más.
Por el camino, cierta indignación que no me resisto a compartir: las nominaciones de los Goya. Con todo el respeto debido a una película que no has visto -"Los girasoles ciegos"- digamos que me harta el rollo de que cada película sobre profesor republicano bueno y cura fascista malo con niño de mirada limpia de por medio acabe teniendo un mínimo de 10 nominaciones. Puede que algún año esté justificado, pero ¿todos? ¿De verdad que otro cine no es posible? Natalia Mateo se quedó sin nominación, Vigalondo se ha tenido que conformar con la de director novel.
Un académico de Hollywood, director novel. Es divertido.
Algunas elecciones son ridículas: sin entrar en nombres, porque eso sería cruel y porque tengo amigos a los que quiero mucho, tres de las cinco nominadas a mejor cortometraje son obras mediocres. Eso no sería tan grave si no viviéramos en el gran momento de esplendor del corto español. Vaya desperdicio de talento. Entre las películas europeas nominadas está... ¡El niño del pijama a rayas! De verdad que no salgo de mi asombro. Y que "Acné" y "Perro come a perro" sean dos de las mejores películas en habla hispana que se han hecho fuera de nuestras fronteras resulta sencillamente delirante.
Pero, en fin, el cabreo se pasa en cuanto se coge Numancia para arriba y se para un taxi y uno empieza a repasar los nombres de siempre -porque parte del encanto de Barcelona es su facilidad para comprimirse en unos cuantos nombres: Aribau, Comte de Urgell, París, Diagonal...-, los nombres sobre los que uno escribe y se olvida, sin más, cuando encuentra la comida y la cama y la siesta y los amigos y la promesa de un concierto fantástico por breve que sea y otra noche que tampoco será como las de hace un año, pero será.