Agua por la mañana y a la hora de comer. Agua debajo del montículo y más allá de la arena. Playas de Castelldefels, paseo marítimo. Dorada a la plancha algo seca. Esta mañana, la gente se despedía con un ánimo inconcebible. Paco estuvo a punto de quedarse una noche más. Café, zumo y dos croissants por cinco euros -eso sí, el zumo no era natural-. Rubén y Vanessa con dos cafés en la barra, yo hojeo El País.
Es una hora más, pero la cosa no está mucho mejor que otras veces. Carlos trae mala cara, igual que Paco, es normal. Al final, ayer se quedaron un buen rato -Paco menos rato, se fue a dormir antes- cantando canciones con la guitarra y bebiendo cervezas del minibar (más cosas sobre el minibar: sorprendentemente no contiene bebidas alcohólicas, que yo recuerde incluso en mi viaje fin de curso de 8ºEGB teníamos bebidas alcohólicas, aunque apenas las utilizáramos).
Cambiamos viajes: al final, Quique González se va a Santander y yo me quedo su billete del AVE. Me evito otro angustioso despegue y un madrugón que, en este momento, se hace indeseable.
Llega Sonia, llega Pancho. Pido un taxi en recepción y tiro para el paseo marítimo. Lo dicho. La Chica Sensata y Aroa han empezado a comer y hablan sin parar de una noche que no sucedió nunca. Yo soñé con alguien que no recuerdo, pero imagino. A nuestro lado, un niño con la camiseta suplente del Barcelona tira un trozo de solomillo al suelo. Discutimos sobre la utilidad de un acordeón.
Dani Flaco llama y yo le digo "En cinco minutos, te llamo" y es justo lo que el contador del cyber del hotel va marcando hacia atrás, como si quisiera recordarme algo.
En dos horas: Sonia San Román, Luis García Montero, Quique González y Pancho Varona.
El Estado es un sensor
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*por Yaiza Santos*
Enumeró, en contra de su costumbre, lo que hasta ese momento había
declarado el señor Víctor de Aldama ante el juez. Por ejemplo los p...
Hace 5 horas