jueves, octubre 23, 2008

Diario de una ninfómana


Como toda la sabiduría está en las series de dibujos animados para adultos, recuerdo aquel mítico comentario de Beavis and Butthead acerca de un vídeo que no les gustaba: "Se dieron cuenta de que la canción era una mierda y pusieron un montón de tías en bolas".

Me da la sensación de que la campaña de publicidad de "Diario de una ninfómana" va por ahí: se han dado cuenta de que su película es una mierda y recurren a los tópicos: "basado en el best-seller...", "historia real" y se aprovecha de una controvertida y poco aclarada decisión de la EMT de "censurar" su cartel.

No voy a entrar en la decisión de los autobuses madrileños de no aceptar la campaña basada en el cartel que verán arriba porque me faltan datos. Según la productora y distribuidora fue un caso de censura. Según la EMT fue un error. Yo, honestamente, no veo por qué la EMT iba a prohibir lo que Metro está poniendo en cada estación. Pero como me faltan datos me callo...

El caso es que la vuelta de tuerca de la agencia de publicidad me asquea: han decidido rajar la parte del cartel en la que la chica se acerca al pubis, como insinuando que es parte de una nueva maniobra de censura: "No te quedes con las ganas de ver el cartel entero", dicen, para que todos nos pongamos de su lado y pensemos: "Qué hijos de puta estos de Metro que...". Pues miren, no. Una película tiene que ser algo más que un cartel y sí, estas cosas sirven para que hablemos de ella, pero no creo que sirvan para que vayamos a verla.

Muchas veces los publicistas confunden el éxito de una campaña: consideran que llegar a mucha gente es lo importante, cuando lo realmente importante es que esa gente consuma el producto. Este producto tiene una pinta de rancio, artificial y barato que no puede con ella. Y los trucos estos me parecen de lo peor, y supongo que tenía que decirlo.