A la tercera canción -cuando termina la tercera canción, quiero decir- la gente empieza a aplaudir frenéticamente, enloquecida y surgen los gritos de "oeoeoeoé" habituales en los finales de concierto.
Sólo que no es el final del concierto, insisto.
Es la tercera canción.
La recepción escalofriante cuando el grupo sale de entre algo que parece niebla y suenan los acordes de "Autocrítica", una especie de "There, there" español, con la batería marcando el ritmo a las guitarras y la voz de Pucho desgarrándose en tonos imposibles. Lateral de la primera fila. Un tipo de seguridad pide a unas chicas que no hagan fotos con el móvil y que no graben vídeos. Después lo da por imposible y las chicas siguen cantando y grabando.
Y voy a pensar... que todo va bien.
Siguen con "Rey Sol", una canción que me deja algo frío, pero después viene "Un día en el mundo" y la gente, literalmente, enloquece, y a Pucho casi ni se le oye y supongo que todos recordamos el vídeo en el que alguien les graba hacia atrás y ellos van desde la casa del cantante hasta la FNAC cantando y tocando por la calle.
Disfrazar, seducir, ponerme guapo para ti. Entonces es cuando llega la primera ovación, la mencionada al principio de este post. La que nos deja a todos co la carne de gallina porque yo, que he ido a mil conciertos, y muchos de ellos han sido en La Riviera, no recuerdo una muestra de entusiasmo tan devastadora tan pronto.
Demasiado tiempo sin tocar en Madrid
.
Ellos están sobrepasados. Por completo. Se miran y sonríen y deciden pasárselo bien, como siempre. Tocan una nueva (o quizás una vieja, tan vieja que no la conozco, casi nadie la conoce) y siguen repasando el disco: "Copenhague" -
dejarse llevar suena demasiado bien- "La Marea", "La cuadratura del círculo" -otra vez, la gente enloquece, botes, saltos, gritos, puños cerrados:
Saber que no os puedo aniquilar, no es suficiente para firmar la paz..., "Sálvese quien pueda" (
hay tanto idiota ahí fuera), "Valiente"...
Se van pero vuelven. Falsa alarma. Se suponía que iban a tocar cuarenta minutos pero ya llevan una hora. Alguien se debió de dar cuenta de que la gente había ido a verles a ellos y no a La Habitación Roja. Acaban con "Saharabbey Road", como siempre, mientras van presentando a la gente. Las chicas vuelven a cantar "la-lalalalalalá-lalalalaláaa" y los chicos cantamos "lolololololo-lolololololo-ló" hasta que se van, definitivamente, exhaustos, sudorosos y nosotros nos miramos, algo incrédulos, los seis, y ponemos cara de "Qué conciertazo".
Esa cara reservada a momentos muy especiales y que, por eso mismo, no conviene ir regalando.
(Foto: http://i71.photobucket.com/albums/i157/kapixulo1/vetusta3.jpg)