viernes, diciembre 05, 2008

Almería en Corto II.Las clásicas terrazas invernales


El hotel está al lado de la estación y lo único que hay que hacer es dar la vuelta a una rotonda, tirar por una calle muy larga llena de farmacias y médicos -todo lo que ve un hipocondríaco durante sus ataques de ansiedad- y continuar esa misma calle después de pasar la Rambla hasta llegar al Paseo de Almería. Diez minutos, quizás quince, depende del paso.

Hace calor, suficiente calor como para ir sin abrigo, con un jersey fino e incluso arremangado. De esas veces que me da por ponerme rayas a juego con rayas y la Chica Disney -andaluza ella también- se enfada. No se nota demasiado acento, no se nota demasiado entusiasmo. Recuerdo un día en Sevilla que acabé realmente harto de andaluces profesionales. No, aquí sólo hay andaluces, sin más, sin tener que demostrar nada a nadie.

Y a veces ni eso. Óscar, por ejemplo, el director del Festival, que coincide conmigo en el ascensor subiendo a la Secretaría, vive en Madrid y no sé dónde nació, pero acento, ninguno, desde luego.

La "pelea" por la acreditación fue la más corta del mundo. Elena y Miriam, todo facilidades en un centro de prensa lleno del estrés típico del día de estreno. Explican, traen, llevan, sonríen, arreglan... Acabo con una acreditación con mi cara -se les podía ocurrir en San Sebastián, lo de la foto instantánea-, una bolsa de papel llena de libros y folletos y un papel donde viene quién está y quién llegará en breve.

Salgo, contento, a dar una vuelta y comer sano. No sólo hay terrazas puestas sino que hay gente en las terrazas. Hace sol. Sin embargo, yo, sólo con mi jersey y con demasiada hambre, no me veo al aire libre, así que ando y ando, bajo el paseo, intuyo el puerto y el mar, subo por la Rambla y acabo en un sitio casi vacío donde ponen canciones de Silvia Pantoja y Ricky Martin, tomando albóndigas con agua y ensalada, esas contradicciones que tengo yo, como si de todo tuviera que disfrutar a medias, de una manera culpable.

Le mando un mensaje a Edu y Edu contesta y me muero de ganas de verlo esta noche en un trailer protegido por militares estadounidenses. Después habrá fiesta y podré disfrutar de las virtudes del agua embotellada almeriense.